Antología documental del anarquismo españOL


Gaston Leval: la autobiografía como recurso literario



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Gaston Leval: la autobiografía como recurso literario


Pedro R. Piller, verdadero nombre de Gaston Leval, uno de sus seudónimos más conocidos, nació en París en 1895, pero se afincó en España en 1915 después de negarse a combatir en la guerra y residió en Barcelona hasta que tuvo que exiliarse tras el aplastamiento militar. Aunque es más conocido por sus ensayos en torno a las estructuras que debería adoptar una sociedad libertaria y especialmente por su estudio de las colectividades que se formaron tras el triunfo de la revolución, escribió un par de libros de recuerdos que son un modelo de narrativa.

Piller, Pedro R. (Gaston Leval), Infancia en cruz

Lo más sorprendente de este libro es, sin duda, el espeluznante relato de los malos tratos que el niño recibió siempre de su madre. En la actualidad no nos cogería de sorpresa esta narración que podría sumarse a la de miles y miles de niños maltratados, incluso por sus familiares, pero en aquella época parecía ser un tema que despertaba el horror. De hecho, la publicidad que de este libro se hizo, ponía el énfasis precisamente en esta cuestión: «Cuesta trabajo admitir que esta obra es el relato fiel de una vida. Admitir que una madre sea capaz de hacer sufrir con tal refinamiento a la carne de su carne, se hace muy duro y echa por tierra lo que tantas veces se ha dicho y repetido acerca de la santidad y abnegación de las madres»71.

Y la sensación del autor puede perfectamente resumirse en una de las frases de su relato: «Soledad y tristeza, tristeza y soledad, lágrimas en los ojos y lágrimas interiores, siempre, siempre, siempre, y mirar la vida como un mal infinitamente doloroso, y sentir un odio que duele, y llegar a desear morir. Así se resumen los estados de mi alma de niño» (Pedro R. Piller, s.a., p. 119).

Escrito con una prosa sobria y elegante, constituye un testimonio de indudable valor psicológico y sociológico.



Piller, Pedro R. (Gaston Leval), El prófugo

Aunque sin solución de continuidad con el libro anterior, este sería el segundo tomo de las memorias de Gaston Leval. En el mismo destaca la descripción de los momentos anteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial, vividos en un París que se debatía entre su rechazo a la guerra y el patriotismo insuflado por los políticos. Resulta estremecedor el desánimo que en el joven anarquista provocó el que sus viejos maestros en el anarquismo, aquellos que le habían inducido a abrazar las ideas libertarias, se pusieran al lado de los belicistas y proclamaran el deber de guerrear contra el absolutismo teutón. Pero Gaston Leval no estaba dispuesto a renunciar a sus ideas y afrontando todos los peligros decidió luchar contra la guerra y negarse a participar en la carnicería universal.

Al igual que el anterior, el libro tiene la virtud de relatar los hechos con sobria sencillez, pero con gran dosis de sinceridad, desprendida en abundancia de sus páginas.

Martínez Rizo: la utopía anarquista


Ingeniero industrial y maestro racionalista, Alfonso Martínez Rizo destacó sobre todo como divulgador de temas científicos y sindicalistas, aunque también escribió novelas y relatos breves, y utilizó la utopía como recurso literario para exponer sus ideas en torno a una sociedad libertaria. Se dice que también escribió novela erótica. Su trayectoria queda oscurecida a partir de 1939, al ser arrestado y dirigir la mirada hacia sus antiguas relaciones, en el poder entonces.

El género literario utópico es casi tan antiguo como la escritura. La necesidad del ser humano por imaginar un mundo mucho más perfecto que la miserable realidad cotidiana que le ha sido dado vivir, ha contribuido a generar abundante literatura en la que se describe una sociedad cuyos fundamentos, por regla general, se basan en un sentido de equidad y solidaridad humanas. Los anarquistas usaron también de manera abundante de este género literario para expresar sus ideas de reconstrucción social. Uno de estos primeros relatos –La Nueva Utopía– surgió de la pluma de Ricardo Mella72, el cual lo presentó al Segundo Certamen Socialista, celebrado en Barcelona en 1889 y obtuvo el premio correspondiente del jurado. Estos relatos utópicos se prodigaron especialmente durante los años republicanos.



Martínez Rizo, Alfonso, 1945. El advenimiento del comunismo libertario. Una visión novelesca del porvenir

Para entender esta ingente producción de utopías anarquistas durante los años republicanos, habría que tener en cuenta que tras la proclamación de la república el 14 de abril de 1931, comenzaron a proliferar los estudios, especialmente económicos, sobre la viabilidad de una sociedad comunista libertaria. Especialmente por lo que se refiere a la organización económica de una sociedad libre.73

Los problemas principales con los que supusieron que iban a enfrentarse eran el del dinero y la estructura organizativa de una sociedad sin ningún tipo de coacción. Y en esto se basa la utopía de Martínez Rizo, solo que el dinero en este caso es sustituido por bonos canjeables, lo cual no deja de ser, en última instancia, dinero. En cuanto a la organización, serían los sindicatos los encargados de organizar la producción de la mejor manera posible para que todos tuvieran lo necesario. En su exacerbado optimismo, Martínez Rizo no se dio cuenta que esto generaría una inmensa burocracia que acabaría por engullir los aspectos positivos de la revolución. Pero este es el resultado inevitable de trasladar a un futuro más o menos lejano los parámetros sociales en los que estamos inmersos.

De todos modos, lo más sorprendente del libro es que el autor justifique, al iniciar el relato, el fiar la revolución a tan largo plazo: « ...suponiendo yo que dichos acontecimientos sucederán en 1945, o sea dentro de trece años, temo que los incontables impacientes y esperanzados ilusos encuentren que he fijado una fecha demasiado lejana y piensen que soy demasiado tibio en mis anhelos por el triunfo de nuestros ideales» (Alfonso Martínez Rizo, s.a., p. 5).



No tardaría en obtener respuesta el relato del ingeniero anarquista. Así, un tal Salvio Valentí imagina un mundo en el que también ha triunfado el comunismo libertario, pero describiéndolo con tal cúmulo de barbaridades que hasta la dictadura más cruenta nos parecería una bendición. En la antiutopía de Valentí se recurre a enmascarar los nombres de conocidos teóricos del anarquismo mediante anagramas. Así Bakunin se convierte en Nakubin y Stirner en Snister, mientras que la ciudad de los revolucionarios es bautizada con el nombre de Ardiaka, anagrama de Arkadia, la ciudad mítica de la felicidad absoluta. Lo que más impacta en esta antiutopía es el pesimismo que el autor muestra en lo referente a la capacidad del ser humano para autoorganizarse y en la absoluta imposibilidad de regeneración humana. En definitiva, para Valentí (1933, p. 174) el hombre es un lobo para el hombre: «El rumor confuso y polifónico de aquel doble ejército de combatientes y horda en éxodo, le causaron asombro, dolor y asco, ¿Eran hombres? ¿Eran bestias? Eran hombres; simplemente hombres».

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