MASARYKOVA UNIVERZITA
FILOZOFICKÁ FAKULTA
Ústav románských jazyků a literatur
Mgr. Jana Krohová
Unidades fraseológicas
con el componente gastronómico
en el español mexicano
Magisterská diplomová práce
Vedoucí práce: Mgr. Ivo Buzek, Ph.D.
BRNO 2012
Prohlašuji, že jsem magisterskou diplomovou práci vypracovala samostatně s využitím uvedených pramenů a literatury. Vytištěná verze práce se shoduje s verzí uloženou v Informačním systému Masarykovy univerzity.
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Podpis autora práce
Na tomto místě bych velmi ráda poděkovala Mgr. Ivo Buzkovi, Ph.D. za ochotu a trpělivost, za cenné podněty, připomínky a rady, jež mi poskytl, a za vstřícný přístup při vedení magisterské diplomové práce.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 4
CONCLUSIÓN 78
BIBLIOGRAFÍA 80
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene como objetivo el estudio de las unidades fraseológicas en el campo de la gastronomía mexicana. La fraseología parte de la lingüística, representa un amplio estudio de frases, refranes, modismos proverbios y otras unidades de uso cotidiano, lo que la hace muy atractiva tanto para quien tiene interés en profundizar sus conocimientos de las unidades fraseológicas de su lengua materna y quienes se dedican al estudio de una lengua extranjera. Debido a ello, a nuestro parecer, conocer estas unidades fraseológicas e incluirlas en el vocabulario de cada estudiante del español como segunda lengua resulta ser imprescindibles para un buen dominio del idioma.
Muy en especial para nuestro trabajo, queremos aplicar la clasificación de las unidades fraseológicas, propuestas por Corpas Pastor, a nuestro material recopilado y así observar la frecuencia del uso de ciertas unidades según dicha taxonomía en la fraseología mexicana. También queremos observar la frecuencia de cada uno de los elementos gastronómicos que aparecen en las respectivas unidades de este nuestro trabajo y al final nos enfocaremos a la estructura formal de nuestras unidades y así identificaremos algunos rasgos formales.
Puesto que nos decidimos dirigir nuestra atención tan sólo al español mexicano, fue muy necesario restringir nuestro campo de interés para no abarcar toda la fraseología mexicana. Elegimos la área de la gastronomía mexicana debido al hecho de que la comida mexicana fue inscrita en la Lista Representativa y así declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
En cuanto a la organización formal, hemos dividido nuestro trabajo en 13 capítulos: lengua como sistema de comunicación, fraseología y definición de su concepto, unidad fraseológica, rasgos y características de las unidades fraseológicas, clasificación de las unidades fraseológicas, colocaciones, locuciones, enunciados fraseológicos, español de América, español de México, comida mexicana, material recopilado y análisis del material recopilado.
Para iniciar nuestro trabajo, mencionaremos el aporte de la lengua como acción de comunicarse. Cuando se utilizan frases estables hablamos de un fenómeno fraseológico. Luego vamos a caracterizar la fraseología en general; su historia y la conexión existente entre la lexicología, la estilística, la lexicografía, la paremiología y la sintaxis. En el capítulo siguiente aclararemos la definición de la unidad fraseológica según distintos lingüistas y luego continuaremos con la presentación de los seis rasgos determinantes de las unidades fraseológicas: frecuencia, institucionalización, estabilidad, idiomaticidad, variación y gradación.
El siguiente capítulo será dedicado a la propia clasificación de las unidades fraseológicas. Primero mencionaremos varias clasificaciones de las cuales hemos elegido la más útil para nuestro análisis. La lingüista Gloria Corpar Pastor divide las unidades fraseológicas en tres esferas; prestaremos nuestra atención, entonces, a las colocaciones, las locuciones y a los enunciados fraseológicos. Cada taxonomía particular completaremos, desde el punto de vista subjetivo, con los ejemplos tomados de nuestro material recopilado.
Dado que no nos centramos en la fraseología del español de España dedicaremos un capítulo al español de América y uno al español de México, sobre todo a los cambios en el campo del léxico y a la fraseología mexicana. Para introducir la fraseología relacionada con la gastronomía presentaremos, brevemente, la comida mexicana, su historia y costumbres y platos típicos preparados en este territorio.
A continuación expondremos nuestro material recopilado el cual abarca una totalidad de 281 unidades fraseológicas con el componente gastronómico. Este nos servirá de punto de partida de nuestro análisis con el que concluiremos todo el trabajo. Realizaremos el análisis según dicha clasificación, es decir, colocaremos las unidades de nuestro material recopilado en las esferas adecuadas. También analizaremos las unidades desde el punto de vista tipológico añadiendo, al final, el análisis formal.
LENGUA COMO SISTEMA DE COMUNICACIÓN
¿Cuál es el recurso más complejo y más elaborado que nos rodea durante toda nuestra vida? Sin duda alguna, es la lengua, un sistema completo que nos diferencia del resto de la naturaleza viva. Por ejemplo, gracias a la lengua podemos formar sociedades complejas u organizar otros sistemas de comunicación. En resumidas cuentas, el lenguaje humano constituye un fenómeno bastante especial y no cabe duda de que su estudio es relevante, ya que nacemos con la predisposición no solo para aprender nuestra lengua materna, sino cualquier otra.
Es importante destacar que el lenguaje (código1), es un instrumento de la comunicación que permite el intercambio de información dentro de un proceso, en donde se presenta una sucesión constante de acontecimientos o actividades. El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE)2 define la comunicación con las siguientes nueve acepciones:
1. f. Acción y efecto de comunicar o comunicarse.
2. f. Trato, correspondencia entre dos o más personas.
3. f. Transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor.
4. f. Unión que se establece entre ciertas cosas, tales como mares, pueblos, casas o habitaciones, mediante pasos, crujías, escaleras, vías, canales, cables y otros recursos.
5. f. Cada uno de estos medios de unión entre dichas cosas.
6. f. Papel escrito en que se comunica algo oficialmente.
7. f. Escrito sobre un tema determinado que el autor presenta a un congreso o reunión de especialistas para su conocimiento y discusión.
8. f. Ret. Figura que consiste en consultar la persona que habla el parecer de aquella o aquellas a quienes se dirige, amigas o contrarias, manifestándose convencida de que no puede ser distinto del suyo propio.
9. f. pl. Correos, telégrafos, teléfonos, etc.
Dicho con pocas palabras, las personas se están comunicando al interactuar entre sí. Así la comunicación se convierte en el proceso mediante el cual se transmiten mensajes: pensamientos, ideas, emociones a otros seres humanos. No obstante, para que la lengua pueda desempeñar su función de medio de comunicación, Raúl Ávila explica en su publicación La lengua y los hablantes (1983), que es indispensable que los participantes del diálogo conozcan la misma lengua (código). Las distintas lenguas codifican el mismo contenido semántico pero, por otro lado, sustituyen el mismo significado por distintas palabras y frases.
Para mejorar la función comunicativa de la lengua y transmitir informaciones concretas hay que conocer bien el lenguaje utilizado/la lengua y, sobre todo, su léxico. Éste sufre cambios muy profundos y rápidos. En un principio, la lengua materna la aprendemos escuchando. Para aprender una segunda lengua es necesario dar las explicaciones mediante las cuales indicamos cuáles son los elementos y cuáles las reglas de cada lengua. Si hubiéramos aprendido la segunda lengua en el día a día tendríamos un conocimiento inconsciente.3
No obstante, para aprender y dominar bien una segunda lengua, en este caso el español, hay que darse cuenta de la inmensa cantidad de diferencias de expresión. Conversando con hispanohablantes de diferentes países nos sorprendemos ante la multiplicidad de frases hechas, dichos, refranes, proverbios, etc. Por ello, para interactuar con hispanohablantes sin mayores dificultades, hay que aprender las diferentes formas de expresión. La disciplina que abarca todas estas distinciones y las estudia detalladamente se llama fraseología.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN COMO TEMA CONDUCENTE AL APRENDIZAJE DE LA FRASEOLOGÍA
Es innegable la creciente e imparable importancia que tienen los medios de comunicación en la vida de la mayoría de las personas. Por tanto, se propone el papel que pueden desempeñar los medios de comunicación en la enseñanza del español como lengua extranjera. Se trata de relacionar dichos medios con el proceso de enseñanza y aprendizaje de la fraseología, es decir, el aprendizaje de las unidades fraseológicas.
El alumno, muy a menudo, se va a encontrar con estas unidades fraseológicas en textos escritos y en sus prácticas orales, por lo que deberá tener pleno conocimiento de ellas. Todos los lingüistas e investigadores en general opinan que las unidades fraseológicas son difíciles de enseñar pero cada alumno de una lengua extranjera quiere dominarlas. Siente la necesidad de emplearlas, ya que lo hace también en su propio idioma.
Algunos aspectos que engarzan la enseñanza de las unidades fraseológicas con el tema de los medios de comunicación se relacionan con el componente cultural de las lenguas. Se trata de que uno de los requisitos para la implementación de medios más naturales en el programa de estudio: sea la radio, la prensa o la televisión.
Simplemente la mayoría de las unidades fraseológicas forman parte de la vida cotidiana y el presente trabajo se centra en las unidades fraseológicas relacionadas con gastronomía.4
FRASEOLOGÍA Y DEFINICIÓN DE SU CONCEPTO
Debido a que la idea inicial del nacer de la fraseología y su estudio parte de la lengua como del sistema de comunicación que forma parte de la lingüística, sería adecuado y conveniente considerar la fraseología como una rama de este estudio científico. Sin embargo, habitualmente es olvidada en las investigaciones sobre lengua.
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define la fraseología con las siguientes cinco acepciones:
1. f. Conjunto de modos de expresión peculiares de una lengua, de un grupo, de una época, actividad o individuo.
2. f. Conjunto de expresiones intrincadas, pretenciosas o falaces.
3. f. palabrería.
4. f. Conjunto de frases hechas, locuciones figuradas, metáforas y comparaciones fijadas, modismos y refranes, existentes en una lengua, en el uso individual o en el de algún grupo.
5. f. Parte de la lingüística que estudia las frases, los refranes, los modismos, los proverbios y otras unidades de sintaxis total o parcialmente fijas.
No ociosamente se dice que la fraseología es un verdadero pozo de la sabiduría popular. El uso de las unidades fraseológicas en la vida cotidiana se caracteriza sobre todo por el matiz expresivo que contienen. El hecho de dar prioridad a un fraseologismo en vez de una palabra resulta más llamativo y también facilita a los hablantes expresar sus sentimientos que se manifiestan con dicha información presentada.
Pero a pesar del uso frecuente de términos y expresiones fraseológicas, representa la fraseología una de las partes más complejas y difíciles de la lingüística. Se trata sobre todo de la definición del concepto de la fraseología. Pero graves problemas causa también la demarcación de los rasgos característicos de las unidades fraseológicas y también su clasificación de varios tipos de fraseologismos.
Hoy en día se nos presenta una gran cantidad de distintos lingüistas quienes explican el concepto de la fraseología de diferente manera. Gloria Corpas Pastor, autora del Manual de la fraseología española, ofrece la explicación de que la fraseología es «subdisciplina de la lexicología que estudia aquellas combinaciones estables de unidades léxicas formadas por más de dos palabras gráficas y cuyo límite superior se sitúa en el nivel de la oración compuesta» (Corpas Pastor, 1996, p.269).
Sin embargo, ¿es correcto clasificar la fraseología solamente como una subdisciplina de la lexicología? Montoro del Arco define la fraseología como «[...] un tecnicismo especializado para un determinado tipo de estructuras y unidades y para la disciplina que da cuenta de ellas, [...]» (Montoro del Arco, 2005, p.181). Al mismo tiempo, en su tesis doctoral propone tres posibilidades de cómo considerar la fraseología. Ésta puede ser tratada como una parte de la lexicología, como un objeto interdisciplinar de estudio que no pertenece únicamente a una disciplina en concreto o como una disciplina exclusivamente autónoma.
Como ya nos dimos cuenta, es difícil formular una sola y exacta definición de la fraseología y su concepto, por lo que no vamos a dedicarnos más a este tema. Además el objeto de nuestro trabajo se refiere más a la parte práctica de la fraseología, exactamente al campo relacionado con la gastronomía.
BREVE RECORRIDO DE LA HISTORIA DE LA FRASEOLOGÍA
Fraseología es una disciplina bastante reciente. Sin embargo, ya desde los tiempos antiguos los hombres se sentían atraídos por combinar y unir las palabras para poder expresar sus ideas y sentimientos lo que indudablemente forma parte de cada individuo hasta hoy en día. Con el humanismo viene la pasión por estudiar tanto las combinaciones libres determinadas por ciertas reglas de una lengua como las estructuras prefabricadas y fijas. Este interés dio origen a la paremiología, una disciplina cuyo objeto es el estudio de los refranes.
En el año 1500, Erasmo de Rotterdam publica su obra llamada Adagia (1500) en la cual dedica un cierto espacio al estudio del proverbio y sus características generales como la popularidad, la brevedad, la generalidad, la belleza formal, el contenido moral y la expresión metafórica. No obstante, hace falta subrayar que todavía no hace distinciones entre proverbio y refrán.
La primera colección de refranes en español, llamada Refranes que dizen las viejas tras el fuego, se data del siglo XV. Un siglo después está recopilada por el Marqués de Santillana en dos ediciones del año 1512 y 1550. Con el aumento del afán por la compilación de refranes aparece en el año 1549 otra colección muy importante con el título Libro de refranes compilado por el orden del ABC, en el cual se contienen quatro mil y trezientos refranes. El más copioso que hasta hoy ha salido impresso de Pedro Vallés (1549).
Desde el siglo XVII se está ampliando el interés por refranes y proverbios y junto con sentencias populares y frases proverbiales empiezan a formar parte de gramáticas como el Espexo general de la gramática en Diálogos de Ambrosio Salazar (1614) o de diccionarios generales como el Tesoro de la lengua española de Sebastián Covarrubias (1611). Aparecen también recopilaciones especializadas como los Refranes o proverbios en romance de Hernán Núñez o colecciones especializadas como el Vocabulario de Refranes y Frases Proverbiales y otras formas comunes en la Lengua Kastellana en que van todos los impresos antes y otra gran copia de Maestro Gonzalo Correas (1627).
En el siglo XIX aumenta aún más el interés por las investigaciones populares. Y son, sobre todo, los folcloristas los que estudian el fenómeno de los proverbios y refranes. Las obras más significativas publicadas en aquellos tiempos son el Refranero general español (1874), el Diccionario de modismos, voces populares y frases hechas, puramente castellanas de Ramón Caballero (1891), el Diccionario de frases de los autores clásicos españoles o Diccionario de Refranes. Adagios y Locuciones proverbiales, con su exacta o más aproximada correspondencia en francés y viceversa de José María Sbarbi (1851).
Sin embargo, hasta el siglo XX no se puede hablar de fraseología como la conocemos ahora. Hasta que Charles Bally, supuesto fundador de la fraseología de Europa occidental, comienza a usar este término con el mismo valor de hoy en día. Sus investigaciones las enriquece con observaciones sobre la existencia de homónimos entre unidades fraseológicas y combinaciones libres de palabras.
Simplemente, el hombre desde siempre se ha sentido atraído por las combinaciones establecidas y utilizadas cotidianamente. En los años 40 del siglo XX vienen a la escena los investigadores de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y comienzan a sistematizar las unidades fraseológicas. En aquella época se origina la fraseología como disciplina científica. El impulsor principal y el máximo representante de la Escuela Soviética es Viktor Vladimirovich Vinogradov. Éste proporciona bases teóricas y conceptos fundamentales para las siguientes investigaciones fraseológicas.
Otro investigador muy importante, maestro de la lexicografía y uno de los primeros en abordar los difíciles problemas que plantea el deslinde de las distintas unidades fraseológicas, es Julio Casares. En el año 1950 publica su manual de la Introducción a la lexicografía moderna en el cual se dedica a la delimitación y clasificación de diferentes tipos de locuciones, refranes, modismos y otras construcciones pluriverbales.
En los años sesenta se da otra dimensión a la fraseología y a las unidades fraseológicas cuando «Eugenio Coseriu (1966) establece la distinción entre la técnica libre del discurso y el discurso repetido» (Corpas Pastor, 1996, p.32). Una década después Alberto Zuluaga publica su tesis doctoral basada en las investigaciones soviéticas. Habla sobre todo de la complementación de la clasificación de las unidades fraseológicas que planteó Julio Casares. Y en los años ochenta tienen origen las obras de Zoila Victoria Carneado Moré y Antonia María Tristá Pérez, dos lingüistas cubanas cuyo objeto del estudio es la escasez en la descripción semántica de los fraseologismos.
En los últimos años ha crecido el interés por estudiar las unidades fraseológicas en el contexto. En la escena aparecen muchos autores que se dedican a la investigación. En el primer lugar merece ser mencionado Gloria Corpas Pastor con su Manual de fraseología española. Se trata de una obra bastante compleja ya que contiene tanto la clasificación de las colocaciones, locuciones y enunciados fraseológicos como un estudio detallado de sus aspectos formales, semánticos y pragmáticos. Es evidente que este libro logra resolver tanto las dudas y faltas de claridad como otros problemas existentes hoy en día en la fraseología española.
Está claro que se han publicado muchas obras fraseológicas más. Entre los demás autores pertenecen Leonor Ruiz Gurillo, Alonso Ramos, Mario García-Page Sánchez, Juan Martínez Marín, Maribel González Rey, José Luis Mendívil Giró, Gerd Wotjak, Kazumi Koike o Igor Aleksandrovič Mel'čuk. Pero ya que no tienen mucho sentido para nuestro trabajo no los vamos a mencionar aquí detalladamente.
CONEXIÓN ENTRE FRASEOLOGÍA Y OTRAS DISCIPLINAS LINGÜÍSTICAS
Entre los filólogos y lingüistas se distinguen los que se interesan más por la lingüística general y los que pretenden dedicarse al estudio de una lengua determinada, en nuestro caso sería la española. Un conflicto muy parecido aparece en el ambiente fraseológico. Muy a menudo se discute si la fraseología es una disciplina dependiente o tiene carácter interdisciplinar.
Hay autores que opinan que «se trata de una disciplina independiente, puesto que estudia un ámbito relativamente autónomo de la lengua y dispone de un objeto independiente y de un método científico y descriptivo específico» (Ruiz Gurillo, 1997, p.34). Sin embargo, no todos los autores sostienen su autonomía. Muchos lingüistas comparten la opinión de que «los fenómenos que definen el hecho fraseológico, aunque resultan adecuados para explicarlo, no son exclusivos, puesto que principios como la combinabilidad, la idiomaticidad o la defectividad se hallan en otros procesos lingüísticos» (Ruiz Gurillo, 1997, p.37). En este caso fraseología se relaciona con otras disciplinas lingüísticas, sobre todo con la lexicología, la estilística, la lexicografía, la paremiología y la sintaxis.
Según algunos lingüistas, como Coseriu o Pottier, la conexión más estrecha es evidente entre la fraseología y la lexicología. Sin duda alguna, son las palabras las que forman la base de las unidades fraseológicas. Y puesto que las palabras son las unidades del sistema léxico de cada lengua, la fraseología se suele relacionar con la lexicología y su relación puede ser explicada desde el punto de vista funcional.
Otro grupo de autores está de acuerdo con la opinión de que la fraseología está relacionada con la estilística. La supuesta relación entre estas disciplinas proviene del objeto del estudio de las dos. Ambas examinan los desvíos e irregularidades y las elecciones de los hablantes tanto nativos como extranjeros desde el punto de vista de la norma lingüística. Por fraseología entendemos, en este caso, «un nivel de la estilística, con la misma independencia que otros niveles integrados en ella, como la sintaxis o la lexicología» (Ruiz Gurillo, 1997, p.38).
Según hemos mencionado más arriba, existe también una cierta conexión entre la fraseología y la lexicografía y una cierta correlación entre la fraseología y la paremiología. Algunos autores tratan la fraseología desde el punto de vista de estas dos disciplinas. Y justamente con la segunda correlación surge la pregunta si las unidades fraseológicas deben ser incluidas en el diccionario general o especializado o no.
Para concluir el tema de la correlación de la fraseología con otras disciplinas mencionaremos una cita de Ruiz Gurillo en la cual está de acuerdo con que:
[...] la fraseología ya no se concibe como un punto aislado del continuo lingüístico, sino como confluencia de diversas disciplinas. Ello significa, a nuestro modo de ver, reconocer la autonomía de la fraseología para poder dar una explicación satisfactoria de sus mecanismos, y al mismo tiempo, reconocer su capacidad de proyección hacia el exterior como recurso ejemplificador y explicativo de un buen número de fenómenos del lenguaje. (Ruiz Gurillo, 1997, p.42).
Simplemente, Ruiz Gurillo, al igual que la mayoría de los lingüistas de hoy en día, está a favor de que la fraseología, concentrándose al objeto de su estudio, se conciba como una disciplina autónoma. No obstante, es importante mencionar su interrelación con otras disciplinas como la lexicología, la sintaxis, la morfología, la pragmática, la semántica, la psicolingüística, la historia y la sociolingüística.
UNIDAD FRASEOLÓGICA
Como hemos mencionado anteriormente, el Diccionario de la Real Academia Española define la fraseología con cinco acepciones. También existe una gran heterogeneidad en la denominación genérica del objeto de estudio de la fraseología. La inestabilidad en los distintos tipos de combinaciones de palabras se refiere sobre todo a la gran cantidad de lingüistas de los cuales cada uno da prioridad a diferente término en vez de elegir un término común.
Las denominaciones propuestas más manejadas son expresión fija (Zuluaga, 1980; García-Page Sánchez, 1990; Martínez Marín, 1991), unidad pluriverbal lexicalizada y habitualizada (Haensch et al., 1982; Corpas Pastor, 1994), expresión pluriverbal (Casares, 1950), unidad léxica pluriverbal (Hernández, 1989) o unidad fraseológica, fraseologismo o fraseolexema (Zuluaga, 1980, Haensch et al., 1982; Carneado Moré, 1985; Tristá Pérez, 1988; Martínez López, 1996; Corpas Pastor, 1996; Sancho, 1999).5
Ahora surge la pregunta cuál de las denominaciones mencionadas es la más prestigiosa y más adecuada. Hoy en día los críticos especializados prefieren el uso de las denominaciones fraseologismo y unidad fraseológica. Sobre todo los lingüistas alemanes optan por el término fraseologismo. Al contrario, Corpas Pastor maneja el término de la unidad fraseológica porque según ella se trata de:
[...] término genérico, que va ganando cada vez más adeptos en la filología española, goza de una gran aceptación en la Europa continental, la antigua URSS y demás países del Este, que son, precisamente los lugares donde más se ha investigado sobre los sistemas fraseológicos de las lenguas. (Corpas Pastor, 1996, p.18).
Y exactamente por estas razones dadas por Corpas Pastor, manejaremos el término de la unidad fraseológica en nuestra tesis también.
¿Y qué es entonces la unidad fraseológica? Lo evidente, sin estudios previos, es que se trata de una combinación de palabras que forma parte del segmento de habla. Se constituye por repetición de la forma dada, anteriormente como plagios o parodias, y su consecuente reproducción sin alteración de la forma original.
Sin embargo, la heterogeneidad de los lingüistas en sus opiniones sobre los conceptos básicos de la fraseología causa varias discrepancias. Por ejemplo, Corpas Pastor, considerada una de las autoras más citadas hoy en día, ofrece en su Manual de la fraseología española unas explicaciones más científicas y más detalladas aunque todavía no existen caracterizaciones globales. Dado que por su funcionamiento actual tienen las unidades fraseológicas el status de unidades de lengua, Corpas Pastor las define como:
-
expresiones formadas por varias palabras,
-
unidades que están institucionalizadas,
-
unidades estables en diverso grado,
-
unidades que presentan cierta particularidad sintáctica o semántica,
-
unidades que tienen la posibilidad de variación de sus elementos integrantes, tanto variantes lexicalizadas en la lengua como modificaciones ocasionales en el contexto. (Corpas Pastor, 1996, pp. 19−20).
Resumiendo todo lo dicho arriba, las unidades fraseológicas, según Corpas Pastor, son:
Unidades léxicas formadas por más de dos palabras gráficas en su límite inferior, cuyo límite superior se sitúa en el nivel de la oración compuesta. Dichas unidades se caracterizan por su alta frecuencia de uso, y de coaparición de sus elementos integrantes; por su institucionalización, entendida en términos de fijación y especialización semántica; por su idiomaticidad y variación potenciales; así como por el grado en el cual se dan todos los aspectos en los distintos tipos. (Corpas Pastor, 1996, p.20).
Para subrayar el valor y el beneficio de la definición de la unidad fraseológica de Corpas Pastor, mencionamos también la de Martínez Marín. Él viene con una definición más general, ya que según él la unidad fraseológica es «el tecnicismo que se ha extendido hace unos años en la lingüística hispánica para denominar a las formas que constituyen la fraseología del español» (Martínez Marín, 1999, en González Calvo; Montero Curiel; Terrón González, 1999, p.106).
Montoro del Arco tampoco está de acuerdo con todo lo afirmado por Corpas Pastor en su definición. Niega sobre todo el hecho que de las unidades fraseológicas sean unidades léxicas y que de esta manera la fraseología forme parte de la lexicología. En su definición habla también de aspectos y rasgos característicos de las unidades fraseológicas.
Las unidades fraseológicas [...] son segmentos lingüísticos pluriverbales (formados por dos o más palabras gráficas) cuyos componentes han perdido parte de sus propiedades paradigmáticas y sintagmáticas propias [...] y que se comportan como una unidad institucionalizada: en el plano morfosintáctico, manifiestan un determinado grado de fijación formal, y un determinado grado de variación potencial fija, desde el punto de vista semántico presentan un determinado grado de idiomaticidad o especialización semántica, desde el punto de vista pragmático, se caracteriza por haber adquirido valores que afectan especialmente a alguna de las instancias de la comunicación [...] (Montoro del Arco, 2005, p.180).
García-Page Sánchez, en su publicación llamada Introducción a la fraseología española, explica la unidad fraseológica demasiado detallada y complejamente. Advierte que para entender bien el término es necesario tomar en cuenta todos los puntos de vista: las opiniones de lingüistas tanto alemanes como norteamericanos y rusos, el sentido de la unidad fraseológica en sus orígenes o la posibilidad de ser un sinónimo de otros términos utilizados. Siempre añade la comparación con los demás.
Unidad fraseológica es, casi con toda seguridad, el término más ampliamente aceptado en la actualidad y el adoptado por la mayoría de los estudiosos, […] no está exento de problemas y su uso genérico oculta ciertos desajustes, sobre todo relativos a la designación. Así, la unidad fraseológica tenía en sus orígenes un sentido más restringido que actualmente […]. Asimismo, tal término funciona unas veces como sinónimo del resto de términos y otras no; por ejemplo idiomatismos o expresiones idiomáticas− cuando estas denominaciones son empleadas en el sentido de que están gobernadas especialmente por el rasgo semántico de la idiomaticidad− constituyen un tipo especial. Lo mismo cabría decir, por ejemplo, de los refranes y las colocaciones en las concepciones anchas de la fraseología, donde unidad fraseológica es un hiperónimo. En las concepciones estrechas de la fraseología, […] unidad fraseológica equivaldría prácticamente a la locución y a modismo (García-Page Sánchez, 2008, p.16).
Sería muy difícil establecer una frontera fija entre diferentes tipos de unidades fraseológicas. Y tampoco queremos intentar formular una nueva definición de la unidad fraseológica. Sin embargo, hemos llegado a la conclusión que las unidades fraseológicas son combinaciones de dos o más palabras caracterizadas por diversas propiedades. La distinción depende sobre todo de las propiedades esenciales. Esas son la fijación y la idiomaticidad de las que vamos a hablar más adelante.
RASGOS Y CARACTERÍSTICAS DE LAS UNIDADES FRASEOLÓGICAS
A continuación, nos centraremos en los rasgos y las características de unidades fraseológicas. Muchos materiales fraseológicos hablan de una cierta defectividad de unidades fraseológicas con la norma lingüística. Por eso elegimos una sola lingüista, Corpas Pastor, y nos concentraremos en su Manual de fraseología española. Hay que añadir que Corpas Pastor maneja el término unidad fraseológica y viene con la definición más adecuada y comprensible tanto por su carácter científico y detallado como por ser el manual lo suficiente elaborado para ser entendido por los estudiantes.
Nuestra decisión también está basada en el hecho de que la diversidad de los lingüistas y sobre todo sus opiniones referentes a los conceptos básicos de la fraseología causan ambigüedades, confusiones y faltas de claridad. Todas estas irregularidades suponen sus discrepancias y particularidades en este ámbito. La diversidad de los autores también influye en los rasgos y las características de unidades fraseológicas, sobre todo en el número de cualidades y propiedades existentes.
Por ejemplo, García-Page Sánchez hace en su manual una explicación minuciosa. Sin embargo, no separa los rasgos y las características de las unidades fraseológicas de los de las locuciones.
Los rasgos que suelen aportarse para la caracterización de la unidad fraseológica (en sentido amplio) –que han de ser aplicables a la locución−, no son unívocos ni exclusivos: estructura compleja formada por al menos dos palabras, fijación o estabilidad y variación potencial, idiomaticidad, institucionalización (García-Page Sánchez, 2008, p.23).
Por lo tanto, utilizamos el manual de Corpas Pastor para nuestra muestra de los rasgos de las unidades fraseológicas. La autora distingue seis siguientes razgos: frecuencia, institucionalización, estabilidad, idiomaticidad, variación y gradación.
FRECUENCIA
La frecuencia de unidades fraseológicas se considera ser uno de los rasgos más destacados y sobresalientes. Se presenta en dos vertientes:
-
frecuencia de coaparición,
-
frecuencia de uso.
La frecuencia de coaparición, a veces mencionada bajo el término de la frecuencia de aparición «para referirse al número relativo de apariciones de un determinado elemento en una muestra representativa de contextos» (Corpas Pastor, 1996, p.20), es la que presentan «aquellas unidades fraseológicas cuyos elementos constituyentes aparecen combinados con una frecuencia de aparición conjunta superior a la que cabría esperar según la frecuencia de aparición individual de cada palabra en la lengua» (Corpas Pastor, 1996, p.20−21). Al contrario, la frecuencia de uso se refiere a la frecuencia de uso de las unidades fraseológicas como tal.
INSTITUCIONALIZACIÓN
La institucionalización es otro rasgo de unidades fraseológicas al cual se llega mediante la frecuencia de aparición y la repetición de unidades fraseológicas. A veces aparece bajo la denominación de convencionalización o reproducibilidad. La institucionalización entonces refleja el modo de las producciones lingüísticas del hablante. No obstante, no se trata de la creación de sus propias combinaciones originales de palabras sino del uso de las combinaciones ya creadas y reproducidas varias veces en el discurso. Dichas combinaciones tienen luego función de unidades del lexicón mental y se emplean como entidades complejas.
ESTABILIDAD
El siguiente rasgo de unidades fraseológicas lo llamamos la estabilidad porque incluye tanto los fenómenos de institucionalización (ésta presenta la fijación y la especialización semántica) como los de lexicalización. La fijación según Zuluaga es «la propiedad que tienen ciertas expresiones de ser reproducidas en el hablar como combinaciones previamente hechas» (Zuluaga Ospina, 1975, p.230). Hay que subrayar que la fijación no es homogénea para todos los participantes del discurso, se trata de un rasgo arbitrario y establecido por el uso. Existen varios tipos de fijación y según Thun se difiere:
-
fijación interna,
-
fijación externa (Thun, 1978, en Corpas Pastor, 1996, p.24).
La fijación interna se refiere a la fijación material y la fijación de contenido y es aquella a la que se inclina Zuluaga (Zuluaga Ospina, 1975, p.227) en su establecimiento de los cuatro tipos de las propiedades de la fijación:
-
fijación del orden de los componentes y su inalterabilidad,
-
fijación de categorías gramaticales (de tiempo, persona, numero, género) y su invariabilidad,
-
fijación en el inventario de los componentes y su inmodificabilidad,
-
fijación en la transformación a los componentes y su insustituibilidad.
Otro tipo de fijación, la fijación externa, se diversifica, según ha mencionado Thun, en cuatro subtipos:
-
fijación situacional,
-
fijación analítica,
-
fijación pasemática,
-
fijación posicional.
Con la fijación situacional se refiere Thun a la que se da como «combinación de ciertas unidades lingüísticas en situaciones sociales determinadas, como ocurre en las expresiones de saludo del tipo Encantado de conocerle» (Corpas Pastor, 1996, p.24). La fijación analítica es la que se da como «consecuencia del uso de determinadas unidades lingüísticas para el análisis ya establecido del mundo, frente a otras unidades igualmente posibles teóricamente» (Corpas Pastor, 1996, p.24). La fijación pasemática tiene su origen en «el empleo de las unidades lingüísticas según el papel del hablante en el acto comunicativo» (Corpas Pastor, 1996, p.24). Y por último viene la fijación posicional la que se caracteriza como «la preferencia de uso de ciertas unidades lingüísticas en determinadas posiciones en la formación de textos, como ocurre en los encabezamientos y despedidas de las cartas» (Corpas Pastor, 1996, p.24).
Junto con la fijación viene unida la segunda peculiaridad de la institucionalización lo que es la especialización semántica. Antes de hablar de la especialización semántica las expresiones deben de globalizarse y estabilizarse, es decir, convertirse las no idiomáticas en idiomáticas.
Una vez que, a diferencia de lo que ocurre con las combinaciones libres de palabras, se establece una asociación directa y unívoca entre la unidad fraseológica y su interpretación semántica por parte de la comunidad hablante, dicha unidad ya está lista para sufrir un cierto cambio semántico. (Corpas Pastor, 1996, p.24).
Dado que existe una cierta conexión íntima entre los dos procesos se refleja en la siguiente definición: «Fijación Lex Proceso de gramaticalización mediante el cual se consolida paulatinamente el uso, exclusivo o no, de ciertas palabras en una expresión dada hasta formarse un significado conjunto inanalizable, p. ej. más o menos, a fin de cuentas» (Corpas Pastor, 1996, p.25).
Ya que toda expresión que presente especialización semántica es fija, primero ha de producirse la fijación para que luego pueda suceder un cambio semántico. La especialización semántica presenta dos vertientes principales cuya cualidad es reflejar fenómenos con carácter de universales fraseológicos. Se trata de:
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lexicalización que se obtiene como resultado de la adición de significado (p. ej. poner el dedo en la llaga). En ésta se manifiesta el paso de lo particular, físico y concreto a lo general, psíquico y abstracto,
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lexicalización que se obtiene como resultado de la supresión de significado (p. ej. hacer alusión).
IDIOMATICIDAD
Bajo la denominación de idiomaticidad se entiende una especialización o lexicalización semántica en su grado más alto. Se trata de «aquella propiedad semántica que presentan ciertas unidades fraseológicas, por la cual el significado global de dicha unidad no es deducible del significado aislado de cada uno de sus elementos constitutivos» (Corpas Pastor, 1996, p.26).
A lo largo del tiempo, la idiomaticidad se ha considerado uno de los rasgos esenciales de la unidad fraseológica, sobre todo en la tradición anglo-norteamericana. No obstante, últimamente, se renuncia a lo esencial, ya que no todas las unidades fraseológicas son idiomáticas, y predomina la peculiaridad potencial. Con la idiomaticidad se une muy estrechamente el significado idiomático, o sea significado denotativo figurativo o traslaticio. Se trata de aquel significado que viene como consecuencia de procesos de los fenómenos de metáfora y metonimia.
VARIACIÓN
La variación fraseológica se caracteriza como un fenómeno mediante el cual se puede medir la regularidad del sistema fraseológico, es decir, la regularidad de un sistema fraseológico dado depende del número de variaciones, transformaciones y modificaciones de los fraseologismos de una lengua.
Sin embargo, para llegar a entender bien este fenómeno hay que explicar la diferencia entre variantes y variaciones. Según Zuluaga (Zuluaga Ospina, 1975, pp.241−242) para que se pueda hablar de dos unidades fraseológicas como de variantes, éstas deben:
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presentarse dentro de una misma lengua funcional,
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no presentar diferencias de significado,
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ser libres e independientes de los contextos en los que aparecen,
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ser parcialmente idénticas en su estructura y en sus componentes,
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ser fijas, en el sentido de que formen parte de una serie limitada y estable.
Según Dobrovoľskij hay que distinguir las variantes estructurales que son «aquellas variaciones concernientes al uso de preposiciones, artículos, número y orden de constituyentes, formas acortadas de constituyentes o número gramatical de los mismos, que no cambian la organización interna de las unidades fraseológicas» (Dobrovoľskij, 1988, en Corpas Pastor, 1996, p.28). Otro tipo representan sinónimos estructurales fraseológicos que se diferencian por la congruencia estructural completa y la identidad parcial del complemente léxico.
Para exponer una buena explicación de las variantes es muy necesario mencionar la existencia de las modificaciones creativas de estas unidades fraseológicas. Éstas, para que sean reconocibles, tienen que cumplir cierto grado de la modificación, el cual es directamente proporcional al grado de fijación de la mismas, «así, cuanto mayor es su fijación, y por ende su institucionalización, más posibilidades hay de que sufran modificación en el discurso, y de que tal modificación y su efecto sean reconocidos por los hablantes» (Corpas Pastor, 1996, p.29).
GRADACIÓN
La gradación es la siguiente característica de las unidades fraseológicas y no es aparente solamente en estructuras semánticas, sino también en otras características, como la institucionalización, la fijación estructural o la variación. Varios autores toman la gradación como base de sus clasificaciones de unidades fraseológicas. Uno de los más destacados es Carter (1989b [1987], en Corpas Pastor, p.31) quien mediante la gradación forma su clasificación de unidades fraseológicas en el inglés. Divide las unidades fraseológicas en diferentes grupos tomando en cuenta el grado de todas las características mencionadas hasta ahora que las presentan. A dicha clasificación de Carter corresponde, de cierta manera, la de Zuluaga para el español. Éste trata las unidades fraseológicas con el significado literal.
CLASIFICACIONES DE LAS UNIDADES FRASEOLÓGICAS
Puesto que ya nos hemos ocupado de la definición de la fraseología, de su historia y conexión entre otras disciplinas, así como, del término unidad fraseológica, sus rasgos y características, ahora nos falta explicar el tema de la clasificación de estas unidades. En el siguiente capítulo nos dedicaremos a la clasificación o a la taxonomía de las unidades fraseológicas, la cual se considera un tema bastante complicado y problemático de la fraseología.
Antes de concentrarnos meramente en una sola taxonomía de las unidades fraseológicas haremos mención de todas las clasificaciones existentes, desde el punto de vista cronológico. Estas se diferencian entre sí según el criterio formal, funcional, estilístico y semántico. También depende del tipo de la concepción; ancha o estrecha, cuyo criterio distintivo es la amplitud o, al contrario, la estrechez del objeto de estudio de la fraseología. La concepción ancha, en sentido amplio, incluye unidades fraseológicas de diverso tipo: tanto las que funcionan dentro de la oración y muestran mayor grado de fijación e idiomaticidad y son equivalentes a palabras o sintagmas, como unidades que superan estas estructuras y presentan autonomía sintáctica y enunciativa. La concepción estrecha, en sentido estricto, se limita a las combinaciones fijas de palabras equivalentes por su estructura a un sintagma.
Con la primera clasificación de las unidades fraseológicas viene J. Casares en los años cuarenta del siglo XX. Luego, en los años sesenta da la siguiente clasificación E. Coseriu (1966). En el año 1978, H. Thun establece su clasificación dedicada a las lenguas romances y, dos años después, A. Zuluaga (1980) complementa y perfecciona la clasificación de J. Casares. En el año 1982 aparece el trabajo de G. Haensch et.al en el cual contribuyeron con sus diversas aportaciones autoras como Z. V. Carneado Moró y A. M. Tristán Pérez. En el año 1996 publica su clasificación Corpas Pastor y un año después Ruiz Gurillo (1997, 1998).
A continuación, nos centraremos en las taxonomías más representativas y las más citadas entre los investigadores, las cuales son, en nuestra opinión, muy útiles, ya que por su sentido contribuyen a nuestro trabajo.
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