En las recientes Octavas Jornadas de Articulación entre la escuela media y la universidad, a las que asistieron autoridades de la Secretaría de Educación y de la Universidad de Buenos Aires (UBA), así como de docentes y especialistas, se analizó el perfil de las necesidades y carencias que se revelan en la formación de los alumnos que, tras completar el nivel secundario, ingresan en las carreras universitarias. Se plantearon en ellas algunos de los principales problemas que deben resolverse para que los estudiantes alcancen un mejor rendimiento y se reduzca el alto número de fracasos en los años iniciales del nivel superior.
En el curso de las exposiciones, el secretario de Educación porteño, Daniel Filmus, destacó la falta de articulación existente, concepto que alude, por una parte, a la desconexión vertical entre distintos niveles del sistema y, por otra, también a la resultante de la variedad de ofertas educativas de distinta calidad que cursan los alumnos de la escuela media. A juicio del funcionario citado, la clave de la solución residiría en trabajar para alcanzar una mejora de las competencias generales -por ejemplo, la capacidad de lectura comprensiva- y específicas, como la habilidad para resolver problemas matemáticos.
El rector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry, puso de manifiesto, a su vez, la importancia que asigna en su gestión a la acción educativa en el área institucional y consideró este criterio como prioritario en todo el proceso de la enseñanza, pues la educación "es una acción continua". Dentro de este marco de referencia, subrayó la importancia que debía concederse en la escuela secundaria al interés por la lectura entre sus alumnos, así como por el desarrollo de una visión ampliada "de la historia, el tiempo y el espacio".
El director general del CBC de la UBA, Alberto Fernández, hizo notar, entre las carencias observadas en los alumnos que ingresan, problemas de comprensión de textos, redacción, uso del idioma, comprensión de procesos históricos y aplicación de pensamiento lógico. En posteriores aportes, otros participantes destacaron la falta de métodos de estudio, las fallas de ortografía y, también, los problemas psicológicos de adaptación que debe superar el recién ingresado.
Reflexionar acerca de la cuestión tratada conduce, en primer lugar, a valorar la conducta cooperativa de las autoridades y docentes de ambos niveles educativos dispuestos a mejorar una transición difícil para los estudiantes. Hubo tiempos, que se prolongaron, en que los celos por las jerarquías y las autonomías mal entendidas impidieron un tratamiento positivo de la cuestión. En segundo término, también es oportuno señalar que el ingreso en la universidad siempre planteará problemas, como ocurre en toda situación de cambios adaptativos y ajuste a nuevas exigencias de tipo institucional, a otras modalidades de enseñanza y aprendizaje y a distintas formas de convivencia.
En relación con los aspectos débiles revelados en la formación de los egresados del secundario, corresponde prestar especial atención a los criterios expuestos en las referidas jornadas y disponer lo necesario para que la escuela media ponga su acento sobre las deficiencias observadas. En este sentido es mucho lo que puede hacerse para que los alumnos ganen en capacidad para aprender, habilidad para plantear y resolver problemas, tomar decisiones y dar curso a su creatividad.
Habría que agregar que nada sería más importante que lograr una firme motivación del alumnado por los estudios que emprendan y que sería muy eficaz que docentes de ambos niveles redefinieran actualizadamente los conocimientos que se requieren para dotar al estudiante secundario de la suficiente base como para emprender una carrera superior.
http://www.lanacion.com.ar/02/12/05/do_455916.asp
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Diario: La Nación 5/12/02
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