Simposio grupos económicos en américa latina


Recesión, deuda e intervención estatal



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3. Recesión, deuda e intervención estatal

La década de los 80 tuvo componentes profundamente recesivos para la industria de Monterrey: entre 1980 y 1988 presentó un comportamiento negativo (-1.1 por ciento anual) frente al levemente positivo que mostraba el promedio nacional (0.8 por ciento anual). La participación global en el PIB Industrial disminuyó del 10.2 por ciento (1980) al 8.8% en 1988.

El inicio de la liberalización comercial y el ingreso de México al GATT (1985) puso fin al mercado cautivo y, con ello, a las numerosas ventajas que usufructuaban estos grupos económicos dentro de las fronteras nacionales. Los grandes conglomerados se vieron obligados enfrentar el ya citado y muy serio problema de la deuda externa. ALFA, uno de los más comprometidos con el auge petrolero, declaró la imposibilidad de pagar a sus acreedores 2.300 millones de dólares y -como harían otros conglomerados- se apresuró a abandonar sectores como turismo, bienes raíces y otros servicios. En 1986 debió cerrar la legendaria Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey (estatizada en los años 70) que había comenzado a operar casi 40 años antes que otra siderurgia de leyenda: Volta Redonda.

Aunque el Estado anunciaba su retirada -cumplida sobre todo desde 1985 (Lustig, 1994)- se vio obligado a intervenir en defensa de no pocas de estas grandes empresas y grupos. Es que, en cierta forma, continuaba presionado por una inercia que llevaba décadas, y que se había acentuado en los 70 cuando pretendió alargar el ciclo de vida del modelo sustitutivo (al que sumó un claro accionar, también en los 70, en favor de la exportación de manufacturas). Entre 1982 y 1985 se aplicaron medidas destinadas a atenuar la deuda de los grupos privados, refinanciar sus pasivos, facilitar la entrada de capitales externos para aliviarlos, condonar intereses moratorios, disminuir la presión fiscal, absorber porciones de la deuda privada y garantizar su reestructuración ante organismos internacionales. Todos estos instrumentos fueron ampliamente usados por los empresarios de Monterrey, cuya deuda externa representaba la tercera parte del total de la deuda privada mexicana.

La crisis de 1982 -que desnudó la tendencia a reconvertir el modelo de industrialización en América Latina- arrastró otro importante efecto: la necesidad de tomar distancia del frágil mercado interno y orientar buena parte del esfuerzo productivo hacia los mercados externos. En ese sentido, la cúpula empresarial de Monterrey habría de mostrar una alta capacidad de adecuación -ya manifestada en épocas previas- y se anticipó tanto a la política propugnada por el Estado en México desde 1988 como a las negociaciones que desembocaron en el Tratado de Libre Comercio para la América del Norte.
VI. TLC Y GLOBALIZACION: LA RESPUESTA EMPRESARIAL
1. Gran empresa y reestructuración

Según Wilson Peres (1998), los grandes grupos y empresas de capital nacional fueron “el resultado más avanzado” que dejó en Latinoamerica la sustitución de importaciones “en el universo de las empresas privadas nacionales”. Tras quince años de reformas estructurales -derivadas en general de la crisis de 1982 aunque anticipadas en Chile durante la segunda porción de los 70- esos grandes grupos empresariales “continúan siendo actores decisivos en la economía de los países de la región”.

Esta inferencia parece ampliamente aplicable a Monterrey, aunque habría que efectuar dos precisiones: a) Monterrey y su empresariado contaban con medio siglo de experiencias cuando apareció la sustitución de importaciones, así como habían surgido los parques fabriles de Sao Paulo, Buenos Aires o el valle de México. En todo caso, la sustitución de importaciones les facilitó un crecimiento sin precedentes; b) el aprovechamiento del modelo implementado durante los años 30 y 40 fue factible -en Monterrey- por motivos derivados más de una dinámica regional que como reflejo de una dinámica nacional.

Los años 80 y las nuevas políticas del Estado en México obligaron a una readecuación de los sectores empresariales, transformaciones que parece haber sido satisfechas con suficiente rapidez entre los grupos y grandes empresas asentadas en Monterrey. Con la modificación de la Ley sobre Inversiones Extranjeras, en 1984, se eliminaron las barreras para el ingreso del capital externo. Ante las necesidades generadas por la más reciente crisis, se tornó frecuente la venta de porciones de los paquetes accionarios, intensificar las coinversiones con capitales externos y lanzarse a generar alianzas estratégicas con estadounidenses, europeos o asiáticos.

Reconversión tecnológica, aceptación de la apertura comercial, usufructo abierto de los procesos de privatización, actitud para ocupar nichos en el mercado internacional, inversiones en el exterior, reconocimiento de las nuevas condiciones generadas en el escenario mundial, alianzas diversas con empresas líderes a escala internacional, integración a/en la fábrica global y -en especial- aprovechamiento sistemático de la economía estadounidense (en muy diversos sentidos) son algunas de las expresiones con que operaron estos grupos empresariales.

La política de penetración en los mercados externos se imbricó con la decisión de invertir en el exterior, planteamiento que desenvolvieron, entre otros grupos, Cementos Mexicanos (hoy la tercera productora del mundo), Vitro, IMSA, Pulsar, Protexa y Alfa. Esta salida hacia los mercados externos -y la alternativa de dejar de depender del inconsistente mercado interior- hizo posible a estos núcleos empresariales sobrellevar un nuevo y feroz coletazo: la crisis de 1994-1995, que con tanta dureza golpeó a la economía mexicana.


2. Monterrey: la última respuesta

María de los Angeles Pozas (1999) ha efectuado un suscinto análisis de las “estrategias de globalización” de siete consorcios regiomontanos, muchos de los cuales han sido repetidamente citados en este trabajo, son descendientes de algunas de las empresas-madre mencionadas o continúan teniendo como base articuladora alguna de las familias fundadoras de la industria en Monterrey. Dichos conglomerados, señala la autora, “presentan un alto nivel de globalización en sus actividades productivas” y han anudado en tiempos recientes un elevado número de alianzas estratégicas con empresas extranjeras. Otras cosas comunes que muestran estos conglomerados: “ su gran tamaño, su amplia participación en el mercado nacional y sus experiencias previas de alianzas y convenios estratégicos con socios extranjeros”. Esto último, remata la citada autora, explicaría “ su rápida respuesta al cambio en el entorno después de la apertura economica de 1986”.

La mayoría de las empresas adoptadas como objeto de estudio para esta fase en esta ponencia suponen corporativos claramente diversificados, ya en producción ya en terminos geográficos. Resumimos aquí cuatro ejemplos:

* ALFA. produce u opera en aceros, alimentos, petroquímicos, telecomunicaciones, electricidad y componentes para automotores. Fue el conglomerado más golpeado por la crisis del 82, y su capacidad de respuesta puede verificarse por su dinámica actual. Sus alianzas estratégicas en el anexo 12.

* IMSA. produce acero, acumuladores, derivados del aluminio y estructuras metálicas para la construcción. Cuenta con plantas en México, Argentina, Brasil, Chile, Venezuela, Colombia, Estados Unidos y Costa Rica.

* CEMEX. Acompaña su ultraespecialización en cemento con una notoria dispersión geográfica: plantas de España, Estados Unidos, Venezuela, Colombia, Panamá , Republica Dominicana, Filipinas e Indonesia.

* Pulsar. Tras desprenderse de la elaboración del tabaco se ha lanzado a la agrobiotecnología, e incursiona asimismo en Seguros, servicios financieros, servicios médicos y empaques de cartón. En agrobiotecnología, su subsidiaria Seminis (California) produce la cuarta parte de las semillas que se consumen a escala mundial. Absorbe en la actualidad cerca del 40 por ciento del mercado estadounidense de legumbres, y suma centros de investigación y producción en más de cincuenta países.
VII. AGREGADO FINAL

En los “comentarios introductorios” se adelantó una conclusión. La combinación de factores familiares, los vínculos con Estados Unidos y cierta dinámica regional explicarían la perdurabilidad -o capacidad de adecuación- del empresariado con base en Monterrey desde antes del Estado oligárquico hasta los tiempos de la globalización. La información suministrada, empero, permite matizar o ampliar algunos de estos componentes explicatorios:



* Familia y redes familiares: 1) no todas las familias fundadoras perduraron; 2) cada crisis facilitó la incorporación de grupos familiares distintos, que se sumaron a los sobrevivientes de las etapas anteriores; 3) las nuevas familias terminaron integrándose, con frecuencia, a las más antiguas; 4) el matrimonio y la sociedades por acciones estuvieron en el origen de estos procesos de articulación; 5) la empresa de conducción familiar -transformada en conglomerado- sigue viva, y no parece ser menos eficaz que la de conducción exclusivamente profesional.

* Los Estados Unidos y dinámica regional: 1) aún en los tiempos del mercado interno protegido, la vinculación con los Estados Unidos diferenció al empresariado de Monterrey en México; 2) pero en realidad es el norte el que presenta una dinámica propia, que se ha alimentado de dos opciones: puede operar con el mercado interno y -a la vez o como alternativa- con el mercado estadounidense; 3) esto significaría en términos mexicanos, que el norte es el área con mayor capacidad de adaptación a las actuales desafíos de la economía internacional; 4) en términos de sociedades periféricas, podría incluirse entre los espacios regionales en mejores condiciones para responder a la globalización (como sucede en España con Cataluiña y en Portugal con el área en torno a Porto); 5) las politicas a implementar en México deberían tener en cuenta esta diferenciación regional: de no hacerlo podrían plantearse conflictos entre el poder central -asentado en el centro sur del territorio nacional- y aquellas regiones más propensas a la globalización.

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1 Los autores agradecen el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en México (CONACYT) brindado al proyecto “Monterrey 1940-1998. Desarrollo industrial y formación de grupos empresariales”, del cual se elaboró el presente trabajo.

2 Los siguientes apartados están basados en Cerutti (1983, 1992, 1994, 1995 1997); y Cerutti y González, 1990 y 1993.

3 Archivo Histórico del Banco Nacional de México (AHBMX), Informe de Sucursales, de Atanasio Saravia, 25 de marzo de 1926.

4 Periódico Oficial del Estado de Nuevo León, Ley sobre Protección a la Industria, 3 de diciembre de 1927.

5 Periódico Oficial, Ley sobre Franquicias a la Constitución de Nuevas Sociedades Anónimas, 16 de mayo de 1934.

6 Los empresarios de Monterrey tuvieron una importante participación en la procuración de los energéticos requeridos en sus procesos productivos. En 1943, doce empresas del grupo orientado por Cervecería Cuauhtémoc instalaron una planta generadora de electricidad. Luego, ante los problemas de abastecimiento de gas ocasionados por la Segunda Guerra, se decidió construir un gasoducto desde la línea del Bravo a Monterrey que comenzó a operar en 1947. Intervinieron en este proyecto empresas vinculadas a Cervecería Cuahtémoc, Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey y Cementos Mexicanos.

7 La importancia de estas dos ramas radicaba no sólo en el valor de su producción sino en lo que habrá de ser el desarrollo posterior de la industria: originarían por un lado Cigarrera La Moderna y Grupo Maldonado, que derivó en COPAMEX (en la actualidad el segundo consorcio papelero privado de México).

8 Basave Kunhardt (1996, p.85).




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