G. H. Mead Espíritu, persona y sociedad


(2) d ( 1 + 2 + . . . + » ' ) =^n •{>, + ])



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(2) d ( 1 + 2 + . . . + » ' ) =^n •{>, + ]).

A partir de lo anterior, es fácil obtener la fórmula general jjara

la suma de ima serie aritmética.

También podemos obtener "números oblongos", esto es, los números

de figuras rectangulares oblongas, la más simple de las cuales es



gnomon de una figura

oblonga es un número par, y los números oblongos son las sumas litios

números pares.

Estas consideraciones fueron extendidas a los sólidos. Por ejemplo,

sumando los primeros ni'imeros triangulares, se obtienen los número-^

piramidales. Pero su principal aplicación fue a figuras planas, o iontornos,

o "Formas". Se creía que éstas se caracterizaban por su (orrr^-

pondiente sucesión de números y, por ende, por las proporciones numéiicas

de los números consecutivos de la sucesión. En otras palabras,

las "Formas" son números o proporciones numéricas. Por otro lado,

no sólo los contornos de las cosas son números, sino también las

propiedades abstractas, como la armonía o la "rectitud". De este modo

se llegó a la teoría general de que los números son las esencias racionales

de todas las cosas.

Parece probable que haya influido sobre el ilesarrollo de esta concepción

la semejanza de los diagramas de puntos con los diagramas de

constelaciones como las del Leión, Escorpión o Virgo. Si xm León es

un ordenamiento de puntos, debe tener un número. Así, el pitagorismo

parece vinculado con la creencia de cjue los números, o "Formas",

son los contornos celestiales de las cosas.

107

Uno de los elementos principales de esta primitiva teoría era el



llamado "Cuadro de los Opuestos", basado en la distinción fundamental

entre números pares e impares. Este cuadro contiene cosas

tales como:

LNO MUCHOS

IMPAR PAR

MASCULINO FEMENINO

REPOSO (SER) CAMBIO (DEVENIR)

DETERMINADO INDETERMINADO

CUADRADO OBLONGO

RECTO CURVO

DERECHA IZQUIERDA

LUZ OSCURIDAD

BUENO MALO

Al leer este extraño cuadro nos hacemos una idea acerca de la

mentalidad pitagórica y de por qué eran consideradas en esencia, en

nijmeros, no solamente las "Formas" o contornos de las figuras geométricas,

sino también las ideas abstractas, como las de Justicia y, claro está,

Armonía y Salud, Belleza y Conocimiento. Este cuadro también es interesante

porque fue adoptado por Platón, con muy pocos cambios.

En verdad, podría describirse, un poco toscamente, la primitiva versión

de la famosa teoría de las "Formas" o "Ideas" de Platón como

la doctrina de que la parte del Cuadro de los Opuestos en el que

figura "Bueno" constituye un Universo (invisible), un Universo de

la Realidad Superior, de las "Formas" Inmutables y Determinadas

de todas las cosas; y de que sólo puede haber Conocimiento Verdadero

y Cierto (episteme = scientia = ciencia) de este Universo Inmutable

y Real, mientras que el mundo visible de cambio y flujo

en que vivimos y morimos, el mundo de la generación y la destrucción,

el mundo de la experiencia, sólo es una especie de reflejo o

copia de ese Mundo Real. El segundo sólo es un mundo de la apariencia,

del que no puede obtenerse ningún Conocimiento Cierto y Verdadero.

Todo lo que puede lograrse en lugar del Conocimiento



(episteme) son las opiniones (doxai) plausibles, pero inciertas y prejuiciosas,

de los mortales falibles. " En su interpretación del Cuadro



18 La distinción de Platón (episteme frente a doxa) deriva de Jenófane»

(verdad frente a conjetura o apariencia) a través de Parménides. Platón com

prendió claramente que todo conocimiento del mundo visible, el cambiante mun

do de la apariencia, consiste de doxa; que está teñido de incertidumbre aunque

utilice al máximo la episteme, el conocimiento de las "Formas" inmutables y de

la matemática pura; y aunque interprete el mundo visible con la ayuda de una

teoría acerca del mundo invisible. Cf. Cratilo, 439b y sigs.. República, 476d y sigs.;

y especialmente Timeo, 29b y sigs., donde se aplica la distinción a esas parces de

la teoría platónica que hoy llamamos "física" o "cosmología", o, con mayor generalidad,

"ciencia natural". Pertenecen, dice Platón, al ámbito de la doxa (a

pesar del hecho de que la ciencia = scientia — episteme; cf. mis observaciones

108


de los Opuestos, Platón fue influido por Parménides, el pensador cuyo

estímulo condujo a la creación de la teoría atómica de Demócrito.



VI

La teoría pitagórica, con sus diagramas de puntos, contiene indudablemente

su sugerencia de un atomismo muy primitivo. Es difícil

estimar en qué medida la teoría atómica de Demócrito recibió la

influencia del pitagorismo. En cambio, parece seguro que las principales

influencias provinieron de la escuela eleática: de Parménides

y Zenón. El problema básico de esta escuela y de Demócrito fue el de la

interpretación racional del cambio. (En este punto, difiero de la interpretación

de Cornford y otros.) Creo que este problema deriva de

Heráciito y, por consiguiente, del pensamiento jónico más que del

pitagórico**; creo también que sigue siendo el problema fundamental

de la Filosofía Natural.

Aunque Parménides no fue, quizás, un físico (a diferencia de sus

grandes predecesores jónicos), creo que se lo puede considerar como

el padre de la física teórica. Elaboró una teoría antifísica ^ (más que

a-física, como decía Aristóteles) que, sin embargo, fue el primer sistema

hipotético-deductivo. Fue el primero de una larga serie de tales

sistemas de teorías físicas, cada uno de los cuales significó un avance

con respecto a su predecesor. Por lo general, ese avance fue considerado

necesario porque se comprendió que el sistema anterior había sido

refutado por ciertos hechos de la experiencia. Esta refutación empírica

de las consecuencias de un sistema deductivo estimula los esfuerzos

tendientes a su reconstrucción, y, de este modo, a crear una teoría

nueva.y mejorada que, por lo común, lleva las huellas de su linaje,

de la vieja teoría y de la experiencia refutadora.

Como veremos, esas experiencias u observaciones fueron muy toscas

al principio, pero se hicieron cada vez más sutiles a medida que

sobre este problema del cap. 20). Se encontrará un punto de vista diferente

en lo concerniente a la relación de l'latón con Parménides en Sir David Ross.

Plato's Theory of Ideas, Oxford, 1951, pág. 164.

1» Karl Reinhardt, en su Parménides (1916, 2» edición, 1959. pág. 220), dice

muy lúcidamente: "La historia de la filosofía es la historia de sus problemas

Si queréis explicar a Heráciito, decidnos primero cuál era su problema." Estoy

totalmente de acuerdo, y creo, en contra de Reinhardt» que el problema de

Heráciito era el del cambio o, más precisamente, el de la identidad (y no iden

tidad) de la cosa que cambia durante el cambio. (Ver también mi Open Society,

Cap. 2.) Si aceptamos los elementos de juicio que ofrece Reinhardt acerca del

estrecho vínculo entre Heráciito y Parménides, esta concepción del problema de

Heráciito convierte al sistema de Parménides en un intento de resolver el problema

de las paradojas del cambio quitando realidad a éste. En contra de esta

concepción, Cornford y sus discípulos siguen la doctrina de Bumet según la cual

Parménides era un pitagórico (disidente). Esto puede ser cierto, pero los elementos

de juicio en su favor no impiden que haya tenido también un maestro

jónico. (Véase también el cap. 5, más adelante.)

2» Cf. Platón, Teeteto, 181a y Sexto Empírico, Adv. Mathem, (Bekker'l X 46

pág. 485, 25. ^ J' ' •

109


las teorías se hicieron cada vez más capaces de explicar las observaciones

más toscas. En el caso de la teoría de Parménides, el conflicto

con la observación era tan obvio que puede parecer fantasioso llamar

a esa teoría el primer sistema hipotético-deductivo de la física. Podemos,

entonces, llamarla el último sistema deductivo prefísico, cuya refutación

dio origen a la primera teoría física de la materia, la teoría atómica

de Demócrito.

La teoría de Parménides es simple. Halla imposible comprendct

el cambio o el movimiento racionalmente, y concluye que, en lealidail.

no hay ningiin cambio, o que el cambio es sólo aparente. Pero ante--

de permitirnos sentimientos de superioridad frente a semejante teoría

desesperanzada e irreal, debemos comprender que hay aquí un serio problema.

Si una cosa X cambia, entonces ya no es más la cosa X. Por otro

lado, no podemos decir que X cambia sin afirmar, por implicación,

que X persiste durante el cambio, que es la misma cosa X al principio

y al final del cambio. De este modo, pareciera que llegamos a una

contradicción, y que la idea de que una cosa cambia —y, por lo tanto,

la idea misma del cambio— es insostenible.

Todo eso suena muy filosófico y abstracto, y lo es. Pero lo cierto

es que la dificultad indicada nunca dejó de hacerse sentir en el desarrollo

de la física ^i; y un sistema determinista como la teoría del

campo de Einstein hasta puede ser considerado como una versión

tetradimensional del universo tridimensional inmutable de Parménides.

Pues, en cierto sentido, en el compacto universo tetradimensional de

Einstein no se produce ningún cambio. Todo está ahí tal como c-»,

en su locus tetradimensional; el cambio se convierte en una especie de

cambio "aparente"; es "sólo" el observador quien se desliza, por decir

así, a lo largo de su línea mundial y llega a conocer sucesivamenti

los diferentes loci a lo largo de esta línea mundial, es decir, de su

medio circundante espacio-temporal...

Pero dejemos al nuevo Parménides para volver al viejo padre de

la física teórica. Podemos parafrasear su teoría deductiva, aproximadamente,

de la siguiente manera:

(1) Sólo lo que es, es.

(2) Lo que no es no existe.

(3) El no-ser, esto es, el vacío, no existe.



21 Se lo puede ver a través de la lectura del libro de Emile Meyersoii Ideulilc

et Réalilé, uno de los estudios filosóficos más interesantes que se han escrito

acerca del desarrollo de las teorías físicas. Hegel (siguiendo a Heráclito, o i;i

exposición que hace Aristóteles de sus doctrinas) consideró que el cambio (que

para él es contradictorio) demuestra la existencia de contradicciones en el mundo

y, por lo tanto, refuta el "principio de contradicción"; es decir, el principio de

que nuestras teorías • deben evitar las contradicciones a toda costa. Hegel y sus

seguidores (especialmente Engels, Lenin y otros marxistas) comenzaron a ver

"contradicciones" en todas partes y atacaron a todas las filosofías que defienden

el principio de contradicción por considerarlas "metafísicas", término que ellos

usan para significar que estas filosofías ignoran el hecho de que el mundo cambia.

Ver el cap. 15.

110


(4) El mundo es pleno.

(5) El mundo no tiene partes; es un enorme bloque (porque

es pleno).

(6) El movimiento es imposible (puesto que no hay espacio vacío

hacia c) cual pueda moverse algo).

Las conclusiones (5) y (6) eran, obviamente, contradichas por

los hechos. Por ello, de la falsedad de la conclusión, Demócrito intirió

la falsedad de las premisas:

(6') Hay movimiento (luego, el movimiento es posible).

(5') El mundo tiene partes: no es uno, sino múltiple.

(4') Luego, el mundo no puede ser pleno. ^

(3') El vacío (o el no-ser) existe.

Hasta este punto, la teoría tuvo que ser modificada. Con respecto

al ser, o a las muchas cosas existentes (en oposición al vacío), Demócrito

adoptó la teoría de Parménides de que ellas no tienen partes. Son

indivisibles (átomos) , porque son plenas, porque no tienen vacío en

su interior.

El aspecto principal de esta teoría es que ofrece una explicación

racional del cambio. El mundo está formado por espacio vacío (el

vacío), con átomos cíentro cíe éí. Los átomos no cambian; son universos

compactos indivisibles, al estilo de Parménides, en miniatura. ^

Todo cambio se debe al reordenamiento de los átomos en el espacio.

De acuerdo con esto, todo cambio es molimiento. Puesto que el único

tipo de novedad que puede surgir, según esta concepción, es la del

reordenamiento ^^, es posible, en principio, predecir todos los cambios

futuros del mundo, siempre que podamos predecir el movimiento de

todos los átomos (o, en la jerga moderna, de todas las masas puntuales).

La teoría del cambio de Demócrito fue de enorme importancia

para el desarrollo de la física. Fue parcialmente aceptada por Platón,

quien conservó mucho del atomismo, aunque explicó el cambio, no

sólo mediante átomos inalterables pero en movimiento, sino también

mediante otras "formas" no sujetas al cambio ni al movimiento. Pero

fue condenada por Aristóteles, quie«-sostuvo, en su lugar ^", que todo

22 La inferencia de la existencia del vacío a partir de la existencia del moví

miento no es válida porque la inferencia de Parménides de la imposibilidad del

movimiento a partir de la plenitud del mundo tampoco lo es. Platón parece

haber sido el primero en compiender, aunque oscuramente, que en un mundo

pleno es posible el movimiento circular o en forma de torbellino, siempre que

en el mundo haya un medio liquido (las hojas del té se mueven en la taza

junto con el movimiento circular del té). Esta idea, expuesta con reticencias

en el Timeo (donde el espacio está "Heno", .^2e) , se convirtió en la base del

cartesianismo y de la teoría del "éter luminífero" que fue sostenida hasta 1905.

(Véase también la nota 44 de este capítulo.)

23 La teoría de Demócrito también admitía átomos-bloques grandes, pero la

gran mayoría de sus átomos eran invisiblemente pequeños.

2* Cf. The Poverty of Historicism, sección 3.

25 Inspirándose en el Timeo, 55, donde se explican las potencialidades de

los elementos por las propiedades geométricas (y las formas corpóreas) de los

sólidos correspondientes.

111

cambio es la manifestación de potencialidades inherentes a substancias



esencialmente inmutables. La teoría aristotélica de las substancias como

sujetos del cambio llegó a predominar, pero resultó estéril ^*, y la

teoría metafísica de Demócrito, según la cual todo cambio debe ser

explicado por el movimiento, se convirtió en el programa de trabajo

tácitamente aceptado en la física hasta nuestros días. Aún forma parte

de la filosofía de la física, a pesar de que la física misma la ha superado

(para no hablar de las ciencias biológicas y sociales). Con Newton,

además de las masas puntuales en movimiento, aparecen las fuerzas,

de intensidad (y dirección) cambiante. Es cierto que los cambios de

las fuerzas newtonianas pueden explicarse como debidos al movimiento

o como dependientes de él, es decir, de la posición cambiante de las

partículas. Pero, con todo, no son idénticos a los cambios en la posición

de las partículas; esa dependencia, debido a la ley de proporcionabilidad

inversa al cuadrado de la distancia, ni siquiera es lineal.

Y con Faraday y Maxwell, los campos cambiantes de fuerzas adquirieron

tanta importancia como las partículas atómicas materiales. Es de

menor importancia el hecho de que nuestros átomos modernos sean

partículas compuestas; desde el punto de vista de Demócrito, los átomos

reales serian, no nuestros átomos, sino más bien nuestras partículas

elementales, a menos que también éstas resulten hallarse sujetas al

cambio. Así, se plantea una situación muy interesante. Una filosofía

del cambio, destinada a salvar la dificultad de comprender racionalmente

el cambio, sirve a la ciencia durante miles de años, pero,

finalmente, es superada por el desarrollo de la ciencia misma; y este

hecho pasa prácticamente inadvertido para filósofos que están muy

afanados negando la existencia de problemas filosóficos.

La teoría de Demócrito fue una maravillosa conquista. Suministró

un esquema teórico para la explicación de la mayoría de las propiedades

de la materia conocidas empíricamente (y ya discutidas por los jonios),

como la compresibilidad, los grados de dureza y elasticidad, la rarefacción

y condensación, la coherencia, la desintegración, la combustión

y muchas otras. Pero la teoría no solamente era importante como

explicación de los fenómenos de la experiencia. En primer lugar, estableció

el principio metodológico de que una teoría o explicación

deductiva debe "salvar las apariencias" ^', esto es, debe estar de acuerdo

con la experiencia. En segundo lugar, mostró que una teoría puede

ser especulativa y basarse en el principio (de Parménides) fundaa*

La esterilidad de la teoría "esencialista" de la substancia (cf. nota 2 de

este capitulo) se vincula con su antropomorfismo; pues las substancias (como

lo comprendió Locke) derivan su plausibilidad de la experiencia de un yo

idéntico pero cambiante y en desarrollo. Pero aunque podamos felicitamos de

que la substancia aristotélica haya desaparecido de la física, no tiene nada

de erróneo, como dice el profesor Hayek, pensar antropomórficamente acerca

del hombre; y no hay ninguna razón filosófica o a priori por la cual deba desaparecer

de la psicología.

2 7 Cf. nota 6 al cap. 3.

112


mental de que el mundo, puesto que debe ser comprendido por el

pensamiento discursivo, es diferente del mundo de la experiencia



prima facie, del mundo que vemos, oímos, olemos, gustamos y tocamos

^'', y que, sin embargo, tal teoría esjjeculativa puede aceptar el

"criterio" empirista de que es lo visible lo que decide la aceptación

o el rechazo de una teoría de lo invisible ^^ (como los átomos). Esta

filosofía ha mantenido su fundamental importancia para todo el desarrollo

de la física y ha estado siempre en conflicto con todas las.

tendencias filosóficas "relativistas" y "positivistas". ••"'

Además, la teoría de Demócrito condujo a los primeros éxitos del

método de exhaución (el precursor del cálculo integral), puesto que

el mismo Arquímedes reconocía que Demócrito había sido el primero

en formular la teoría de los volúmenes de conos y pirámides. '^ Pero

quizás el elemento más fascinante de la teoría de Demócrito es su

doctrina de la cuantificación del espacio y del tiempo. Me refiero a

la doctrina, en la actualidad intensamente discutida ^=^, de que hay

una distancia mínima y un intewalo de tiempo mínimo; es decir, que

Jiay distancias en el espacio y el tiempo (elementos de longitud y de:

tiempo, lo ameres de Demócrito *^ a diferencia de sus átomos) tales.

que.no son posibles otras más pequeñas.

2* Cf. Demócrito, Diels, fragm. 11 (cf. Anaxágoras, Diels, fragm. 21; véase

también fragm. 7).

29 Cf. Sexto Empírico, Adv. mathem. (Bekker), VII, 140, pág. 221, 23b.

3" "Relativista" en el sentido del relativismo filosófico, es decir, de la doctrina

del homo mensura de Protagoras. Desgraciadamente, todavía es necesario

subrayar que la teoría de Einstein no tiene nada en común con este relativismu

filosófico.

"Positivistas" como eran las tendencias de Bacon; cojno la teoría (pero afortunadamente

no como la ppictica) de la antigua Royal Society; y como son, en

nuestro tiempo, Mach (que se opuso a la teoría atómica) y los teóricos de los

datos sensoriales.

31 Cf. Diels, fragm. 155, cjuc debe ser interpretado a la luz de Arquímedes (cd.

Heílxrrg) 11^, pág. 428 y sigs. Cf. el artículo sumamente importante de S. Luria:

"Die Infinitesimalraetliode der antiken Atomisten" (Quellen ir Studien tur Cesch. d.

Math., B., 2, Heft 2, 1932, pág. 142).

32 Cf. .\.. Mach, Natur und Erkenntnis, Viena, 1948, pág. 193 y sig.

••'•' Cf. S. Luria, op. cit., especialmente págs. 148 y sigs., 172 y sigs. A. T. Nicols, en

'Indivisibles Lines" (Class. Quarterly, XXX, 1936, 120 y sig.), arguye que "dos pasajes,



uno de Plutarco y el otro de Simplicio" indican por qué Demócrito "no podía

creer en lineas indivisibles"; pero no discute las ideas antagónicas expuestas poi

Luria en 1932 y que considero mucho más convincentes, en especial si recordamo!

que Demócrito trató de responder a Zenón (ver la nota siguiente). Pero cualesquiera

que hayan sido las ideas de Demócrito acerca de las distancias invisibles o atómicas.

Platón parece haber pensado que el atvmismo de Demócrito requería una revisión

a la luz del descubrimiento de los irracionales. Sin embargo. Heath (Greek Mathematics,

I, 1921, pág. 181, refiriéndose a Simplicio y a Aristóteles) también cree

que Demócrito no sostuvo la existencia de líneas indivisibles.

113


vil

Demócriio desarrolló y expuso su atomismo como una réplica punto

por punto 3* a los detallados argumentos de sus predecesores eleáticos,

Parménides y su discípulo Zenón. En particular, la teoría de

Demócrito de las distancias atómicas y de los intervalos de tiempo

es el resultado directo de los argumentos de Zenón o, más precisamente,

del rechazo de las conclusiones de Zenón. Pero en lo que conocemos

de Zenón, en ninguna parte hay una alusión al descubrimiento



de los irracionales, que es de importancia decisiva para nuestra historia.

No conocemos las fechas en que se probó la irracionalidad de la raí/

cuadrada de dos ni la fecha en la que el descubrimiento se dio

;i conocer públicamente. Aunque existía una tradición que atribuía

ese descubrimiento a Pitágoras (siglo VI a.C.) y aunque algunos autores

^ la llaman el "teorema de Pitágoras", no puede haber dudn

de que no fue realizado —y, ciertamente, no se lo dio a conocer públicamente—

antes del 450 a.C., y probablemente no antes del 420. No es

seguro que Demócrito lo lia)a conocido. Actualmente, me siento

inclinado a creer que no, y t]iic d liuilo de los dos libros perdidos

de Demócrito, Peri alogoii grammon kai naston, debe ser traducido

"Sobre las lineas ilógicas y los cuerpos plenos (átomos)" ^ y que estos

3i Esta réplica punto por punto se conserva en la obra de Aristóteles Soljie In

generación y la corrupción, 316a, 14 y sigs., pasaje sumamente importante identificado

por vez primera como democritiano por I. Hammer Jensen en 1950 y minuciosamen

te analizado por Luria, quien dice (op. cit., iS.'i) de Parménides y Zenón: "Demócrito

loma de ellos sus argumentos tleductivos, pero Ucga a !a conclusión opuesta."

35 Cf. G. H. Hardy y E. M. Wright, Introduction to the Theory of Numbers,

19S8, pAgs. 39 y 42, donde se encontrará una olwervación histórica muy interesante

sobre la prueba de Teodoro, tal como la trasmite Platón en el Teeteto. Ver también

el articulo de A. Wasserstein. "Theaetetus and the History of the Theory of Numbers",

Classical Quartely, 8, N.S., 1958, pAgs. 16.5-79, que es la mejor discusión del

tema que conozco.

3* Mejor que Acerca de las líneas irracionales y los átomos, como lo traduje en la

nota 9 del cap. 6 de mi Sociedad Abierta (segunda edición). I.a intención probable

del título (considerando el pasaje de Platón mencionado en la nota siguiente) qui

zas quede mejor de manifiesto si se lo traduce por "Sobre las lineas alocadas y los átomos".

C£. H. Vogt, Bibl. Math., 1910, 10, 147 (contra el cual discute Heath, op. cit.,

156 y sigs., aunque creo que sin éxito) y S. Luria, op. cit., 168 sigs., donde se sugiere

convincentemente que De irísec. Un., 968b y 17 (Arist.) y De comm. notit'., 38, 2,

pág. 1078 y sig., de Plutarco, contienen vestipos de la obra de Demócrito. Según

estas fuentes, el argumento de Demócrito era el siguiente. Si las lineas son infinitamente

divisibles, entonces están compuestas de una infinidad de unidades últimas

y están todas, por lo tanto, relacionadas como <» : oo es decir, son tcxias "no comparables"

(no hay proporción). En verdad, si se consideran las líneas como clases

de puntos, el "número" (la potencia) cardinal de los puntos de una línea es, s e ^n

las concepciones modernas, igual para todas las lineas, sean finitas o infinitas. Este

hecho ha sido considerado "paradójico" (por Bolzano, |X)r ejemplo) y bien puede

haber sido descripto como "alocado" por Demócrito. Cabe observar que, según

Brouwer, hasta la teoría clásica de la medida de Lebesgue de un continuo conduce,

fundamentalmente, a los mismos resultados; pues Brouwer afirma que todos los

continuos clásicos tienen medida cero, de modo que la ausencia de una razón es

114

dos libros no contenían referencia alguna al descubrimiento de los



números irracionales. *^

Mi creencia de que Demócrito no conocía los problemas de los

irracionales se basa en el hecho de que no hay rastros de alguna defensa

de su teoría contra el golpe que recibió con ese descubrimiento.

Pero el golpe fue tan fatal para el atomismo como para el pitagorismo.

Ambas teorías se basaban en la doctrina de que toda medición consiste,

en última instancia, en contar unidades naturales, de modo que toda

medición debe ser reducible a números puros. La distancia entre dos

puntos atómicos, por lo tanto, debe consistir en un cierto número de

distancias atómicas; así, todas las distancias son conmensurables. Pero

esto resultó ser imposible, aun en el simple caso de las distancias

entre los vértices de un cuadrado, debido a la inconmensurabilidad

de su diagonal d con su lado a.

El término castellano "inconmensurable" es un tanto infortunado.

Lo que aquí queremos expresar es la inexistencia de una razón de

números naturales; por ejemplo, lo que puede probarse en el caso

de la diagonal del cuadrado cuyo lado es igual a la unidad es que

no existen dos números naturales, n- y m, cuya razón, n/tn, sea igual

a la diagonal del cuadrado unidad. Así "inconmensurabilidad" no

significa incomparabilidad por métodos geométricos, o por medición,

sino incomparabilidad por métodos aritméticos de contar, o por ni'imeros

naturales, inclusive el característico método pitagórico de comparar

razones de números naturales e incluir, por supuesto, el cálculo

de unidades de longitud (o de "medidas").

Examinemos un poco las características de este método de los

números y sus razones. El énfasis que puso Pitágoras en el número

fue fructífero desde el punto de vista del desarrollo de las ideas científicas.

Esto es lo que se expresa a menudo de una manera un poco

vaga al decir que los pitagóricos iniciaron la medición numérica científica.

Ahora bien, lo que trato de destacar es que, para los pitagóricos,

todo esto era contar y no medir. Era contar números, esencias invisibles,

o "naturalezas", que eran los Números de pequeños puntos. Ellos

sabían que no podemos contar esos pequeños puntos directamente,

puesto que son invisibles, y que en realidad no contamos los Números

o Unidades Naturales, sino que medimos, es decir, contamos unidades

visibles arbitrarias. Pero ellos interpretaban la signilitaLión de las mediciones

como si revelaran, indirectamente, las verdaderas Razones



de las Unidades Naturales o de los Números Naturales.

expresada por 0 : 0 . El resultado da Demócrito (y su teoría de lo ameres) parece

inevitable en tanto la geometría se base en el método aritmético pitagórico, es decir,

en la enumeración de puntos.

37 Esto está de acuerdo con el hecho, ya mencionado en la nota citada de Open

Society, de que el término "alogos", según parece sólo mucho más tarde fue usado

en el sentido de "irracional", y de que ^íatón^—que alude (República 534d) al

título de Demócrito— usa "alogos" en el sentido de "alocado"; nunca lo usa como

sinónimo de "arrhetos", que yo sepa.

115

Así, los métodos de Euclides para demostrar el llamado "teorema



de Pitágoras" (Euclides, 1, 47), de ¡acuerdo con los cuales si a es el

lado de un triángulo opuesto al ángulo recto determinado por b y r,

entonces

eran extraños al espíritu de la matemática pitagórica. Se acepta ahora

que los babilonios conocían el problema y lo habían demostrado geométricamente.

Sin embargo, ni Pitágoras ni Platón parecen haber conocido

la prueba geométrica de Euclides (que usa triángulos diferentes

de la misma base y altura), pues el problema para el cual ofrecieron

soluciones, el problema aritmético de hallar soluciones enteras para

los lados de triángulos rectángulos, si se conoce (1), puede ser resuelto

fácilmente mediante las fórmulas:

2) a = m= -|- n=; h = 2mn; c=.m- n'-,

donde m y n son números naturales y m > n.

Pero, al parecer, la fórmula (2) era desconocida por Pitágoras

y hasta por Platón. Esto se desprende de la tradición 3» según la cual

Pitágoras propuso la fórmula (que se obtiene de (2) haciendo



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