Revista Metafísica



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Por LOWELL FILLMORE

Recuerda que "uno da, y se enriquece; otro guarda lo que debiera haber dado, y se empobrece". (Moffat.)

Rico en espíritu es el hombre que tiene suficiente fe para com­partir su hacienda con otros, más aquel cuya fe es suficiente para compartir su hacienda con Dios, descubre la fuente de todas las riquezas.

La persona que diezma comparte su hacienda con Dios. El diezmo está basado en una ley espiritual, la ley de dar y recibir. Jesús la expresó en esta forma: "De gracia recibísteis, dad de gracia". Si diezmas, aprenderás a reciprocar la generosidad de Dios para contigo. Al establecer este hábito trabajas en sociedad con Dios, y El te enseñará a manejar tus asuntos con discreción y de acuerdo con Sus leyes.

Los bienes que posees de Dios provienen. La substancia de Sus riquezas nos rodea, mas si fijamos nuestra atención en el estrecho límite de nuestros deseos personales, nuestros ojos se ciegan a la gran abundancia de Sus ricas bendiciones constantemente al alcance de nuestras manos. Contemplemos las pocas cosas que consideramos como propiedad nuestra, olvidando que en realidad no nos pertenecen sino que nos han sido prestadas por nuestro Padre amante para nuestro provecho y para que las compartamos con otros. Pudiéramos tener mucho más, para nuestro uso y para compartir con otros, practicando nuestra fe y agradecimiento.

El diezmo es símbolo de que reconocemos a Dios como origen de toda prosperidad. Cuando consagramos a Dios la décima parte de todo lo que ganamos le dejamos saber que hemos recibido Sus ben­diciones. Al consagrarle la décima parte de nuestra hacienda ensan­chamos el cauce por el cual recibimos de Su munificencia. Cuando confiamos en que Dios toma parte activa en nuestros intereses, llueven las bendiciones y nuestra prosperidad aumenta. Cuando Dios ocupa primer lugar en todo lo que hacemos, hay orden y bienestar en nuestra vida.

"Primero cubriré todos mis gastos, y luego, de lo que quede, si algo queda, daré a Dios Su diezmo". El que calcula en esta forma carece de fe en el amor de Dios, y generalmente gasta la mayor parte de lo que gana, dejando muy poco para servir a Dios. Pero si tenemos bastante fe para separar de nuestros ingresos la porción que pertenece a Dios antes de gastar nada en nosotros, la substancia espiritual que nos rodea se aviva y aumenta lo suficiente para cubrir todo lo que necesitamos. Los nueve décimos restantes nos rendirán más que nos hubieran rendido los diez décimos sin la ayuda de Dios. Estos nueve décimos nos traerán más gozo, substancia, y satisfacción, que hubié­ramos podido obtener con el todo.

Tarde o temprano llegamos a la conclusión de que no alcanza­remos verdadera prosperidad luchando por obtener posesiones mate­riales solamente. La verdadera prosperidad, si ha de valer la pena, debe incluir valores espirituales. Todas las riquezas de Dios fueron primeramente creadas en Espíritu. Estas creaciones espirituales son la esencia de la verdadera riqueza.

Cuando con los ojos de nuestra fe reconocemos que el Espíritu de Dios es la realidad fundamental que hace posible las cosas que llamamos riquezas, dotamos a estas cosas con un valor imponderable que no tienen cuando se consideran simplemente como físicas. Dios les da un valor adicional de buena voluntad. El dinero que ha sido bendecido alcanzará para su dueño más cosas de provecho que el dinero que no tiene el valor espiritual adicional de una bendición. Nuestro dinero aumenta en valor y nuestra prosperidad crece cuando, por el diezmo, contamos con la ayuda de Dios en el lado económico de nuestra vida.

Muchas personas dan fe de la eficacia del diezmo cuando se practica este hábito en un espíritu de gratitud hacia Dios por Su generosidad para con nosotros.

Si aún antes de recibirla, damos gracias a Dios por una cosa material que deseamos, estamos expresando nuestra gratitud por algo que Dios nos ha dado ya en espíritu, pero que por nuestra falta de fe en Su substancia no hemos podido recibir todavía en lo visible. Dios nos ha dado ya en espíritu y en verdad todo lo que podamos posiblemente usar y gozar, pero antes de que lo poseamos en el mundo visible tenemos que avivar nuestra capacidad espiritual para usarlo correcta y generosamente.

Dios da el aumento, y cumpliendo con el diezmo, abrimos nuestro corazón a una mejor comprensión y uso de Su substancia.

Cualquiera puede probar la eficacia de la ley del diezmo, sepa­rando fielmente la décima parte de todo lo que gane y dándolo a una iglesia o sociedad cuyo fin sea fomentar el trabajo de Dios aquí en la tierra.

LITERATURA METAFÍSICA DE LA HERMANDAD "SAINT GERMAIN"

METAFÍSICA AL ALCANCE DE TODOS (Conny Méndez).

TE REGALO LO QUE SE TE ANTOJE (Conny Méndez).

EL MARAVILLOSO NUMERO 7 (Conny Méndez) .

MEDITACIONES DIARIAS (Tomás Printz).

COMO USAR EL SANTO ALIENTO (El Puente).

TRIBUTO A LA LLAMA VIOLETA.

NO EXISTE LA MUERTE (El Puente).

CUATRO EN UNO (Conny Méndez).

(Los cuatro libros de Metafísica de Conny Méndez empastados en un primoroso volumen).

Revista Metafísica "EL NUEVO PENSAMIENTO".

Revista "SELECCIONES METAFÍSICAS", de Carola de Goya.



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