La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: ¿Qué nos podéis decir del nuevo método de esteri­lización, que ha sido aplicado en la India, donde el exceso de población liquida centenas de criaturas por el hambre? ¿Es más aconsejable el trágico espectáculo de ver morir a esos indefensos seres por medio del hambre torturante, en vez de aplicar la esteri­lización que puede equilibrar el exceso de criaturas?

Ramatís: Los métodos de limitación o impedimento de la procreación de hijos no resuelven el problema del desequilibrio censurable del mundo que, además de mal administrado, es profa­nado por la cruel indiferencia de los ricos por los pobres. Eso nos hace recordar el caso del chofer que cambia el color de su coche ¡a fin de solucionar la deficiencia del motor! Ante la constante presión de diez billones de espíritus afligidos que desean encarnar para tomar contacto con los elementos educativos del mundo físico, la esterilización y los métodos anticonceptivos incen­tivan las más tormentosas tragedias sobre los encarnados. Sin lugar a dudas las almas vengativas hacen lo imposible para martirizar a quienes les impiden ingresar en la carne. Los comunes conceptos de "Quien con hierro hiere, con hierro será herido"; o "Quien siembra vientos recoge tempestades", puede servir de advertencia para los incautos respecto de los problemas de la espiritualidad.

3 A fin de asegurar un clima de vida razonable y soportable por la población, la ciudad de Los Ángeles para totalmente su tránsito y demás fuentes que contaminan el aire de la ciudad, durante un día por mes, como recuperación parcial del oxígeno consumido.

El hombre necesita dedicarse con más atención al estudio y conocimiento de la vida inmortal, para adaptarse gradualmente a las fases de los procesos que unen a los espíritus con la vida carnal. Necesita conocer las obligaciones espirituales y alertar a los culpables con respecto a los efectos dolorosos, indescriptibles e indeseables de sus prevaricaciones contra las leyes inmutables. Es importante reflexionar sobre el odio que puede generarse en las almas frustradas por la encarnación, y que os presionan desde el Espacio, totalmente enfurecidas por el uso de las esterilizaciones y el abuso de los anticonceptivos que les impide aliviar sus dolores y remordimientos atroces, por la gracia del olvido si estuvieran encarnados.

Desgraciadamente la esterilización se efectúe en masa, impidiendo la procreación de nuevos cuerpos, sin embargo no podrá evitar vues­tra humanidad, "esterilizarse" contra los obsesores enfurecidos y además, atenuar la culpa kármica de negar la vida física a billones de almas atormentadas en el Más Allá de la tumba. Acaso, al que pide pan, alimentos, medicamentos, nutrición y abrigo, ¿la ciencia materialista de vuestro mundo, lo ayuda con "esterilizaciones "?

Pregunta: A vuestro entender, ¿qué deberíamos hacer para equilibrarnos respecto al problema de la procreación?

Ramatís: Sería suficiente que observéis el sistema de rela­ciones sexuales de las especies inferiores, las cuales las practican obediente a las leyes de la genética en la fase de la procreación. Los animales se relacionan únicamente para atender a los impera­tivos de la procreación y no alteran los hábitos instintivos que les determina la naturaleza animal. El animal no limita los hijos, pero tampoco se excede en sus relaciones; no mistifica el trabajo de la naturaleza ni elimina el producto de sus relaciones.

Pregunta: ¿No podríamos los humanos disponer de un sen­tido instintivo que regulase el metabolismo de la natalidad, a fin de cumplir con el programa espiritual estatuido antes de encarnar?

Ramatís: En los mundos más evolucionados que la tierra los padres conocen anticipadamente cuál es la cantidad de hijos que deben generar conforme al programa "pre-reencarnatorio". Pero eso aún no es posible en la tierra, debido a que ésta es un mundo poblado por espíritus recién egresados de las cavernas de piedra, dominados por codicia, avaricia, crueldad, envidia, hipocresía, odio, orgullo y despotismo, matándose en el seno del hogar, como en los campos de batalla. Poco les adelantaría el recordar sus compromisos genéticos asumidos antes de la encarnación, puesto que su proverbial irresponsabilidad tampoco los induciría a cumplir rigurosamente con sus obligaciones procreativas.

Tampoco les sería útil cualquier tipo de advertencia de orden instintivo, respecto al período de sus relaciones sexuales, por la simple razón de que el hombre siempre sobrepone el raciocinio al instinto. En cualquier hipótesis, el hombre reacciona a favor de sí mismo y jamás obedece una pragmática del mundo invisible, pues en su ignorancia de espíritu primario, subestima cualquier advertencia del mundo espiritual. La Administración Sideral no pudo confiar a la humanidad terrena la facultad de conocer pre­viamente su obligación procreativa porque en su proverbial misti­ficación quedaría aún más agravada al errar sobre aquello que sabía de antemano.

El terrícola todavía no está capacitado para dirigir conscien­temente su destino, ni tampoco en el campo de la procreación. Si tal cosa fuese concebida, a la brevedad, la tierra sería dominada por un puñado de epicúreos que, en la lucha por la sobrevivencia, destruirían a los menos dotados de capacidad e impedirían el curso natural educativo en la materia. En vez de animales en lucha por la hegemonía de la carne más sana y del instinto más fuerte, los hombres serían apenas animales verticalizados y semi-dementes, por el exceso del placer inferior que les proporcionaría el fenómeno fisiológico de la existencia.

Mientras tanto, bajo el control de la Administración Sideral, la genética del mundo se manifiesta disciplinadamente, como son las fases de la pubertad en donde se regula el comienzo de la química creadora en la niña y la producción del semen en el niño; sigue después el período de la adolescencia hasta que el hombre y la mujer pueden entregarse sexualmente emancipados a la unión procreadora, y finalmente, la menopausia femenina, que cierra el ciclo de la actividad gestativa. En el hombre, ese período es indefinido, pero le sirve como de advertencia de la naturaleza insinuándole la moderación de la práctica sexual y le sugiere actividades más intelectivas, artísticas y espirituales a fin de com­pensar el desgaste inferior de la fase sexual.

El espíritu del hombre viejo y sexualmente descontrolado, cuando desencarna, ingresa en el Más Allá como un ave desam­parada, sin poder sostenerse por causa de su gran debilitamiento periespiritual. Es necesario calmar el alma cuando debe moverse hacia el mundo espiritual, que es su verdadero hogar, transfi­riendo hacia el cuerpo físico el residuo de los abusos cometidos en la juventud, pero debe evitarse acumular nuevas cargas dele­téreas y libidinosas en las proximidades de su muerte física. El viejo ávido de sexo es un anómalo en el programa de la realidad espiritual, dado que contraría el esquema procreativo de la vida superior.


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