Pregunta: En ciertos casos, nuestra medicina prescribe el uso del whisky para atender la deficiencia del corazón y desobstruir los vasos sanguíneos, por cuyo motivo hemos oído que muchas personas cardíacas han elogiado esa bebida, mientras otras elogian otras bebidas alcohólicas por considerarlas útiles para el tratamiento de sus males. ¿Qué podéis decirnos al respecto?
Ramatís: Es evidente que si azotáis un caballo que debe conducir una carga pesada, el pobre animal hará hercúleos esfuerzos para llevar a cabo su tarea y hasta es posible que logre realizarla. Pero eso no demuestra que el animal se haya recuperado de su agotamiento, y sí comprueba que fue excitado en sus postreras energías. Probablemente más tarde, quedará impedido de realizar servicios mucho menores.
Lo mismo sucede con el corazón: el alcohol acelera sus contracciones y excita las pulsaciones, pero lo cierto es que ese órgano precioso se agota más pronto que si lo dejaran trabajar normalmente. Lo aconsejable será el reposo orgánico y los cuidados nutritivos, tratando de expeler de la circulación las grasas y las toxinas, procurando, además, la higiene intestinal. No hay ventaja alguna cuando se acelera el trabajo cardíaco por medio del alcohol en un sistema circulatorio intoxicado, por cuanto la depresión final vendrá con más prontitud.
Vuestros médicos saben que la mayoría de las insuficiencias cardio-hepato-renales, pueden provenir también del alcoholismo, comenzando por la perturbación del ritmo y los impulsos normales del corazón y como consecuencia de la lesión de sus delicadas fibras nerviosas, se alteran después las fibras musculares de las paredes cardíacas. Desde hace mucho tiempo, se ha comprobado que los alcohólicos, cuando alcanzan la vejez, sufren fuertemente de la mala circulación, debido a la dificultad en la irrigación sanguínea por los vasos alterados, tendiendo la sangre a estancarse más en la superficie del cuerpo que en su interior; por cuyo motivo los beodos tienen el rostro congestionado, los ojos Inyectados, la nariz rubicunda y son acometidos por la tos y perturbaciones bronquiales, además de ser propensos a los resfriados y las neumonías, debido a la perturbación circulatoria en los órganos de la respiración.
El alcohol tiende a aumentar la gordura enfermiza y excéntrica debido a la deficiencia de la oxidación y a la acumulación de residuos, causando en la mayoría de los casos el endurecimiento de las arterias y hasta los ataques de apoplejía por reducción del calibre de los vasos sanguíneos, ¡no vemos motivos para recomendar el alcohol como remedio benéfico al corazón! No se puede negar que el enfermo se sentirá mejor y algo eufórico bajo la excitación momentánea del alcohol, pero es probable que ese tóxico reduzca también su cuota de vida física, dando lugar a que se presente antes del desorden cardíaco.
Sucede también que, siendo el alcohol una sustancia nociva al sistema nervioso, todos los centros de coordinación sensorial que regulan las actividades orgánicas, quedan entorpecidos y desequilibrados durante la embriaguez, y con reflejos dañinos después de la borrachera. Ese entorpecimiento no proporciona beneficio alguno, y la ingestión de alcohol recomendada para las disfunciones cardíacas no puede producir efectos saludables, ya que con el tiempo termina imponiendo su característica básica de elemento tóxico.
Pregunta: No obstante, científicos distinguidos han demostrado experimentalmente que necesitamos de cierta dosis de alcohol en el organismo, dependiendo, en parte, el estado de nuestra salud. ¿Qué podéis decirnos?
Ramatís: ¿Creéis que Dios, al crear al hombre, se haya olvidado de esa necesidad? No; pues el propio cuerpo humano transforma ciertas sustancias alimenticias en la dosis alcohólica necesaria para desobstruir los vasos sanguíneos y excitar el metabolismo orgánico, haciéndolo de modo inteligente, dosificando la cantidad y el quimismo exactos para sus necesidades fisiológicas.
El hombre, por ser todavía carnívoro y entregarse a un sistema terapéutico absurdo, a base de violencia medicamentosa y de aplicaciones hipodérmicas agresivas; por fumar diariamente decenas de cigarrillos y abusar de condimentos nocivos, tiene la ilusión de que el alcohol lo ayuda en la limpieza diaria, que, a semejanza de lo que sucede con un mueble delicado cuya limpieza es hecha con corrosivos, el organismo humano concluye siendo lesionado por el alcohol, aunque éste limpie, o desobstruya sus vasos sanguíneos, lo que, por otra parte, es dudoso de afirmar,
En general, los alcohólicos son deficientes en sus defensas contra los brotes de enfermedades más comunes. Su tratamiento exige siempre mayor tiempo para lograr el éxito deseado, que cuando se trata de individuos abstemios.
Pregunta: Diversas notabilidades médicas afirman que los descendientes de alcohólicos pueden heredar la tara etílica o nacer imbéciles o retardados mentales, como consecuencia del desarreglo de sus padres o de sus abuelos. ¿No encierra eso un mentís a la Ley del Karma, según la cual los hijos no deben pagar por los pecados de los padres?
Ramatís: Ningún espíritu ordenado y que haya sido enemigo del alcohol en la vida física anterior, ha de renacer en el linaje carnal con la tara del alcoholismo. La tara alcohólica, pues, no se hereda sin razones, pues como bien decís, los hijos no deben pagar por los pecados de los padres. Si el individuo es propenso al alcoholismo y nació en el seno de una familia de alcohólicos, el culpable es él mismo, porque se entregó al vicio del alcohol en esta encarnación, o fue llevado, por afinidad de gustos o por determinación superior, a encarnarse en el seno de esa familia.
Hay que considerar que de conformidad con la ley de Causas y Efectos, aquél que crea el estigma del alcoholismo en cualquier linaje humano, tendrá que retornar a la misma descendencia que degeneró, para coger el resultado de aquello que sembró debido a su falta de vigilancia espiritual. Se ha de convertir en un "papel secante" vivo, para enjugar los venenos con su propia carne. Es así que, muchas veces, el abuelo o el bisabuelo alcohólico vuelve al mundo como su propio nieto o biznieto, para expurgar en sí mismo la tara que debido a su imprudencia; transmitiera a su familia.
Es incontestable que el alcoholismo perjudica la descendencia humana cuando los padres se entregan a la máxima degradación del vicio, pues en general, los descendientes de los alcohólicos son deformados física o mentalmente alterados y propensos a la epilepsia. No obstante, eso sucede hasta que la sabiduría divina de la naturaleza tome providencias y opere, de modo saludable, haciendo infecundos a esos individuos, con el fin de evitar la progresión peligrosa que produciría un círculo vicioso y la degeneración completa de la raza humana.
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