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Participación en el PBI Mundial



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Participación en el PBI Mundial


Fuente: Clarín, 3-6-79, en base al Internacional Economic Report of President of EEUU



ciones y resigne posiciones en la porción que le corresponde, en la genera-
ción de PBI mundial, pero le facilita la integración hegemónica de las eco-
nomías del núcleo geohistórico del Atlántico. En contrapartida, su balanza
de pagos se sustenta en buena medida, en la transferencia de ganancias y ro-
yalties, de las sucursales a sus matrices norteamericanas.


En términos absofutos, el bloque EE.UU.-Europa-Japón, disminuyó
su participación del 56,0 al 52,2%, pero ese 3,8% está trasladado al "resto
del mundo", en el cual las transnacionales "invirtieron" promoviendo el
crecimiento de algunos sectores dinámicos en las economías periféricas
(Brasil, las factorías de Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong, etc.), que sir-
ven para ir creando situaciones de vasallaje en ciertos estados, para transfe-
rir ingentes ganancias a sus matrices, motivadas en los menores costos de la
mano de obra, en particular y para penetrar otros mercados encuadrados en
acuerdos o tratados subregionales.


La "interdependencia" bajo hegemonía estadounidense es un hecho
indiscutible. Se gestó en una primera etapa con la penetración de las trans-
nacionales en su núcleo de dominio directo: Europa; actualmente el proceso
se completa con la inversión CEE-Japón en EE.UU.


Inversión Extranjera Directa Acumulada en EE.UU.



(miles de millones de dólares)


El cuadro precedente nos indica que para las transnacionales "el mun-
do es una unidad histórica y geográfica cerrada y unitaria. Estas empresas
articulan sus propios proyectos geopolíticos, como instrumentos fundamen-
tales al servicio de su expansión y de la creciente integración geográfica e
histórica del mundo" (F. Loayza Galván - El Imperio de las transnaciona-
les, Revista del Instituto Peruano de Estudios Geopolíticos y Estratégicos,
N° 1).


Pero las cifras citadas sirven también para mostrar que EE.UU.
concreta su imperio penetrando económicamente su flanco Norte (Canadá),
Este (Europa Occidental), y Sur (América Latina). En el Oeste, sus pose-
siones insulares del Pacífico cierran el circulo de dominio imperial directo,
que eventualmente se extiende hasta Japón.


En una segunda etapa, en la década del 70, se produce el proceso inver-
so, de penetración de la economía norteamericana por sus aliados de la
CEE, Japón y Canadá. "Así, entre 1970 y 1977, las inversiones directas del
exterior en Estados Unidos se han incrementado de 13.300 millones de dóla-
res a 34.100 millones de la misma moneda..."(Clarín, 17/6/79). De modo
que las economías capitalistas desarrolladas han sufrido un proceso de pe-
netración transnacional que ha generado no pocos conflictos entre los Esta-
dos, determinando el surgimiento de propuestas que tienden a eliminar esas
dificultades y se fijan como metas, la organización de la economía y de sus
relaciones internacionales a escala global.


Este proceso va a dar nacimiento a la Comisión Trilateral.

Mucho se ha escrito sobre este organismo internacional. Baste recordar
que nació en 1973 y está integrado por representantes de las corporaciones
transnacionales de EE.UU. - Canadá, Europa Occidental y Japón. La enca-
beza David Rockefeller, presidente del Chase Manhattan Bank y muchos de


sus miembros han sido altos funcionarios gubernamentales de los Estados
involucrados. Originalmente fue estructurada por 3 años, pero sucesiva-
mente ha sido ampliada su vigencia; la última vez (1978) ha sido prorrogada
hasta 1982. El poder económico que representa la Trilateral la lleva a acce-
der al poder político, comenzando por el país que hegemoniza su accionar:
Estados Unidos. El equipo demócrata ha sido trilateralista (Carter, Monda-
le, Brzezinski, etc.), lo que sumado a otras ventajas de ese país (grado de
autarquía relativa de su economía, mayor desarrollo científico-tecnológico,
potencia militar, etc.) le otorga de hecho una preeminencia sobre sus socios
que confirma a los Estados Unidos como el mayor núcleo de poder dentro
del bloque capitalista.


Al parecer el actual presidente no pertenece a la Trilateral, pero su vi-
cepresidente y otros conspicuos miembros del gobierno han comenzado a
controlar las estructuras del mismo.


Cedamos la palabra a los miembros de la Comisión Trilateral, sus ide-
ólogos y predecesores. Ellos explicarán más claramente cuáles son sus obje-
tivos y su "filosofía". Podrá observarse, con meridiana claridad que la Tri-
lateral pretende proteger e institucionalizar el accionar de las transnaciona-
les, para producir una integración económica global, sin trabas por parte de
los gobiernos nacionales. La nueva división internacional del trabajo asegu-
rará un nuevo orden económico "interdependiente" y el mundo capitalista,
hegemonizado por EE.UU., contará con centros menores de poder delega-
do por el imperio. Inclusive, la Trilateral ofrece al bloque comunista una
participación, como veremos, para que no se quede "con unos pocos clien-
tes". Por lo demás, el pensamiento spykmaniano no pierde su vigencia, pe-
se a que en ciertas coyunturas aparezca como "superado".


La Trilateral responde a un concepto político de dominio mundial, al
servicio de un grupo de hombres y empresas, estructurada a través de intere-
ses comunes particulares, según una repartición y acomodo de responsabili-
dades y ganancias. Su única ideología es la de ganar dinero, para ello utiliza
a las ideologías, las tradiciones, las naciones, las religiones, los pueblos, las
contradicciones, los sistemas, las guerras y los hombres.


La concepción política está fundada en la visión de una tecnología y
electrónica, armas fundamentales para crear un nuevo colonialismo en fun-
ción del interés de las sociedades más avanzadas. Sus objetivos más inme-
diatos se refieren a la imposición de una estrategia global para el mundo in-
dustrializado, así como dirigir y controlar el problema energético y tecnoló-
gico. Estas ideas llevan a comprender que la Trilateral se propone erigir un
gobierno mundial.


Decía Spykman que el mundo se había convertido en un "solo campo
de fuerzas" que se encontraba en guerra permanente. Consecuentemente, el
elemento primordial de la política internacional es el equilibrio de poderes.
(V. Trías, 1973).

"Se codicia aquella forma de equilibrio que, neutralizando a los demás

Estados, deje al nuestro en libertad para ser la fuerza y la voz que decidan."
Y agrega que "...el principal objetivo de este país (EE.UU.), tanto en la
guerra como en la paz debe ser: EVITAR UNA COALICIÓN DE LOS
CENTROS DE PODER DEL VIEJO MUNDO" (Spykman, 1942). El
equilibrio que neutralizó a los demás Estados es la bipolaridad, surgida de
la división del mundo en Yalta (1945). El Plan Marshall, la OTAN, Helsin-
ki, ratifican esa posición: el Viejo Mundo no está coaligado, sino dividido
en dos bloques antagónicos. En el bloque capitalista "la fuerza y la voz"
que decide es EE.UU., porque el actual trilateralismo Norteamérica -
Japón - Europa, es en realidad un ángulo con vértice en Washington. Sin
embargo, Europa occidental ha comenzado a ganar autonomía, en particu-
lar en lo político y económico.


"...los intereses de Estados Unidos reclamarán que se conserve todavía
el equilibrio en Europa y Asia. Las mismas consideraciones de estrategia
política que nos llevaron un día a ayudar a los aliados y que presiden
nuestros planes de guerra, continuarán exigiendo en tiempos de paz que
participemos en la vida política de las zonas transoceánicas." (Spykman,
1942).


Un prominente miembro de la Trilateral dirá 37 años más tarde:
"Estamos en proceso de crear una comunidad estable de Estados inde-
pendientes. Trabajando con nuestros aliados —porque no podemos asumir
tal tarea en soledad— estamos fundando un cuadro de cooperación interna-
cional que involucre a Estados Unidos, Europa Occidental, Japón y muchas
de las potencias regionales surgientes, como México, Venezuela, Brasil, Ni-
geria, Arabia Saudita, India e Indonesia" (Z. Brzezinski, Clarín, 17/1/79).
Como se observa, omite a la Argentina.


Amén de la importancia geoestratégica de la India, Brzesinski apunta
al petróleo de Venezuela, México, Nigeria y Arabia Saudita; en cuanto a
Brasil, la masa de inversiones efectuadas por las transnacionales en su terri-
torio y los 52.000 millones de dólares de su deuda externa justifican su
inclusión en la "comunidad estable", porque "el mundo trilateral necesita
de los países en desarrollo de manera creciente como fuente de materias pri-
mas, mercados para sus exportaciones y, lo más importante de todo, como
socios constructivos en la operación de un orden político y económico mun-
dial operativo" (The Trilateral Comission, New York, 1974, citado por
Carlos Rico, F. cit.)


Pero el mayor problema que presentan los países en desarrollo para ac-
tuar "como socios constructivos" deriva del nacionalismo. Las citas que in-
sertamos a continuación clarifican las aspiraciones de la Comisión Trilateral.


"La interdependencia requiere un orden político que tome en cuenta
ese hecho mientras que, en la realidad, la superestructura legal e institu-
cional, que data del siglo XIX, asume la existencia de una multiplicidad de
naciones -Estados autosuficientes, impenetrables."
(Hans Morgenihau,
Old Supertitions News Realities, en The New Republic, 22/1/77, citado por

Carlos Rico F., cit.)

"El objetivo más importante es hacer del mundo un lugar seguro para
la interdependencia", protegiendo los beneficios que ésta da a cada país,
contra las amenazas internas y externas que surgirán constantemente de
aquellos dispuestos a pagar un precio por lograr un mayor grado de autono-
mía nacional"
(C. Fred Bergsten y otros, The Reform of International Ins-
titutions, The Trilateral Comission, New York, 1976, citado por Carlos Ri-
co F., cit. - subrayado nuestro).


"En estos veinte años de la posguerra hemos llegado a reconocer en la
acción, aunque no siempre en las palabras, que las fronteras políticas de las
Naciones - Estado son demasiado estrechas y constreñidas para definir el
alcance y las actividades de la empresa moderna... Con objeto de sobrevi-
vir, el hombre debe usar los recursos del mundo de la manera más
eficiente... Y, a su vez, esto solamente es posible cuando las fronteras na-
cionales no tienen ya un papel crítico en la definición de los horizontes eco-
nómicos. ...crecerá el conflicto entre la corporación mundial, que es un
concepto moderno desarrollado para cumplir los requisitos de la era moder-
na, y la Nación - Estado, que está todavía enraizada en conceptos


arcaicos una vez que los administradores centrales de una compañía global se ven restringidos a los intereses divergentes de los socios nacionales,
pierden su capacidad de perseguir la verdadera lógica de la economía glo-
bal" (George Ball, ex Secretario de Estado, miembro de la Trilateral, 1970,
citado por Carlos Rico F., cit. - subrayado nuestro).


"El alcance global de las operaciones de las firmas multinacionales ex-
cede la jurisdicción nacional de cualquier gobierno individual..." por lo que
"las nuevas reglas deberían abarcar limitaciones al grado en el que los go-
biernos nacionales pueden distorsionar el proceso de la inversión interna-
cional..." (Bergsten y otros cit.)


Para que esto funcione, será necesario "llevar a algunos nuevos partici-
pantes selectos (Irán, Brasil y México, por ejemplo)
, a los círculos de la to-
ma de decisiones internacionales" (idem - subrayado nuestro).


La justificación moral no es descuidada por los trilateralistas, que pre-
sentan a la corporación transnacional como un instrumento forjador de la
paz y a sus
directivos, como hombres al servicio de la humanidad.

"La compañía multinacional... se transforma en un vehículo de mayor
importancia para llevar a los desposeídos hacia el «despegue» y a los ya
avanzados hacia nuevos campos. Como tal es una fuerza ilimitada de paz.
Sin embargo, a pesar de los beneficios que prometen estas nuevas empresas
mundiales, no han tenido éxito fácil... las dificultades más importantes sur-
gen de la continua fortaleza de los compromisos nacionalistas, las actitudes
tradicionales heredadas de un pasado feudalista y de la desconfianza políti-
ca que existe en muchas partes del mundo ante las motivaciones privadas...
los administradores de las corporaciones multinacionales están siendo for-
zados a aceptar algunas responsabilidades de estadistas mundiales. En la


medida que crecen sus organizaciones y su influencia, las oportunidades y
desafíos que se les presentan para servir a la humanidad se expandirán de
manera correspondiente".
(Courtney Brown, Prologue to a New World Sy-
mphony, citado por Carlos Rico F., cit.).


Finalmente, como no podía ser de otra manera, el Padre Liberalismo le
ofrece a su Hijo Marxismo una participación en la construcción del "orden
estable", es decir, en el mantenimiento sin sobresaltos de la división del
mundo:


"Desearíamos, por supuesto, que la Unión Soviética se incluyera en el
cuadro de cooperación. La URSS, luego de lanzada esta iniciativa, queda
colocada frente a una elección fundamental:
o se integra como compañero
responsable a un sistema global,
o se limita a defender su seguridad exclusi-
vamente con su poder militar y
dominar a pocos «clientes»". (Z. Brzezins-
ki, Clarín, 17/1/79 - subrayado nuestro).


Como vemos, una buena oferta económica; pero "...Por lo que toca a
los aspectos políticos generales, Japón y los países europeos actuarían inteli-
gentemente
si no entrasen en proyectos energéticos de gran escala en la
Unión Soviética, excepto estando asociados entre ellos o con Estados Uni-
dos..."
(Campbell, John, Energy: the Imperative for a Trilateral Appro-
ach, en The Triangle Papers, citado por Carlos Rico F., cit. - subrayado
nuestro).


Esta última cita sirve para mostrar que los trilateralistas no olvidan la
sentencia spykmaniana de "evitar una coalición de los centros de poder del
Viejo Mundo", excepto cuando Estados Unidos posea "la fuerza y la voz
que decidan".


En cuanto a América Latina, los parámetros seguidos por EE.UU. pa-
ra sus relaciones con los Estados del Sur no han sufrido grandes variantes.
El accionar de las trasnacionales se incrementa progresivamente en países
claves'(México, Venezuela y Brasil), y en sectores fundamentales (industrias
manufactureras, finanzas) promoviéndose la "integración".


"Estados Unidos debe promover la aparición de líderes locales —como
por ejemplo, Brasil— que puedan reemplazar el liderazgo político de Esta-
dos Unidos" (Trilateralista Kissinger, Jornal do Brasil, 27/9/73, citado por
P. Schilling, El expansionismo brasileño, 1978)


El reemplazo del liderazgo político es un eufemismo. El objetivo es
ejercer el poder detrás del trono para evitar el desgaste. Para ello es que se
requieren los "participantes selectos" que indicaba Bergsten más arriba, es
decir, para que respalden las operaciones de las firmas transnacionales evi-
tando que los gobiernos nacionales puedan "distorsionar el proceso de la
inversión internacional..."(Bergsten, cit.)


El Presidente Geisel decía al respecto: "Es indiscutible que Brasil tiene
una nueva posición en el mundo... No pretendemos modificar el mundo,
pero podemos influir,
podemos ejercer en ciertas áreas algún liderazgo y de-
sarrollar ideas, principalmente en el campo económico, tratando de conci-

liar los intereses de los países desarrollados con los que están en proceso de
desarrollo." (1976, citado por P. Schilling, op. cit. - subrayado nuestro).
En otras palabras, "Únicamente la conquista del hemisferio (América Lati-
na) por Estados Unidos y la implacable destrucción de las economías re-
gionales ahora existentes podría realizar la integración necesaria". (Spyk-
man, 1942). La integración corre ahora por cuenta del capataz regional
o
subimperio. Hay un cambio en los medios, adaptándose a la dinámica his-
tórica, pero Spykman sigue presente y el objetivo último sigue siendo "la
americanización de la humanidad, no por amor al prójimo, sino para obte-
ner la dominación de la economía y el comercio mundial". El papel que de-
be cumplir la Argentina dentro del pensamiento de la Trilateral es la pro-
ducción primaria (materias primas, alimentos).


Las alternativas

Del realismo y grandeza con que los EE.UU. realicen el enfoque de la
situación mundial y en particular del continente americano, devendrá una
política positiva, o bien agudizará los parámetros del problema.


Es conocida la profunda crisis que afecta al capitalismo internacional.
EE.UU., como polo hegemónico del imperialismo liberal-capitalista, debe
dar respuestas a diversos problemas que se suscitan en diferentes regiones
del orbe; asimismo debe atender frentes distantes y disímiles para conseguir
mantener su rol político protagónico, a la vez que obtener los recursos nece-
sarios para optimizar su frente interno y satisfacer a los grupos monopóli-
cos que detentan el poder.


La Casa Blanca determina prioridades para atender y controlar los fac-
tores que plantean problemas a sus intereses. Por esta razón, de la resolu-
ción de las prioridades y de la relación que establezca EE.UU. con los gran-
des consorcios transnacionales, surgirá la posible evolución de la situación
en el continente. Debe tenerse presente, aunque seamos reiterativos, que
América Latina tiene asignado un rol en el mantenimiento del sistema pro-
ductivo capitalista, tanto como proveedora de materias primas, cuanto de
mercados consumidores crecientemente controlados por las sucursales de
empresas transnacionales de EE.UU. y sus aliados europeos y japoneses.
Desde el punto de vista geopolítico, le permite a EE.UU. la cobertura de su
flanco sur, a la vez que le facilita el control de la región austral del globo,
empleando como plataforma de maniobra el Cono Sur.


En nuestra opinión, la Casa Blanca deberá elaborar respuestas a la
problemática latinoamericana según las siguientes alternativas:
1. Que EE.UU. persista en su estrategia política tradicional concretada en
sus diversas manifestaciones (intervención militar, presión diplomática,
bloqueos económicos, empleo de la C.I.A., etc.). Esta forma de operar
podría asegurarle por cierto tiempo el dominio de algunas áreas, pero el
irrefrenable proceso de liberación americano, a la par de acelerarse,


podría ser fácilmente capitalizado por el marxismo.

  1. Que EE.UU. disfrace sutilmente su política intervencionista y logre, con
    el sostenimiento de gobiernos títeres, semitíteres o participacionistas,
    una relación condicionada con los diversos Estados. A través de ciertas
    reformas socio-económicas podría dilatar el tiempo de concientización
    de los pueblos.


  2. Que EE.UU. no interfiera los procesos nacionales, condicionándolos en
    la menor medida a fin de no perder bruscamente su liderazgo. Esta for-
    ma tal vez conduciría paulatinamente a una nueva relación de equilibrio
    entre los pueblos americanos y el país del Norte.


  3. Que EE.UU., consciente de la realidad del momento y del proceso histó-
    rico, promueva y apoye los cambios nacionales, estructurando una polí-
    tica de amistad y relación de igual a igual. Esta alternativa posiblemente
    sea la más beneficiosa para todo el hemisferio.


Es evidente que EE.UU. deberá conjugar los elementos y factores mun-
diales con su problemática nacional, para enfocar la alternativa continental.


Aunque no surge todavía con claridad cuál será la maniobra que
Washington ensayará al sur del Río Grande, se insinúan ciertas líneas que
responden a distintos centros de poder norteamericanos.


Una es la política apuntalada por el Pentágono, de línea dura, interven-
cionista, que aspira a continuar las líneas tradicionales de la política exterior
imperial.


Otra línea se presenta con el aval de las transnacionales, el diseño de la
Comisión Trilateral, e intentó ser implementada por el gobierno del Presi-
dente Carter (Trilateralista). El pensamiento trilateral ya lo hicimos exponer
a sus hombres en el apartado anterior; su implementación aspira a la divi-
sión del trabajo en América Latina, con Brasil como proveedor de manu-
facturas y plena libertad para el accionar de las transnacionales. En el plano
político, se promueve la restauración "democrática" y los "derechos huma-
nos"; en la faz social, se presiona por reformas que frenen el descontento de
los sectores desposeídos. El condicionamiento más firme, radica en la
prohibición de impedir la penetración de las transnacionales y de ensayar al-
gún tipo de renovación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(T
IAR). El último reaseguro estaría en el orden militar, con las fuerzas ar-
madas de los países del continente ligadas al liderazgo del Pentágono. "Debi-
do al papel excepcional que desempeñan los militares latinoamericanos, es
importante que fortalezcamos estas tradicionales relaciones entre
militares...
promoviendo por lo tanto un clima favorable para el logro de
las metas políticas, económicas
y de seguridad de los Estados Unidos en el
hemisferio"
, (discurso del Jefe de Estado Mayor Conjunto de EE.UU.,
Gral. George S. Brown, al Congreso de su país, Clarín, 16/10/77 - subraya-
do nuestro)


Sin embargo, a la luz de la coyuntura, el caso latinoamericano aunque
importante, aún no posee toda su relevancia; pero desde el punto de vista


del panorama histórico, es fundamental.

En efecto, posiblemente la acción directa de la estrategia política se di-
rima en Medio Oriente, Asia o África, como objetivos inmediatos. No obs-
tante la estructuración de un nuevo sistema en los países de América, cuanto
antes se la emprenda, redundará en beneficio general para el continente.


La realidad del proceso mundial y en particular lo atinente a nuestro
continente, exige una nueva concepción de estrategia política por parte de
los EE.UU., la cual no se ha concretado hasta el presente. El riesgo de per-
sistir en su consuetudinario conservatismo, que le permitió establecer la de-
pendencia de los países latinoamericanos, deberá evolucionar hacia nuevas
relaciones como único medio para no ahondar aún más las divergencias sus-
tanciales con los pueblos del continente.


EE.UU. debe apartarse del esquema patrón-capataces, afianzando un
"modus vivendi" donde las ayudas sean mutuas, los intereses satisfechos
igualitariamente y los destinos permanezcan inalienables.


Los hechos concretos, suscitados tanto en el campo internacional como
en la arena de la política interna de los países, denotan que EE.UU. tiene
problemas para el control del tablero sudamericano. Interesa para éste últi-
mo, que se presente una opción de grandeza, sin trampas ni condiciona-
mientos, porque los pueblos están sobradamente advertidos de las viejas in-
tenciones.


La alineación de los países del continente dentro de la órbita norteame-
ricana, significa para el imperialismo del norte tener asegurados su flanco y
retaguardia. En este sentido está claro que la supervivencia responde a
muchos factores, pero que en el campo geopolítico, Centro y Sudamérica
resultan vitales, al punto que podrá ceder muchas posiciones geoestratégi-
cas, pero no lo hará en relación al continente que nos ocupa.


Esto da una idea de la lucha ciclópea que deberán enfrentar los pueblos
del continente, si desean optar por la autodeterminación. Así también esta
situación debe llevar a los gobiernos a la necesidad de realizar un replanteo
profundo en la concertación de la estrategia política, tanto nacional como
continental, para adecuarla equilibradamente a la realidad.


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