Pregunta: ¿Por qué motivo se aprobó el movimiento de la Umbanda por la Dirección Espiritual de lo Alto, si se preveía el advenimiento del Espiritismo?
Ramatís: La Umbanda en Brasil obedece a una Ley religiosa muy natural —la evolución moral. Previendo la decadencia del Catolicismo por causa de sus envejecidos dogmas, el advenimiento liberador y mentalista del Espiritismo y el consecuente progreso científico del mundo, fue suficiente para que los Maestros espirituales elaboraran el esquema de una doctrina religiosa que fuera capaz de aprovechar las simientes buenas de la Iglesia Católica, incluyendo en sus postulados el estudio de la Reencarnación y la Ley del Karma. Siendo así, fue delineada la doctrina que hoy se conoce como Umbanda, despojada de preconceptos racistas debido a su origen africano, en el sentido de agrupar en sus actividades a esclavos, señores, negros, blancos, nativos, exiliados y emigrados, descendientes de todos los pueblos del mundo que se radicaron en el suelo brasileño.
Así como no es apropiado quitarle un objeto de su preferencia a un niño, sin antes sustituirlo por otro equivalente, lo Alto también programó el crecimiento de la Umbanda a medida que el Catolicismo va perdiendo terreno por causa de la imposición de los eventos modernos. Por el momento, la Umbanda está viviendo su periodo de inestabilidad religiosa, así como en las mezclas de las sustancias no se puede definir rápidamente el contenido definitivo y provechoso. Más, ha de ser una institución loable, en Brasil, porque recibió del Cristo la venia para prestar el servicio del Bien, y además, corresponde a la ansiedad religiosa del pueblo brasileño, cada vez más descreído por la obstinación sacerdotal católica, que aún defiende sus dogmas seculares.
Pregunta: En el caso que la Iglesia Católica Romana admitiera sinceramente la Ley de la Reencarnación y la Ley del Karma y el intercambio con los desencarnados, ¿continuaría atendiendo sus objetivos religiosos?
Ramatís: Sin lugar a dudas, si el Clero Romano hubiese aceptado incondicionalmente la fórmula racional de la Reencarnación y el estudio de la Ley del Karma y el intercambio con los espíritus, no habría necesidad de otra religión en Brasil. Pero, el sacerdocio obstinado aún se empeña en subestimar los descubrimientos científicos del siglo atómico y continúa pregonando el génesis infantil del mundo, las leyendas y los milagros narrados por la Biblia, aunque el cielo se llene de cohetes y aviones a retropropulsión.
Pregunta: ¿La Umbanda no vendría a ser como un movimiento de competición religiosa, en este caso, con la Iglesia Católica?
Ramatís: A través de la dignidad y sentimientos amorosos de muchos sacerdotes, el Catolicismo ha contribuido inmensamente con el pueblo brasileño y ha enaltecido la figura del Maestro Jesús en el tiempo y el espacio. Pero, es la Ley creada por Dios, donde las religiones también nacen, crecen, envejecen y desaparecen, corno lo ha demostrado la historia del mundo. A medida que van perdiendo su autonomía sobre los fieles, y se obstinan por enseñar siempre los mismos postulados infantiles y supersticiosos de varios siglos atrás, inevitablemente que van siendo sustituidas por otros credos o movimientos espiritualistas que se ajustan al progreso científico del mundo y de la actual humanidad. Por eso, la Umbanda progresa y además de amparar los sentimientos religiosos del pueblo brasileño, le proporciona los caminos semejantes a los recibidos por la Iglesia Católica; es una doctrina actualizada, que enseña la lógica de las vidas sucesivas y la justicia del Karma.
Pregunta: ¿Por qué los católicos y hasta los protestantes simpatizan con más facilidad con la Umbanda, que por las sesiones espiritas?
Ramatís: Los católicos, protestantes y otras religiones vinculadas a la adoración de las imágenes, rituales, cánticos, a las velas, al incienso y otras aparatosidades del culto exterior, encuentran en la Umbanda un clima algo familiar que los acostumbra al intercambio con los espiritas desencarnados, y por consecuencia, en el futuro, les será más fácil adecuarse a los postulados del Espiritismo codificado por Allan Kardec. A pesar de los exotismos y anacronismos que los espíritus censuran por las prácticas umbandistas, los "neófitos" e "hijos del terreiro" aprenden con los viejos negros y mestizos, la realidad sobre la doctrina de la Reencarnación y de la Ley del Karma, que antes les era imposible aprender en las iglesias y templos religiosos.
Aunque os parezca increíble, las prácticas extrañas efectuadas en los terreiros de la Umbanda, a los neófitos, provenientes del catolicismo y de otras religiones, terminan por calmar sus recelos delante de las imágenes conocidas por San Antonio, San Jorge, San Jerónimo, San Sebastián, Nuestra Señora de la Concepción, San Juan Bautista y hasta el propio Maestro Jesús, consagrados como Oxalá u orixá mayor. Los caballos (médiums) vestidos de blanco y con ciertas indumentarias bordadas, les recuerda a los sacristanes en el oficio religioso; las velas y recipientes incineradores, las flores, los cánticos, los puntos claves y las invocaciones a las falanges, les hace pensar en la iglesia cuando festejaba sus días de fiesta. En los días de Yemanjá, la "Reina del Mar", el sacerdocio promueve las grandes procesiones a la orilla del mar, en medio de cantos y ofrendando flores, jabones, toallas y peines de una blancura inmaculada, simbolizando la pureza de María, la madre de Jesús. Es un culto ingenuo, puro y sincero, que aun hace parte del alma brasileña y no puede eliminarse en forma "exabrupta", pues dejaría un vacío que podría ser llenado con otras prácticas censurables y peligrosas.
Además, los viejos negros, consejeros paternales, tolerantes y generosos, sustituyen a gusto a los pastores o sacerdotes, cuidando seriamente de los problemas y ruegos de sus hijos. Aunque no sean diplomados por las instituciones científicas del mundo terreno, son alumnos dedicados enteramente a la escuela del Cristo. Jamás niegan su ayuda amorosa y aconsejan sin censuras y aman sin interés alguno. Existe una gran diferencia entre el viejo negro, que orienta y conforta personalmente a los creyentes indisciplinados en la vida profana, en comparación al sacerdote o pastor, que sube al pulpito para excomulgar severamente los pecados cometidos por el hombre.
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