Ramatís: El espíritu del hombre renace en la carne con la idea innata de Dios, que vibra en su mente espiritual, por fuerza de su lapso de vida en el Espacio. Sin dudas, que al vivir en la materia se ha de inclinar hacia el credo, la religión o la doctrina espiritualista elegida según su grado de sentimientos religiosos desenvueltos. En general, desde la infancia el hombre sufre la influencia religiosa por parte de padres, profesores y sacerdotes, que tratan de imponerle el credo o la doctrina de su devoción. Sin embargo, el espíritu reencarnado termina siguiendo su propia índole religiosa, pues hasta los padres y pastores consagrados por la influencia familiar, a veces se desligan de su iglesia o del protestantismo, para adherirse a otras doctrinas que mejor se sintonizan a su graduación espiritual, como son el Espiritismo, los Rosacruces, la Umbanda o la Teosofía.
El hombre cambia de credo conforme a la expansividad de su sentimiento divino e innato, y busca constantemente la organización religiosa que mejor le atienda su nueva ansiedad espiritual. Infelizmente, casi todos los creyentes apenas cambian de rótulos religiosos, recordando al viejo proverbio que dice: "El zorro pierde el pelo, pero no las mañas".
Los cultos religiosos exteriorizan en el escenario del mundo el principio divino que anima al espíritu, variando únicamente la preferencia por el rito complejo o simple, según sea la constitución espiritual del individuo. Hay católicos que no confían en los sacerdotes, y otros, tradicionales, ni siquiera van a la iglesia. Hay espiritas que no soportan las sesiones mediúmnicas, puesto que se disgustan con el animismo improductivo de los médiums incultos y ociosos; algunos se auto titulan "espiritas científicos" y repudian lo excesivamente místico del aspecto religioso de la doctrina; otros, se aíslan y se dedican apenas a la filosofía trascendental en un entretenimiento introspectivo, pero desinteresados de la fenomenología mediúmnica. En fin, también existen los espiritas que consagran los fenómenos mediúmnicos como una necesidad para garantizar la revelación del espíritu inmortal, en vez de profundizar las apreciaciones filosóficas, porque las consideran bastante dudosas.
Pregunta: Nosotros creemos que ningún espíritu renace en la tierra, bajo el determinismo de ser padre, pastor, médium o espirita, ¿no es verdad?
Ramatís: El hombre cuando es niño debe aceptar o seguir aquello que sus preceptores consideran lo mejor; y cuando llega a ser adulto puede escoger lo que considera mejor. Eso también sucede con el espíritu que puede escoger o vivir en la tierra en forma más afín con su discernimiento espiritual. Sea padre, pastor o médium, o nazca bajo la égida de determinada influencia religiosa, investigación científica, especulación filosófica, artística o literaria, siempre obedece al esquema kármico de un mayor aprovechamiento. Como no es la creencia sino la obra humana la que gradúa al ser, poco importa al espíritu encarnado que sea sacerdote católico, pastor protestante, "bonzo" budista, "rabí" judío, "médium kardecista" "mentor esoterista", "maestro rosacruz", "líder teosófico" o "caballo de la Umbanda". Sólo le interesa lo que podría experimentar y sintetizar para desarrollar los dones del espíritu en la escuela de educación espiritual de la tierra.
Las organizaciones religiosas e instituciones espiritualistas terrenas, son etapas del curso angélico, así como los establecimientos escolares deben enseñar el alfabeto e instruir progresivamente a sus alumnos. Hay oportunidades para todos a fin de resarcirse del pasado delictuoso; el hombre que fue tirano puede amenizar su despotismo del pasado, vistiendo el hábito de un fraile en una próxima encarnación, atenuando su índole selvática o agresiva, bajo la humilde condición de un religioso. Los ambientes religiosos, tanto pueden servir de catalizadores de sentimientos nobles, adormecidos en las personas, como de caminos para corregir y disciplinar los excesos cometidos en el pasado. Gracias a la bendecida oportunidad de expandir su sentimiento religioso, a la sombra amiga de la iglesia se forjaron gigantes de la espiritualidad, como Antonio de Padua, Francisco de Asís, Don Bosco, Vicente de Paúl, Teresita de Jesús, Juan XXIII y tantos otros. Después de un pulido espiritual necesario, el espíritu puede renacer bajo la protección de cualquier credo religioso, filosofía o institución espiritualista y engrandecerá el lugar donde ha de vivir. Sea judío, islamita, católico, protestante, budista, espirita, umbandista, rosa-cruz o teósofo, siempre ha de ser un hombre santificado.
Los cultos, las organizaciones religiosas o espiritualistas del mundo, apenas son el caldo de cultivo que manifiesta el sentimiento divino y latente en el espíritu sumergido en la carne. Pero ellos deben sobrevivir a pesar de estar ajustados en un ambiente clásico, donde la mayoría de sus adeptos y discípulos se encuentran a gusto pues es de ley que "las instituciones quedan y los hombres pasan".
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