La Vida Más Allá de la Sepultura


LOS "ALIMENTOS VIVOS" DE LOS ESPÍRITUS DE LAS TINIEBLAS



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LOS "ALIMENTOS VIVOS" DE LOS ESPÍRITUS DE LAS TINIEBLAS
Pregunta: ¿Podríais explicarnos de qué modo los espíritus de las tinieblas satisfacen sus deseos viciosos y renuevan sus sensa­ciones carnales, obsesando a los encarnados?

Ramatís: Los espíritus malhechores, desencarnados, debido a su falta de cuerpo carnal, viven excitados por deseos inferiores de la materia, y por esa causa no pueden saciarse en el mundo astral. Entonces, procuran satisfacerse en sus vicios y degrada­ciones tratando de apoderarse de las criaturas desamparadas, a fin de transformarlas en verdaderos "puentes vivos" y conse­guir el medio de hartarse en sus deseos mórbidos y degradados. A través de seducciones creadas por entidades diabólicas, ter­minan por agotar la vitalidad de las infelices criaturas, cuando caen bajo su juego satánico.

Son almas tenaces para conseguir sus objetivos torpes; se in­clinan incesantemente sobre el mundo de la carne en procura de las víctimas pasivas y descuidadas, en las cuales se apoyan para realizar sus intentos malvados y usufructuar voluptuosamente las pasiones pervertidas. La energía del mundo astral es un po­deroso multiplicador de frecuencia vibratoria, para el espíritu li­berado de la carne, mientras las almas elevadas centuplican sus dignas emociones y se elevan cada vez más en los planos angé­licos, los espíritus inferiores sienten que sus deseos torpes se súper excitan debido a la ley vibratoria de "los semejantes atraen a los semejantes", recrudeciendo sus pasiones al tomar contacto con las energías sensuales y detestables.

Sintiéndose exacerbados en sus emociones degradantes y sien­do impotentes para disfrutar de las sensaciones, que eran sus únicos placeres en la carne, los espíritus viciosos se ven obligados a sintonizar sus periespíritus con el de los encarnados, que vibran dócilmente a sugestiones y deseos mórbidos. A través de esa especie de simbiosis subversiva, consiguen captar las sensaciones corrompidas de los encarnados, transformando sus cuerpos en condensadores vivos que atienden con éxito los deseos de los obsesores.

Los pilotos de las grandes aeronaves saben que la armonía de sus vuelos dependen fundamentalmente de la sincronización de los motores en un solo diapasón de velocidad; bajo la misma ley, dos locomotoras que trabajan juntas en agotador ascenso, también han de lograr su éxito, cuanto más ajustadas se encuen­tren las fuerzas empleadas por ambas máquinas. Esa ley de correspondencia vibratoria y equilibrio de energías, actúa con más facilidad y sutilidad entre el mundo astral y físico, siendo más accesible la operación para los espíritus viciados que se sin­cronizan a los periespíritus de los encarnados con la finalidad de saciar sus apetitos inferiores y practicar torpezas inimagi­nables.

Pregunta: ¿Cuál es el significado verdadero de la denomina­ción "alimentos vivos" conque acostumbráis llamar a las víctimas de los espíritus malvados del astral inferior?

Ramatís: La idea de "alimento vivo" nos recuerda la palabra colación, que en este caso, se refiere a la triste condición de muchos encarnados insaciables de sensaciones corrompidas v que además de agotar todas sus energías vitales, debilitan su voluntad y los hace cada vez más viciados en los torpes deseos del Más Allá. Aquellos que no se deciden a modificar su conducta des­ordenada en la vida humana, no tardan en transformar en abyecta condición de prolongaciones vivas, de la mórbida voluntad de los espíritus pervertidos. Después de perder el control de sí mismos y manifestar extrañas enfermedades que presentan diag­nósticos sentenciosos por parte de la medicina terrena, pasan a vivir excitados y afligidos e incesantemente accionados por sus "dueños" del Más Allá, que le evitan cualquier aproximación amiga o redentora.

Es una regla y técnica muy común entre los obsesores sabios del astral, pues rodean a sus alimentos vivos de cuidados espe­ciales, para que se aparten de las personas, ambientes, lecturas, doctrinas, conferencias o películas educativas que puedan des­pertarles la conciencia adormecida en la hipnosis maquiavélica y observarse en su verdadera esclavitud hacia el vicio. El pro­ceso sutilísimo, que los espíritus de las sombras emplean astuta­mente alrededor de sus víctimas, es tan eficaz, que es muy difícil que perciban en la malla seductora en que han caído.



Pregunta: ¿Podrías aclararnos mejor esa afirmación?

Ramatís: En el estado en que se encuentra actualmente la civilización terrena, son pocas las personas que no tienen una válvula que sea capaz de abrirles la cobertura de su intimidad espiritual, por donde se filtran los malhechores del astral inferior. Las debilidades varían conforme a las personas y sus realizaciones; los hombres íntegros en sus negocios y trabajos cotidianos, pueden ser vulnerables a la cólera o a la irritación; aquellos que son pacíficos y acomodados pueden desgastarse por los celos, por el amor propio herido o intoxicarse con ingratitudes; cuando algu­nos son decepcionados en sus ideales o caen víctimas de las dis­cusiones domésticas o sufren decepciones amorosas, recurren al alcohol para lograr su compensación enfermiza, mientras que otros, radiantes de júbilo por la vida fácil, viven corroídos por el remordimiento de la fortuna obtenida deshonestamente. Aún las personas más sensatas y justas, no consiguen coordinar sus ideas, calmar sus nervios o impaciencia, sin devorar decenas de ciga­rrillos, sin percatarse, que de esa forma invitan conscientemente a algún viciado sin cuerpo del Más Allá.

No podemos enumerar la cantidad de contradicciones, vicios, frustraciones, defectos o emociones incontroladas que pueden servir de motivos básicos o de válvulas emotivas que ayudan al trabajo de los obsesores con mucho éxito, emprendido por los espíritus de las tinieblas, gracias al descuidado de los encarnados.

Los desencarnados que arden en deseos por el alcohol, no pierden su tiempo trabajando sobre los encarnados que son abs­temios, pues saben de sobra que pierden su tiempo sin conseguir llevarlos al vicio. Prefieren encontrar personas afectas a bebidas y debilitados por otras pasiones peligrosas para inculcarles la de­gradación por caminos indirectos. De la misma forma proceden los espíritus que eran fumadores crónicos y que viven alucina­dos en el Espacio por falta del cigarrillo.

Pregunta: Sabemos que hasta los viciados en el juego, sufren en el Más Allá, alucinaciones por ese vicio. ¿Existe alguna ver­dad sobre esa afirmación?

Ramatís: Los espíritus que vivieron en la Tierra completa­mente subyugados por la pasión obsesiva del juego, conservan en su imaginación ardiente el angustioso deseo de satisfacer su vicio, pues en el subjetivismo de sus almas permanecen vivas las escenas de las jugadas irrefrenables. Al estar imposibilitados de contemporizar sus mórbidos deseos y drenar las fuerzas viciosas, violentamente reprimidas, se sienten aun más excitados y afli­gidos; los más débiles de carácter prefieren degradarse y vagan por la superficie del orbe material en vez de luchar contra el vicio y rectificarse en el Más Allá. No tardan en hacer hábito y aficionarse a otros encarnados que tienen las mismas pasiones peligrosas. Procuran entonces, transformar a sus víctimas en ins­trumentos sumisos para su mala intención, manteniéndolos el ma­yor tiempo posible junto a la mesa de casinos o ambientes vicia­dos de cualquier especie de juego. En el auge de lances entusias­tas, el jugador encarnado y el espíritu desencarnado se funden en una sola entidad, en donde ambos se encuentran hipnotizados por la pasión del juego, en un verdadero fenómeno de incorpora­ción mediúmnica. Esos infelices viciados de las cartas, de los dados y las ruletas, aunque se encuentren desprovistos de un cuerpo físico, se sirven de aquellos que agradan de los ambientes noci­vos del vicio, imponiendo sugestiones, afligiendo por sus equí­vocos o exaltando por sus geniales predicciones. Participan furio­samente del juego, pues rodean a los terráqueos gritándoles sus palpitos en los oídos y vibran cuando son contrariados, desespe­rando y enardeciendo al ver desperdiciadas muchas de sus sugestiones mefistofélicas.

Normalmente, la multitud de frecuentadores desencarnados es más numerosa que la asistencia de los encarnados y también, mayor será la extravagante y mórbida contienda de apuestas, des­pechos, celos e irrefrenables pasiones en el ambiente de juego. Además de viciados, esos espíritus son vengativos y crueles, no escatiman en introducir toda clase de trampas en el juego y arrastran a sus víctimas a las mayores decepciones y desespe­ración, para después enorgullecerse de sus desquites satánicos contra aquéllos que no los atienden fielmente en la trama del vicio.

En ciertos casos, los más vengativos persiguen por largo tiempo a sus víctimas que decepcionaron junto a la mesa de jue­go, porque es necesario recordar, que la pasión del juego es tan

ardiente e implacable en los encarnados como en los desencarna­dos, pues esa pasión reside en el alma y no en los objetivos materiales.

En el mundo astral, alrededor de la Tierra, existe copioso material vivo que servirá para las valiosas investigaciones del género freudiano, pues la pusilanimidad, la frustración y el cor­tejo de resentimientos y complejos que luego se subliman en venganza y persecuciones maquiavélicas, requieren comúnmente hábiles psiquiatras del Más Allá para anotar todas las malezas espirituales.

A los encarnados que aceptan la mórbida función de "ali­mentos vivos" se les facilita todo para que cada vez sean más sumisos y puedan inducirlos al máximo de la degradación, inclu­sive se les hostiliza en el seno de la familia, para que les sea cortado el último reducto de amparo espiritual. En base a esas medidas subversivas y tenaces del mundo astral inferior, es muy común comprobar, que los viciados de todos los matices y condi­ciones sociales del mundo terreno, principalmente los bebedores, se quejan de una "fuerza" terrible que los domina y los hace beber, jugar o ingerir estupefacientes, como también practicar toda clase de ignominias. La medicina procura explicar esos casos, atribuyéndolos a la acción del organismo que clama por aquello que se acostumbró, pero mal saben esos infelices viciados, que detrás de ese diagnóstico se esconde la terrible verdad de sus situaciones nauseabundas de ser "alimentos vivos" de los malhe­chores de las sombras.



Pregunta: ¿Por lo que manifestáis, creeremos que nos en­contramos completamente desamparados y a merced de los agentes de las tinieblas, puesto que no estamos liberados aún del vicio de jugar, beber o fumar; no es verdad?

Ramatís: Os aseguramos que si Jesús, Gandhi, Buda o Fran­cisco de Asís hubieran fumado o bebido, ningún obsesor habría conseguido dirigir sus cuerpos físicos o dominar sus altos poten­ciales vibratorios angélicos, que son capaces de desintegrar a las energías tenebrosas. Lo que deseamos repetir para vuestra com­prensión humana, es que los hombres esclavos a cualquier vicio o pasión peligrosa, son los más observados por los espíritus de las sombras, que fichan a sus candidatos en la triste condición de "alimentos vivos" para sus satisfacciones viciosas, mientras que los evangelizados y de conducta elevada son refractarios a los objetivos de las sombras. Es mucho más difícil despertar el vicio de la embriaguez en el hombre abstemio: el vicio de fumar al enemigo del cigarro o el vicio del juego, al adversario de los casinos o ambientes del juego.

Pregunta: ¿Podéis informarnos si todos los hombres viciados que desencarnan, molestan a los encarnados para satisfacer sus vicios y deseos interrumpidos por la muerte del cuerpo físico?

Ramatís: Es conveniente no generalizar lo que manifiesto, pues hay tantas condiciones psicológicas en el Más Allá, como cantidad de almas desencarnadas. Ningún acontecimiento bueno o malo que acaezca a los reencarnados o desencarnados, debe servir de padrón absoluto para valorar otros acontecimientos del mismo género. No todos los que fuman, beben o juegan son almas dañi­nas o desequilibradas. Es verdad, que después de la pérdida del cuerpo físico, el sufrimiento es más o menos igual en todos los viciados, sean buenos o malos, porque el deseo es psíquico y no corporal y además, depende de la intensidad viciosa estigmati­zada en el periespíritu.

Debemos considerar que los espíritus negligentes, malos o vengativos se dedican a la tarea de obsesar a los encarnados, haciendo de ellos sus instrumentos vivos para satisfacciones vi­ciosas, mientras que los viciados de índole benefactora, en vez de entregarse a prácticas obsesivas, prefieren luchar heroicamente para dominar el deseo mórbido contraído en la Tierra. Y, como en el Más Allá existe la cooperación para el mal como para el bien, los espíritus benefactores ayudan a sus compañeros bien intencionados para que se liberen rápidamente de las pasiones adquiridas en la vida terrena; de modo inverso los malhechores ofrecen todo su apoyo subversivo a los viciados de mala índole.



Pregunta: Cierta vez nos enteramos, que algunos obsesores llegan al extremo de proteger fanáticamente a los desencarna­dos que les sirven de prolongación viva en la Tierra ¿Es verdad?

Ramatís: El que es débil de voluntad o accesible al efecto hipnótico de cualquier vicio o pasión, termina subyugado. Por esa causa los obsesores logran la dirección del sistema nervioso de los encarnados, porque esos hombres con tendencias viciosas son dóciles y eficientes para transformarse en prolongaciones de san­ciones pervertidas del mundo material y astral. Los hombres buenos, que pasan por el mundo sembrando favores y esperanzas a sus hermanos infelices, aunque son portadores de algún vicio, están rodeados de extremas atenciones y cuidados por parte de las almas elevadas que realizan toda clase de esfuerzos para no perderlos en la función de dignos agentes al servicio loable del Bien.

Los espíritus malos también protegen a sus "alimentos vivos" con los más apreciados cuidados, preparándoles las mejores opor­tunidades para la práctica de los vicios en que están interesados. Aunque dominen a sus víctimas materialmente, dependen mucho de ellas para saciarse en sus caprichos mórbidos y deseos perver­sos, pues éstos no siempre ofrecen la saturación que tanto desean. La protección de los obsesores hacia sus víctimas obsesadas es deletérea y perjudicial, porque les incrementa el vicio y las induce a una extrema degradación; mientras que la asistencia de los espíritus buenos es constructiva y salvadora porque estimula el crecimiento de las cualidades angélicas del alma. Cuando los hombres ultrapasen las fronteras de los "pecadillos" comunes y vivan apartados del camino del Bien y de las enseñanzas de Jesús, las entidades de las tinieblas se mostrarán sumamente interesadas para viciarlos y protegerlos como valiosos instrumentos de filtra­ción sensual en el mundo físico.



Pregunta: ¿Qué procedimiento utilizan los espíritus tenebrosos para conducir a los encarnados hacia la degradación en la senda del vicio? ¿Se sirven exclusivamente de la intuición malévola o es suficiente su presencia junto a las víctimas para estimularlas?

Ramatís: En base a la Ley de correspondencia vibratoria que rige las afinidades o simpatías entre los seres, son los encar­nados los que crean la receptividad favorable para la presencia angélica o el clima electivo para la penetración peligrosa de las fuerzas de las sombras. Si os eleváis generaréis el ambiente vibra­torio receptible para las emisiones de ondas espirituales de las altas jerarquías superiores, si os rebajáis en la práctica de las pasiones indignas y de los vicios degradantes, seréis un campo abierto para las embestidas hábiles del astral inferior.

Los malhechores y viciados del Más Allá buscan todas las causas morales y mentalmente vulnerables de las personas con tendencias viciosas y pasan a explotarlas, haciéndoles crítica su existencia, acrecentándoles las vicisitudes, desengaños e ingratitudes del mundo, y al mismo tiempo les sugieren malévolamente para que busquen compensaciones en el vicio o la degradación moral. Se interesan particularmente por las personas negligentes, ociosas, livianas y adversas a la oración o a la meditación superior, se acercan pérfidamente a los hombres obscenos y sarcásticos, especialistas en anécdotas que degradan a la mujer, pues ofrecen poca resistencia para sincronizar sus frecuencias psíquicas con las fuerzas deletéreas, las que poco a poco amoldan a sus condiciones inferiores. Calculan sus debilidades de carácter y probabilidades de degradación bajo determinado vicio peligroso, mientras que los técnicos experimentados de las organizaciones del astral infe­rior, efectúan cuidadosa inspección alrededor de los encarnados descuidados, basándose en sus irradiaciones magnéticas o en los colores variables de sus halos mentales alrededor del cerebro. Investigan todo vicio oculto, toda tendencia perturbadora, hacien­do pronósticos y midiendo la reacción de aquellos que ofrecen perspectivas de formar filas en el repulsivo círculo vicioso que es el intercambio funesto entre vivos y muertos, para la mutua satisfacción de las sensaciones pervertidas en los dos planos de vida.

Sus profundos conocimientos, entrenados hace siglos, permi­ten que esos técnicos malignos exploten psicológicamente el cam­po emotivo y mental de la probable víctima con el fin de apre­surar la rigurosa afinidad y sintonía, que es de ley vibratoria entre los periespíritus conjugados en el vicio. Después de loca­lizar a los médiums electivos para la fenomenología viciosa y enfermiza del mundo carnal, el proceso se hace cada vez más fácil, salvo, que por motivos justos, ocurran súbitas intervencio­nes de las jerarquías superiores que salvan a tiempo al candi­dato de la humillante función de ser "alimento vivo" de las sombras.

Pregunta: ¿Los guías o protectores que representan a jerar­quías elevadas, intervienen asistencialmente en favor de sus pro­tegidos?

Ramatís: En cuanto a la protección de los espíritus benefac­tores no tengáis dudas, pues desconocéis las tareas sacrificiales y el servicio amoroso que desempeñan intensamente en favor de sus pupilos encarnados. Es natural, que el éxito de ese tipo de misión espiritual dependa muchísimo de los propios hombres. Actualmente verificaréis que a medida que aumentan las posibilidades de socorro, enseñanzas y obras de alta espiritualidad sobre la Tierra, paradójicamente, crece la degradación moral de la huma­nidad, pues hombres, mujeres, jóvenes y viejos se esclavizan dó­cilmente por las más avasalladoras pasiones y vicios destructivos de la integridad moral humana.

Los espíritus tenebrosos no tienen fracasos en sus realizacio­nes nefastas porque escogen a sus víctimas con extrema habili­dad y sintonía para sus objetivos diabólicos, tratándose bajo procesos especiales para cada caso en forma similar a la medicina terrena con sus pacientes. Se desinteresan por aquellos que están bajo los cuidados y atenciones de las entidades angélicas y que desempeñan funciones nobles junto a la superficie del orbe. Dicho éxito es justificable y comprensible, porque la mayoría de la humanidad siente una extraña voluptuosidad y realiza hercú­leos esfuerzos para liberarse de la dirección espiritual de las enti­dades benefactoras; vibra en su psiquismo la aproximación de las grandes transformaciones para la morada y sus habitantes. La humanidad está obsesionada por un gran deseo, que recuerda a la profética "Bestia Escarlata" que simboliza al instinto ani­mal, anhelando despeñarse voluptuosamente por el abismo de los vicios insensatos del alcohol, del juego, del tabaco, de la carne y de los placeres licenciosos.

Si no fuera tan evidente la declinación espiritual y el ostentivo consentimiento pecaminoso entre los encarnados bastante débi­les de carácter, sería posible, todavía, a los protectores espiritua­les reducir la creciente e ignominiosa perversión moral. Durante las épocas de paz, cuando los hombres procuran volver los prin­cipios superiores de la civilización, resulta precario el éxito de los tenebrosos sobre la humanidad, porque el ambiente mental sereno que rodea al orbe terráqueo, proporciona a los mentores espiri­tuales el magnetismo que les permite deshacer las tramas nocivas y astutas de los desencarnados pervertidos.

Ese prematuro deseo del joven y de la joven moderna por emanciparse intelectualmente sin alcanzar el equilibrio moral, crea al problema de la juventud desviada, del menor delincuente y de la joven masculinizada que se adapta perfectamente al peligroso atomismo del siglo científico y a su atmósfera alterada por innumerables contradicciones, rarezas y rebeldías a los principios pacíficos, ordenados y evangélicos expuestos por Jesús en su admirable Evangelio. Los delincuentes de las sombras tra­bajan en la esfera mental de esos jóvenes existencialistas, insi­nuándoles que el trabajo del Cordero. ¡Jesús es un pasatiempo ri­dículo, propio de una época supersticiosa, llena de excomulgacio­nes, de tutelas religiosas y castas privilegiadas!... Las sombras insinúan a los jóvenes que el "evangelio" de la hora presente es la rebeldía a toda expresión conservadora y deben desecharse todas las normas de los tiempos antiguos que traen sobre sus hombros el polvo de los siglos y no se adaptan a la velocidad, al cientificismo y a los ingenios milagrosos que poco a poco van matando el tiempo y anulan la idea del espacio. Jesús —secretean los elementos de las sombras— fue un excelente filósofo que pre­gonó una doctrina excelente para su época ¿mientras tanto, como conciliar los electrones que pueden modificar la superficie del globo terrestre, con los granos de mostaza que remueven las mon­tañas? Jesús fue bueno, puro y un hombre sincero, pero ahora, está muy alejado de la grandeza científica del siglo XX, por lo tan­to, es muy poético para el mentalismo atrevido del joven ató­mico...

De ahí emana ese desinterés profundo de los jóvenes impru­dentes de la actualidad, que confunden el descontrol espiritual con emancipación intelectual, o esclavizarse a los genios de las sombras con la vida espontánea y existencialista. Pero mal saben, que cuando se reúnen en ruidosas algarabías y festivas demos­traciones de libertad, empiezan a contrariar los cánones de la vida y la responsabilidad espiritual, entregándose al vicio de los alcoholes elegantes; los malhechores los vigilan desde el mundo invisible saturándoles la mente con sugestiones aberrativas para que debiliten el comando psíquico y tomen el camino que los llevará a ser los nuevos "alimentos vivos" para los hambrientos del Más Allá.

Mientras algunos hombres despiertan hacia la espiritualidad consciente, luchando heroicamente para liberarse del vicio de fumar y beber, en forma deliberada contra su divina función de mediadora de la vida humana.



Pregunta: Nos habéis dicho, que una vez que esos malhecho­res del astral consiguen hacer de sus víctimas verdaderas fuen­tes receptivas, todo se hace más fácil para sus fines nefastos.

¿Queréis aclararnos, si es suficiente que sean señalados sus ins­trumentos vivos y simpáticos, para que se vuelvan esclavos ciegos de sus obsesores?



Ramatís: La voluntad extraña y subversiva impuesta a otro espíritu encarnado no consigue fácil éxito a través del proceso de la intuición, ni aunque el espíritu obsesor posea un psiquismo vigoroso. Es difícil eliminar rápidamente la voluntad del encar­nado cuando tiene perfecta posesión de sus facultades mentales y disfruta de su sagrado libre albedrío. Si no fuera así, viviríais exclusivamente obedeciendo a la voluntad pervertida de los mal­hechores desencarnados en vez de atender la facultad de vuestra dirección espiritual. Así como recibís las intuiciones de vuestros guías que permanecen en el campo de la imponderabilidad en forma de sugestiones o invitaciones hacia el Bien, que bien podéis aceptar o rechazar, también las intuiciones malignas deben plas­marse bajo vuestro libre y espontánea voluntad. La persona sólo queda anulada en su libre albedrío y pierde el dominio completo de su cuerpo en los casos de obsesiones totalmente posesivas, relacionadas con rectificaciones kármicas o cuando están obsesadas por el vicio degradante.

Esa es la causa del porqué los espíritus obsesores precisan servirse de los recursos del mundo material, trabajando solapada­mente para que sus víctimas en forma indirecta sean inducidas a degradarse por los vicios a que tienen propensión.



Pregunta: ¿De qué modo los obsesores inducen indirecta­mente a sus víctimas hacia la degradación a través de los vicios a que están propensos?

Ramatís: Suponed el caso de un hombre que se entrega descontroladamente a la bebida; cada vez que tiene desavenencias domésticas con la esposa o hijos, los viciados del Más Allá con el interés de hacerlo un vaso vivo trataran de recrudecer todas sus amarguras hogareñas, incentivando los motivos mórbidos y estimulando el vicio de la embriaguez.

Todos los espíritus interesados en forma de "alimentos vivos" en la Tierra se unen a otros grupos de malhechores, protegién­dose mutuamente en el trabajo obsesivo para que su empresa malévola no tarde en alcanzar el éxito deseado. Se corresponden en las tareas innobles procurando mantener a las víctimas bajo el diapasón emotivo de la cólera, desánimo o intención de desquite consigo mismo, para incentivar la degradación viciosa. Es de sentido común que el hombre embriagado permanece bajo el yugo de las pasiones animales que afloran peligrosamente a su con­ciencia, juntamente con los resentimientos y deseos subjetivos del desquite contra las humillaciones sufridas anteriormente. Al poco tiempo se vuelve un elemento colérico, insatisfecho, fácilmente amoldable a la condición degradante de ser un "alimento vivo".

Desarrollando con habilidad la trama de la mutua compensa­ción, los espíritus tenebrosos preparan anticipadamente el clima enfermizo en el hogar de su víctima para que la discordancia sea más violenta, principalmente a la hora de las comidas o las horas de reposo. El esposo descuidado o cualquier miembro de la fa­milia que tenga el hábito de vengarse de las desdichas domésti­cas, buscará compensación en la bebida, perdiendo su dirección espiritual y reproduciendo en sí los deseos y voluntad de los obsesores que lo preparan y excitan diabólicamente hacia la degradación.

Pregunta: ¿En el caso relatado, no cabía al "guía" del hogar intervenir aunque fuera drásticamente, ya que el obsesado era la columna vertebral del sustento del hogar?

Ramatís: La familia que ignora la peligrosa intervención de los elementos de las tinieblas en la intimidad de su hogar y que además se encuentran alejados de la práctica evangélica, contri­buyen imprudentemente para apartar el socorro espiritual supe­rior que podría recibir, agravando la situación del jefe de la familia que se encuentra influenciado por los fluidos malos del Más Allá. Los hogares terrenos, en su mayoría, no dejan de ser improvisadas arenas en donde la familia se reúne para el mutuo pugilato en favor de la victoria del capricho, del orgullo, del amor propio o de los celos.

En general, cuando uno de los miembros de la familia co­mienza a desequilibrarse vencido poco a poco por la sistemática y tenaz persecución del astral inferior, los parientes en vez de alentarlo y ampararlo con el afecto y la comprensión, terminan por intoxicarlo, excediéndose en las censuras y hostilidades acos­tumbradas haciéndolo más susceptible a la diabólica intervención de las tinieblas. Algunas veces el esposo, un hijo o un pariente íntimo abandona el hogar por estar dominado por el vicio de la bebida y no falta quien afirme que ese vicio ha sido el origen del conflicto y la amargura del hogar.

Esa familia ignora que ha sido una excelente cooperadora de los espíritus diabólicos del Más Allá, que olvidando las enseñan­zas evangélicas negaron un clima de amparo y de ternura al infe­liz familiar terriblemente conturbado por los obsesores. Pocas personas comprenden que la terapéutica más acertada para todos los trances y conflictos del mundo es la enseñada por Jesús que decía: "sólo por el amor se salva el hombre". Cuando Jesús reco­mendó la práctica incondicional del "amaos los unos a los otros" y "sed mansos de corazón" indudablemente se refería a la ternura y a la comprensión tan necesaria para cooperar con los espíritus infelices que están envueltos por las tinieblas, y puedan recibir la mano amiga para liberarse de los poderosos lazos de los vicios esclavizantes.

Pregunta: Desearíamos conocer algunos detalles más de este asunto y otros ejemplos análogos referentes a otros vicios. ¿Podéis atendernos?

Ramatís: En el mundo invisible para los ojos de la carne, se efectúa un trabajo mefistofélico, perseverante y disciplinado para que los encarnados debiliten sus defensas espirituales, abdiquen de su libre albedrío y favorezcan los planes tenebrosos del astral inferior. Los perseguidores de las sombras viven sembrando intri­gas y motivos perturbadores, hiriendo el amor propio, excitando la vanidad, el orgullo, el celo, la ambición y la envidia para que sea más viva la eclosión de las imperfecciones que nutren el clima enfermizo para la cultura de los "alimentos vivos" en el mundo terreno. Saben que el mayor éxito logrado en esa empresa ma­ligna es conseguido por el debilitamiento en el trabajo de las huestes del Cordero Jesús, soñando en apartar definitivamente la sublime influencia en el mundo carnal.

Aquí perturban la familia entorpeciendo la voluntad del jefe de la casa a fin de que busque consuelo en la bebida: allí, enca­minan hacia los cargos de confianza a las almas descuidadas, cuyo deseo central es el juego, induciéndolas a malgastar el dinero público que conducen al esposo liviano y débil de carácter junto a la mujer diabólica y licenciosa que no tarda en arrojarlo al vicio de la vida nocturna e indecorosa.

Mientras sucede todo eso, aumenta en vuestro mundo el pro­blema del viciado por la cocaína, la morfina o la marihuana o crece la degradación entre los jóvenes bajo la hipnótica invitación de las tinieblas para que mezclen bebidas peligrosas con los ino­fensivos refrescos, creciendo las filas de los candidatos a la futura V abominable condición de "alimento vivo" para satisfacer a los pervertidos desencarnados del Más Allá de la tumba. Aun coope­ran con el peligroso estado espiritual de la hora actual en que vivís, que lentamente se va subordinando a los planes diabólicos, los hogares terrenos de cierto recurso económico, instalando su elegante "barcito" que ofrece la infeliz oportunidad, tan ansio­samente esperada por los desencarnados viciados. Bajo la "ino­cencia" del refresco de moda, mezclado con corrosivas bebidas de etiqueta brillante, la familia pasa toda la noche jugando a las cartas bajo una sofocante nube de humo, conformando los cua­dros enfermos y viciados que se transforman en atrayentes invi­taciones y prometedoras esperanzas para los del otro lado de la vida terrena, que viven buscando los ambientes degradados con fines corrompidos.

Pregunta: Conforme nos relatáis, se confirma en cierto modo acuello Que tanto se decía sobre los demonios, que se apoderaban de las almas infelices y pecadoras, llevándoselas a las profundi­dades del infierno; ¿no es verdad?

Ramatís: Los siglos se han acumulado sobre sí mismos y el hombre aún no resolvió obedecer a la terrible sentencia del "co­nócete a ti mismo". Luchó para conquistar las fuerzas más peli­grosas de la Naturaleza, pero su haraganería por la ascensión espiritual y la incredulidad sobre los objetivos nobles de la vida, aún los hace un campo favorable y accesible para las sugestiones mefistofélicas de las tinieblas, y por otra parte se impermeabiliza cada vez más para recibir el socorro de las intuiciones salvadoras de sus protectores.

De así nace la noción del "pecado" que conduce al infierno y de la "virtud" que conduce al cielo. Pero, no debéis confundir el "pecado" como una ofensa al Creador, que está por encima de cualquier ofensa humana; el pecado es la "válvula" peligrosa que puede ser accionada fácilmente por los "demonios" de la leyenda, que es igual a los espíritus corrompidos que buscan es­clavos para las sensaciones inferiores que deben satisfacer. Todos aquellos que "pecan" les sirven incondicionalmente en forma de detestables prolongaciones que se mueven en la materia, cual tentáculos vivos del Más Allá, que buscan alimentos inmundos.

Esos "demonios" —nuestros hermanos en extrema penuria espi­ritual— fuman, beben, juegan y se satisfacen voluptuosamente con vosotros desde el momento que descuidáis el gobierno disciplina­do de vuestro cuerpo carnal y les mostráis las válvulas pecamino­sas que ellos buscan, para ejercer el comando de vuestros actos y deseos.

Sin embargo, tenéis un extraordinario recurso de defensa con­tra esa corte de indeseables compañeros degradados que intentan infiltrarse en vuestras actividades materiales; no es nada difícil mantenerlos a prudente distancia de sus maquiavelismos si os acogéis definitivamente al Evangelio de Jesús. Esa forma de actuar os librará de la infeliz eventualidad de transformaros en "alimentos vivos" porque la vida angélica levanta inexpugnables fronteras alrededor de vuestros pasos y asegura la felicidad espiritual después que hayáis entregado el cuerpo carnal a la sepultura terrena.

El desprecio o la indiferencia por las enseñanzas de Jesús han sido los principales motivos que justifican las viejas litografías que simbolizan los demonios que arrebatan hacia el infierno a las almas pecadoras que fueron negociadas a través de las pasio­nes, vicios y corrupciones en el mundo terreno. Es evidente que los hombres se entregan corrompidamente a los desmanes ne­fastos y por lógica, también se entregan espontáneamente a sus dueños diabólicos que les ayudan a saturarse con placeres fáciles y vicios deprimentes. Después de la muerte corporal, sólo les restará aceptar el juego de sus perversos señores, mientras que las almas virtuosas serán recibidas por magníficos seres, habi­tantes de las esferas luminosas.

Pregunta: El vicio del cigarrillo está muy arraigado entre nosotros, siendo una preferencia de casi todos, jóvenes, viejos y hasta niños. Hay muchos fumadores que son almas bastantes superiores y con moral intachable con respecto a otros seres que no fuman, ¿podría decirse, que el uso del cigarrillo sería la causa preponderante para que esas almas buenas se transformen en el futuro en "alimentos vivos"?

Ramatís: Conviene que reflexionéis cuidadosamente sobre el espíritu de aquello que manifestamos, porque nuestra tarea en esta obra, es apenas la de daros un llamado de alerta y reforzar las advertencias de otros espíritus superiores, cuyos médiums son de reconocida capacidad moral.

Queremos solamente preveniros de los atroces padecimientos y de los perjuicios a que podéis someteros en el Más Allá des­pués de la desencarnación, si persistís en la ingestión de la carne de vuestros hermanos inferiores, en el abuso de las bebidas que conturban y degradan, en la pasión irrefrenable del juego que fanatiza y arruina, en la sensualidad embriagadora que invierte el sentido creador del espíritu, como así también el uso del ci­garrillo que después de la muerte del cuerpo quita el sosiego al espíritu, produciendo terrible angustia. No pretendemos imitar al sacerdote exigente, ni al pastor o misionero excesivamente puritano que excomulga por cualquier falta simple a los peca­dores de vuestro mundo; pensad bien en todo lo explicado y comprobaréis que sólo exponemos una tesis fundamental que os ayudará a la liberación espiritual del ciclo doloroso de las reencarnaciones físicas, a las cuales os encontráis demasiados esclavizados por los placeres y goces tontos.

Sería peligrosa y censurable imprudencia de nuestra parte clasificar a todos los fumadores terráqueos, como parte de los tantos "alimentos vivos" que sirven a los viciados tabacalistas del Más Allá. Bajo cualquier punto de vista el hombre bueno, aunque fume, será siempre superior al hombre cruel, avaro hipó­crita o deshonesto, pero que sea enemigo del tabaco. Nuestras consideraciones están dirigidas particularmente a los casos de debilitamiento de la voluntad y del comando director del espí­ritu sobre la carne, pues aunque fuméis y seáis buenos, no indica que seáis dueños absolutos de vuestra voluntad y del cuerpo carnal. El cachimbo, el cigarro o el habano se transforman co­múnmente en terribles y exigentes guardianes que nos vigilan los pasos y los movimientos y no dan sosiego en el hogar, en los vehículos, en las casas de diversiones y hasta en los instantes finales de vuestros días a la hora de dormir, puesto que exige, el último homenaje a la última fumada de la noche.

No todos los fumadores veteranos dóciles son "alimentos vi­vos" de los viciados del Más Allá, pero es innegable que no pue­den sustraerse totalmente al uso del tabaco, transformándolos en "pitadas vivas" y sin voluntad propia. Bajo nuestra modesta opinión de espíritus desencarnados y sin grandes credenciales mesianímicas, encontramos que en vez de fumar, que aporta la posibilidad de atraer algún indeseable y peligroso fumador del astral inferior, mucho mejor es no fumar, así se eliminará defi­nitivamente la oportunidad enfermiza de que el individuo se transforme en un exótico "pitador" de los fumadores desencar­nados, así como sucede con los borrachos, que son "vasos vivos" de los espíritus sedientos de la bebida embriagadora. No podemos tener la ilusión que un Jesús, Buda o Francisco de Asís, que son almas liberadas de los vicios de la carne y de las imperfec­ciones del mundo, vengan un día a fumar entre los humanos en una demostración de gran satisfacción...

Muchos espíritus desencarnados que se jactaban de haber sido muy "dueños de sí mismos" durante la existencia física han tenido una gran decepción al comprobar que cuando estaban en condi­ciones vibratorias negativas, devoraban decenas de cigarrillos atendiendo a la extraordinaria "fila" de fumadores afligidos de este lado, que se les infiltraba por las brechas y rasguños del aura, provocada por los golpes de la cólera, celos, violencias, orgullo y maledicencia.

Pregunta: ¿Existen otras actitudes o descuidos que favorez­can el dominio absoluto de los obsesores sobre los encarnados?

Ramatís: Sí, y debéis mantener en un nivel superior vuestras acciones y pensamientos que resguardan tales embestidas, pues las actitudes y modos de accionar de esa clase de espíritu es muy variada, siendo el Evangelio la faja protectora más segura. Las recientes comunicaciones de varios espíritus misioneros a través de sus médiums de confianza, enseñan, que la alegría y el optimismo alejan las nieblas que rodean el aura humana, mientras que las actitudes aflictivas, melancólicas, pesimistas y de amargas recordaciones, hostilizan el sentido benefactor de la vida donada por Dios y crean nubes que aumentan la desespe­ración y la incredulidad sobre los bienes espirituales.

Por lo tanto, comprenderéis que no sólo basta evitar el vicio en su expresión material, ya sea el fumar, beber, jugar o per­vertirse, es necesario que también os liberéis del vicio que engen­dra el culto a los pensamientos negativos y el rosario de lamentos cuando no se satisfacen a gusto vuestros caprichos y deseos. El "sed pacíficos" del Maestro Jesús os advierte contra los estados de rebeldía mental cuando el alma se obstina y considera las vicisitudes humanas como infelicidades del destino, sin embargo no dejan de ser simples productos de lo angélico. Esa enseñanza indica la idea de resignación hacia las directrices del Creador, sin dudar de su seguridad, porque es el más justo y Sabio. A pesar de los males intensos de la vida humana, ninguno conse­guirá robar del espíritu del hombre su felicidad eterna.

La mente, bajo el impulso creador, dinámico y positivo es un potencial que renueva el manto de las sombras que los perversos del plano invisible extienden sobre las criaturas humanas; pero aquellos que se amoldan a la naturaleza enfermiza de los pen­samientos negativos, en verdad, son creadores de fluidos que for­man reales energías utilizadas por los trabajadores de las tinieblas.

Pregunta: ¿Qué actitud debemos adoptar para apartarnos de esa posibilidad de transformarnos en "alimentos vivos" del Más Allá?

Ramatís: Es evidente que ha de ser la salud espiritual con la cual alcanzaremos aquel estado a que Jesús se refirió y que recomendaba: "Sed vosotros perfectos, como perfecto es Vuestro Padre Celestial" (Mateo, Cáp. 5, v. 44, 46 y 48).

ÍNDICE

Explicaciones 4

Prefacio de Ramatís 9

Preámbulo 11

El camino del Más Allá 13

Primeras impresiones 19

La metrópoli del Gran Corazón 26

Nociones preliminares sobre el Más Allá 37

El templo del Gran Corazón 39

Nociones generales sobre el panorama astral 42

El "sentido" de la vista en el Más Allá 50

Residencias y edificaciones 54

Consideraciones sobre la desencarnación 59

Colonias del Astral (aspecto general) 74

Colonias astrales de costumbres antiguas 80

Colonias del Astral (razas y nacionalismos) 87

Colonias del Astral (migraciones) 96

Colonias del Astral (su influencia sobre el progreso) 98

Las relaciones entre los vivos y los muertos 100

La desencarnación y sus aspectos críticos 107

Influencia del "velorio" sobre el espíritu 112

La eutanasia y las responsabilidades kármicas 114

Espíritus asistentes a las desencarnaciones 122

Morir 133

Nociones generales sobre el Astral Inferior 134

Nociones sobre las ciudades del Astral Inferior 138

Organizaciones del mal 150

Depósitos de fluidos nocivos en el Astral Inferior 155

Los charcos del Astral Inferior 158

Aves y animales del Astral Inferior 167

Aclaraciones de Ramatís 172

La obsesión - Sus causas y efectos 172

Las relaciones kármicas entre padre e hijos 187

La limitación de los hijos y sus consecuencias kármicas 202



Los "alimentos vivos" de los espíritus de las tinieblas 213




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