Seminario Internacional de Miami


Lección III La Manifestación de la Justicia de Dios (3:21- 5:21)



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Lección III

La Manifestación de la Justicia de Dios (3:21- 5:21)

1.-Introducción

Ahora aparte de la ley se ha manifestado la justicia de Cristo. No se ha anulado la ley. Dios provee un plan para salvar a los pecadores siendo imparcial con Su justicia. Dios es santo, por tanto no puede tolerar el pecado, mucho menos hacerse de la vista gorda. Tolerancia cero para el pecado. Ha de castigarlo. Pero su amor anhela el gozo eterno del pecador. Ahí está el dilema.

2.-Justificados por la fe (3:21-25)

Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (v. 21-25).

Las palabras “pero ahora” contrapone lo dicho anteriormente sobre la ley colocándolo en un nivel inferior respecto a lo que se va a expresar a partir de este momento, sin dejar de ser importante. La acción legal castigadora de la ley queda atrás y es revelada la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo. ¡Gloria a Dios! “La fe, aquí significa una total confianza en el Señor Jesucristo viviente como el único salvador propio del pecado y la única esperanza que tenemos para el cielo.- Se basa en la revelación de la Persona y obra de Cristo tal como se encuentra en la Biblia.”46 No importa lo que el hombre quiera hacer por sí mismo con respecto a ser salvo. La salvación solamente está en la soberanía de Dios a través de la sangre de Jesucristo. Es la justificación por fe. Esta es la esencia que Pablo detalla en la epístola a los Romanos, el Evangelio de salvación, lo cual constituye el corazón de esta carta.

¿Cómo se manifiesta la justicia de Dios? Esta gran noticia se desglosa así:

3.-La justicia de Dios no es por la ley (3:21)

Pero ahora, aparte de la ley se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas” (v.21).

La ley y los profetas constituyen el Antiguo Testamento completo. Han sido testigo de la justicia de Dios, dice el Apóstol. Ya estaba anunciada allí. “Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos…pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá….pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos.”(Is 51:5a, 6b, 8b). En los versículos anteriores de esta carta, Pablo ha asegurado el veredicto final respecto a la culpabilidad del mundo entero, pero sin posibilidad de alcanzar salvación por medio de la ley, más bien por la ley es revelado su nivel de infracción, sin que nadie quede fuera de condenación. “La ley no nos justifica, pero en esa misma ley hallamos anunciado otro camino por el que podremos ponernos en correcta relación con Dios. Este camino es la fe en Jesucristo.”47

Debido a que Dios es santo, no puede tolerar el pecado, y la paga del pecado es muerte. Pero Dios ama al pecador y no quiere que nadie se pierda. Para eso provee un remedio efectivo y eficaz. Es la justicia de Dios a través de creer en la sangre de Cristo. La justicia de Dios es revelada para ser conocida por el hombre al igual que la ley, pero a diferencia de la ley, la justicia es asequible al hombre por medio de la fe en Cristo. Porque Jesucristo es la justicia de Dios. La ley revela quiénes son culpables. A través de la ley no hay salvación, en su lugar hay condenación. Pero ahora, aparte de la ley se ha manifestado la justicia de Dios. Aparte de la ley ha sido revelado un plan por el cual Dios justifica a aquellos que creen en ese plan. En ese plan es revelado Cristo. Por la justicia de Dios es que el hombre es salvo. Es por medio de Jesucristo que hay salvación y vida eterna. La salvación es un don que es dado por Dios a todo el que cree en Cristo.

Ese plan ha sido revelado por la ley y los profetas a través del mensaje de la expiación expuesto a todo lo largo del Antiguo Testamento. Desde el Génesis hasta Apocalipsis Dios procura reconciliar consigo a su pueblo.



La justicia de Dios se adquiere por fe en Jesucristo para todo el que cree (3:22-23).

La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (v. 22-23).

Aquí está la enfermedad de la humanidad: el pecado. También está la medicina para esa enfermedad: la fe en Jesucristo. De manera personal e individual, la Salvación está disponible para todo el que cree. “De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16).

La justicia es de Dios. Está provista para todos los que creen en el sacrificio de Cristo en la cruz. Por medio de la fe en Jesucristo es que funciona la justicia de Dios, sin importar quien sea la persona o el delito que haya cometido, “sin acepción de personas.” Es importante tener en cuenta que no es una fe cualquiera, es fe en Jesucristo. Cristo es el remedio para todo mal en toda circunstancia, para toda la humanidad y para cada individuo. Es una oportunidad que nadie debe perder. Lamentablemente muchos desestiman esta oportunidad: la salvación.

El hombre “por el pecado carece de esta gloria, quedando reducido a un pobre ser caído, encaminado a la perdición, si no aprovecha la salvación que Dios en gracia provee.”48

El hombre es incapaz de alcanzar por sí mismo la justicia que Dios demanda. Esta justicia sólo se encuentra en Jesucristo a través de su sangre, por la fe depositada en Él, por medio de la sobreabundante gracia de Dios.

La gracia de Jesucristo es suficiente para alcanzar la redención (3:24).

Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (v. 24).

En Juan 1:14 dice Juan el Bautista refiriéndose a Jesucristo: “Y aquel verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre) lleno de gracia y de verdad.

Aquel verbo es Jesucristo que vino lleno de gracia, y gracia sobre gracia. “Porque de su plenitud tomamos todo y gracia sobre gracia” (Juan 1:16).

La gracia vino por medio de Jesucristo. La gracia es la bondad de nuestro salvador Jesucristo hacia nosotros, no porque somos merecedores de ese beneficio, sino que es un bien que Dios quiere extender hacia nosotros porque él quiere, por su amor, no porque hayamos hecho algo para obtenerlo y mucho menos para merecerlo. Es gratis, aunque a Dios le ha costado mucho. Es su deseo extender su gracia soberana para que brillemos con su esplendor.

Todo ser humano es pecador, pero aquellos que han aceptado el sacrificio de la cruz son justificados gratuitamente por la gracia de Jesucristo, por su sangre, porque él quiere, mediante la redención que es en él. Pablo conecta la obra redentora de Cristo con la declaración legal del perdón del pecador. La redención es el rescate pagado por Jesucristo con su sangre para justificar al pecador.

La idea de rescate es el aspecto principal de la misión de Jesús. Su vida y ministerio culminaron con Su muerte sacrificial que sirvió como rescate para liberar a los pecadores de su condición de esclavo.”49

Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”(Mar.10:45).

El creyente es justificado por medio de la fe en Jesucristo. El creyente es declarado justo mediante el acto de creer en la obra de Cristo en el calvario, por su redención que fue el acto por el cual Cristo pagó para liberar al pecador de la esclavitud del pecado, el gobernante malévolo.

Su vida y ministerio culminaron en su muerte sacrificial que sirvió como rescate para liberar a los pecadores de su condición de esclavo. Así la muerte de Cristo se describe por el pago del precio de la liberación de los que han estado cautivo por satanás (la metáfora de rescate debe entenderse a la luz de la ofrenda que Jesús hace así mismo en obediencia al Padre y no un pago a Satanás).”50

Las escrituras no sugieren en ninguna parte que se hizo un pago específico ni a Dios ni a Satanás. El rescate no fue pagado a nadie, sino que fue un ajuste abstracto que dio una base justa para que Dios pueda salvar a los impíos.”51

La salvación es un regalo de Dios. La salvación es el más grande de todos los regalos. La salvación es por la gracia de Dios, porque Dios quiso darla por medio de creer en Jesucristo.

4.-Cristo como instrumento de propiciación (3:25)

A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia” (v.25).

En Juan 2:2 y Juan 4:10 se habla de Cristo como propiciación. En Romanos 3:25 leemos que Dios puso a Cristo como propiciación por medio de la fe en su sangre para manifestar su justicia. Su justificación será manifestada a aquellos que creen en el poder de la sangre de Jesucristo para perdonar los pecados, ya que ese fue el precio pagado. Aquellos que creen en la realidad de que Cristo es el Mesías, que murió por ellos, son los calificados para ser justificados. Cristo como instrumento de propiciación quitó por completo todos los pecados.

5.-Sola fe. Confirmada por la ley (3:26-31)



Con la mira de manifestar en este tiempo justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Dónde, pues está la jactancia? Queda excluida ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.” (v. 26-31).

Con la mira, dígase con el propósito de manifestar en este tiempo, en la dispensación de la gracia, su justicia, Cristo murió por toda la humanidad. “Y él es la manifestación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (1 Juan 2:2).

Manifestar su justicia” es la acción que justifica al creyente. Dios es el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús, es decir, al que ha creído en la cruz de Jesús. Creer en la cruz de Cristo no es una simple creencia, es la convicción de creer que Jesús es el hijo de Dios, que fue crucificado, que murió, fue sepultado, resucitó y ascendió al cielo y que viene otra vez. El pagó la deuda de pecado a precio de sangre. De manera tal que no hay jactancia. Nadie puede jactarse porque la salvación no es por obra para que nadie se gloríe. “El perdón de los pecados, pasados, presentes y futuros, sólo se debe a la obra acabada de Cristo (redención, propiciación, expiación reconciliación).52

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no es de vosotros pues es don de Dios; no por obra para que nadie se gloríe.”(Efesios 2:8-9). Toda jactancia queda excluida ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sólo por la fe, por medio de la gracia. El hombre es justificado por la convicción de creer que el poder de la sangre de Cristo es propicio y suficiente para limpiar el pecado. Este beneficio es para todo el que cree, sin importar raza, color, nivel económico, nivel social. Dios es Dios de todos. Dios es único. Pero la fe no anula la ley, más bien confirma la ley, por medio de la ley el pecado es conocido. La misma ley enseña que la fe es la manera correcta de abordar la ley. “Más ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y los profetas” (Rom. 3:21).

La cruz de Cristo posibilitó la justificación del creyente. La cruz de Cristo no sólo no anula la ley, sino que confirma la importancia de la ley.

No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mat 5:17).

¿En qué sentido queda en pie la ley? ¿Cómo norma de conducta?..La ley queda en pie…Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.”53

Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia de todo aquel que cree”(Rom 10:4).

El mismo Cristo confirma la ley, con lo cual establece que vino a cumplir la ley y todo lo que de él se dice en la ley. Pero el hombre es justificado por la fe sin las obras. Las obras vienen como producto de la fe, no la fe como producto de las obras. Es ahí donde está el error de la religión popular, donde enseña que por medio de efectuar algunas obras de bien social se llega a ganar la gloria, equivale a decir la salvación. Lo peor es, que al creer en esto el hombre se glorifica a sí mismo y le quita toda la gloria a Dios. “El tema de la carta a los romanos y el corazón del mensaje evangélico, es la doctrina de justificación solo por fe como respuesta a la gracia de Dios. Es una doctrina que se ha perdido y vuelto a encontrar vez tras vez a lo largo de la historia de la iglesia. Ha sufrido de énfasis excesivo, falta de énfasis, y quizás con mayor frecuencia, de simple indiferencia. Fue el mensaje central de la iglesia primitiva y el mensaje central de la reforma protestante bajo el liderazgo piadoso de hombres como Martin Lutero y Juan Calvino. Todavía sigue siendo hasta hoy día el mensaje central de toda iglesia fiel a la Palabra de Dios.”54

Tanto en el Antiguo Testamento como el en Nuevo Testamento se establece que el único camino de salvación es por medio de la fe.

6.-Abraham: justificado por fe (4:1-5)

¿Qué pues diremos que halló Abraham, nuestro Padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿Qué dice la Escritura? Creyó Abraham y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario, como gracia sino como deuda; más el que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”(v.1-5).

Si Abraham fue justificado por obras tiene de qué gloriarse, pero para él mismo, no para con Dios. Para Dios todas las obras que ejercite un ser humano son nada ante su presencia. Las obras ejecutadas por Abraham cayeron en ese mismo plano. Ante la mirada de los hombres Abraham tenía muchas obras de qué gloriarse, pero ante Dios no podía alegar mérito alguno. Fue la fe de Abraham que le fue contada por justicia. La fe de Abraham le fue acreditada a su cuenta llamada justificación.

¿Qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado para justicia. Fue porque creyó a Dios, no solo creyó en Dios. La generalidad de la gente cree en Dios, pero no le cree a Dios, para ser justificado. La gente cree, esperando beneficios materiales, pero no salvación. Pero al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda. Obras sin fe es deuda, porque más que agradar a Dios por lo que ha hecho a través de Cristo, se está buscando el beneficio que Dios se agrade de las obras, no como producto de creer en el sacrificio de Cristo, sino como un sacrificio personal buscando una recompensa. Esa fe para salvación es creer en lo más profundo del corazón la verdad de que a través del sacrificio de Cristo, el que cree en esa verdad, rinde su vida a cristo y es salvo. Sin esa fe ninguna obra tiene valor ante Dios. Más bien constituye una deuda a Dios. Al que obra sin fe no se le cuenta el salario como gracia, no recibe recompensa, más bien se le cuenta como deuda, se constituye en deudor. Es necesaria la fe para creer en aquel que justifica al impío. “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia” (Gálatas 3:6).

Abraham fue justificado por la fe, por creer a Dios, sus obras fueron producto de esa fe. En el Antiguo Pacto y en el Nuevo Pacto, la justificación es por fe, no por obras.

Mediante la fe, nos es imputada toda la justicia de Cristo, de tal manera que no sólo somos declarados, sino constituidos justos.”55

Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado hijo de Dios” (Santiago2:23). A Abraham le fue contada la fe por justicia aun estando en la incircunsición. Sus obras fueron producto de su fe, por creer a Dios.

Como antepasado de Israel, Abraham era considerado como modelo para su fe; también se le consideraba como el prosélito modelo (convertido al judaísmo), porque se le consideraba gentil antes de su circuncisión. Los lectores judíos creían que habían sido escogidos en Abraham y que implícitamente todo israelita sería salvo por la gracia de Dios si mantenía el pacto. Los gentiles que deseaban llegar a ser parte de la comunidad escogida, sin embargo, tenían que circuncidarse y unirse a Israel haciendo las obras justas de la ley, como lo había hecho Abraham.”56

7.--David: Bienaventurado el hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras (4: 6-17)

Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado. ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado. Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”(v. 6-17).

Después de Pablo disertar acerca de la fe de Abraham de haber sido justificado por la fe, no por las obras, pasa a referirse a David. Refiere Pablo lo que David expresa en el Salmo 32:1-2, respecto a las bienaventuranzas del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras.

Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño” (Sal 32:1-2).

Recurriendo a David, Pablo resalta que el perdón viene por la gracia y misericordia de Dios hacia los pecadores, no porque el hombre ejecute ninguna obra, para ganar el perdón, más que el arrepentimiento. Pablo hace notar que la bienaventuranza, la justificación por fe, es para todos, judíos, gentiles y creyentes de todo el globo terráqueo.

En Hechos 15:8-11 el apóstol Pedro afirma la eficacia de la fe para salvación en Cristo por medio de la gracia, negando la circuncisión para los gentiles.

Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (Hch. 15:8-11).

En Galacia Pablo resistió enérgicamente la doctrina de los judaizantes de la justicia por medio de las obras, la cual estigmatizó como otro evangelio y vilipendió a sus oponentes como perros y malos obreros.”57

“… hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo” (Gá 1:7b).

Pablo reconoce que en el Antiguo Pacto la circuncisión era de mucha importancia, pero no lo era ahora en el Nuevo Pacto de la promesa, a la cual se llega por la sangre de Cristo. De manera tal que al judío no le es suficiente la circuncisión para ser justificado; como todos los gentiles necesita la fe.

En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación.” (Ef. 2:12-14).

Pablo enseña a cabalidad que en el Nuevo Pacto la salvación viene por la gracia, por medio de la fe, no por obras.

Pablo había declarado que Dios declara justos a judíos y gentiles por medio de su fe en Jesús. ¿De qué manera esto era diferente del trato de Dios con su pueblo en tiempos anteriores? Pablo demostró la unidad y la continuidad del plan de Dios mediante las ilustraciones de Abraham y de David. Pablo mostró que Dios declaró a Abraham justo, mediante la fe y no por obras ni por el ritual, y tampoco por la ley. Ni Abraham ni ninguna otra persona tenían algo de qué jactarse delante de Dios debido a lo que habían hecho, sino a través de su fe en la promesa de Dios”58

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8-9).

Para el apóstol la circuncisión o la falta de ella tenían ninguna importancia. Lo que realmente contaba era la fe, la obediencia, que es la relación entre Dios y el hombre, y la gracia de Dios, que es imprescindible en la salvación.

8.-Esperanza contra esperanza (4:18-25)

Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada,  sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” ( vs.18-25).

Por encima de sus circunstancias personales Abraham creyó a Dios. Las circunstancias del creyente no son limitantes para creer las promesas de Dios. Una vejez extendida en él y en Sara su esposa, a la cual se agregaba la esterilidad de esta conocida por todos sus allegados, hacían imposible toda certidumbre de descendencia alguna, pero Abraham creyó a Dios. Este hombre de una fe férrea tenía la esperanza contra esperanza de ver hecha realidad la promesa de Dios. Su esperanza era humanamente imposible, pero él creyó a Dios. Abraham no miraba su realidad humana ni la de su esposa Sara, él tenía fe, se fortalecía en su fe alabando al Señor por el milagro recibido por fe, aunque no lo tenía en sus manos. Abraham creía en el poder de Dios. Estaba convencido de que Dios es Todopoderoso y es fiel. “¡Qué paradoja! Abraham apoyó su fe en una esperanza al margen de toda esperanza humana, ya que todas las circunstancias parecían oponerse al designio de Dios. El que había de ser padre de todos los creyentes, debía también tener una fe extraordinaria, como extraordinarios eran los obstáculos que se oponían a su fe.”59

La esperanza es una de las tres grandes virtudes de las que habla la Biblia. “Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor…” (1 Corintios 13:13ª). La esperanza produce pureza, la esperanza del creyente es ver al Padre. Para ver al Padre es necesario estar puro, porque para ver al Padre es necesaria la pureza. Ser puro como él es puro.

Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica así mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:4).

Para tener esperanza se necesita paciencia. La esperanza no se ve, si se viera no sería esperanza. Para esperar lo que no se ve, pero se espera se necesita paciencia. Esa es la esperanza. La esperanza produce paciencia. La paciencia es parte del fruto del Espíritu.

La esperanza produce valor. La esperanza produce el valor para no avergonzarse al tener la paciencia de esperar.

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquél que cree” (Ro. 1:16).

La esperanza en la venida de Cristo da valor para predicar el evangelio y hacer discípulos, sabiendo que esa promesa es verdad.

La esperanza produce gozo. La esperanza es la confianza de obtener algún logro. Abraham tenía la esperanza de ver cumplir lo prometido, de tener una descendencia grande. En medio de las tribulaciones y conflictos el creyente debe mantenerse gozoso, porque tiene la esperanza de que por difícil que sea la circunstancia por la que atraviesa su vida el Señor traerá buenas y mejores cosas.

El creyente vive cada día con la esperanza de ver cumplir en su vida las promesas de Dios, porque Dios es fiel y veraz.

A Abraham su fe le fue contada por justicia. “Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respeto a nosotros a quienes ha de ser contad, esto es a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”(Ro. 4:23-25).

9.-La paz del creyente (5:1-11)

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación” (v. 1-11).

El término “pues,” hace un enlace del capítulo 5 con los anteriores capítulos específicamente el 3 y el 4. Después de todo lo dicho en esos capítulos, Pablo hace significar: ¿Se entendió lo dicho? ¿Están claro? ¡Tengan paz! Hemos sido justificados por la fe, por tanto tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Tenemos paz” es un presente continuo. El creyente debe tener paz de que ha sido justificado. Es un hecho acontecido. El creyente no debe dejar que Satanás le robe esa paz. Satanás ataca la mente del creyente inculcando duda acerca de la salvación. La paz de la salvación no es un sentimiento, es un hecho real. ¡Paz! ¡Paz! ¡Paz! Tenemos paz con Dios por medio de Jesucristo. Esa paz vertical con Dios, lleva a una relación armónica con las personas, creyentes o no y es reflejada ante los demás. El pecado es el causante de la guerra con Dios.”La justificación retira la culpabilidad del pecado y, quitado este obstáculo, sobreviene la paz. Por fe, nos asimos del brazo de Dios y de su fuerza salvadora y quedamos en paz para con Él. Pero hay aquí algo más que la cesación de una enemistad; hay también amistad sincera y amor profundo, porque Dios nunca es para nosotros Alguien neutral: o es el peor de los enemigos o es el mejor de los amigos.”60

Cristo pagó la deuda del pecado de la humanidad. Aquellos que creen en su obra redentora están en paz con Dios, seguros de su salvación. Los que han creído en la obra redentora de Jesucristo no deben abrir su mente a Satanás para que este inocule el veneno de la duda de la salvación.

La paz de Dios es permanente, está presente continuamente, aunque el creyente no la sienta. Cristo intercede continuamente con el creyente “Más este por cuanto permanece para siempre tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (He 7:24:25).

Y si alguno hubiere pecado abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1Juan2:1b).

En el creyente no sólo la paz de Dios es permanente, sino también su gracia, ese favor inmerecido, que viene por Su amor y Su bondad hacia nosotros. Así el creyente está firme en esa gracia. La fe del creyente y la gracia de Dios son, en la salvación dos piezas de un mismo engranaje.

Pablo señaló que mediante el impacto de este don de justicia, a los creyentes les es dada la salvación de la ira de Dios. Dios ha reconciliado con Él a los enemigos impíos e injustos. Así es que ellos tienen paz por medio de nuestro Señor Jesucristo. Pablo demostró que el pecado y la muerte vinieron a los hombres y a las mujeres a través de Adán; la justicia y la vida, a través de Jesucristo. El pecado había sido intensificado por la transgresión de la ley. Así es que se necesitaba una gracia más grande. Pero donde abundó el pecado, la gracia abundó aún más.”61

Es por la gracia de Dios que el creyente ha sido justificado por medio de la fe en Jesucristo. Como resultado de esa justificación, el creyente es bendecido, y recibe de manera segura y cierta:

*Paz para con Dios.

*Paciencia que se adquiere en medio de la prueba. La paciencia prueba el carácter del creyente.

*El carácter probado produce esperanza. “La esperanza del cristiano se basa en la promesa de Dios. Dios es fiel y, por lo tanto, cumple todos sus compromisos. El creyente no tiene que avergonzarse de confiar en lo que Dios ha prometido, ya que un día la esperanza se convertirá en realidad.”62

*Esperanza que no avergüenza. No deja confundido e ilusionado esperando lo que no ha de llegar, como es costumbre de los políticos. La esperanza del creyente está sementada en la fidelidad de Dios.

*El derramamiento del amor de Dios en nuestros corazones a través de su Espíritu Santo.

*Liberación del pecado por la muerte expiatoria de Cristo.

*Salvo de la ira de Dios.

*El gozo de la reconciliación con Dios por medio de la fe.

*Vida eterna en Cristo Jesús.

9.-Por Adán entró la muerte, por Jesucristo entró la vida (5:15-21).

Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.  Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (v. 15-21).

El pecado entró en el mundo en el momento de la caída, por un hombre, Adán, y por el pecado entró la muerte.”Un solo hombre abrió, con su pecado, las compuertas por la que penetró en el mundo la tremenda inundación de inundación de iniquidades y calamidades.”63

En Romanos 3:23 Pablo dice: “por cuanto todos pecaron están destituidos de la gloria de Dios”. Esa fue la situación que provocó Adán en el Huerto del Edén. Pero el pecado vino primero que la ley, o dicho de otro modo, cuando vino la ley ya había pecado. “Adán había recibido un claro mandamiento verbal del Señor, y muchos siglos después los Diez Mandamientos fueron una revelación escrita concreta de la ley divina.”64 Como la ley vino con Moisés, hubo un período en que había pecado y no había ley, es el período desde Adán hasta Moisés. La ley es para revelar la transgresión. Cuando no estaba la ley era imposible inculpar de pecado, pero estaba el pecado. Romanos 4:15 dice: “Pues la ley produce ira, pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.” Pero había pecado, y, aunque no se pudiera evaluar o imputar la transgresión, había una conciencia que percibe lo que está bien y lo que está mal.

Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Rom 1:20).

Adán es figura de Cristo con resultados contrarios. Por Adán entró el pecado para muerte, para la caída de la humanidad. Por Cristo vino la salvación de la humanidad, para vida eterna. “La obediencia de Cristo mandamientos divinos es llamada con frecuencia obediencia activa, y su muerte en la cruz se denomina obediencia pasiva. Aunque Él obedeció perfectamente la ley en su vida, también se sometió al castigo de la ley en todo su peso y plenitud horribles. Tanto la obediencia activa como la pasiva están incluidas en la justicia perfecta de Cristo que le es imputada a todos los creyentes.”65 Por Cristo el creyente es reconciliado con Dios.

10.-Conclusión

Debido a que Cristo con su muerte en la cruz, pagó la deuda de la ley, Dios puede y de hecho lo hace, absorber a un pecador de la muerte eterna y ser justificado por fe en Jesucristo, por medio de su gracia redentora. La justificación es un acto de Dios, por el cual la persona pecadora es declarada justa, por medio de la fe en Jesucristo, sin que nada tenga que ver con las buenas obras ejecutadas por ese individuo.

Preguntas

1.- Cuál es la esencia que Pablo detalla en la carta a los Romanos?

2.- ¿Qué es la Justificación?

3.-¿Cuál es el medio para obtener la justicia de Dios?

4.- ¿A través de qué es revelada la culpabilidad del hombre?

5.- ¿Para quiénes está provista la justicia de Dios?

6.- La_____________es es la bondad de nuestro Señor Jesucristo.

7.- La______________es el rescate pagado por Jesucristo con su sangre para justificar al pecador.

8.- ¿Qué es creer en la cruz de Cristo?

9.- ¿Qué confirma la cruz de Cristo?

10.-Fue la ____ de Abraham que le fue contada por justicia.


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