Porcentaje que tuvo la primera
relación sexual antes de cumplir:
Porcentaje
que nunca
ha tenido
relaciones
|
Número
de
entre-
vistadas
|
Edad
mediana
la primera
relación
|
15
|
18
|
20
|
22
|
25
|
15-19
20-24
25-29
30-34
35-39
40-44
45-49
20-49
25-49, 2000
25-49, 1996
|
5.1
6.8
6.4
8.6
9.0
9.4
9.1
8.0
8.3
9.2
|
NA
33.7
35.4
38.3
39.6
38.5
40.4
37.2
38.2
39.0
|
NA
53.7
55.7
59.4
58.5
60.0
57.7
57.2
58.2
58.2
|
NA
NA
67.8
72.5
70.6
73.2
71.5
69.3
71.0
70.7
|
NA
NA
79.8
83.8
83.1
82.7
82.1
78.6
82.2
82.2
|
77.8
34.2
14.7
5.4
4.0
2.5
2.6
12.4
6.5
5.9
|
5,654
4,739
4,245
4,077
3,476
3,132
2,529
22,198
17,459
17,534
|
-
-
19.3
18.9
18.9
18.9
19.0
19.1
19.0
18.9
|
NA: No aplicable
-: Menos del 50 por ciento de entrevistadas ha tenido su primera relación antes de cumplir la edad inferior del intervalo.
Fuente: INEI. Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2000. Lima, 2001. p. 87
|
Quintana & Vásquez (1999)18 y Cáceres (1999)19 al igual que otros estudios encontraron que el patrón de edad de inicio sexual se diferencia de acuerdo al sexo. La edad promedio de inicio sexual era de 15.2 en las mujeres y 14.5 en los varones. Los hombres comienzan su vida sexual antes.
Esta diferencia estaría relacionada a las construcciones culturales de la masculinidad que alienta la expresión sexual de los varones y reprime la expresión de la sexualidad en las mujeres.
Una característica común al inicio sexual es la falta de planificación, más de la mitad de las y los adolescentes reportan que su primera relación no estuvo planificada (52.9% y 67.6% respectivamente). Se señala también cierta presión de los varones sobre las mujeres, pues estas últimas reportan haber sido presionadas por sus parejas para tener relaciones sexuales, y aunque en menor proporción resulta significativo que también los varones mencionen la presencia de presión de parte de las mujeres. (Quintana & Vásquez, 1999)20
Respecto a la elección de la primera pareja sexual, tanto los estudios de Cáceres, como el de Quintana & Vásquez reportan la presencia del enamorado/a, fundamentalmente en las mujeres, los varones señalan el inicio sexual con una amiga. Las trabajadoras sexuales casi no son mencionadas entre los adolescentes, pero cobran importancia relativa entre jóvenes adultos.21
Los/as adolescente no iniciados sexualmente, al ser preguntados sobre su proyección sobre el inicio sexual señalan dos condiciones: la presencia de un afecto sincero y el deseo de estabilidad.22
-
Curiosidad sexual, masturbación y enamoramiento.
Quintana & Vásquez reportan que en una primera etapa las curiosidades se encuentran vinculadas con el crecimiento, el cuerpo y sus nuevas funciones; posteriormente con la “actuación” o ejercicio sexual propiamente dicho. En estas se incluyen las emociones y sentimientos que acompañan el proceso y que generan fantasías, temores y angustias difíciles de manejar por las y los adolescentes.23
En los varones en los primeros años la masturbación cautiva prioritariamente su atención, a medida que ésta se integra a sus vivencias, la preocupación se concentra en adquirir mayor experiencia y dominio respecto a su “actuación” sexual: como “comportarse” cómo varón y dar placer a su pareja.
Un tema que concita gran curiosidad e incluso ansiedad en la mayoría de adolescentes varones y mujeres, es saber como se realizan las relaciones sexuales.
En el caso de los varones la pornografía y en menor proporción el prostíbulo se convierten en fuentes de conocimiento sobre la sexualidad. Las mujeres, aunque no de modo generalizado encuentran en el grupo de amigas el espacio para explicitar sus dudas.
Respecto a la masturbación, Cáceres (1999), encuentra en su estudio que para los varones la masturbación es considerada como “normal” a ciertas edades. Inicialmente puede hasta dar “status”, pero a partir de cierta edad, cuestionaría la capacidad de conseguir parejas sexuales, desarrollar una vida sexual normal y hasta ser asociada con problemas mentales.24
Sebastiani & Segil25, encuentran que la masturbación es vista como un aspecto normal de la sexualidad en el caso de los hombres, pero es menos aceptada en el caso de las mujeres, sobre todo en el caso de las menores de 15 años.
Quintana & Vásquez (1999), encuentran que la experiencia de masturbación se presenta predominantemente en los varones, asociada a la presión social que ejerce el medio. En términos generales se observa desinformación, algunos identifican la menstruación como forma de masturbación, y algunas mujeres refieren desconocer cómo se masturba una mujer.26
Para las mujeres uno de los temas vetados es el autoerotismo, de él no se habla. Esto según los autores nos estaría indicando como el imperativo de represión de la sexualidad femenina mantiene su poder.
Una manifestación de la sexualidad que cobra importancia en la adolescencia es la aparición de relaciones de enamoramiento. Entre las mujeres está presente la desilusión y la decepción provocada por las razones poco equitativas en que se desarrollan la relación con los enamorados donde tienen que asumir un rol pasivo y en los varones se encuentra muy presente la prescripción respecto al control y dominio de las emociones debido a la fantasía de que el enamoramiento genera una situación de vulnerabilidad que las mujeres pueden utilizar.
Planificación familiar y necesidad insatisfecha:
Los resultados de la ENDES continua 200427 revelan que siete de cada diez mujeres en unión conyugal (71 %) usaban algún método anticonceptivo, que representa un incremento de dos puntos porcentuales al encontrado en la ENDES 2000. Este pequeño incremento correspondió casi en su totalidad a los métodos tradicionales, cuya prevalencia pasó de 18 a 22 % entre ambas encuestas; mientras que el uso de métodos modernos se redujo de 50 a 47 % entre ambos periodos.
En cuanto al uso de métodos modernos específicos, la inyección continúa siendo el método más utilizado (11 %) a pesar que disminuyó cuatro puntos porcentuales respecto a la ENDES 2000. Entre los métodos modernos que disminuyeron en el porcentaje de uso, se encuentra la esterilización femenina que pasó de 12 a 10 por ciento, el DIU de 9 a 7 % entre el 2000 y el 2004. Sin embargo, el uso del condón se ha incrementado en tres puntos porcentuales al pasar de 6 a 9 % en el mismo periodo.
De todos los métodos, ya sean modernos o tradicionales, el ritmo o abstinencia periódica continúa siendo el más utilizado. Es significativo su uso en mujeres que tienen entre 25 y 44 años de edad, en las que tienen menor nivel educativo, y entre las que tienen uno, dos, cuatro o más hijos.
Según la ENDES 2004, la prevalencia anticonceptiva por edad es menor entre las mujeres de 15 a 19 años (57%). Según Ragúz,28 es preocupante que el segundo método más usado en adolescentes sea el ritmo especialmente cuando un 77% de ellas no es capaz de identificar su ciclo fértil. Las altas tasas de discontinuidad de métodos se deben no solo a efectos colaterales sino también a embarazos no deseados, en la mayoría de casos.
Cuadro 6
Uso de Métodos Anticonceptivos entre mujeres en unión
Según área de Residencia y Región Natural
Años 2000 y 2004
Fuente: INEI. Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2004 (ENDES continua). Lima, 2005.
La ENDES continua 2004, señala que el 9 por ciento de las mujeres casadas o unidas estarían con necesidad insatisfecha de planificación familiar (10 % en el año 2000). Cabe resaltar, que la necesidad insatisfecha es mayor entre las mujeres más jóvenes, 17 % de las adolescentes (15 a 19 años), en comparación con apenas el 5 por ciento entre las mujeres de 45 a 49 años de edad.
Los niveles de necesidad insatisfecha revelan sólo en parte el potencial de la demanda de planificación familiar en el país. La información recolectada en la ENDES Continua 2004 permite estimar la demanda total de tales servicios, tanto para espaciar como para limitar. La demanda total incluye tres componentes29:
-
Las mujeres con necesidad insatisfecha de planificación familiar;
-
Las mujeres que actualmente están usando métodos anticonceptivos (necesidad o demanda satisfecha); y
-
Las mujeres actualmente embarazadas o amenorréicas que informaron falla de método pues quedaron embarazadas mientras lo usaban.
Mortalidad materna y aborto:
Según la ENDES 2000, la tasa promedio nacional de mortalidad materna es de 185 mujeres por cada 100 mil nacidos vivos.30
Cuadro 7
Evolución de la tasa de mortalidad materna por 100 mil nacidos vivos
Años: 1996-2000(*)
Evolución de la tasa de
mortalidad materna por
100 mil nacidos vivos, 1996-2000(*)
|
Año 1996
|
Año 2000
|
265
|
185
|
Fuente: Instituto Cuánto. Anuario estadístico “Perú en números 2002” (sobre la base de las ENDES 1996 Y 2000).
(*) Estimaciones hechas para los siete años anteriores a cada encuesta.
Tomado de COMITÉ DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS DE LA MUJER –CLADEM. Diagnóstico sobre la situación de los derechos sexuales y los derechos reproductivos: 1995-2002. Lima, 2003. p. 18
|
Para el año 2000, la tasa entre las mujeres de 15 a 19 años era de 308 muertes por cada 100 mil nacidos vivos, cifra superior en 60% a la tasa promedio nacional.
Según Ferrando (2004)31 el porcentaje de muertes maternas que corresponden a adolescentes luego de haber descendido en los años 2000 y 2001 (11.9 % y 11.1% respectivamente) volvió a incrementarse los años 2002 y 2003 (14.5% y 15.7% respectivamente).
Cuadro 8
Adolescentes (%) que mueren por causas maternas
Años: 1997-2003(*)
Adolescentes (%) que mueren por
causas maternas
|
Año
|
Muertes Maternas
|
% adolescentes
|
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
|
769
739
691
655
656
567
550
|
15.6
15.6
13.3
11.9
11.1
14.5
15.7
|
FERRANDO, Delicia. El aborto clandestino en el Perú. Nuevas evidencias. CMP Flora Tristán y Pathfinder International. Lima, Presentación en power point hecha el día 28 de Mayo 2004.
|
Según el Ministerio de Salud en el año 1998 el 11% de las muertes maternas se debió a aborto y el 88 % a causas obstétricas directas (hemorragias en el embarazo y en el parto, infecciones en el aparato genitourinario, parto obstruido o complicaciones en el puerperio) correspondiendo el mayor número de casos (51%) a mujeres en edades entre 15 y 24 años (CLADEM 2002)32
Entre las causas asociadas a la mortalidad materna, Anderson (2000)33 en un estudio en zonas rurales, señala la escasa valoración de las mujeres en sus entornos familiares y comunales a lo cual se ha aunado la intensificación de su trabajo debido a migraciones laborales forzosas de la familia, convirtiéndose el puerperio en peligroso debido a la escasez de mano obra en los núcleos familiares, y debido a que el poder de decisión sobre los recursos del grupo familiar que se requieren utilizar en caso de riesgo obstétrico, no está en manos del esposo ( quien generalmente valora más a la mujer) sino de la mujer o varón mayor de la familia.
Otro elemento que según Jeanine Anderson está presente en las muertes maternas es la “aversión al riesgo” y el acceso a dinero efectivo. El primero se explica en economías de escasez e inseguridad donde se teme una inversión sin que se confirme indiscutiblemente un riesgo real de muerte de la mujer embarazada.
Para esta investigadora, los bajos niveles en el uso de servicios de salud por parte de las mujeres embarazadas en el país son también un reflejo de las barreras étnicas y culturales, combinadas con los bajos niveles de educación femenina.
Si bien no existen cifras oficiales sobre el número de abortos inducidos practicados en el país existen estimaciones indirectas como las realizadas por Delicia Ferrando, que dan una idea sobre la magnitud del problema.34
Para el 2004 ella estimó que
se producirían 410 mil abortos y de ellos el 14% serán adolescentes. De todas las mujeres hospitalizadas por aborto: 10.4% tienen entre 15-19 años. La cifra ha aumentado notablemente desde el 2000 en que la misma investigadora estimó en 352,000 el número de abortos inducidos anualmente.35
ITS /VIH SIDA:
En el país de un total de 16,917 casos de SIDA notificados hasta el 31 de Mayo de 2005, -casos acumulados 1983-2004- al Ministerio de Salud, el 1% de ellos fueron transmitidos por vía parenteral, un 2% por vía vertical y un 97% por vía sexual.36
Al 2003 se notificaron 1,071 casos de Sida y 2,395 casos de VIH. A Mayo del 2005 se han notificado 699 casos de SIDA y 1,837 casos de VIH.
La razón de la enfermedad Hombre/Mujer se está acortando, así en el año 1990 la razón fue de 11.3 a 1 y en el año 2004 la razón se estimó en 3.32 a 1.
Cuadro 9
Casos de SIDA
según sexo y año de diagnóstico, 1995-2003
Casos de SIDA, según sexo y año de diagnóstico, 1995-2003
|
Años
|
1995
|
1996
|
1997
|
1998
|
1999
|
2000
|
2001
|
2002
|
2003
|
Hombres
Mujeres
Razón
Hombre/mujer
Total
|
871
222
3.92
1,093
|
928
250
3.71
1,178
|
894
187
4.78
1,081
|
796
242
3.29
1,038
|
807
242
3.33
1,049
|
688
250
2.75
938
|
434
172
2.52
606
|
571
192
2.97
763
|
760
277
2.74
1037
|
Fuente: Instituto Cuánto Anuario estadístico “Perú en números 2002” (sobre la base de Ministerio de Salud – Programa de control de enfermedades de transmisión sexual y SIDA – PROCETSS).
Tomado de COMITÉ DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS DE LA MUJER –CLADEM. Diagnóstico sobre la situación de los derechos sexuales y los derechos reproductivos: 1995-2002. Lima, 2003. p. 20 y completado con el documentó de la Oficina General de Epidemiología. Ministerio de Salud. Situación del VIH/SIDA en el Perú. Boletín Epidemiológico Mensual. Lima, agosto 2004.
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Según datos aportados por el MINSA, en el 2001, la mayoría de personas con SIDA adquirieron el VIH cuando eran adolescentes o jóvenes (70% del total de casos corresponden a personas entre 20 y 39 años).
El cuadro N° 10 presenta los resultados de la ENDES Continua 2004, referente al conocimiento y la prevención del VIH/SIDA, por características seleccionadas: edad, estado conyugal, lugar de residencia, región natural y educación.
Cuadro 10
Conocimiento y prevención del VIH/SIDA
según edad, estado conyugal, residencia, región natural y educación
Como se observa en la tabla anterior, 92% de adolescentes ha escuchado hablar sobre VIH SIDA (5% más que lo registrado en el 2000), pero sin embargo el 15% no sabe como evitarlo, lo cual evidencia la necesidad de información en este grupo etáreo.37
Asimismo, los porcentajes de entrevistadas que conocen sobre el VIH/SIDA aumentan con la escolaridad al pasar del 47 % en la población analfabeta al 100 % entre la población con educación superior.
La conducta sexual individual y el uso de condones son determinantes claves del nivel de riesgo de contraer Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). En la ENDES Continua 2004 se hicieron preguntas sobre uso de condón a las mujeres que tuvieron relaciones sexuales en los últimos 12 meses.
El uso del condón está poco extendido entre las mujeres pues tan solo el 9 % de éstas lo usaron en su última relación sexual con su esposo o compañero. Se observaron mayores proporciones de uso entre las jóvenes de 15-19 años (10 %) y aquéllas que se encuentran en el tramo reproductivo de 30- 39 años (115); así como en las mujeres con residencia en el Área Urbana (11 %) y entre éstas las que residen en Lima Metropolitana (12 %) y las que tienen algún año de educación superior (16 %)38.
Cuadro 11
Uso de condones por tipo de pareja
Fuente: INEI. Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2004 (ENDES continua). Lima, 2005.
Violencia Sexual:
En el año 1998, la Policía Nacional registró 4,677 casos de violación sexual, y en 1999 la cifra descendió ligeramente a 4,126. En 1,999, un 35% de los casos ocurrió en Lima y el 17% en la costa norte del país, 11% en la sierra sur, 10% en la selva y 6% en la sierra central (CLADEM 2002)39
Durante el primer semestre del año 2003, el Instituto de Medicina Legal realizó 4.996 atenciones en el servicio de Obstetricia y Sexología Forense a mujeres y niñas víctimas de delitos contra la libertad sexual (violación, seducción y actos contra el pudor). El grupo etáreo femenino más afectado por este tipo de violencia lo conformaron las mujeres entre los 6 y 17 años, representando el 76% (3.809) del total de víctimas mujeres afectadas. Según estas cifras, durante el primer semestre del 2003 se atendieron a 27 casos de mujeres afectadas al día, más de 1 mujer víctima por hora40
Cuadro 12
Violación de la Libertad Sexual, por sexo y grupo etáreo
Primer semestre del 2003.
Fuente: Ministerio Público. Gerencia de Planificación, Racionalización y Estadística. Instituto de Medicina Legal.
Elaboración: Movimiento Manuela Ramos
La ENDES Continua 2004, señala que la forma más común de violencia reciente son los empujones, sacudidas o le tiraron con algo, informada por el 11 % de las mujeres alguna vez unidas; y las bofetadas o retorcidas de brazo (8 %), situaciones que se observan especialmente entre las mujeres que residen en la Sierra; tienen educación secundaria; y las de menor edad (15 -24 años).
Con relación a si hubo episodios de violencia alguna vez durante la relación con la pareja, se puede apreciar que más de la tercera parte de las mujeres (35 %), informaron haber sufrido en algún momento empujones, sacudidas o les tiraron con algo por parte de la pareja; y el 8% han sido alguna vez abofeteadas o les retorcieron el brazo.
El 10 % informaron haber sido forzadas a tener relaciones sexuales en algún momento, con considerables diferencias para los grupos estudiados: el 17 % entre las mujeres sin educación, las residentes en la Sierra (12 %) y aquellas mujeres con edades de 40 y más años (13 %).
Si bien el 24 % de mujeres reportaron golpes con puño u objeto alguna vez, existen también algunas diferencias en este caso. El tipo de violencia es mayor en mujeres con edades entre 35 a 39 años, las que residen en la Selva; y las que tienen educación primaria41.
Según el estudio multicéntrico de la OMS42 sobre la violencia de pareja y la salud de las mujeres, en la ciudad de Lima el 51% de las mujeres entrevistadas, actualmente con pareja o que anteriormente tuvieron pareja, reporta haber sufrido alguna vez violencia física o sexual por parte de su pareja. En el departamento del Cusco esta prevalencia se eleva al 68.9%.
El mayor peso relativo se ubica en la violencia física con el 48.4% y 60.9% de mujeres violentadas en Lima y Cusco respectivamente. La violencia sexual perpretada por la pareja ha sido experimentada alguna vez por casi la mitad de las mujeres en edad fértil (46.6%) del departamento del Cusco y casi la cuarta parte de las mujeres en Lima (22.5%).
Según estudios realizados el año 2000 en Tacna, y en el año 2002 en el Callao, sobre la influencia de la violencia doméstica en las complicaciones del embarazo, Rojo43 concluyó que el mayor número de mujeres (75% y 80% respectivamente) había experimentado violencia psicológica, seguida de violencia física (11.7% y 36% respectivamente) y finalmente también se registró violencia sexual (4.4% en el primer estudio y 33.3% en el segundo). Las mujeres que sufrieron estos cuatro tipos de violencia durante el embarazo presentaron complicaciones gastrointestinales, infecciones vaginales, síndromes nerviosos, preeclampsia y amenaza de aborto entre otros.
Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, define la violencia durante el embarazo como “Violencia o amenazas de violencia física, sexual o psicológica/emocional ocasionadas a la mujer embarazada”. Una encuesta de hogares mostró que hay una probabilidad del 60,6% que una mujer embarazada sea agredida que una mujer que no lo está. Se cita a la violencia como una complicación del embarazo con mayor frecuencia que a la hipertensión, la diabetes o cualquier otra complicación seria44.
La hoja informativa del Programa Mujer, Salud y Desarrollo, dedicada a la violencia doméstica durante el embarazo cita la investigación “Abuse of Pregnant Women and Adverse Birth Outcome.” Journal of the American Medical Association, 267:1992, dónde se señala que entre las principales consecuencias físicas de la violencia doméstica durante el embarazo se encuentran las infecciones vaginales, sangrado vaginal, complicaciones durante el parto, aborto espontáneo, bajo peso al nacer, ruptura de membranas, infección uterina, entre otras.
Según una investigación realizada por DEMUS45 un dato sumamente importante es aquel referido a la relación que existe entre el agresor y la mujer víctima: por lo general el agresor sí se conoce con su víctima y sólo en el 28.1% de los casos aquél resulta desconocido. Las relaciones agresor-víctima más comunes son las de vecindad (21.9%) y parentesco (cuñado, tío, padre, padrastro) (15.6%).
Antes de finalizar esta sección es necesario señalar que siendo nuestro país pluricultural, no siempre la información que se tiene, principalmente la cualitativa refleja el pensar y sentir de todas las culturas que existen al interior del país, por lo que antes de iniciar una intervención, es necesario hacer un diagnóstico de la problemática a enfrentar en cada ámbito. Esto puede hacerse mediante la investigación de fuentes secundarias (estudios previos existentes) o fuentes primarias (encuestas cuantitativas y/o cualitativas ad hoc).
Luego, en base a los hallazgos de este diagnóstico, elegir la intervención más apropiada para cada escenario.
II MARCO TEORICO REFERENCIAL PARA LA PROMOCION DE LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA.
__________________________________________________________________
Salud:
El modelo de atención integral en salud46 adscribe a una definición de salud formulada bajo una perspectiva de desarrollo humano, indicando así que la “Salud es la capacidad y el derecho individual y colectivo de realización del potencial humano (biológico, psicológico y social) que permite a todos participar ampliamente de los beneficios del desarrollo”.
Como se señala en el documento en mención, esta definición pone énfasis en rescatar la integridad de la persona y la necesidad de orientar los esfuerzos en salud hacia el logro de su máximo potencial de desarrollo. Las acciones de salud deben posibilitar a las personas al logro de las mejores posibilidades de realización plena.
Según el Ministerio de Salud (2004)47 la salud es un derecho fundamental e indispensable para el ejercicio de los demás derechos humanos. Al igual que todos los derechos humanos, el derecho a la salud impone al Estado la obligación de respetar, proteger y facilitar su ejercicio.
El derecho a la salud incluyendo la salud sexual y reproductiva es un derecho inclusivo y amplio que no sólo abarca la atención de los principales factores de riesgo de la salud, sino también la promoción de la adquisición de los factores que determinan que una persona pueda gozar de una verdadera salud sexual y reproductiva durante el transcurso de su vida.
La salud reproductiva48 se define como un estado general de bienestar físico, mental y social y no una mera ausencia de enfermedades o dolencias en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo, sus funciones y procesos. En consecuencia la salud reproductiva incluye la capacidad de las personas para tener una vida sexual segura y satisfactoria y para reproducirse, y la libertad para decidir cuando y como y con qué frecuencia hacerlo. El concepto implica el ejercicio de una sexualidad responsable basada en relaciones de igualdad y equidad entre los sexos, el pleno respeto de la integridad física del cuerpo humano y la voluntad de asumir la responsabilidad por las consecuencias de la conducta sexual.
Según Moscoso y Galdós (1993)49 existen tres elementos básicos incluidos en tal concepto:
-
La aptitud para disfrutar de la actividad sexual y reproductiva; y aptitud para regularla de conformidad con una ética personal y social.
-
La ausencia de temores, de sentimientos de vergüenza, culpabilidad, de creencias infundadas y de otros factores psicológicos que inhiban la relación sexual o la perturben.
-
La ausencia de trastornos orgánicos, de enfermedades y deficiencias que entorpezcan la actividad sexual y reproductiva.
Para estas autoras el concepto de salud reproductiva en las mujeres se refiere a “la capacidad para gozar de relaciones sexuales sin miedo a tener infecciones vaginales, gestaciones no deseadas o la coerción, regular la fertilidad sin efectos secundarios desagradables o peligrosos, a tener una gestación y parto sin riesgo y tener y criar niños sanos”50
Señalando además, que la salud reproductiva masculina debe esta referida al derecho de los hombres a controlar sus cuerpos, criar los hijos que deseen y permanecer libres de enfermedades.
La salud sexual es la capacidad de disfrutar y expresar nuestra sexualidad sin riesgos de Infecciones transmitidas sexualmente, embarazos no deseados, coerción, violencia y discriminación.
Para el Ministerio de Salud (2004)51 la sexualidad y la reproducción son parte intrínsinseca de la salud sexual y reproductiva. Mientras que la sexualidad está presente y forma parte de toda la vida, la reproducción es la capacidad temporal de procrear que tienen hombres y mujeres.
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