Pregunta: En la hora de la desencarnación, ¿la alimentación carnívora puede perjudicar el desprendimiento del espíritu?
Ramatís: La ley es inmutable en cualquier sector de la vida. El éxito liberatorio en la desencarnación, depende, por encima de todo, del tipo de vibraciones buenas o malas en la hora en que el desencarnado es sometido a la técnica espiritual desencarnatoria. El perverso que se lanzó en un abismo de crueldad, en su vida física, será siempre un campo de energías tenebrosas e impermeables a la acción de los espíritus benéficos. Pero el santo, que se da todo en amor y servicio al prójimo, se convierte en una fuente receptora de energías fulgurantes que le abren claridades para la ascensión radiosa. Justamente después del abandono del cuerpo físico, es cuando el campo energético del periespíritu revela en el Más Allá, y más fuertemente, el resultado del metabolismo astral que sostuvo en la Tierra. En consecuencia, el hombre carnívoro ha de sentirse siempre más imantado al suelo terrestre que el vegetariano que, además de hallarse espiritualizado, incorpora energías más delicadas en su vehículo periespiritual. Reconocemos que mientras el facineroso vegetariano puede ser un océano de tinieblas, el carnívoro evangelizado será un campo de Luz. No obstante, como la evolución induce a la armonía completa en el conjunto psicofísico, entre el hombre carnívoro y el vegetariano, que cultiven los mismos principios de Jesús, el último habrá de lograr más éxito en su desencarnación.
La ausencia de carne en el organismo, lo libra del exceso de toxinas. En la desencarnación, el alma se libera, así, de un cuerpo menos denso y menos intoxicado de albúmina y urca, que provocan la reducción de vibraciones del cuerpo etéreo. El buey o el puerco, desarrollan su vida en una región excesivamente degradada, cuya sustancia astral puede adherirse al aura humana, no solamente retardando el dinamismo superior, sino también, reduciendo la influencia de las emociones angélicas.
Pregunta: El hombre evangelizado que se alimenta de carne, ¿contraría las disposiciones divinas? ¿No existen muchos vegetarianos de mala conducta y hasta pervertidos?
Ramatís: No tenemos duda alguna al afirmar que vale más un carnívoro evangelizado que un vegetariano anticrístico. Pero no estamos tratando ahora de las cualidades espirituales que deben ser alcanzadas por todos los seres humanos, y sí considerando si procede bien o no la criatura evangelizada que todavía coopera en el desarrollo de los mataderos, churrasquerías, frigoríficos o matanzas domésticas. El alma verdaderamente evangelizada, se siente plena de ternura, compasión y amor. El espíritu esencialmente angélico no se regocija chupando los dedos impregnados de la grasa del hermano inferior, ni se excita con la voluptuosidad digestiva del lomo de puerco relleno o de la costilla asada con rodajas de limón.
¡Es profundamente vergonzoso para vuestro mundo, que el buey generoso, cuya vida enteramente sacrificada para el bien de la humanidad y el placer glotón y carnívoro del hombre, sea más inteligente en su alimentación, que es exclusivamente vegetariana! ¡No se comprende cómo puede el hombre juzgarse un ser adelantado, ante el absurdo, que el animal irracional prefiera un alimento superior al de su propio dueño, dotado de discernimiento y razón!
Alabamos incondicionalmente al hombre evangelizado, aunque sea carnívoro, ¡pero le advertimos que mientras mantenga en el vientre un cementerio, será un esclavo prendido a la rueda de las reencarnaciones rectificadoras, hasta ajustar sus cuentas kármicas con la especie animal! Si es un ser evangelizado, debe saber que el acto de succionar el tuétano de los huesos y devorar el bistec, lo retiene todavía próximo a sus antepasados salvajes, que se devoraban unos a los otros debido a su profunda ingestión de vísceras cadavéricas y el acto de matar al hermano inferior, distancian tanto la frontera entre el ángel y el hombre, como agravan el fardo kármico para los futuros ajustes espirituales.
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