probabilidades; véase el teorema (26), sección V. de mi artículo "Creative and Non-
Creative Definitions in the Calculus of Probability", Synthese, 15, 1%3, N» 2 páes.
167 y sigs. *^ *
304
"empírico" y "bien formado" (o "con significado") deben coincidir,
y que la situación no mejora si suponemos, acríticamente, que se puede
usar la probabilidad o la "confirmabilidad" probabilística como criterio
para determinar el carácter empírico de enunciados o teorías.
Pues, como hemos visto, un enunciado no empírico y presumiblemente
falso puede tener un alto grado de probabilidad.
305
REFUTACIONES
Creo, Sócrates, como picsumibleraenlc crees tú mismo, que en esta vida está
más allá de nuestros poderes u, ai menos, es muy difícil lograr cierto conocimiento
acerca de cuestiones como éstas. No obstante lo cual, un hombre seria un cobarde
si no tratara con todas sus fuerzas de refutar todo argumento acerca de ellas,
negándose a ceder antes de hal>erse agotado examinándolas en todos sus aspectos.
Pues delíc hacer una de dos cosas: o bien debe aprcntlcr. o descubrir, la verdad
acerca de esas cuestiones; o bien, si esto se encuentra más allá de sus facultades,
debe adoptar cualquier doctrina humana que le parezca la mejor, y presentar
la más firme resistencia a la refutación; y montando en ella como sobre una balsa,
debe aventurarse en los peligros y navegar sobre ella a través de la vida, a menos
que pueda montarse en algo más fuerte, menos peligroso y más digno de confianza...
PLATÓN
11
LA DEMARCACIÓN ENTRE LA CIENCIA
Y LA METAFÍSICA
Resumen
FORMULADA BREVEÍMENTE, mi tcsis cs la siguiente: Los rejjetidos intentos
realizados por Rudolf Carnap para demostrar que la demarcación entre
la ciencia y la metafísica coincide con la demarcación entre el sentido
y la falta de sentido han fracasado. La razón de ello es que el concepto
positivista de "significado" o "sentido" (o de verificaljilidad, o de confirmabilidad
inductiva, etc.) es inadecuado para permitir esta demarcación,
simplemente jx>ique no es necesario que la metafísica carezca
de sentido para que no pueda ser ciencia. En todas sus variantes, la
demarcación por la carencia de sentido ha sido al mismo tiempo demasiado
estrecha y demasiado amplia: en contra de todas las intenciones
V todas las afirmaciones, ha excluido las teorías científicas como carentes
de significado, mientras que no ha logrado excluir siquiera esa parte de
la metafísica conocida como "teología racional".
1. INTRODUCCIÓN
Escribir acerca de Carnap —y criticando a Carnap— me recuerda
la época en que lo conocí, en su Seminario de 1928 ó 1929. Me recuerda
aún más vividamente una ocasión posterior, en 1933, cuando tuve
oportunidad de pasar mis vacaciones —en medio de los bellos montes
tiroleses— efi prolongadas discusiones con Carnap y con Herbert Feigl,
Articulo escrito en enero de J9f} como contribución al voluin^i The Philosophy
of Rudolf Carnap, publicado en 1964 en la Library of Lining Philosophers, bajo la
dirección de P. A. Schilpp. Este articulo fue distribuido, con permiso del Profesor
Schiipp, desde junio de 1956 en la forma de una impresión en esténcil. Aparte de
correcciones estilísticas menores, no he introdu£ido cambios en el texto, aunque,
durante los años transcurridos desde que fue escrito, he desarrollado una serie de
puntos en diversas publicaciones. Véase especialmente mi Logic of Scientific Discovery,
nuevo apéndice IX, en fmriicular págs. 309 y sigs.; el apéndice al capitulo 10 de
este volumen; un articulo publicado en Dialéctica, 11, 1957, págs. 354-374; dos notas
publicadas en Mind, 71, 1962, págs. 69-73 y 76, 1967. págí. 103-110; y I. Lakatos
(comp.), The Problem of Inductive Logic, 1968. Véase también las contribuciones
de Lakatos y Watkins a este volumen.
309
en compañía de nuestras esposas. Pasamos gratísimos momentos, con
tlías plenos de sol, y creo que todos nosotros gozamos enormemente de
esas largas y fascinantes conversaciones, salpicadas con ascensiones por
las colinas, pero nunca interrumpidas por ellas. Ninguno de nosotros
olvidará nunca, estoy seguro, un día que Carnap nos condujo por una
empinada pendiente a una colina intransitada, a través de una hermosa
y casi impenetrable espesura de rododendros alpinos; al mismo tiempo,
nos llevó a través de una hermosa y casi impenetrable espesura de
argumentos, cuyo tema indujo a Feigl a bautizar a nuestra colina con
el nombre de "Semantische Schnuppc" (algo así como "Estrella Fugaz
Semántica"), aunque transcurrieron varios años antes de que Carnap,
estimulado por la crítica de Tarski, descubriera el camino que lo condujo
de la sintaxis lógica a la semántica. '
No sólo hallé en Carnap a ima de las más cautivantes personas que
he conocido nunca, sino también a un pensador totalmente absorbido
en sus problemas, dedicado a ellos y ansioso de oír las críticas. En
verdad, entre las características que Carnap comparte con Bertrand
Russell —cuya influencia sobre Carnap y sobre todos nosotros fue mayor
que la de cualquier otro— se cuenta su coraje intelectual para
cambiar de opinión, por efecto de la crítica, aun en puntos de fundamental
importancia para su filosofía.
Yo había ido al Tirol con el-manuscrito de un extenso libro titulado
Die beiden Grundprobleme der Erkenntnistheorie ("Los dos problemas
fundamentales de la epistemología"). No está aún publicado, pero
quizás aparezca algún día una traducción inglesa. Incorporé partes de
él, en forma muy abreviada, a mi Lógica de la inx/estigación científica.
Los "dos problemas" aludidos eran los de la inducción y la demarcación,
la demarcación entre la ciencia y la metafísica. El libro contenía,
entre muchas otras cosas, una crítica bastante detallada de la doctrina
de Wittgenstein y Carnap de la "eliminación" o "superación" (Ueberwindung^)
de la metafísica a través del análisis del significado. No
critiqué esta doctrina desde un punto de vista metafísico, sino desde
el punto de vista de quien, interesado por la ciencia, teme que dicha
doctrina, lejos de derrotar a la supuesta enemiga —la metafísica—, en
realidad entregue al enemigo las llaves de la ciudad sitiada.
Mi crítica estaba dirigida, principalmente, contra dos libros de Carnap,
Der logische Aufbau der Welt (el Aufbau, para abreviar) y
Scheinprobleme in der Philosophie, y contra algunos de sus artículos
publicados en Erkenntnis. Carnap aceptó parte de ella ^, aunque tuvo
1 En 1932 Carnap usó el término "Semántica" como sinónimo de "Sintaxis lógica";
véase Erkenntnis, 3, 1932, pág. 177.
2 Véase el artículo de Carnap "Ueberwindung der Metaphysik durch Logische
Analyse der Sprache" (La superación de la metafísica a través del análisis lógica
del lenguaje") , Erkenntnis, 2, 1932, págs. 219 y sigs.
3 Véase el informe, generosamente valoratívo, de algunas de mis concepciones
aiin inéditas que dio Carnap en Erkenntnis, S, 1932, págs. 223 a 228, y mi discusión
del mismo en mi obra Logic of .Scientific Discovery [Hay versión cast.: La lógica
de la investigación científica], 1959, 1960 (publicada originalmente en alemán, en 1934
310
la impresión'' de c|ue yo había exagerado las diferencias entre mis
ideas y las del Camilo de Viena, del cual él era uno de los miembros
principales. Esto me silenció durante muchos años", especialmente
porque Carnap prestó mucha atención a mi crítica en su Testability
and Meaning. Pero siempre tuve la sensación de que las diferencias
entre nuestras ideas estaban lejos de ser imaginarias; y mi impresión
de que son muy importantes se ha reforzado mucho con motivo de los
artículos y libros más recientes de Carnap sobre la probabilidad y la
inducción.
El propósito de este articulo es discutir esas diferencias, en lo que
conciernen al problema de la demarcación. Me expondré nuevamente,
aunque con renuencia, a la acusación de exagerar las diferencias. (Pero
espero que el temor de silenciarme por el resto de mis días no impedirá
al profesor Carnap decir lo que piensa: esta vez prometo ser más
razonable.) Sin embargo, he aceptado la invitación a escribir este artículo,
lo cual no me deja otra alternativa que la de tratar de caracterizar
nuestras diferencias de la manera más clara y nítida posible. En
otras palabras, debo tratar de defender la tesis de que estas diferencias
son reales, tan reales como he creído durante los últimos 25 años.
En la sección 2 de este artículo trataré de ofrecer un breve esbozo
de algunas de mis concepciones que constituyen la base de mi crítica.
En las secciones posteriores trataré de trazar el desarrollo —tal como
yo lo veo— de las ideas de Carnap sobre el problema de la demarcación
entre la ciencia y la metafísica. A lo largo de toda mi exposición, mi
enfoque será crítico, más que histórico. Sin embargo, he tratado de
ser exacto, aunque no completo, en lo que respecta a los aspectos históricos.
2. MIS 1ÜE.\S ACERC.\ DEL PROBLEMA
Fue en 1919 cuando me enfrente por vez primera con el problema
de trazar una línea de demarcación entre aquellos enunciados y sistemas
de enunciados que pueden ser considerados, con propiedad, como
pertenecientes a la ciencia empírica y aquellos que, quizás, pueden ser
con el título de I.ogik der Forschung, a la que aquí llamamos siempre /.. Se. D.,
nota 1 de la sección 29.
4 Véase la reseña bibliográfica que hizo Carnap de mi /.. Se. D. en Erkenntni.t, r>,
1935, págs. 290-4, especialmente 293: "Sus esfuerzos por caracterizar claramente su
posición lo llevan [a Popper] a exagerar las diferencias entre sus opiniones y las
que son mis estrechamente afines a las suyas.. . [Popper] está muy cerca, en verdad,
del punto de vista del Círculo de \'iena. En la presentación que él hace, las diferencias
parecen mucho mayores de lo que realmente son."
5 No publiqué nada que contuviera siquiera una alusión a esas diferencias de
opinión durante los primeros diez años siguientes a la publicación de mi L. Se. I).
(aunque aludí a ellas en algunas conferencias) ; y casi nada durante los dici años
siguientes, es decir, hasta que comencé este artícido; a lo sumo unas pocas observaciones
críticas sobre Wittgenstein y Schlick (en mi Often Society, publicada por
vez primera en 1954; véanse las notas 51 y sigs., 46, 26 y 48 del cap. }l; véanse también
los caps. 2, 12 y 14 de este volumen).
311
llamados "seudo científicos" o (en ciertos contextos) "inetafisicos", y
los que pertenecen a la lógica pura y a la matemática pura.
Se trata de un problema que ha preocupado a muchos filósofos desde
la época de Bacon, aunque nunca encontré una formulación muy
explícita del mismo. La concepción más difundida era que la ciencia
se caracteriza por su base ohservacional, o por su método inductivo,
mientras que las seudo ciencias y la metafísica se caracterizan por su
método especulativo o, como decía Bacon, por el hecho de que operan
con "anticipaciones mentales", algo muy similar a las hipótesis.
Nunca he podido aceptar esta concepción. Las teorías modernas de
la física, especialmente la teoría de Einstein (que era muy discutida
en el año 1919), son sumamente especulativas y abstractas, y están muy
lejos de lo que podría llamarse su "base observational". Todos los
intentos por demostrar que, más o menos directamente, se "basaban
en observaciones", eran poco convincentes. Lo mi.smo valía hasta para
la teoría de Newton. Bacon había planteado objeciones contra el sistema
copernicano sobre la base de que "violentaba innecesariamente
nuestros sentidos"; y en general, las mejores teorías físicas se asemejaban
a lo que Bacon hubiera descartado como "anticipaciones mentales".
Por otro lado, muchas creencias supersticiosas y muchas reglas prácticas
(para plantar, por ejemplo) que se encuentran en almanaques
populares y libros sobre sueños tienen mucha mayor relación con observaciones
y, sin duda, a menudo se basan en algo semejante a la
inducción. Los astrólogos, muy especialmente, siempre han pretendido
que su "ciencia" se basa en una gran cantidad de material inductivo.
Esta pretensión, quizás, es infundada; pero nunca he oído de ningún
intento de desacreditar la astrología mediante una investigación crítica
de su presunto material inductivo. Sin embargo, la ciencia moderna
ha rechazado la astrología porque no cuadra con las teorías y los métodos
aceptados.
Por consiguiente, era evidente que se necesitaba un criterio de demarcación
(Uferente, y yo propuse (aunque pasaron años antes de que
yo publicara mi propuesta) que se considerara como criterio de demarcación
la refutabiliclad de un sistema teórico. Según esta concepción,
que yo aún defiendo, un sistema sólo debe ser considerado científico
si hace afirmaciones que puedan entrar en conflicto con observaciones;
y la manera de testar un sistema es, en efecto, tratando de crear tales
conflictos, es decir, tratando de refutarlo. Así, la testabilidad es lo
mismo que la refutabilidad y puede ser tomada igualmente, por lo
tanto, como criterio de demarcación.
Se trata de una concepción de la ciencia que considera el enfoque
crítico de ésta como su característica más importante. De este modo,
un científico debe considerar una teoría desde el punto de vista de
la posibilidad de discutirla críticamente; de su capacidad de exponerse
a todo género de críticas; y —si lo hace— de su capacidad de resistirlas.
La teoría de Newton, por ejemplo, predijo desviaciones de las leyes
312
de Kepler (debidas a las interacciones de los planetas) que no habían
sido observadas por aquél entonces. Se expuso, así, a intentos de refutaciones
empíricas cuyo fracaso significaron el éxito de la teoría. La
teoría de Einstein fue testada de ima manera similar. Y en realidad,
todos los tests reales son intentos de refutación. Sólo si una teoría registe
exito.samente la presión de estos intentos.de refutación puede pretender
que está confirmada o corroborada por la experiencia.
Además, hay grados de testabUidad (como descubrí más tanle) *: algunas
teorías se exponen a las refutaciones más audazmente que otras.
Por ejemplo, una teoría de la cual podemos deducir predicciones
nimiéricas precisas acerca de la división de las líneas espectrales de la
luz emitida por los átomos en campos magnéticos de intensidad variable
estará más expuesta a la refutación ex)3erimental que otra que
simplemente prediga la influencia de un campo magnético sobre la
emisión de luz. Una teoría que es más precisa y más fácilmente refutable
que otra es también más interesante. Puesto que es la más audaz,
será también la menos probable. Pero también es más testable, pues
podemos dar más precisión y severidad a nuestros tests. Y si resiste
tests severos, estará mejor confirmada, o mejor atestiguada, por estos
tests. Asi, la confirmabilidad (o la atestiguabilidad o la corroborabilidad)
aumenta con la testabilidad.
Lo anterior indica que el criterio de demarcación no puede ser absolutamente
tajante, sino que tiene grados. Habrá teorías bien testables,
otras apenas testables y otras no testables. Estas iiltimas carecen de
todo interés para los científicos empíricos. Se las puede llamar metafísicas.
Debo dest.icar aquí un aspecto que a menudo ha sido mal entendido.
Quizás pueda evitar estos malentendidos si formulo esta cuestión
de la siguiente manera. Supóngase que un cuadrado representa a la
clase de todos los enunciados de un lenguaje en el cual queremos formular
una ciencia. Tracemos una larga línea horizontal que lo divida
en dos mitades, una superior y otra inferior. Elícribimos "ciencia" y
"testable" en la mitad superior, y "metafísica" y "no testable" en la
inferior. Espero que se comprenda, entonces, que yo no propongo trazar
la línea de demarcación de tal manera que coincida con los
límites de un lenguaje, dentro del cual quede la ciencia y fuera del cual
la metafísica, excluyéndola de la clase de los enunciados significativos.
Por el contrario, desde mi primera publicación sobre este tema ^ destaqué
el hecho de "que sería inadecuado trazar la línea de demarcación
entre la ciencia y la metafísica de modo, tal que se excluyera a ésta
de un lenguaje significativo como carente de sentido.
He indicado una de las razones de esto al decir que no debemos
tratar de trazar la línea de manera demasiado tajante. La necesidad
« Véase L. Se. D.. secciones 31 a 46.
7 Véase "Ein Kriterion des cmpirischen Charaktcis theoretischer .Systcme", £>-
kennhtis, 3. 1933, pAgs. 426 y sigs., ahora en L. Se. D. pigs. 312-14; véase también
L. Se. D., especialmente secciones 4 y 10.
313
de ello se comprenderá con mayor claridad si se recuerda que la mayoría
de nuestras teorías científicas se originan en mitos. El sistema
copernicano, por ejemplo, se inspiró en un culto neoplatónico de la
luz del sol, el cual debía ocupar el "centro" a causa de su nobleza.
Esto revela que Ips mitos pueden llegar a adquirir componentes testables.
En el curso de la discusión, pueden llegar a ser fecundos e
importantes para la ciencia. En mi Lógica de la investigación científica^
di varios ejemplos de mitos que han adquirido una gran importancia
para la ciencia, entre ellos el atomismo y la teoría corpuscular
de la luz. Sería una escasa contribución a la claridad afirmar que estas
teorías son una jerga sin sentido en una etapa de su desarrollo, y luego,
súbitamente adquieren sentido en otra.
Otro argumento es el siguiente. Puede ocurrir —y se trata de. un
caso importante— que ciertos enunciados pertenezcan a la ciencia porque
son testables, mientras que su negación no es testable, de modo
que se la debe colocar por debajo de la línea de demarcación. Tal es
el caso, en realidad, de los enunciados más importantes y más severamente
testables: las leyes universales de la ciencia. En mi Lógica de
la investigación científica, recomendé que, para ciertos propósitos, se
las expresara en una forma similar a: "no existe ninguna máquina de
movimiento perpetuo" (a esta formulación se la suele llamar "la formulación
de Planck de la primera ley de la termodinámica"); vale
decir, bajo la forma de nna negación de un enunciado existencial. El
enunciado existencial correspondiente —"existe una máquina de movimiento
perpetuo"— tendría que estar por debajo de la línea demarcatoria,
junto con "existe una serpiente de mar", a diferencia de "hay
un serpiente de mar actualmente en exposición en el Museo Británico";
que está bien por encima de la línea pues se lo puede testar fácilmente.
Pero no sabemos cómo testar una afirmación aislada puramente
existencial.
No puedo defender aquí la conveniencia de la idea de clasificar
como intestables y como fuera del ámbito de interés del científico los
enunciados aislados puramente existenciales.' Sólo deseo aclarar que
si se acepta esta idea, entonces sería extraño negar significado a todos
los enunciados metafísicos ^", o excluirlos de nuestro lenguaje. Pues si
admitimos que tiene sentido la negación de un enunciado existencial,
8 L. Se. D. sección 8.5, pág. 278.
9 L. Se. D. sección 15. Supongo que algunas personas hallarán difícil de aceptar
la ¡dea de que un enunciado existencial puro o aislado ("existe una serpiente de
mar") debe ser considerado "metafisico"' aunque sea deducible
de carácter empírico ("hay actualmente una serpiente de mar en exposición, en la
sala de entrada del \fuseo Británico"). Pero pasan por alto el hecho de que: (ti)
en la medida en que es deducible úc tal modo, ya no está aislado, sino que pertenece
a una teoría estable, y (b) el hecho de que un cnuncia
de otro enunciado empírico o científico no lo hace también empírico o científico.
(Cualquier tautología es deducible de tal modo.)
10 Pero quizás pueda hallarse en las teorías de Brouwer la sugerencia de que
su negación existencial carece de significado.
314
entonces debemos admitir que también lo tiene el enunciado existencial
mismo.
Me he visto obligado a insistir en este punto porque mi posición
ha sido descripta repetidamente como una propuesta de tomar la refutación
como criterio del significado (más que de la demarcación) o
como la propuesta de excluir los enunciados existenciales de nuestro
lenguaje, o del lenguaje de la ciencia. Aun Carnap, que discute mi
posición con mucho detalle y la expone correctamente, se siente obligado
a interpretarla como una propuesta de excluir los enunciado?
metafísicos de uno u otro lenguaje. ^
Pero el hecho es que, desde mi primera publicación sobre este tema
(ver la nota 7, antes), siempre descarté el problema de la falta de
sentido como un seudo problema; y siempre me opuse a la idea de
identificarlo con el problema de la demarcación. Esta sigue siendo
todavía mi posición.
3. LA PRIMERA TEORÍA DE CARNAP SOBRE LA FALTA DE SIGNIFICADO
Una de las teorías que yo criticaba en mi manuscrito (y luego, más
brevemente, en mi Lógica de la investigación científica) era la afirmación
de que la metafísica carece de significado y consiste en seudo
proposiciones sin sentido. Se suponía que esta teoría " iba a provocar
la "superación" de la metafísica e iba a destruirla más radical y efectivamente
que cualquier filosofía antimetafísica anterior. Pero, como
yo señalaba en mi crítica, la teoría se basaba en una idea ingenua y
"naturalista" ^ del problema del significado; además, sus difusores, en
su ansiedad por excluir la metafísica, no se dieron cuenta de que
arrojaban a todas las teorías científicas al mismo montón de desperdi-
11 Véase Testability and Meaning, sección liS, pág. 26: "Podemos considerar el
principio de refutabilidad de Popper como un ejemplo de la elección de este
lenguaje" (o sea, «le un lenguaje que excluye las oraciones existenciales como carentes
de significado) . Carnap continúa: "Popper, sin embargo, es muy cauteloso en
la formulación de s u . . . principio [de demarcación]; a las oraciones [existenciales]
no las llama carentes de significado, sino sólo no empíricas o metafísicas." Esta
segunda parte de la cita es totalmente correcta y me parece absolutamente clara;
pero Carnap continúa así: "quizás [Popper] desea excluir las oraciones existenciales y
otras oraciones metafísicas, no del lenguaje absolutamente, sino sólo de! lenguaje
de la ciencia empírica". Pero ¿por qué supone Carnap que deseo excluirlas de
algún lenguaje, cuando yo he dicho reiteradamente lo contrario?
12 Carnap y el Círculo de Viena la atribuyeron a Wittgenstein, pero es mucho más
vieja. La teoría se remonta a Hobbes, por lo menos; y en la forma llamada en el
texto "condición (a) " —la cual afirma que las palabras «juc pretenden denotar entidades
inobservables no pueden tener ningún significado— ya fue clara y lúcidamente
utilizada por Berkeley (y otros nominalistas) . Ver cap. 6 y también mi referencia
a Hume en L. Se. />., sección 4.
13 Aunque llamé "naturalista" a la teoría (ahora la llamo "absolutista" y
"esencialista"; cf. nota 18) por razones que quizás resulten claras del texto, no me
propongo exponer aquí las razones; pues mi crítica de la teoría no se debía ni se debe
a que sea "naturalista", etc., sino a que es insostenible. Ver también los pasajes
aludidos en la nota 7.
315
cios de las teorías metafísicas "sin significado". Sugerí que esto era
una consecuencia de tratar de destruir la metafísica en lugar de buscar
un criterio de demarcación.
• La teoría "naturalista" (como yo la llamé) del significado y la falta
de significado que se encuentra en el Aufbau de Carnap, que en esto
seguía al Tractatust de Wittgenstein, fue abandonada por Carnap hace
tiempo. Ha sido reemplazada por la doctrina, más elaborada, según la
cual una expresión dada es una oración con significado en un cierto
lenguaje (artificial) si, y sólo si, cumple con las reglas de formación
para las fórmulas u oraciones bien formadas de ese lenguaje.
En mi opinión, el desarrollo de la teoría ingenua o naturalista a
la doctrina más elaborada fue sumamente importante y deseable. Pero
no se ha apreciado su plena significación, hasta donde alcanzo a ver;
aparentemente, no se ha observado que simplemente destruye la doctrina
de la falta de significado de la metafísica. Es esta la razón por
la cual pasaré ahora a discutir ese desaiTollo con cierto detalle.
Entiendo por teoría naturalista de la falta de significado la doctrina
según la cual toda expresión lingüística que pretende ser una aserción
(¡ene significado o no lo tiene; no por convención, o como resultado
de reglas establecidas por convención, sino como cuestión de hecho, o
debido a su naturaleza, así como una planta es o no es verde de hecho,
o por su naturaleza, y no por reglas convencionales.
Según el famoso criterio de verificabilidad del significado de Wittgenstein,
que Carnap aceptó, una expresión semejante a una oración,
o una sucesión de palabras, es una oración (o proposición) significativa
si, y sólo si, satisface las condiciones (a) y (fe) o una condición (c)
que formularemos más adelante:
(a) todas las palabras que aparecen en ella tienen significado,
y
(b) todas las palabras que aparecen en ella se ensamblan adecuadamente.
De acuerdo con la condición (tí) de la teoría (que se remonta a
Hobbes y Berkeley) una sucesión de palabras carece de mentido si alguna
palabra de la misma carece de sentido. Wittgenstein la formuló
en su Tractalus (6.53; las cursivas son mías): "El método correcto de
la filosofía es éste: cuando alguien... quiere decir algo metafísico, demostrarle
que no ha dado significado a ciertos signos de sus proposiciones."
Según Hobbes y Berkeley la única manera de dar significado a una
)>alabra es vinculándola (asociándola) con ciertas experiencias o fenómenos
observables. El mismo Wittgenstein no fue explícito en este
punto, pero Carnap lo fue. En su Aufbau, trató de mostrar que todos
los conceptos usados en las ciencias pueden ser definidos sobre la base
de ("mi propia") experiencia observacional o perceptual. A tal definición
de un concepto la llamó su "constitución" y al resultante sistema
de conceptos un "sistema de constitución". Y afirmó que los conceptos
metafísicos no pueden ser constituidos.
316
La condición (h) de la teoría se remonta a Bertrand Russell, quien
Migirió" que ciertas "combinaciones de símbolos" con apariencia de
proposiciones "deben carecer absolutamente de significado, v no sci
simplemente falsas", para evitar ciertas paradojas. Russ^ll no piriendía
hacer ima propuesta, la de que ronsiderábatnos est.K (ombinaciones
contrarias a ciertas reglas (en parte convencionales) para la formación
(ie oraciones, con el fin de evitar las paradojas. Por el contrario, él
pensaba que había descubierto eJ liecho de que estas fórmulas
aparentemente significativas en realidad no expresaban nada, y que
eran, por naturaleza o por su esencia, seudo projx)S¡ciones carentes de
significado. Una fórmula como "a es un elemento de a" o "a no es un
elemento de a" tiene el aspecto de ima proposición (porque contieno
dos sujetos y un |)redicado de dos términos) ; pero no es una proposición
(o una oración) genuina porque una fórmula de la forma ".v es
un elemento de v" sólo puede ser una proposición si x es de un tipo
inferior al de y, condición que obviamcnie no puede cumplimentarse
si se sustituyen "x" e "y" por el mismo símbolo "a".
Lo anterior mostraba que el no tomar en cuenta el nivel de tipo de
las palabras (o tie las entidades designadas por ellas) podía hacer que
carecieran de significado expresiones semejantes a oraciones; y segi'in
el Tractalus de Wittgenstein y, más explícitamente, el Aufbau de
(jarna]), esta confusión es una fuente importante de la falta de sentido
de la metafísica, es decir, de que se tomaran seudo proposiciones por
proposiciones. En el Aufbau se la llamaba "confusión de esferas"'-''; se
trata del misino tipo de confusión llamado a menudo, actualmente, un
"error de categoría". "' Según el Aufbau, por ejemplo, "mis propias" experiencias
{"das FAgenpsychische"), los cuerpos físicos y las experiencias
de otros (^'das Fremdpsychische") pertenecen a diferentes esferas, tipos
o categorías, y una confusión de los mismos conduce a seudo proposi-
(iones y seudo j)roblemas. (Carnap describe la diferencia entre las en-
(idades físicas y las psicológicas como una diferencia entre "dos tipos
de orden" " existente dentro de una especie o dominio de entidades
últimas, lo cual lo lleva a una solución del problema del cuerpo y la
mente que está dentro de la línea del "monismo neutral".)
El esbozo que acabamos de ofrecer de la teoría "ingenua" o "natu-
M Véase, por ejemplo, Principiíi Matlieinnlica. 2' ed., pág. 77.
ifl "Sphnfreiwermengung": véase Aufbau, sección 30 y sig.; la "Spliaere" es identificada
con el tipo lógico en la sección 180, pág. 2.14.
i« Véase G. Ryle, Tlie Concept of Mind, 1949. Este uso del término "categorías'
puede ser rastreado hasta la "categoría semántica" de Husserl ("tíedeugstungkategolie")
; véanse sus Logische Untersuchungen, 2, Parte 1 (2* etl.), 1918, pág. 13, 318.
.Ejemplos de errores de categoría dados por Hu.sserl son: "Verde es o" (pág. 54),
"un redondo o", "un hombre y es" (pág. 334) . Compárese con el ejemplo de Wittgenstein:
"Sócrates es idéntico". Se encontrará una crítica de categoría en los caps. 12 y sig.; ver también el notable artículo de J. J. C.
.Smart "A note on Categories', B. ]. P, S., 4, págs. 227 y sig.
17 "Ordungsfarmen"; véase Aufbau, sección 162. pág. 224; véase también la biblio-
317
lalista" "* de las expresiones lingüísticas con significado y sin él sólo
abarca un aspecto de esta teoría. Hay otro aspecto de la misma, el llamado
"criterio de verifiaibilidad", que puede ser formulado como la
condición (c):
(c) Una presunta proposición (u oración) es genuina si, y sólo si,
es una función de verdad de proposiciones elementales (o atómicas)
que expresan observaciones o percepciones, o si aquélla es reducible
a ésta.
En otras palabras, es significativa si, y sólo si, está relacionada con
algunas oraciones observacionales de tal modo que su verdad se desprende
de la verdad de estas oraciones observacionales. "Es cierto —
escribe Carnap— ^ que una sucesión de palabras sólo tiene sentido si
están dadas sus relaciones de derivabilidad a partir de oraciones protocolares
[oraciones observacionales...]"; vale decir, si "se conoce...
la manera de [su] verificación". ^
Carnap afirmó la equivalencia de las condiciones («) y {b), por un
lado y la condición (c), por otro. ''•^
Un resultado de esta teoría fue, con palabras de Carnap ^^, "que las
presuntas oraciones de la metafísica aparecían ante el análisis lógico
como seudo oraciones".
La teoría de Carnap de la significación o faifa de significación
intrínsecas de las sucesiones de palabras pronto debió ser modificada;
pero debo esbozar aquí algunas críticas con el fin de preparar la base
para juzgar estas modificaciones. ^
Digamos primero algunas palabras acerca de (c), el criterio de
verificabilidad del significado. Este criterio excluye del ámbito de lo
significado a todas las teorías científicas (o "leyes de la naturaleza");
pues éstas no son más reducibles a enunciados de observación que las
llamadas seudo proposiciones metafísicas. De este modo, el criterio del
significado conduce a una errónea demarcación entre la ciencia y la
18 En la actualidad me inclino a llamarla una teoría "esencialista", de acuerdo
con ' " ' •^'"'^ ^''^ Poverty of Historicism, sección 10, y también con mi Open
Society, especialmente cap. II.
19 Véase su artículo sobre la "Superación de la Metafísica"', Erkenntnis, 2, 1932,
págs. 222-3. Hablando estrictamente, este artículo ya no pertenece al período de
la primera teoría de la falta de sentido, pues reconoce el hecho de que la falta de
sentido depende del lenguaje en cuestión. En efecto, Carnap cscrilíc (p;lg. 220): "La
falta de significado en un sentido preciso, es una sucesión de palabras que, dentro
de un lenguaje dado, no constituyen una oración." Sin embargo, aún no se extraen
las consecuencias obvias de esta observación, y se sigue afirmando la teoría en un
sentido absoluto; nuestras condiciones (a) y (b), están formuladas en la parte
inferior de la pág. 220, y (c) en l a s págs. 222-3 (como están citadas).
» ídem, pág. 224.
21 Aufbau, sección 161, pág. 222; y sección 179 (parte superior de la pág. 253).
Ver también la importante sección 2 de la,"Superación", Erkenntnis, 2, 1932, págs. 221
a 224. (Por su método general, este pasaje anticipa en muchos aspectos a la doctrina
de la reducción que expondrá Carnap en Testability and Meaning, sólo que en éste la
exigencia de verificación ha sido debilitada.)
22 Erkenntnis, 2, pág. 220. Cf. la nota siguiente.
23 Véase L. Se D. especialmente secciones 4, 10, 14, 20, 25 y 26.
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iiictafisica, Esta crítica fue aceptada por Carnap en su Logical Syntax
í)f Language ^* y en su Testahility and Meaning^^; pero también sus
v'iltimas teorías están sujetas a la misma crítica, como trataré de demostrar
en la sección 6, más adelante.
Consideremos luego la condición (a) de la doctrina, la idea (nominalista)
de que sólo tienen significado las palabras o los signos definibles
empíricamente.
En este caso, la situación es aún peor, aunque sumamente intere-
.sante.
Para simplificar, comenzaré mi crítica con una forma muy simple del
nominalismo. Se trata de la doctrina de que todas las palabras que
no tienen un carácter lógico (o, como yo prefiero decir, que no son
formativas) son nombres ya sea de un único objeto físico, como "Pido",
ya sea compartidos por varios objetos semejantes, como "perro". Así,
"perro" puede ser el nombre compartido por los objetos Fido, Boby y
Lobo, y lo mismo con todas las otras palabras.
Puede decirse que esta concepción interpreta las palabras extensionalmente
o enumerativamente; su "significado" está dado por una lista
o enumeración de las cosas que nombran: "Esta cosa, aquella otra
cosa..." A esta enumeración la podemos llamar una "definición enumerativa"
del significado de un nombre, y un lenguaje en el cual todas
las palabras (que no son lógicas o formativas) están definidas enumerativamente
puede ser llamado un "lenguaje enumerativo", o un "lenguaje
puramente nominalista".
.\hora bien, podemos demostrar fácilmente que tal lenguaje puramente
nominalista es totalmente inadecuado para todo propósito científico.
Podemos expresar esta afirmación diciendo que todas sus sentencias
son analíticas —analíticamente verdaderas o contradictorias— y
que en él no es posible formular oraciones sintéticas. O, si preferimos
una formulación que evite los términos "analítico" y "sintético" (que
en la actualidad se hallan sometidos a un fuego graneado por los cañones
del profesor Quine), podemos decirlo de este modo: en un lenguaje
puramente nominalista no es posible formular ninguna oración
cuya verdad o cuya falsedad no puede ser establecida simplemente
examinando las listas, o enumeraciones, definitorias de las cosas mencionadas
en la oración. Así, tan pronto como las palabras que figuraa
en una oración han recibido significado, queda determinada la verdad
o falsedad de dicha oración.
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