mentos de Salutati para demostrar la prioridad educacional de las
humanidades.
Volviendo a la afirmación central de Grassi —la triple superioridad
de las humanidades— admito que las ciencias naturales pueden ahogar
el desarrollo mental, en lugar de impulsarlo, si se las enseña como
tecnolc^ías (lo mismo es verdadero, probablemente, de la pintura y de
la poesía); y que deben ser tratadas (al igual que la pintura y la poesía)
como realizaciones humanas, como grandes aventuras de la mente
humana, como capítulos de la historia de las ideas humanas, de la elaboración
de mitos (como he explicado en otra parte') y de su crítica.
Grassi no menciona la posibilidad de tal enfoque humanístico
de la ciencia ni la necesidad del mismo; por el contrario, al parecer
cree que la salvación reside en la comprensión y el reconocimiento
explícito del inferior carácter tecnológico de las ciencias naturales, en
otras palabras, en colocarlas en su lugar. Pero si bien estoy dispuesto
a admitir la prioridad educacional de un enfoque "humanístico", en
cambio no puedo admitir la validez de la teoría de Grassi-Salutati acerca
de las ciencias naturales, teoría que, por supuesto, deriva directamente
de Aristóteles. No puedo aceptar en modo alguno la doctrina
de que las ciencias naturales deben aceptar ciegamente sus principios
de la Primera Filosofía. Grassi trata de ir al encuentro de esta crítica
(pág. 52) admitiendo que las ciencias naturales pueden poner en duda,
criticar y reemplazar sus "principios" (admisión que me parece equivalente
al abandono de las doctrinas de Salutati y Aristóteles) y afirmando
que las diversas ciencias naturales deben presuponer ciegamente
(a) los objetivos de la ciencia y (fe) la concepción de un "principio"
(y no sus diversos principios). Pero esta posición, aunque no es incompatible
con la idea aristotélica sobre la que se basa el argumento de
Salutati, es, sin embargo, muy diferente de ella.
Creo que la verdad de la cuestión es la siguiente. Aunque la medicina
es un "arte", una tecnología, es erróneo concluir que ella representa
a las ciencias naturales, pues no es una ciencia pura sino aplicada.
En cuanto a la ciencia pura, estoy de acuerdo con que la ciencia natural
—a diferencia de la matemática pura— no es scientia o episteme; y
ello, no porque sea una techne, sino porque pertenece al ámbito de
la doxa, al igual que los mitos a los que Grassi valora altamente, con
razón. (Creo que es fértil para la comprensión de la historia de las
ideas darse cuenta de que la ciencia natural pertenece al ámbito de
la doxa, aunque hasta hace muy poco se la tomaba equivocadamente
por episteme.) Considero infundada, por ende, la afirmación central
de Grassi de que debemos volver a la superior comprensión de Salutati
del carácter y la significación de las ciencias naturales. Además, al
menos en Gran Bretaña, la idea (aristotélica) acerca de la cuestión,
idea que Grassi trata de restablecer, nunca dejó de predominar, por
•' Véase el capitulo 4 de este libro. Cf. también la nota 6 del cap. 11 de mi
Open Society (ediciones corregidas).
453
lo cual no necesita ningún restablecimiento, ni siquiera uno que utilice
argumentos válidos.
La segunda parte del libro, escrita por Thure von UexküU, es un
intento sumamente original de elaborar una nueva teoría de la ciencia,
una epistemología orientada biológicamente. Se trata de una obra
bellamente clara, quizás la mejor prosa contemporánea alemana que
yo recuerde, y que nos introduce en un nuevo enfoque de la biología,
un nuevo desarrollo de ideas que se originaron en el padre del autor,
Jakob von UexküU.
La categoría fundamental (pág. 248) de este enfoque es la de acción
(Handlung) biológica. Para explicarla, quizás es mejor partir del hecho
obvio de que las ciencias naturales tratan de describir y explicar
la conducta de cosas en diversas situaciones, especialmente todo orden
o regularidad que pueda descubrirse en esta conducta. Esto es cierto
de la física, la química y la biología. £n las ciencias biológicas, nos
interesa la conducta de órganos, tejidos, células y, por supuesto, orga.
nismos totales. La idea central de la biología de UexküU es que la
manera más exitosa de describir la conducta de todo un organismo
es basarse en acciones que siguen ciertos patrones esquemáticos, o "schemata",
y que estos "schemata de acción" y "reglas del juego" pueden
ser entendidos como elaboraciones o modificaciones de un pequeño número
de schemata y reglas fundamentales. Esta idea parece atractiva,
a primera vista, ya que no muy sorprendente, aunque podríamos sentimos
inclinados a suspender el juicio hasta que haya demostrado su
fertilidad. Pero la fertilidad de la idea se demuestra, creo yo, por
la brillante aplicación que hizo UexküU de ella al problema de la
conducta de las partes del organisiQo (órganos, tejidos, etc.) y a un
análisis sumamente interesante y verdaderamente revolucionario de "la
importancia de los métodos físicos y químicos en la biología" (pág. 166).
Según la teoría de UexküU, para cada tipo de organismo existe un
número definido de schemata de acción, cada uno de los cuales es
desencadenado por una cierta "señal de desencadenamiento" (Auslóser),
cuya naturaleza puede hallarse experimentalmente construyendo
un mecanismo imitativo (Attrappe, maniquí). En la mayoría de los
casos, es posible reducirlo a una representación esquemática asombrosamente
simple. El biólogo vienes Konrad Lorenz halló, por ejemplo,
que (pág. 162) ciertas especies de gansos siguen al primer objeto en
movimiento que ven después de romper sus cascarones como si fuera
su madre, y continúan haciéndolo aún después de habérselos puesto
frente a su verdadera madre.* Para otras aves (pág. 169) el mecanismo
imitativo que puede reemplazar al progenitor obrando como señal de
desencadenamiento de acciones normales (la apertura de sus picos)
consiste simplemente de dos trozos redondos de cartón o láminas de
metal que son algo así como un esbozo de la silueta de la cabeza y el
•* Véase K. Z. Lorenz, King Solomon's Ring (publicado en inglés en 1962, después
de la primera publicación de esta reseña bibliográfica).
454
cuerpo del ave progenítora. "Con ayuda de estos mecanismos imitativos,
podemos penetrar en el escenario de la vida de algunos animales.
Captar la extrañeza de este mundo es una experiencia conmovedora
y hasta abrumadora. El carácter mágico y amenazador de esta realidad
crea una impresión ante la cual se derrumban todas nuestras viejas
ideas y concepciones de la naturaleza" (pág. 179). UexküU hace extensivo
este enfoque al problema de las reacciones de los tejidos y al
uso de métodos físicos y químicos, lo cual es, repito, del mayor interés.
Según sugiere el autor, lo que hacemos realmente en la bioquímica es
construir artefactos (maniquíes) imitativos que son útiles como señales
de desencadenamiento para las acciones de órganos o tejidos. Creo
que se trata de una idea con un gran futuro y que probablemente
arroje mucha luz sobre algunas cuestiones muy controvertidas. (Pienso,
por ejemplo, en la cuestión de la equivalencia funcional de ciertos
estímulos químicos y eléctricos en algunas reacciones neuromusculares
frente a tests tan sutiles como la medición de "potenciales de extremos
de placa". Otro de los muchos casos que, según creo, podrían
usarse para ilustrar la tesis de Uexküll es una difundida hipótesis que
se ha usado para explicar la bacteriostasis: se sugiere que las bacterias
absorben un producto químico determinado que no pueden asimilar,
tomándolo equivocadamente por un alimento; es decir, el producto químico
actúa como un maniquí y desencadena la acción sobre él.)
Todo lo que Uexküll dice acerca de la aplicación de sus ideas a la
biología está por encima de todo elogio. No sé si sus teorías son verdaderas,
pero son notablemente originales. No sólo tienen un gran
poder explicativo, sino también el de presentar cosas familiares bajo
un aspecto totalmente nuevo; y quizás algún día inicien una nueva
época en el pensamiento biológico, especialmente en los campos de la
fisiología y la bioquímica, siempre que los experimentadores, por supuesto,
tomen nota de estas nuevas ideas y de sus incontables aplicaciones
en casi todos los campos de la biología.
Pero en este libro Uexküll no sólo habla como biólogo (y como
metodólogo de la biología), sino también como filósofo. Quizás estimulado
por sus aplicaciones biológicas, Uexküll trata de aplicar sus
teorías fundamentales n 'odo el problema de la teoría del conocimiento.
Partiendo de la pregunta kantiana acerca de la posibilidad de conocer
las cosas "en sí", examina las viejas aspiraciones de la física a descubrir
los secretos más íntimos de la naturaleza misma (das Innere der Natur)
y el fracaso de estas aspiraciones; y después de un elaborado (pero
creo que infructuoso) intento por determinar el papel de la física
en un mundo de acciones biológicas, llega finalmente a una ontología
biológica, a la doctrina de que la realidad (que sólo puede ser nuestro
mundo, una realidad-para-nosotros *) es una estructura de acciones, de
••• Cf. las siguientes observaciones de von Uexkiill senior, hechas en 1920 en su
niv'oi^iu teórica (véase la traducción inglesa, 1920, pág. XV; el segundo conjunto
>V buhardillas es mío) : "toda la realidad es apariencia subjetiva: tal debe ser el
455
"acciones de diversos tipos y de variada extensión" (pág. 248). Así,
reemplaza el problema de nuestro conocimiento del mundo-en-sí por
el de nuestra participación en la estructura de acciones que componen
el mundo.
Aunque buena parte de esta doctrina recuerda a ciertas formas de
pragmatismo, operacionalismo e instrumentalismo, es, sin embargo, uno
de los intentos más originales que se han hecho desde Schopenhauer y
Bergson para edificar un nuevo mundo metafísico capaz de adecuarse
a la ciencia moderna. Este nuevo intento inspira respeto, pero no convence.
Por el contrario, para mí está claro que la teoría del conocimiento
de UexküU y su ontología se basan en un error. Todo el
que esté familiarizado con las trampas de la epistemología idealista no
tendrá dificultad para comprender que el error es afín al de identificar
lo que es con lo que es conocido, o esse = sciri. Este error condujo
al esse = percipi de Berkeley así como al esse = concipi de Hegel, y
ahora conduce a un biólogo para quien el conocimiento es —con razón—
un tipo de acción al esse •=. agi, es decir, a la doctrina de que
la "realidad" es la cosa sobre la cual se actúa, o el objeto en acción,
o un factor —el situacional— de los schemata de nuestras acciones biológicas.
Para ser más específicos, se pueden señalar tres errores en el argumento
de UexküU. El primero se encuentra en el análisis en el que
describe el fracaso de las aspiraciones de la física. Este análisis contiene
algunos malentendidos típicos y muy comunes acerca de la teoría
de la relatividad. (Es un error sostener que en el universo relativista
no hay un tiempo continuo o un espacio continuo, sino sólo "conexiones
espaciotemporales semejantes a islas"; y es un error inferir la relatívizadón
de la realidad del principio de equivalencia de los sistemas
referenciales. Por el contrario, la relatividad afirma la realidad y la
invaríanda de los intervalos espaciotemporales.) La física moderna (pa.
ce Heisenbei^) trata de darnos un cuadro del universo; si está bien
o mal hecho, por supuesto, es cuestión aparte. Si comprendemos esto,
la sugerencia de reemplazar una visión del mundo presuntamente en
disolución elaborado por la física por una nueva visión del mundo
proveniente de la biología pierde mucho de su fuerza.
£1 segundo error es sumamente interesante. Se lo comete en un punto
(págs. 291 y sígs.) en el que UexküU reprocha a Lorenz hacer un
razonamiento circular y no comprender todas las consecuencias de su
propia actitud biológica nueva (y de la de UexküU). Lorenz, nos dice,
cree que los schemata de acdón (incluyendo los de "experienda biológica")
se han desarrollado adaptándose al mundo externo por el método
de ensayo y error. Esta idea es rechazada por UexküU. Lorenz,
afirma, "no logra captar la nueva actitud que es el resultado del descubrimiento"
(debido en parte al mismo Lorenz) "de que el mundo,
punto de partida fundamental hasta de la biología... siempre llegamos a objetos
que deben su construcción [y, es de presumir entonces, su existencia] al sujeto".
456
tal como se presenta a nuestros sentidos, sólo es la suma total de las
señales biológicas de desencadenamiento, y que sólo existe, por lo tanto,
como factor de los schemata de nuestras acciones biológicas" (página
202). Uexküll afirma que el razonamiento circular de Lorenz
se debe a que no logra "desembarazarse de las suposiciones objetivistas
sobre las que se basaba el cuadro del universo de la física clásica"
(pág. 203).
No me cabe ninguna duda de que la acusación de efectuar un razonamiento
circular debe caer sobre Uexküll y de que su razonamiento
falaz se debe, al menos en parte, a su insostenible interpretación subjetivista
de la física moderna. Uexküll no se da cuenta de que todo
su análisis biológico presupone la posibilidad de un enfoque (más o
menos) objetivista. Es sólo tal enfoque el que nos permite decir, por
ejemplo, que un "artefacto imitativo" asume las funciones de la madre
del ave. Sólo porque sabemos —en nuestro mundo "objetivo", que
va más allá del mundo "subjetivo" del ave— cuál es su verdadera
madre y cuál un mero artefacto podemos decir que si un animal A
diferencia a través de sus acciones entre su madre real y un artefacto
imitativo mientras que el animal B no lo hace, entonces A tiene —en
esta medida— mayores poderes de discriminación o de diferenciación
y está mejor adaptado —en la misma medida— a ciertas situaciones ambientales
posibles.
La concepción de Lorenz (que he compartido durante muchos años *)
no sólo es defendible, sino también necesaria para comprender la peculiar
situación humana, el fenómeno —basado en el uso argumental del
lenguaje^— del conocimiento crítico, a diferencia de las adaptaciones
acríticas y, por decir así, accidentales del "conocimiento" animal.
Esto me lleva al tercer error del argumento de Uexküll. error que
es difícil de comprender en una persona que admira a Kant. Es el
error más grave del libro y lo comparten ambos autores. Es su completa
(y, parecería, casi hostil) falta de consideración de la razón humana,
del poder del hombre de desarrollarse, de trascenderse, no sólo
mediante la invención imaginativa de mitos ' (cuya importancia destaca
Grassi muy bien) sino también por la crítica racional de sus propias
invenciones imaginativas.
Estas invenciones, si se las formula en cierto lenguaje, son desde el
comienzo algo diferente de otras acciones biológicas. Se lo puede comprender
por el hecho de que dos schemata de acciones biolc^cas indistinguibles
en otros aspectos pueden contener mitos (concernientes, por
ejemplo, al origen del mundo) contradictorios. Pues aunque algunas
de nuestras creencias pueden tener una vinculación inmediata con la
práctica, otras sólo se relacionan con ella muy remotamente, si es que
se relacionan de algún modo. Sus diferencias permiten que entren e.n
conflicto y su lejanía relativa permite argumentar acerca de ellas. De
• Cf. caps. 1 y 15.
' Cf. caps. 4 y 12.
457
esta manera, se puede desarrollar la critica racional, las normas de racionalidad
—algunas de las primeras normas intersiib/etivas— y la idea
de una verdad objetiva. Y esta ¡icrítica, a su vez, puede convertirse en
intentos sistemáticos de descubrir las debilidades y falsedades de las
teorías y creencias de otras personas y también de las propias. Esta
mutua crítica permite al hombre, aunque sea gradualmente, irrumpir
a través de la subjetividad de un mundo de señales biológicas de des
encadenamiento y, más allá de éste, a través de la subjetividad de sus
propias invenciones imaginativas y de la subjetividad de los accidentes
históricos de los cuales estas invenciones puedan depender, en parte.
Pues estas normas de crítica racional y de verdad objeti\'a hacen a su
conocimiento estructuralmente diferente de sus antecedentes evolutivos
(aunque siempre sea posible incluirlo en algún esquema de acción
biológico o antropológico). Es la aceptación de esas normas la que
crea la dignidad del hombre; la que lo hace responsable, tanto moral
como intelectualmente; la que no .sólo le permite actuar racionalmente,
.sino también meditar, juzgar y discriminar acerca de teorías rivales.
Esas normas de verdad objetiva y de crítica pueden enseñarle a ensayar
nuei'amente y a pensar nuevamente; a poner en duda las propias
conclusiones, y a usar su imaginación para tratar de determinar si ha\
una falla en sus propias conclusiones y dónde está esa falla. Pueden
enseñarle a ajjlicar el método de ensayo y error en lodos los campos,
especialmente en el de la ciencia; así, pueden enseñarle a a|>rcnder desús
errores y a buscarlos. Esas normas pueden ayudarlo a descubrir
cuan poco sabe y cuánto es lo que no sabe. Pueden ayudarlo a
aumentar en conocimiento, y también a darse cuenta de que se está
enriqueciendo. Pueden ayudarlo a tomar conciencia de que debe su enriquecimiento
a las críticas de otras personas y de que el hombre razonable
está dispuesto a oír las críticas. De este modo, hasta pueden
ayudarlo a trascender su pasado animal y ese subjetivismo y voluntarismo
en los cuales tratan de mantenerlo cautivos las filosofías románticas
e irracionalistas.
Es así como nuestra mente se desarrolla y se trasciende a si misma.
Si el humanismo se cKupa del desarrollo de la mente humana, ;cuál
será, entonces, la tradición del humanismo si no una tradición de
crítica y razonabilidad?
458
APÉNDICE
ALGUNAS NOTAS TÉCNICAS
1. Contenido empírico
Llegamos a la idea de contenido empírico del siguiente modo. Entendemos
por contenido lógico (o la clase de las consecuencias) de
a la clase de todos los enunciados que se deducen de a. Así, podemos
considerar primero, y de manera tentativa, el contenido empírico de <í
como la clase de tcnlos los enunciados obscrvacionales (o "enunciados
básicos", ver más adelante) c|ue se deducen de a.
Pero esa idea tentativa no es satisfactoria. Pues lo que más nos inte
resa es el contenido empírico de una teoría explicativa universal. Aho
ra bien, de tal teoría solamente no se deduce ningún enunciado obser
racional. (De "todos los cuervos son negros" no po
gún enunciatlo observational tal como "hav un cuervo negro aquí y
ahora", aunque píxlemos deducir el enunciado "no hay ningún cuervo
blanco aquí y ahora".)
Por esa razón, al definir el contenido empírico, recurría a la ¡dea de
que una teoría dice t/into más acerca de hechos observables cuanto
mayor es la cantidad de tales hechos que prohibe, es decir, cuanto
mayor es la cantidad de hechos observables incompatibles con ella.'
Podemos decir, pues, que el contenido empírico de una teoría está determinado
por (y es igual a) la clase de los enunciados obscrvacionales,
o enunciados básicos, que contradicen la teoría.
A un enunciado básico que contradice una teoría t se lo puede llamar
un "refutador potencial" de t. Usando esta terminología, podemos
decir que el contenido empírico de t es la clase de sus refutadores potenciales.
Se puede ver que el nombre de "contenido empírico" se aplica justificadamente
a esta clase por el hecho de que, cuando las medidas
de los contenidos empíricos, ECt(tí) y ECt(t2), de dos teorías empíricas
1 Véase L.Sc.D., secciones 31, 34. Esta idea ha sido aceptada por Carnap; véase
especialmente sus Logical Foundations of Probability, 1950, pág. 406, y también su
Symbolische Logik, 2^ ed., 1960, pág. 21.
Los puntos técnicos examinados en estos Apéndices se relacionan especialmente
con el capítulo 10 de este volumen. Estas notas no han sido publicadas anteriormente.
El Apéndice 6 y el 8 (especialmente las secciones 6-10) tienen que ver con los capítulos
3-5.
459
(es decir, no metafísicas), í. y h, están relacionadas de tal modo que
(1) ECt(t,) ^ ECt(t=)
es válida, las medidas de sus contenidos lógicos también estarán relacionadas
dé modo tal que sea válida
(2) Ct (t.) ^ Ct (t.);
relaciones similares existen para la igualdad de contenido.
Pasando ahora a la noción de "enunciados básicos", hay un punto en
el cual deseo mejorar mi análisis de lo que he llamado "enunciados
básicos" en La lógica de la investigación científica (ver especialmente
las secciones 28 y 29). Introduje el término "enunciado básico" para
denotar una clase de enunciados (verdaderos o falsos) cuyo carácter
empírico indiscutido podemos suponer en nuestra discusión. "Indiscu.
tido" quiere decir aquí que estamos dispuestos a limitar la clase de
los enunciados básicos de acuerdo con los requisitos del empirista más
escrupuloso y exigente, siempre que estos requisitos no sean menos exigentes
que nuestros propios requisitos mínimos (objetivistas). Estos
son: (I) los enunciados básicos expresan (verdadera o falsamente) la
existencia de hechos observables (sucesos) dentro de una región espaciotemporal
suficientemente pequeña. (U) La negación de un enunciado
básico no es, en general, un enunciado básico. En algunos casos
simples de enunciados básicos (ejemplo: "Hay ahora un gran danés
adulto en mi estudio"), sus negaciones pueden ser aceptadas como
básicas. Pero en la mayoría de los casos de enunciados básicos (ejemplo:
"Hay ahora un mosquito en mi estudio"), sus negaciones no serán
aceptables como básicas, por razones obvias. (Ill) La conjunción de
dos eniThcíados básicos es siempre un enunciado básico, si (y sólo si)
es lógicamente consistente. (Así, sí un enunciado y su negación son
ambos básicos, su conjunción no será básica.) De una clase de enunciados
básicos aceptables podemos elegir los que no sean compuestos
(enunciados "atómicos relativos"; cf. L.Sc. D., sección 38). Si lo deseamos,
podemos comenzar por éstos y construir con ellos una nueva clase
de enunciados básicos, del siguiente modo: (a) No admitimos como
enunciado básico a ninguna de las negaciones de los enunciados básicos
atómicos relativos. (6) Admitimos como enunciados básicos todas
las conjunciones de enunciados básicos, en tanto sean consistentes.
(La consistencia parece ser, intuitivamente, un requisito necesario y su
adopción simplifica mucho diversas formulaciones de la teoría resultante,
pero podemos prescindir de ella, si excluimos los enunciados
inconsistentes de la clase de los refutadores.) (c) No admitimos ninguna
negación de ningún enunciado básico compuesto, ni otros compuestos
que no sean conjunciones de enunciados básicos.
Las últimas exclusiones pueden parecer un poco severas; pero no es
nuestro propósito admitir como básicos todos los enunciados empíricos,
ni siquiera todos los enunciados de hechos observables: no me
importa excluir enunciados observacionales compuestos como "hay un
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