M Véase el final del primer párrafo y el segundo párrafo de la pág. 321, sección
82, especialmente las siguientes observaciones de Carnap sobre el Circulo de Viena.
"En un principio se sostuvo que una oración, para ser significativa, debe ser completamente
verificable... Dentro de esta concepción no habia lugar para leyes de la
naturaleza entre las oraciones del lenguaje... Popper ha hecho una crítica detallada
de la concepción según la cual las leyes no son oraciones." La continuación de este
pasaje está citada más adelante, en el texto correspondiente a la nota 48. Véase también
la nota 71.
25 cf. especialmente las notas 20 y 2.5 (y el texto que sigue a la nota 25) de la
sección 23 de Testability anil Meaning con la nota 7 de la sección 4 (y el texto) y la
nota I de la sección 78 de L. Se. D.
319
Que esto es así puede verse a través de nuestro ejemplo. "Fido es
un perro" es verdad porque Fido es una de las cosas enumeradas por
nosotros al definir "perro". En cambio, "Lulú es un perro" debe ser
falsa, simplemente porque Lulú no es uno de los objetos que señalamos
al elaborar nuestra lista definitoria de "perro". Análogamente, si
establezco el significado de "blanco" enumerando (1) el papel sobre el
cual estoy escribiendo en estos momentos, (2) mi pañuelo, (3) la nube
que hay allá arriba y (4) el muñeco de nieve, entonces el enunciado
"Tengo el cabello blanco" será falso, sea cual fuere el color de mi
cabello.
Es evidente que, en tal lenguaje, no es posible formular hipótesis.
No puede ser un lenguaje de la ciencia. Y recíprocamente, todo lenguaje
adecuada para la ciencia debe contener palabras cuyo significado
no esté determinado de manera enumerativa. O, podemos decir, todo
lenguaje científico debe utilizar universales genuinos, es dedr, palabras
—definidas o indefinidas— con una extensión indeterminada, aunque
quizás con un "significado" intenjional razonablemente definido
(Para el análisis inteníional del significado ver el excelente libro de
Camap Meaning and Necessity.)
Precisamente la misma crítica se aplica a lenguajes más complicados,
especialmente a los lenguajes que introducen sus conceptos por el método
de la abstracción extensional (utilizado por primera vez por Frege
y Russell), siempre que se suponga dada extensionalmente, por
listas, la clase de los elementos fundamentales sobre los que se basa este
método y las relaciones fundamentales entre estos elementos. Fue éste
justamente el caso del Aufbau de Carnap: éste operó con una relación
primitiva, "Er" ("experiencia de recuerdo"), que se suponía dada en
la forma de una lista de pares. *
Se suponía que todos los conceptos pertenecientes a este "sistema de
constitución" eran definibles extensionalmente sobre la base de esa relación
primitiva "Er", es dedr, de la lista de pares que daba un significado
a esta relación. De acuerdo con esto, todos los enunciados que
era posible expresar en ese lenguaje eran verdaderos o falsos simplemente
por el significado (extensional) de las palabras que aparedan
en él; eran todos analíticamente verdaderos o contradictorios ^, debido a
la ausencia de genuinos temadnos universales.*
2* Véase especialmente Aufbau, sección 108. Camap dice aquí de su Teorema 1,
el cual afirma la asimetría de la relación primitiva "Er", que es un teorema empírico,
puesto que su asimetría puede leerse en la lista de pares (dados empíricamente).
Pero no debemos olvidar que se trata de la misma lista de pares que "constituyó", o
definió, a "Er"; además, una lista de pares que condujera a la negación del teorema
1, esto es, al teorema que afirma la simetría de "Er", no podía haber sido interpretada
como una lista adecuada para "Ei", como se ve muy claramente en las
secciones 153 a 155.
ü7 Esta es la crítica del Aufbau que expuse a Feigl cuando nos onconCiamos por
primera vez. Fue un encuentro que para mi resultó importante, pues fue Feigl
quien, un año o dos más tarde, concertó el encuentro en el Tirol durante las vacaciones.
» "La diferencia entre conceptos individuales y conceptos universales" fue dis-
320
Para concluir esta sección, consideraré la condición (b) de la teoría
V la doctrina de la falta de sentido debida a los "errores de tipo" o
"errores de categoría". Esta doctrina derivaba, como hemos visto, de- la
teoría "a es un elemento
(le la clase a" carece absoluta, intrínseca o esencialmente de significado.
Ahora bien, se ha demostrado hace tiempo que esta doctrina es
C((uivocada. Sin duda, es verdad que podemos construir, con Russell,
un lenguaje (que incluya una teoría de tipos) en el cual la expresión
mencionada no sea una fórmula' bien formada. Pero también podemos,
ion Zermelo y sus sucesores (Fracnkel, Behmann, von Neumann, Bernays,
Lesniewski, Quine y Ackeimann) construir lenguajes en los cuales
la expresión mencionada sea bien formada y, por ende, significativa;
V en algunos de ellos hasta es un enunciado verdadero (para ciertos
valores de a).
Se trata de hechos bien conocidos, por supuesto. Pero destruyen
|M)r completo la idea de que hay expresiones "inherentemente", o "naturalmente",
o "esencialmente", carentes de significado. Pues la expresión
"a es un elemento de la clase a" carece de significado en un lenguaje
fjero es sigirificativa en otro, lo cual demuestra que una prueba de que
una expresión carece de significado en algunos lenguajes no debe ser
tomada, equivocadamente, por una prueba de carencia intrínseca de
.significado.
Para poder probar la carencia intrínseca de significado sería necesario
probar muchas más cosas. No solamente deberíamos probar que un
presunto enunciado, afirmado o presentado por algún autor u orador,
< arece de significado en todos los lenguajes (consistentes), sino también
que no puede existir una oración significativa (en ningún lenguaje
consistente) que pueda ser reconocida por el autor u orador en
mestión como una formulación alternativa de lo que trató de decir.
V nadie ha sugerido nunca cómo sería posible elaborar una prueba
semejante.
Es importante comprender que una prueba de la carencia intrínseca
todo lenguaje
coherente y no sólo con respecto a todo lenguaje suficiente para la
rienda empírica. Pocos metafísicos afirmarían que los enunciados metafísicos
pertenecen al campo de las ciencias empíricas, y ninguno de
ellos abandonaría la metafísica porque se le dijera que sus enunciados
no pueden ser formulados dentro de estas ciencias (o dentro de ciertos
lenguajes adecuados para estas ciencias). A fin de cuentas, la tesis
original de Wittgenstein y Carnap era que la metafísica carece absolulamcmte
de significado, que es un puro parloteo sin sentido y nada
más, que tiene —quizás— el carácter de los suspiros, los gemidos o las
lágrimas (o de la poesía surrealista), pero no del lenguaje articulado.
P;)ra ilcmostrar esto, es totalmente insuficiente elaborar una prueba
nítida en el Aitfbau, sección 158, y criticada brevemente en L. Se, D., secciones 14
y 25.
321
de que la metafísica no puede ser expresada en lenguajes que basten
para las necesidades de la ciencia. Pero ni siquiera esta prueba insuficiente
ha sido nunca ofrecida por nadie, a pesar de los muchos intentos
de construir para la ciencia lengiaajes exentos de metafísica. En las
dos secciones siguientes discutiremos algunos de estos intentos.
4. CARNAP Y EL LENGUAJE DE LA CIENCIA
La "superación" original de la metafísica planeada por Carnap no
tuvo éxito. La teoría naturalista de la falta de significado carecía de
base, y el resultado final fue una doctrina tan destructiva para la cienfia
como para la metafísica. En mi opinión, esta fue simplemente la
consecuencia de un intento mal encaminado por destruir la metafísica
en su conjunto, en lugar de tratar de eliminar elementos mctafísicos,
por trozos, por decir así, de las diversas ciencias toda vez que podamos
hacerlo sin trabar el progreso científico con una crítica inoportuna
(como la que dirigió Bacon contra Copérnico, o Duhem y Mach contra
•el atomismo).
Pero la teoría naturalista del significado fue abandonada por Carnap
hace mucho tiempo, como ya he dicho. La ha reemplazado por la teoría
de que el hecho de que ima expresión lingüística sea o no bien formada
depende de las reglas del lenguaje al cual pertenece la expresión, y por
la teoría de que las reglas del lenguaje a menudo no son bastante precisas
como para dirimir la cuestión, por lo cual tenemos que introducir
reglas más precisas y, con ellas, un sistema lingüístico artificia!.
Quiero insistir en que considero esta nueva teoría como un desarrollo
muy im|X)rtante, que suministra la clave para un nv'nnero consitlerable
de interesantes problemas. Pero deja el problema de la demarcación
entre la ciencia y la metafísica exactamente donde estaba. Tal es mi
tesis.
Para decirlo en términos muy diferentes, la teoría ingenua, naturalista
o esencialista de la falta de significado examinada en la sección
anterior es equivocada y debe ser reemplazada ¡lor una teoría de las
fórmulas bien formadas y de los lenguajes artificiales, en el sentido de
que están sujetos a reglas definidas. Esta importante tarea ha sido realizada
j)or Carnap con gran éxito. Pero esta reforma del concepto
de falta de significado destruye completamente la doctrina de la falta
de significado de la metafísica. Y no nos deja esperanzas de poder
reconstruir esta doctrina sobre la base del concepto reformado tie la
falta de significado.
Infortunadamente, al parecer no se cayó en la cuenta de la conclusión
anterior. Pues Carnají y su círculo (en el cual Neurath tuvo especial
influencia) trataron de resolver el problema construyendo un "lenguaje
de la ciencia", un lenguaje en el cual todo enunciado legítimo de
la ciencia fuera una fórmula bien formada, a la par que no fuera expresablc
en él ninguna de las teorías metafísicas, o bien porque no
322
contuviera la terminología adecuada para ellas, o bien porque no hubiera
fórmulas bien formadas que las expresaran.
Considero que la tarea de construir modelos de lenguajes artificiales
para la ciencia es sumamente interesante; pero trataré de mostrar que
el intento de combinar esta tarea con la de destruir la metafísica
(reduciéndola a la falta de sentido) ha conducido repetidamente al
desastre. El espíritu antimetafísico es una especie de prejuicio filosófico
(o metaíísico) que impide a los constructores de sistemas llevar a
cabo adecuadamente su labor. En esta sección, trataré de demostrar
mi afirmación brevemente para: (a) el lenguaje fisicalista, (b) el
lenguaje de la ciencia unificada, (c) los lenguajes de la "sintaxis lógica",
y más adelante, en la sección 5, trataré con más detalle los lenguajes
propuestos en "Testability and Meaning'.
(a) El lenguaje fisicalista. En el Aufbau Carnap había propugnado
lo que llamó un solipsismo metodológico, o sea, tomar las propias experiencias
como base sobre la cual construir los conceptos de la ciencia
(y, por consiguiente, el lenguaje de la ciencia). Hacia 1931 Carnap
abandonó esta posición, bajo la influencia de Neurath, y adoptó la
tesis del fisicalismo, según la cual debía haber un lenguaje unificado
que hablara de cosas físicas y de sus movimientos en el espacio y el
tiempo. Todo debía ser expresable en este lenguaje, o traducible a él,
especialmente la psicología en lá medida en que fuera científica. La
psicología debía llegar a ser radicalmente conductista. Todo enunciado
significativo de la psicología humana o animal debía ser traducible
a un enunciado acerca de los movimientos espaciotemporales de cuerpos
físicos.
La tendencia subyacente en este programa es clara: un enunciado
acerca del alma humana iba a ser tan carente de significado como un
enunciado acerca de Dios. Ahora bien, puede ser bastante correcto
poner en el mismo nivel los enunciados acerca del alma y los enimciados
acerca de Dios. Pero es discutible que las tendencias antimetafísicas
y antiteológicas reciban algún refuerzo de la ubicación de todas nuestras
experiencias subjetivas, o, más bien, de los enunciados acerca de
ellas en el mismo nivel de ausencia de significado que los enunciados
de la metafísica. (Los teólogos y los metafísicos pueden sentirse muy
complacidos de enterarse que los enunciados como "Dios existe" o "El
alma existe" están precisamente en el mismo nivel que enunciados como
"tengo experiencias conscientes" o "existen sentimientos, tales como el
amor o el odio, distinguibles de los movimientos corporales que a raenudo,
aunque no siempre, los acompañan".)
No hay ninguna necesidad, por lo tanto, de internarse en los méritos
o deméritos de la filosofía conductista o de la tesis de la traducibilidad
(la cual, en mi opinión, no es nada más que una metafísica materialista
con ropajes lingüísticos, y yo, por lo menos, prefiero enfrentarla
sin ropajes): vemos que como intento de destruir la metafísica,
esta filosofía no es muy efectiva. Como de costumbre, la escoba de los
antimetafísicos barre demasiado y, al mismo tiempo, demasiado poco.
323
Como resultado de ello, la demarcación es borrosa y totalmente insos*
tenible. Para ilustrar mi afirmación de que barre "demasiado y demasiado
poco" puedo citar el siguiente pasaje del artículo de Camap "La
psicología dentro del lenguaje físico" 2»; "la física está prácticamente
libre, en su totalidad, de la metafísica, gracias a los esfuerzos de Mach,
Poincaré y Einstein; en la psicología, los esfuerzos por convertirla en
una ciencia libre de la metafísica apenas han comenzado." Ahora bien,
"libre de la metafísica" significa aquí, para Camap, reducible a enunciados
protocolares. Pero ni siquiera los más simples enunciados físicos
acerca del funcionamiento de un potenciómetro —el ejemplo es de
Camap'*— son reducibles de este modo. Y si en la física (vieja o nueva)
podemos explicar las propiedades de un conductor mediante la hipótesis
de un "fluido eléctrico" o de un "gas electrónico", no veo ninguna
razón por la cual no debamos introducir estados mentales en nuestras
teorías psicológicas explicativas.
Lo importante es que todas las teorías físicas dicen mucho más de
lo que podemos testar. No siempre es fácil determinar si este excedente
pertenece legítimamente a la física o si debe ser eliminado de la
teoría como un "elemento metafísico". La referencia de Cama^ a Mach,
Poincaré y Einstein es infortunada, puesto que Mach, muy especialmente,
anhelaba la eliminación final del atomismo, al cual (junto
con muchos otros positivistas) consideraba un elemento metafísico de la
física. (Eliminaba demasiado.) Poincaré trató de interpretar las teorías
físicas como definiciones implícitas, concepción que tampoco puede ser
aceptable para Carnap. Y Einstein fue durante largo tiempo un creyente
en la metafísica, pues operaba libremente con el concepto de "físicamente
real", aunque —sin duda— la pretenciosa verbosidad metafísica
le disgustaba tanto como a cualquiera de nosotros.*» La mayoría de
los conceptos con los que trabaja la física —como los de fuerza, campo
y hasta electrón y otras partículas— constituyen lo que Berkeley (por
ejemplo) llamaba "qualitates occultae". Camap demostró^ que la suposición
de estados de conciencia en nuestras explicaciones psicológicas
es exactamente análoga a la suposición de una fuerza —una qualitas
occulta— para explicar la "resistencia de un pilar de madera", y
creía que "tal concepción incurre en la falacia de hipostasiación" ^, de
la cual —sugería— ningún físico es culpable, aunque los psicólogos la
cometen a menudo.* Pero el hecho es que no podemos explicar la
resistencia del pilar sólo por su estructura (como sugería Camap **),
sino por ésta junto con leyes en las que aparecen en abundancia las
"fuerzas ocultas", condenadas por Berkeley y por Carnap.
2» Véase Erkenntnis, S, pág. 117.
a> Op. cit., pág. 140.
30* (Agregada en las pruebas.) Cuando escribí esto, Alberto Einstein aún vivía.
31 Op. cit., pág. 115.
82 Op. cit., pág. 116.
33 Op. cit., pág. 115
« Op. cit., pág. 114
324
Antes de concluir con el punto (a) quiero mencionar brevemente
que este fisicalismo, aunque en la mayoría de las cuestiones es demasiado
fisicalista desde mi punto de vista, en otras no lo es suficientemente.
Pues creo, en verdad, que cuando deseamos someter un enunciado
científico a un test observacional, este test debe ser fisicalista en
cierto sentido; vale decir, que destacamos nuestras teorias más abstractas,
tanto psicológicas como físicas, derivando de ellas enunciados
acerca de la conducta ^ de cuerpos físicos.
He llamado "enunciados básicos^' a los enunciados simples que describen
estados fácilmente observables de los cuerpos físicos, y he afirmado
que, cuando se requieren tests, son estos enunciados básicos *•
los que tratamos de comparar con los "hechos"; elegimos estos enunciados
y estos hechos porque son más fácilmente comparables y más
fácilmente testables intersubjetivamente.
Así, para el propósito de realizar tales tests básicos, según mi concepción
no elegimos informes (difíciles de testar intersubjetivamente)
acerca de nuestras propias experiencias observacionales, sino más bien
informes (fáciles de controlar) acerca de cuerpos físicos —incluyendo
los potenciómetros— que hayamos observado.
Este punto es importante porque mi teoría concerniente al carácter
"fisicalista" de los enunciados sometidos a tests se opone radicalmente
a todas esas teorías, muy difundidas, según las cuales construimos
el "mundo extemo de la ciencia" a partir de "nuestras propias experiencias".
Siempre he creído que esto es un prejuicio (aún muy difundido)
y que, con razón, nunca confiamos en "nuestras propias experiencias",
a menos de tener la seguridad de que coinciden con ideas
testables intersubjetivamente.
Ahora bien, en lo relativo a ese punto, las ideas de Carnap y Neurath
eran por aquel entonces mucho menos "fisicalistas". En verdad,
aún sostenían una variante del "solipsismo metodológico" original de
Carnap. Pues creían que las (M-aciones que constituyen la "base empírica"
(en mi terminología) de todos los tests, y que ellos llamaban "oraciones
protocolares", dtben ser informes acerca de "nuestras propias"
experiencias observacionales, aunque expresadas en un lenguaje físico,
ss Esta conducta, sin embargo, siempre es interpretada a la luz de ciertas teorias
(lo cual crea el peligro de la circularidad). No puedo discutir el problema con
detalle aqui, pero mencionaré el hecho de que la conducta de los hombres predícha
por teorías psicológicas consiste casi siempre, no en movimientos puramente físicos
sino en movimientos físicos que, si se los interpreta a la luz de teorias, son "significativos".
(Así, si un psicólogo predice que un paciente suyo tendrá malos sueños, considerará
que tenía razón tanto si el paciente le informa "la noche pasada tuve malos
sueños" como si le informa "quiero decirle que he tenido un sueño angustiante",
aunque las dos "conductas" .,—es decir, los "movimiento» de los labios"— pueden diferir
físicamente más de lo que puedan diferir los movimientos correspondientes a una
negación en relación a los de una afirmación.)
9* Las expresiones "enunciado básico" ("proposición básica" u "oración básica":
"Basissati") y "base empírica" fueron introducidas en L. Se. D., secciones 7 y 25 a 30;
desde entonces, han sido usadas con frecuencia por otros autores, en sentidos similares
y diferentes. (Véase también la sección 1 de los Apéndices de este volumen.)
325
o sea, como informes acerca de nuestros propios cuerpos. En la formulación
de Otto Neurath, tal oración protocolar debía tener, por consiguiente,
una forma muy extraña. Escribió ^'i "urta oración protocolar
completa sería, por ejemplo: «protocolo de Otto a las 3,17: [el
pensamiento verbalizado de Otto se produjo a las S,16: (en esta hahabitación
a las 3,15 había una mesa, observada por Otto) ]»". Se ve
aquí el intento por introducir el viejo punto de partida: las propias experiencias
subjetivas del observador, o sea, el "solipsismo metodológico".
Carnap aceptó posteriormente mi concepción, pero en el artículo
"Sobre las oraciones protocolares" **, en el cual, muy amablemente,
llama a esta concepción mía "la forma más adecuada de lenguaje científico
propugnada en la actualidad... en l a , . . teoría del conocimiento"
3", no apreció cabalmente el hecho (claramente apreciado en Testability
and Meaning, como veremos) de que la diferencia entre mí
concepción y la de Neurath concernía a un punto fundamental: si
apelar o no en nuestros tests a hechos físicos simples y observables o
a "nuestras propias experiencias sensoriales" (solipsismo metodológico)
. Por eso afirmó en su informe acerca de mis ideas —informe admirable,
por lo demás— que el sujeto S sometido a test "en la práctica,
a menudo suspenderá sus tests" cuando haya llegado a los "enunciados
observacíonales del sujeto protocolar S", es decir, a enunciados
de su propia experiencia sensorial; mientras que yo sostenía que sólo
se detendría cuando llegara a un enunciado acerca de una conducta
de un cuerpo físico (que, por el momento, no parecía ser problemática)
que fuera fácil e intersubjetivamente observable.**
El punto que aquí mencionamos se halla estrechamente relacionado,
por supuesto, con el hecho de que nunca creí en la inducción (sobre
cuya base parece natural comenzar "de nuestras propias experiencias")
, sino en tm método para testar predicciones deducibles de nuestras
teorías, mientras que Neurath creía en la inducción. Por entonces
creí que, al exponer mis concepciones, Carnap había abandonado
su creencia en la inducción. Si esto es así, entonces ha vuelto a ella
desde entonces.
(b) El lenguaje de la ciencia unificada. Estrechamente relacitmada
con el fisicalismo estaba la idea de que el lenguaje fisicalista era un
lenguaje universal en el cual podía decirse todo lo que tuviera sentido.
El lenguaje fisicalista es universal", escribía Carnap *^. "Si adoptamos
el lenguaje de la física, debido a su carácter de lenguaje universal,
como e l . . . lenguaje de la ciencia, entonces toda ciencia se con-,
vierte en física. La metafísica queda excluida como carente de sen-
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