G. H. Mead Espíritu, persona y sociedad


serie de desiderata: (I) azTx^.Ctp (a) =0 (II) aeF77*Ctp (a) :^ Ct (a) (III)



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serie de desiderata:

(I) azTx^.Ctp (a) =0

(II) aeF77*Ctp (a) :^ Ct (a)

(III) O ^ Ctp (a) ^ Ct (a) ^ 1

(IV) Ctp (contrad) = Ct (contrad) = I

donde "contrad" es el nombre de un enunciado contradictorio. El

desideratum (IV) debe ser comparado y contrastado con el teore-

TTlíl

Ctr (tautol) = Ct (tautol) = O

donde "tautol" es el nombre de un enunciado tautológico.

(V) Ctj. (a) =0-^ Ctp (a) Ct (a)

(VI) Ctp (a) = O ^ Ctr («) = Ct (a)



(VII) Ctj, (a) 4- Ctp (a) ^ Ct (a)

(La razón para poner aquí " ^ " en lugar de " = " se comprenderá

si suponemos que "a" es, por ejemplo, "contrad"; pues en tal caso,

obtenemos



Ctp (a) = Ct (a) = 1. por (IV)

y

Cíx (a) = Ct (i);



pero Ct (ty es el contenido de verdad máximo, el cual, en general,

será diferente de cero. En un universo infinito, Ct (t) r= 1 —p (í)

será, por lo general, igual a 1.)

(VIII) Ctp y Ctj, son simétricos con respecto a Ct en el siguiente

sentido: existen dos funciones, fi y p¿, tales que

(a) CÍT (fl) + Ctp (a) — Ct (a) -f U (CCtp (a))



= Ct (a) + fi {Ctp (a), Ctr («))

es decir, /^ es simétrica con respecto a Ctj. y Cíy, y en consecuencia

obtenemos

(b) Ctj (a) = /a (Ct (a), Ctp (a))

(c) Ctp (a) =h (Ct (a), Ctj, (a)).

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Entre las diversas posibilidades de definir "Ct¡, (a)" según esta

línea de pensamiento, la siguiente definición parece la más conveniente

y será adoptada aquí:

(12) Ctf. (a) r:= 1 —p (a.aj) = Ct (a,aj)

Esta definición satisface nuestros desiderata. Esto es obvio para los

desiderata (I) y (II), y será claro para los restantes si consideramos

los siguientes teoremas:



(13) Ct¡r (a) p («T) =P («r) —p («.«»•) p («r))

= P (flr) —P («) (ver (7)

= Ct (a) Ctj, (a)

de manera que

(14) Ctr (a) — Ct (a) — (Ctf. (a) p (Oj.)) ^ Ct (a) .

(15) Ctp (a) = (Ct (a) —Clj. (a)) /p (oj.)

= (Ct (a) —Ctj, (a)) / (l — Cír (a))

(16) Cti.{a) p(a,at) =p(a/ij,) — {p (flj) p{a,ar))



= p(a,aj.) —p{a)

= Ct (a) — Ctp (a)

y así obtenemos

(17) Ctf (a) = Ct (a) (Ctr (a) p (a, a^)) ^ Ct (a)

(18) Ctria) = (Ct (a) —Ctf (a)) / p (a,a,,) ver (III)

= (Ct (a) —Ctp (a)) /I—Ctf (a)) ver (15)

También obtenemos de (15)

(19) Ctf (a) — Cíj (a) Ctp (a) = Ct (a) — C(a)

y por consiguiente:

(20) Cíj. (a) 4- Ctp (a) = Ct (a) -f Ctj. (a) Ctf (a)

Así, (17) muestra que se satisface (III), y (20) muestra que se

satisfacen (V), (VI), (Vil) y (VIII). El cumplimiento de (IV)

se desprende de p (conírad, t) = 0 .

Esto muestra que la definición propuesta, (12), de Ctf (a) satisface

todos nuestros desiderata. Sin embargo, puede parecer que

uno de nuestros desiderata (VII), es insatisfactorio; quizás podría parecer

—a pesar de nuestro comentario sobre (VII) — que deberíamos

haber postulado

(—) CíT (a) + Ctf (a) = Ct (a)

470


Puede demostrarse que la ecuación (—) determinaría realmente

a Ctf. Conduciría a la siguiente definición (que no adoptaremos) :



Ctf («) =Ct («r -> a) = 1 — p («r ~* «).

donde "aj, —> a" (o, como también podemos escribir, "a <— a/') es el

enunciado condicional "si a^, entonces a", o "a si aj.".

Es interesante comparar esta definición con (12) o, en otras palabras,

comparar Ct {a <— Uj.) con Ct (a, Oj) (la última de las cuales

es nuestra Ctp («)), o comparar p (a*— Oj) con p (a,ÜJ) .

Obtenemos, sin duda,

Ctr (a) -{-Ct (a <- üj.) = Ct (a).

lo cual parece, a primera vista, satisfactorio.

Pero substituyamos (contrad) en lugar de a:

Ctj. (contrad) — Ct (1) = 1 p (t)

que es, como hemos visto, el contenido de verdad máximo obtenible

en nuestro sistema. Puesto que Ct (contrad) = 1, obtenemos

Ct a <— Uj.) = Ct (contrad *— t) := 1 — p (contrad v -t) =z p (t) . Ahora

bien, mientras que C/j- (contrad) =: Ct (t) sería totalmente

inobjetable —pues es una clara consecuencia de una definición satisfactoria

de C/T(«) y del hecho de que de un enunciado contradictorio

se deduce todo, y por lo tanto, también t— no ocurre lo

mismo con Ctp (contrad) ^= p (t); pues esto haría que, en la mayoría

de los casos, el contenido de falsedad de una contradicción sería

menor que su contenido de verdad, mientras que cabe esperar que

el contenido de falsedad de una contradicción sea por lo menos

igual a su contenido de verdad.

Tomemos un ejemplo. Nuestro universo del discurso será el lanzamiento

de un dado. Sea t "salió el 3", y p (t) sea 1/6. La definición

propuesta (y rechazada) de Ct¡., (n) = Ct (n conduciría,

en este universo, al resultado de que el contenido de falsedad

de un enunciado contradictorio (por ejemplo, "saldrá el 6 y no

saldrá el 6"), Ctp (contrad), sería igual a 1/6, mientras que su contenido

de verdad, C/j. (contrad), sería igual a 5/6. Así, el contenido

de verdad de un enunciado contradictorio sería mucho mayor que

su contenido de falsedad, lo cual es claramente antiintuitivo. Esta

es la razcin por la cual adoptamos el desideratum (IV), el cual conduce

a casos en los que Cíy (a) -\- Ctp (a) > Ct (a).

Por todo lo que antecede se verá que nuestro desideratum (IV)

puede ser reemplazado por estos dos, sumamente intuitivos:

(IV, a) Ctp (contrad) = constante

(IV, b) Ctp (contrad) ^ Ctj, (contrad).

471


Dicho sea de paso, el hecho de que obtengamos, en general,

(21) Ctf. (a) ~Ct {afr- «y) = Ct^ (a) Ctj, (a)

puede parecer un poco sorprendente. Sin embargo, es una consecuencia

inmediata de la siguiente fórmula más general:

(22) p {a*-b) —p (a, b) = Ct {a, b) Ct (b),

fórmula que deduje hace muchos años para mostrar que la probabilidad

absoluta del enunciado condicional "a si b" (o del enunciado

"si b entonces a") supera en general a la probabilidad relativa

de un enunciado a, dado otro enunciado b.

(La fórmula (22) compara, por decirlo asi, la flecha hacia la

izquierda "<—" con la coma " , " y calcula el exceso, nunca negativo,

Exc (a, b) —p (ap (a, b),

de la probabilidad condicional con respecto a la probabilidad relativa.)

Después de definir las medidas del contenido de verdad y del

contenido de falsedad, podemos pasar ahora a definir la Vs (a), la

verosimilitud de a. En la medida en que estemos interesados solamente

en valores de comparación podemos usar como definiens:



Ctj (a) — Ctjf (a) = p (a, «j-) — p (rtj.).

Si estamos interesados en obtener valores numéricos, es preferible multiplicar

la fórmula anterior por un factor de normalización y usar como

definiens:

(p {a,a.r) —p (a^)) / {p (a,fl,,) + p (ay))

pues queremos satisfacer los siguientes desiderata:

(I) Vs (a) = Vs (b) <—» Ctr (a) Ctp (a) = Ctj. (b) Ctf. (b)

< <

(II) —l^Vs(a)^ Vs (t) ^ 1

(III) Vs (tautol) — O

(IV) Vs (contrad) = — 1

de modo que obtenemos

(V) — 1 ~ Vs (contrad) ^Vs (a) ^ + 1

(VI) En un universo infinito en el cual Ct (t) puede llegar a ser

1, Vs{t) también podría ser 1.

Debe observarse que Ct (t) = |—p (t) dependerá de la elección de

nuestro universo del discurso. Aún en un universo potencialmente

infinito puede ser menor que 1, como revela el siguiente ejemplo: sea

nuestro universo un conjunto infinito numerable de posibilidades ex-

472

cluyaiies, a„ a-, y sea /;(«,) — 14, />(«„) = 1/4, p (03) = Vs.



p (aJ = i/o", además siipong;inios que se realiza una de estas posibilidades:

t"— a,; entonces, Ci(/) == ¡/.,.

Asj, para los fines del cálculo numérico, es preferible reemplazar

p (ú.ur) p ('íj') P"' i'i'^ lornia normalizada; elegimos como factor

de normalización I (/>("."/) -{-p (a•,) ) ; es decir, deliniuios de la

manera indicada:

(23) Vs (a) = {p («,«,.) —p (a.,.)) / (p {a,ar + p (a^))

Obtenemos entonces:

(24) Si ae T, entonces Vs (a) z= Cí^ (a) / (1 4 -p (a^)) =

Cí (rt) / ( I 4 _ p («))

(25) Vs (taittol) — O

y

(26) l'!> (contrad) ~ — I.



ííay otras definiciones posibles. Por ejemplo, podríamos introducir

otros l.ictores de normalización, tales como Ct,,{a). Ct{a) o Ctf(a)

-f- Ct,, (íí). Pero estos, segúri creo, no nos llevarían a definiciones

adecuadas de Vs{a), sino más bien a definiciones de ideas como la

de "grado de valor de verda^l".

4. Ejemplos numéricos

Antes (fe examinar algunos ejemplos numéricos —que debemos tomar

de teorías que aplican l^ probabilidad a los juegos de azar, o de

teorías csiadísticas— quiero h^cer algunas observaciones generales acerca

de los valores numéricos <,'« las teorías puras acerca del contenido



y de la probabilidad.

Aparte de esas aplicaciones de la teoría de la probabilidad en las

cuales poilemos medir probabilidades de la manera usual (mediante

la suposición de probabilidades iguales, como en los dados, o mediante

hipótesis estadísticas), no veo ninguna posibilidad de asignar valores

numéricos (que no sean o y 1) a jmestras medidas de la probabilidad

o del contenido. La teoría pura de la probabilidad y la teoría

pura del contenido son, a este respecto, como la geometría euclídiana:

en ésta no se define ninguna unidad real. (La definición del metro

unidad según el modelo conservado en París es totalmente extrageométrica.)

No hay que preocuparse, pues, si la teoría pura de la probabilidad

o la teoría pura del contenido no nos brindan valores numéricos

reales (excepto O y 1). Así, su status es, en muchos aspectos, más

semejante al de la topología que al de la geometría métrica."

11 La teoría de la probabilidad que aquí presuponemos ha sido desarrollada en

r.ScJ}., apéndices IV y V; ver también la segunda sección de los Apéndices de este

volumen.


473

Volviendo ahora a los ejemplos numéricos distinguiremos dos especies

de ellos.

(I) Ejemplos similares al lanzamiento de dados. En este caso, si sale

4, digamos, y nuestra conjetura era que saldría 5, consideramos que

esta conjetura no es mejor ni peor que la de que saldría 6, por ejemplo.

(Usamos aquí los términos "mejor" y "peor"' en el sentido de

"más cerca" o "más lejos" de la verdad.)

(II) Los ejemplos en los cuales disponemos de un tipo de medida

de la distancia de nuestras conjeturas con respecto a la verdad. Podemos

representar esto mediante la suposición de que, si de hecho sale

4, la conjetura o la proposición de que saldrá 6 (o que saldrá 2)

está separada de la verdad por la proposición de que saldrá 5 (o

que saldrá 3); y de que, por esta razón, si a = 6, a^, será 6 v 5 v 4,

y no 6 V 4 (o alternativamente, «j. = 2 v 3 v 4). i- Aquí y en lo que

sigue, "íí =: 6" ó "a = 6 V 4" significa "a = saldrá 6" ó "a saldrá 6

ó i", etc.

Suponemos que los dados son homogéneos.

Calcularé primero tres ejemplos del tipo (I).

(1) a = 6; b = 4; b=t

Obtenemos aj,^=6v4;p {a,aj,) =z Y2; p (ÜJ) = V3

Vs (a) = V.5

(2) a — b;b = i;b:=t

Tenemos que AJ- = 5 v 4. El cálculo y el resultado son los mismos

que en el caso (1).

(3) rt = 6 V 5; 6 = 4; b = í

Obtenemos ÉÍI. = 6 v 5 v 4; p (a, ÜJ) = Vs! P (O-T) = ^/s



Vs (a) = VT

Podemos comparar ahora los ejemplos anteriores con otros tres ejemplos

del tipo (II). La diferencia reside en el cálculo de Oy.

(10

Obtenemos



(20

Obtenemos



(30

a rr 6; b = 4; b z= t

üj. = 6 v 5 V 4; p (a, ÜJ) = V3; p (%) = \

Vs (a) = — V s

a = 5; b=:4; b = t

a¡r = 5 V 4; p (a, a^) — V2; P («r) = Vs



Vs (a) = V5

a r = 6 v 5 ; 6 = 4; b = t

12 "6 V 5 V 4" y "& V 4" son formas abreviadas de "saldrá 6 6 5 6 4" f

"saldrá 6 ó 4".

474

Obtenemos «^ = 6 v 5 v 4; p {a, a^) — "^U; p («T) = /a



Vs (a) =z VT

Agregaré dos ejemplos de predicciones verdaderas:

(1") a =: 6; b = 6; b = t

Vs (a) = VT

(2") a — 6v5; b = 6; b = t



Vs («) = 1/2

Así, vemos que la verosimilitud puede aumentar con el contenido

de a y disminuir con la probabilidad de a.

5. Lenguajes artificiales versus lenguajes formalizados

Se ha dicho a menudo que la teoría de la verdad de Tarski sólo

es aplicable a los sistemas lingüísticos formalizados. No creo que esto

sea correcto. Sin duda, exige un lenguaje —un lenguaje de objeto—

con un cierto grado de artificiaJidad, así como la distinción entre un

lenguaje objeto y un metalenguaje, distinción que es también algo

superficial. Pero si bien, al introducir ciertas precauciones en el lenguaje

común, le quitamos su carácter "natural" y lo hacemos artificial,

ello no significa que lo formalicemos: aunque todo lenguaje formalizado

es artificial, no todo lenguaje sujeto a determinadas reglas

o basado en reglas formuladas más o menos claramente (y que es, por

consiguiente, "artificial") es un lenguaje totalmente formalizado. El

reconocimiento de la existencia de toda ima gama de lenguajes más

o menos artificiales aunque no formalizados me parece un punto de

considerable importancia, en especial para la evaluación filosófica de

la teoría de la verdad.

6. Nota histórica sobre la verosimilitud (1964)

Haré aquí otras observaciones sobre la historia primitiva de la confusión

entre verosimilitud y probabilidad (además de las contenidas

en el capítulo 10, sección xiv).

1. En resumen, mi tesis es la siguiente. Los más antiguos textos de

que disponemos usan sin ambigüedad la idea de semejanza con la verdad

o verosimilitud. Con el tiempo, "semejante a la verdad" se hace

ambigua: adquiere significados adicionales tales como "probable", "probablemente

verdadero" o "posible", de modo que en algunos casos

no es claro cuál de estos significados es el que se quiere transmitir.

Esta ambigüedad adquiere importancia en Platón debido a su teoría,

de fundamental importancia, de la imitación o jnimesis: así como

el mundo empírico imita al mundo (verdadero) de las ideas, así también

las explicaciones, teorías o mitos acerca del mundo empírico (de

la apariencia) "imitan" la verdad y, así, son solamente "semejantes

475

d la verdad"; o, para traducir las mismas expresiones en sus otros



significados, esas teorías no son demostrables, necesarias o verdaderas,

sino solamente probables, posibles Q (más o menos) aparentemente

verdaderas.

De este modo, la teoría platónica de la mimesis suministra algo

semejante a una base filosófica a la equivocada y engañosa identificación

(ya corriente por aquel entonces) de "semejante a la verdad"

y "probable".

Con Aristóteles adquiere preponderancia un significado adicional:

"probable" = "que sucede con frecuencia".

2. Para dar algunos detalles, tomemos primero un pasaje de la Odisea

19.203: el astuto Ulises le cuenta a Penelope (que no lo reconoce)

una historia falsa, pero que contiene algunos elementos de verdad; o,

como dice Homero, "hizo que muchas mentiras se parecieran a la

verdad" ("etiinioisin homoia"). Esta expresión se repite en la Teogonia,

27 y sig.; Las Musas del Olimpo, hijas de Zeus, dicen a Hesíodo:

"Sabemos cómo decir muchas mentiras semejantes a la verdad; pero

también sabemos, si queremos, decir la verdad {aletheia)".

El pasaje anterior es interesante también porque en él etumos y



alethcs aparecen como'sinónimos de "verdadero".

Hay un tercer pasaje en el cual aparece la expresión "etumoisin



homoia": en Theognis, 713, donde se exalta la astucia (como en la

Odisea), y el poder de hacer que las mentiras suenen como la verdad

es descripto como divino (quizás es una alusión a las Musas de la



Teogonia): "con la buena lengua de Néstor, semejante a un dios,

haríais que las mentiras se parecieran a la verdad".

Ahora bien, uno de los hechos relativos a los pasajes citados es

que todos ellos se relacionan con lo que actualmente llamamos "crítica

literaria". Pues el tema es el relato de historias que son (y que

suenan) como la verdad.

Encontramos un pasaje similar en Jenófanes, también poeta y, quizás,

el primer crítico literario. Introduce (DK B35) el término "eoikota"

en lugar de "homoia". Refiriéndose quizás a sus propias teorías teológicas,

dice: "estas cosas, podemos conjeturar, son semejantes a la verdad"



[eoikota tois etumoisi; véase también pág. 153, y Platón, Fedro

272 D/E, 273 B y D).

Tenemos aquí, nuevamente, una frase que expresa sin ambigüedades

la idea de verosimilitud {no de probabilidad) junto con un término

(al cual he traducido por "podemos conjeturar") que deriva del término

doxa ("opinión"), que desempeñó un papel muy importante

en Parménides y después de él. (El mismo término aparece también

en el último verso de Jenófanes, B34, citado antes, donde aparece contrapuesto

a "saphes", "verdad segura".)

El paso siguiente fue de mucha importancia. Parménides, B 8, 60.

usa eoikota ("similar" o "semejante") sin mencionar explícitamente

la verdad. Sugiero que, al igual que en Jenófanes, significa "seme-

476


jante a la verdad", y he traducido el pasaje en cuestión de acuerdo

con esta opinión ("totalmente semejante a la verdad"; ver Introd.).

Mi argumento principal es la similitud de ese pasaje con Jenófanes

B 35. Ambos pasajes hablan de la opinión o conjetura (doxa) de

los hombres mortales, y ambos dicen algo relativamente favorable

acerca de ella; ambos también sugieren claramente que esta opinión

relativamente "buena" no es la verdadera historia. A pesar de estas

semejanzas, la expresión de Parménides ha sido traducida a menudo

por "probable y plausible" (véase la nota 19 en la página 289).

El pasaje anterior es interesante a causa de su estrecha relación

con otro importante pasaje del Timeo (27e-30c) de Platón. En éste,

Platón parte (27e-28a) de la distinción parmenídea entre "lo que

siempre Es y no Deviene", por un lado, y "lo que siempre Deviene

y nunca Es", por la otra; y dice, con Parménides, que lo primero

puede ser conocido por la razón, mientras que lo segundo "es objeto

de opinión y de sensación no razonada" (ver también Cap. 5). A

partir de esto, pasa a explicar que el mundo cambiante y en devenir

(ouranos o cosmos: 28b) fue hecho por el Creador como copia o

imagen {eikon) cuyo motlelo original o paradigma es el Ser eternamente

inmutable que Es.

La transición del paradigma a la copia (eiko) corresponde a

la transición, en Parménides, del Camino de la Verdad al Camino

de la Apariencia. (C^ité antes esta i'iltima transición; ver Introd.) :

contiene el término "eoikota", que se relaciona con el "eikon" de

Platón, es decir, con la semejanzn a la verdad, o a lo Que Es. De

acuerdo con esto, quizás podamos concluir que Platón entendía

"eoikota" como "semejante (a la verdad)", no como "probable".

Sin embargo, Platón dice también que la copia, al ser semejante

a la verdad, no puede ser conocida con certeza, sino que sólo podemos

tener opiniones acerca de ella que son inciertas o "probables".

Pues afirma que las descripciones del paradigma serán "perdurables,

inconmovibles, irrefutables e invencibles'' (29b-c) , mientras que "las

descripciones de lo que es (meramente) semejante a una copia del

paradigma.. . poseerá (mera) probabilidad; pues lo que el Ser es

al Devenir, lo es la Verdad a la (mera) Creencia"; (véase también Fedro

259E a 260B-E, 266E-267A).

El anterior es el pasaje en el cual se introduce la probabilidad

(cikotn) en el sentido de creencia imperfectamente cierta o creencia

parcial, y al misino tiempo se la relaciona con la verosimilitud.

El pasaje concluye con otro eco de la transición al Camino de

la Apariencia; así como la diosa había prometido a Parménides

una descripción tan "totalmente semejante a la verdad" que no

se podría dar otra mejor (ver Introd.), asi también leemos en el



Timeo (29d) : "Debemos contentarnos con dar una descripción que

no sea inferior a ninguna otra en probabilidad {eikota), recordando

que [nosotros]... somos criaturas humanas y que es adecuado

477


])ara nosotros aceptar ima historia probable (eikota muthon)..."

(A esto, "Sócrates" replica: "¡Excelente, Timeol")

Es muy interesante observar que esta introducción de una ambigüedad

sistemática en "semejanza a la verdad" y "probabilidad"

no impide a Platón usar luego el término "eikola", en el Critias

(107e), en el sentido de "descripción semejante a la verdad". Pues,

considerando el texto que lo precede, este pasaje debe ser entendido

así: "Con respecto a las cuestiones celestiales y divinas, debemos

conformarnos con una descripción que tenga un grado pequeño de

semejanza a la verdad, mientras que debemos verificar cuidadosamente

la exactitud de descripciones que pertenecen a hombres mortales."

3.- Aparte de esta ambigüedad sistemática y, sin duda, consciente

en el uso que hace Platón de "eikota" (y de términos afines a éste),

y aparte de una gran gama de usos diferentes en los cuales su significado

es definido, hay también una amplia gama de usos en los cuales

su significado, simplemente, es vago. Ejemplos de usos diferentes

en Platón (y en Aristóteles) son: su uso en oposición a "demostrable"

y a "necesario"; su uso para expresar "lo mejor después de la certeza".

También se lo usa a menudo como sinónimo de "estar seguro" o

"ciertamente", o "esto me parece correcto", especialmente bajo la

forma de interjecciones, en los diálogos. También se lo usa en el

sentido de "quizás", y hasta se lo usa con el sentido de "que sucede

con frecuencia", por ejemplo, en la Retórica 1402 b 22 de Aristóteles:

" . . . l o probable (eikos) es lo que sucede, no invariablemente, sino

sólo en la mayoría de los casos..."

4. Quisiera terminar citando otro pasaje úc crítica literaria que

aparece dos veces en la Poética de Aristóteles (1456 a, 22-25, y 1461 b,

12-15) y que en su primera aparición el filósofo lo atribuye al poeta

Agatón: "Es probable que lo improbable suceda", o, dicho menos vagamente,

pero también con menos elegancia: "Es sivicjante a la verdad



que las cosas improbables sucedan."

7. Algunas indicaciones adicionales sobre la verosimilitud (1968)

1. Puesto que mi interés en la distinción entre verosimilitud, por

un lado, y probabilidad (en sus múltiples significados), por otro, parece

prestarse a interpretaciones .erróneas, recalcaré que no me ocupo

en absoluto de palabras y de sus significados, sino únicamente de problemas.

Y aún mucho menos me ocupo de "precisar", "definir" o "explicar"

los significados de las palabras.

Como he señalado antes, en el cuadro de la página 43, existe una

analogía entre las palabras o conceptos y la cuestión de su significado,

por un lado, y los enunciados o teorías y la cuestión de su verdad por

otro. Pese a todo, sólo considero importantes los enunciados o teorías



y la cuestión de su verdad o falsedad.

La errónea doctrina ("esenciálista") que afirma que podemos "defi-

478

nir" (o "explicar") una palabra, un término, o un concepto, y que



podemos "definir" o "precisar" su significado es en cualquier caso

análoga a la errónea doctrina que afirma que podemos probar, establecer

o justificar la verdad de una teoría; es, en realidad, parte de

esta última doctrina ("justificacionista").

Si bien las palabras y sus significados precisos nunca son importantes,

el esclarecimiento de confusiones puede ser importante en la resolución

de problemas; naturalmente, de aquellos problemas que tengan que

ver con teorías. No podemos definir, pero a menudo podemos diferenciar,

pues las confusiones, o simplemente la falta de distinciones, pueden

privarnos de resolver nuestros problemas.

2. En relación a la verosimilitud, el principal problema en litigio

es el problema de la verdad del realista; es decir, la correspondencia

de una teoría con los hechos, o con la realidad (véanse las páginas 272

y siguientes).

La peligrosa confusión o embrollo que ha de esclarecerse es el que

existe entre la verdad concebida en el sentido realista —la verdad "objetiva"

o "absoluta"—- y la verdad en el sentido subjetivo, en la acepción

de lo que "creemos" (se utilice la persona en niimero singular

o plural).

La distinción tiene una importancia fundamental, en especial en lo

que concierne a la teoría del conocimiento. El único problema de conocimiento

importante tiene que ver con el problema de la verdad

en el sentido objetivo. Mi tesis es, pura y simplemente, que la teoría

de la creencia subjetiva carece totalmente de relevancia para la teoría

filosófica del conocimiento. Naturalmente, si ambas concepciones

están entremezcladas (como, de acuerdo con la tradición, sucede todavía)

se acaba con esta última.

3. Tiene una importancia decisiva que la necesidad de distinguir

claramente entre verdad objetiva y creencia subjetiva siga siendo tan

apremiante como siempre si introducimos en el cuadro la aproximación



a la verdad (o la semejanza a la verdad o verosimilitud): la verosimilitud,

en tanto que idea objetiva, debe diferenciarse claramente de

todas las ideas subjetivas como grados de creencia, o de convicción,

de persuasión; o bien de verdad aparente, de plausibilidad, o de probabilidad

en cualquiera de sus significados subjetivos. (Puede suceder

eventualmente que aun si consideramos el término probabilidad en

alguno de sus significados objetivos, como propensión, o quizás frecuencia,

deba diferenciarse aún de la verosimilitud; así como el grado

de verosimilitud objetiva debería diferenciarse claramente del grado de

corroboración, aunque ésta sea una noción objetiva. Además, el grado

de verosimilitud de una teoría, como la misma idea de verdad, carece de

límites temporales, aunque difiere de la idea de verdad por el hecho

de ser un concepto relativo, mientras que el grado de corroboración de

una teoría es algo que depende básicamente del tiempo —rcomo he

señalado en la sección 84 de mi Lógica de la investigación científica

y constituye, por consiguiente, un concepto histórico.)

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