Dimension etica de la educacion cubana en la



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PROCESO HISTORICO DE LA REVOLUCION CUBANA




PROGRESO MORAL






IDENTIDAD NACIONAL

AUTOAFIRMACION DE LA IDENTIDAD




CONCIENCIA NACIONAL CUBANA






PATRIA


PATRIOTISMO

NACIONAL SOCIALISTA

ANTIMPERIALISTA INTERNACIONALISTA

LATINOAMERICANISTA SOLIDARIO




TRILOGIA DE VALORES MORALES








DIGNIDAD INTRANSIGENCIA SOLIDARIDAD

HUMANA E INTOLERANCIA HUMANA

ANTE TODO TIPO


    Deber moral, social DE DOMINACIÓN Consideración

e individual EXTRANJERA y estima de las

Autoconciencia masas humildes

Honor Fidelidad a la causa y trabajadoras

Decoro Justicia social

Rebeldía Autenticidad Antirracismo

Valentía Voluntad de Actitud positi 

lucha va ante el tra bajo

Capacidad de

resistencia Honradez

Honestidad

Sensibilidad

humana


Espíritu Crítico Sinceridad Autocríticrítico

Estos valores morales han contribuído de una forma efectiva al proceso de síntesis de lo martiano y lo marxista, por la convergencia que han tenido en la solución de los problemas históricos que los cubanos han tenido que enfrentar y resolver en cada etapa concreta. Dichos valores forman parte del contenido de la ideología peculiar que se ha conformado y desarrollado a lo largo del proceso histórico de la Revolución cubana.


La comprensión de esta síntesis significa la ubicación del pensa­miento visionario y revolucionario de José Martí, avalado por una práctica consecuente en cuanto a la actitud y conducta de compro­miso asumida ante las exigencias e imperativos de su época. Pensa­miento que interpretó y enarboló las más profundas aspiraciones y elevados ideales del pueblo cubano en su condición de patria y nación.
El legado de la obra martiana trasciende los límites de su época, transformándose en una herencia, que como ideal, fundamenta, o­rienta e inspira las posiciones más progresistas de todos los cubanos con decoro que han luchado por su realización.
El contenido ético humanista que da integridad a la obra martiana, tiene una parte importante de su fuerza axiológica en un sistema de valores morales huma­nos universales que como expresión de las contradicciones socioe­conómicas y políticas de la época en la cual se erige expresa una objetividad, que se corresponde con los problemas de la Cuba colonial, empeorados du­rante la seudorrepública y los problemas que hay que resolver posteriormente al triunfo revolucionario de enero de 1959 en la construcción y perfeccionamiento contínuo del socialismo cubano.
Las nuevas condiciones en cada etapa de la historia de Cuba, imponen nuevas exigencias en la radicaliza­ción del carácter del proceso histórico de la revolución, así como la radicalización de la ideología, que va abrazando gradual y paulatinamente los valores que aporta el ideal marxista leninista, que abre un camino nuevo y se entronca con los ideales nacional liberador martiano, permitiendo su despliegue y elevación a nuevos momentos en la práctica social de la construcción de una República con un carácter socialista, sobre la base del culto a la dignidad plena del hombre, con todos y para el bien de todos. Ahora sobre la base de una nueva moral cuyos principios responde a los intereses de las masas trabajadoras en el poder.

SISTEMA DE PRINCIPIOS DE LA MORAL SOCIALISTA CUBABA

FIDELIDAD A LA CAUSA DE LA PATRIA SOCIALISTA Y DEL INTERNACIONALISMO


INTRANSIGENCIA ANTE TODO TIPO DE DOMINACIÓN EXTRANJERA
COLECTIVISMO
ACTITUD SOCIALISTA ANTE EL TRABAJO
HUMANISMO SOCIALISTA
En este sentido la moral actúa como un factor de perfeccionamiento de la personalidad y del organismo social en el cual actúa el individuo, tendiendo hacia la búsqueda de las vías y métodos cada vez más efectivos de una participación democrática y de verdaderos sujetos del proceso histórico, con lo cual la ética de la Revolución con un sentido autocrítico y crítico, se renueva y posibilita tener la flexibilidad que se requiere para afrontar las transformaciones necesarias que garanticen la viabilidad del proyecto y la obra social socialista de la revolución, aún en las condiciones más difíciles.

La tendencia progresiva en cuanto al incremento de la Educación Moral, ha sido un fenómeno latente que ha estado en el centro de atención de todos los que de una forma u otra han estado vincula­dos al proceso de formación de las nuevas generaciones en cada período histórico concreto, especialmente en el campo de la educa­ción o de la cultura en general en lo que la escuela y el maestro en unidad con la familia tienen un papel primordial.


La preocupación y proyección sobre la necesidad de formar a las jóvenes generaciones de cubanos, sobre la base de una amplia cultura, que encierre la formación de las virtudes o cualidades morales que hagan al individuo un ser armónico, con un equilibrio entre lo racional y lo emocional (cultura de los sentimientos), ha sido una ocupación permanente a lo largo del proceso histórico cubano, con sus pecularidades en cada momento histórico concreto.
La búsqueda de los valores humanos universales en nuestras raíces patrióticas e históricas, pero con una visión de futuro, el proce­so de cómo formar las cualidades morales entre ellos, han sido componentes de la tendencia progresiva de la educación moral, cuyo factor decisivo para la realización de dicha tendencia ha estado en la práctica revolucionaria, con la participación directa y activa en los procesos de lucha y transformaciones, influenciados por la ideología de la Revolución, lo que ha representado la forja prin­cipal de una educación moral consecuente y progresista a lo largo de nuestra historia.

A esto ha contribuído el papel de los mode­los y la ejemplaridad de hombres que se han alzado como paradigmas éticos en la sucesión generacional de los cubanos.



NOTAS Y REFERENCIAS
(1) Término elaborado por el ilustre antropólogo Fernando Ortiz en 1940, para referirse al complejo proceso de conformación de la cubanía.
(2) Aguirre Sergio : Historia de Cuba 1492 1790; Tomo I.

Págs. 106   107 Editora Pedagógica.

La Habana, 1964
(3) Ortiz Fernando; Los negros esclavos. La Habana 1916.

Págs. 64 65


“Nativos blancos de Cuba fueron en ultramuros generales, almiran­tes, obispos y potentados..... y hasta hubo catedráticos habaneros en la Universidad de Salamanca. Nada de eso pudo lograr ni apete­cer el criollo negro, ni siquiera el mulato, salvo los pocos casos de hijos pardos de nobles blancos, que obtuvieron privilegios de pase transracial y real cédula de blancura. En la capa baja de los blancos desheredados y sin privilegios también debió chispear la cubanía, que es consciencia, voluntad y raíz de patria, surgió primero entre las gentes aquí nacidas y crecidas, sin retorno ni retiro, con el alma arraigada a la tierra. La cubanía fue brotada desde abajo y no llovida desde arriba. Hubo que llegar al ocaso del siglo XVIII y al otro del XIX, para que los requerimientos económicos de esta sociedad, ansiosa de intercambio libre con los demás pueblos, hicieron que la clase hacendada adquiriera concien­cia de sus discrepancias geográficas, económicas y con la península y oyera con agrado, aún entonces pecaminoso, las tenta­ciones de patria, libertad y democracia que nos venían de Nortea­mérica independiente y de Francia revolucionaria".

(4) Al decir del prologuista Rafael Estenger en 1946, Las memorias de la Vagancia en Cuba, llegó a significar un proyecto subversivo a pesar de que indicara las lacras sociales de la época, pero que no impugna de forma directa a los que gobernaban.De ahí su auto­rización a publicarse por el propio Capitán General Francisco Dionisio Vives. Sin embargo bajo el general Tacón, esta literatura entre otros del mismo período, y la influencia reconocida de Saco sobre la juventud habanera le hacen ganar la condena al destierro en julio de 1834, donde según la consideración de RamiroGuerra "Más tarde o más temprano, habría tenido que producirse,porque la obra de Saco era incompatible con el sistema colonial".


(5) Saco José A: La Vagancia en Cuba;.Pág. 43.

(6) Saco José A: Idem; Pág.98


(7) Entralgo, Elías. Sentido Revolucionario de la Protesta de Baraguá.

Cultural, S.A. La Habana, 1946


(8) Idem. Pág.4
(9) Martí, José, carta al General Máximo Gómez, 20 - 7 - 1882,

Obras Completas, Editorial Ciencias Sociales,1975, pág.167


(10) Vitier, Cintio; Ese Sol del Mundo Moral

Siglo XX, México 1975,Pág.105


(11) Le Riverán J. Orbita de Fernando

Ortiz, U.N.A.C. 1973 Págs.149 153.


(12) Vitier, Cintio; Ese Sol del Mundo Moral

Siglo XX, México 1975, Pág.106


(13) Ibarra, Jorge:Un análisis psicosocial del cubano: 1898   1925

Edit. Ciencias Sociales, Habana, 1985; Págs. 22 23


(14) Idem, Pág.23.
(15) Ibarra, Jorge:Un análisis psicosocial del cubano: 1898   1925

Edit. Ciencias Sociales, Habana, 1985; Págs. 31.


(16) Ibarra, Jorge:Un análisis psicosocial del cubano: 1898   1925

Edit. Ciencias Sociales, Habana, 1985; Págs. 32.


"Era noche cerrada y fría y sin estrellas. Y al rumor del torrente, yo sentí una súbita vergüenza: la vergüenza de no haber luchado bastante, a músculo callado, por la libertad. Tomé entre mis dos manos el libro de canciones, y estuve a punto de lanzarlas al torrente, Pero me contuve; pensé: Después de todo sería inútil; no podría prescindir de mi mismo. Y por ahora, no hay realmente acción posible. Estamos aherrojados por dobles cade­nas. (...) Un soplo de dispersión ha barrido las conciencias, y todo cuanto había de dignidad, pureza y valentía en las concien­cias; un soplo de disolución ha disgregado todas las energías creadoras del alma nacional. Somos la sombra de un pueblo, el sueño de una democracia, el ansia de una libertad. No existi­mos."
(17) Idem . Pág. 33.
(18) Idem, Pág.34
(19) Vitier, Cintio: Ese sol del mundo Moral.

Edit Siglo XXI,México,1975, Pág. 139


(20) García Galló, Gaspar J.: Bosquejo histórico de la Educación en

Cuba.Edit. Pueblo y Educación, 1974


(21) Le Riverand, Julio: Historia de Cuba. Tomo V;

Edit. Pueblo y Educación, 1978; Págs.82 83


(22) Le Riverand, Julio: Historia de Cuba. Tomo V;

Edit. Pueblo y Educación, 1978; Págs.156.


(23) Núñez, Machín, Ana: Rubén Martínez Villena;

Edit. Ciencias Sociales, Habana 1974; Págs. 98 99


(24) Guevara, Ernesto; El Socialismo y el Hombre en Cuba,

Editora Política; La Habana 1988; Págs. 16 17


(25) Castro, Fidel; Ideología, conciencia y trabajo político

1959 1986, Editora Política, Habana, 1986 pág 296 297


(26) Castro, Fidel; Ideología, conciencia y trabajo político

1959 1986, Editora Política, Habana, 1986 pág 297 298


"Pero desde luego, hoy el concepto de la Patria es diferente, cuando el suelo es de todos, cuando la riqueza es de todos, cuando la oportunidad es de todos, cuando la Patria, de verdad está llamada a ser de todos, solo los que no tienen la más elemental noción de la patria, solo los privilegiados o los aspirantes a privilegiados hacen eso: abandonar su Patria para marcharse.
Por eso nosotros no perdemos absolutamente nada cuando esos seño­res se van, por eso no hemos hecho nada por impedir que se vayan allá, a disfrutar de las limosnas del amo imperialista; que esta Patria la desarrollaremos, la haremos grande con el esfuerzo de los que de verdad tienen hoy una Patria y de verdad tienen hoy un sentido de Patria."
(27) Castro, Fidel; Discurso en la graduación del Destacamento

Pedagógico "Manuel Ascunce Domenech"; 7 7 81, Folleto;Págs.7 8


"el educador debe ser además, un activista de la política revolu­cionaria de nuestro partido, un defensor de nuestra ideología, de nuestra moral, de nuestras convicciones políticas, debe ser, por tanto, un ejemplo de revolucionario, comenzando por el requisito de ser un buen profesor, un trabajador disciplinado, un profesio­nal con espíritu de superación, un luchador incansable contra todo lo mal hecho y un abanderado de la exigencia. (...)
Ser maestro, por eso significa, ante todo, serlo en todos los órdenes de la vida. En el ejercicio de la profesión está implícita la ejemplaridad, divisa del educador comunista y condición indis­pensable para cumplir los altos objetivos de la Escuela Socialis­ta...
Las verdaderas convicciones del hombre se manifiestan cuando sus puntos de vista concuerdan con su modo de vida. En ellos estamos en el deber de ser muy cuidadosos. La vinculación de la palabra con la acción, de las convicciones con la conducta son la base del prestigio moral del educador."
(28) Castro, Fidel; Imagen del Hombre Nuevo, 8 Octubre 1987

Editora Política, Folleto, pág. 10


(29) Castro, Fidel; Imagen del Hombre Nuevo, 8 Octubre 1987

Editora Política, Folleto, pág. 12


(30) Castro, Fidel: Unidos en una sola causa, bajo una sola bandera

Editora política, La Habana 1991; Pág. 7.


(31) Castro, Fidel. Ideología Conciencia y Trabajo Político, Editora Política

Habana, 1986, pág. 267 - 268, 244, 243, 242.


..." ¡Los revolucionarios no se desmoralizan jamás! sacan fuerzas de sus reveses, sacan fuerzas de sus dificultades, y siguen adelante. Y esto es lo que nos enseña la historia de nuestro país desde las primeras luchas por la independencia, desde la guerra de los Diez Años  Diez Años , que terminó en la derrota total   diez años , que terminó en el Zanjón. Y, sin embargo, se volvie­ron a levantar y prosiguieron adelante y llegaron a lo que hemos llegado hoy".
... "pero la voluntad del revolucionario no se detiene jamás

ante lo que concibe posible, y es un problema de voluntad, es un problema de firmeza, es un problema de convicción, es un problema de confianza...

Revolucionarios son aquellos que las conciben con la inteligencia y las realizan con la voluntad... porque no es revolucionario... quien comprende teóricamente un problema y solamente de una manera teórica, sino quien es capaz de llevarlo a cabo de una manera práctica, de una manera real".
"El revolucionario es un hombre que tiene una conducta limpia, un espíritu de sacrificio a todo tren, que entrega su vida, su esfuerzo, su energía, sus horas de sueño, sus horas de descan­so... todo lo entrega para trabajar para los demás.... y vive muy feliz... con ese mismo ardor cada revolucionario defenderá la obra que es su obra"...
"El revolucionario actúa bien, modestamente, sencillamente, cons­cientemente, pacientemente... Puede hacerse revolucionario única­mente, por la persuasión, por la razón y por el ejemplo".

2. 5 LA ETICA MARTIANA COMO COMPONENTE DE LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCI[ON CUBANA Y FUNDAMENTO DE LA EDUCACIÓN DE LAS NUEVAS GENERACIONES.
Dra. Nancy Chacón Arteaga
El trabajo se propone caracterizar los valores éticos que sustentan la estrategia ideológica político revolocionaria de José Martí, en la lucha por el logro de la independencia de Cuba, por hacer realidad lo que vendría después: el proyecto de una República “con todos y para el bien de todos”, teniendo en cuenta la significación y vigencia de esta concepción humanista, y profundamente revolucionaria, para el trabajo educativo y formativo con los jóvenes cubanos.
En este sentido se presenta una propuesta del sistema de valores éticos martianos, que con una valía humano universal, se revelan como elementos que integran de forma armónica y coherentemente toda su obra, constituyendo el factor moral un componente esencial dentro de las premisas, fundamentos y fines de todo su pensamiento y acción personal a lo largo de su corta vida física, profundamente consecuente con estos valores morales que lo animaban y movilizaron en un fuerte compromiso con la vida, con la patria, con la realidad de su época.
A la luz de las cambiantes condiciones actuales y ante las perspectivas de los albores del S.XXI, el estudio del pensamiento martiano y la instrumentación en la formación de nuestros niños y jóvenes, de los valores éticos que Martí encarnó y proyectó, constituye uno de los retos más importantes en la labor de los educadores, de la familia y de la sociedad en su conjunto, para garantizar la continuidad de la obra de la revolución socialista cubana de una patria independiente, próspera, justa, digna y solidaria.

Metodología para el análisis ético de su obra, valor educativo:




  1. Rasgos generales que caracterizan la obra y personalidad de José Martí, que imprimen un sello peculiar a su formación moral y concepción ética del mundo en que vivió.

  2. Ubicación en el contexto del proceso histórico de la Revolución Cubana en que se desenvuelve, como un momento de continuidad, a la vez que de ruptura, en la integración del proceso revolucionario, que mantiene una gran vigencia en las condiciones actuales de la realidad cubana, por ser sus postulados políticos y morales, una parte esencial del proyecto de realizaciones sociales de la revolución socialista cubana.

  3. Análisis del contenido y significación de su Etica a partir de destacar las ideas esenciales que como principios morales, están presentes en todo el quehacer de José Martí desde 1882,asociadas al contenido ético humanista y como fundamento de todo su proyecto y estrategia revolucionaria.

  4. El valor metodológico principal que aporta la comprensión de la ética martiana para el trabajo ideológico educativo con los jóvenes en el presente está en su componente axiológico, que se revela como núcleo de la manifestación de las diferentes formas de la conciencia social y se proyecta en los niveles ideológico, emocional y conductual, para la acción revolucionaria.


2. 5. 1- La Etica martiana en la relación política y moral, como fundamentos de su ideología revolucionaria y humanista.
La fragua del pensamiento revolucionario martiano es el resultado de una vocación profundamente independentista y radical, que se forma en las condiciones sociales, económicas y políticas de la realidad de la Cuba colonial del siglo XIX.
La proyección del proyecto de la revolución cubana en Martí, tiene su fundamento en su concepción cosmovisiva y universal de la época, conformada a lo largo de las experiencias y conocimientos acumulados sobre la realidad histórico concreta de Cuba, España, América Latina, y los Estados Unidos, como escenarios en los que se desenvolvió su fecunda vida.
En Cuba, por ser su tierra natal, dolorida y en quebranto, por las sangrantes heridas de una gesta independentista fracasada después de transcurridos diez largos años de desbastadora guerra y los nuevos intentos de la guerra chiquita.
España, metrópoli colonizadora, pero a su vez suelo que lo acogió en los penosos y duros años del destierro, brindándole la savia de una cultura universal y la vivencia del fracaso del movimiento republicano federal de la 1ra. República española, por falta de movilización de las fuerzas sociales que le servían de base.
América Latina, contexto hemisférico en el que se encuentra enclavado Cuba, isla del Caribe, cuyo vínculo no solo es de carácter geográfico sino que esta dado esencialmente, en la conformación de una cultura que emerge ante el mundo como expresión del proceso de gestación de la identidad nacional y cultural de nuestros pueblos, que tiene como denominador común el proceso de colonización y las luchas protagonizadas por su independencia.
La estancia de Martí en diferentes países de América Latina, le permitieron adentrarse y observar una realidad diferente, pero algo común a la realidad cubana, arribando a conclusiones visionarias, sobre los males y errores de los procesos independentistas llevados a cabo y los resultados nocivos de una lucha por justos ideales independentistas, que fue permeada por intereses personales, ambiciones de poder y caudillismo, que lastran las perspectivas y posibilidades de las Repúblicas recién nacidas bajo estas condiciones; como no sea, el sostenerse sobre la base de dictaduras tiránicas en cuanto a los derechos civiles y un desarrollo dependiente del norte, de lo cual Martí sacaría las lecciones necesarias para su concepción y visión diferente sobre el problema de la lucha por la independencia en Cuba.
Estados Unidos, país de las "libertades democráticas" y de los "derechos cívicos", ofrecía un modelo deslumbrante y atractivo, que Martí vio desmoronarse ante sus ojos al contactar con una realidad tan contrastantemente diferente a la de los pueblos de América Latina.
El conocimiento de las bondades y horrores que entraña el proceso de despliegue del capitalismo norteamericano hacia una fuerte potencia imperialista a costa del tributo histórico de los pueblos, y los peligros intrínsecos que se generan y derivan de este fenómeno, respecto a los propios pueblos latinoamericanos, hacen reconocer a Martí que:
“Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas” y la necesidad de “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.”1
Por estas razones no era suficiente realizar ingentes esfuerzos, para llevar nuevamente al suelo patrio la lucha armada con el fin de levantar el colonialismo español, sin que esto no fuera parte y resultado de toda una nueva concepción, superior a la ya utilizada y fracasada, donde Martí encontró numerosas grietas y puntos vulnerables.
En carta al general Máximo Gómez del 20 de julio de 1882, expresa Martí las siguientes reflexiones en torno a este problema central que le ocupaba todo su quehacer, su sentimiento y racionalidad:
“Porque usted sabe, general, que mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes. Y quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe emprenderla.
Y yo le escribo, ..., estos renglones, para ponerle en conocimiento de todo lo emprendido, para pedirle su cuerdo consejo, y para saber si en la obra de aprovechamiento y dirección de las fuerzas nuevas que en Cuba surgen ahora sin el apoyo de las cuales es imposible una revolución fructífera,...Porque llevamos ya muchas caídas para no andar con tiento en esta tarea nueva.”2
El estallido de una nueva contienda bélica, sin la preparación requerida, a los ojos de Martí, constituía un proyecto inconsistente ante las fuerzas reaccionarias internas y externas que debían enfrentar las fuerzas independentistas, así como la proyección de los problemas políticos y sociales que debían resolverse una vez ganada la batalla en la República independiente.
Sobre los peligros y los riesgos existentes llama Martí la atención en la misma carta dirigida al generalísimo cuando expresó:
“En Cuba ha habido siempre un grupo importantes de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esta clase de hombres ayudados por los que quisieran gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los observadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas de apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil. Así halagan su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente. ...Ese es el riesgo grave. Por eso es llegada la hora de ponernos en pie.”3
La confrontación con estas realidades históricas le permitieron a Martí analizar el problema de Cuba, desde una óptica universal en lo singular y llegar a la justa interpretación, en la búsqueda de una solución suigéneri, que encuentra en la idea de preparar, organizar y dirigir la lucha desde las posiciones de un “cuerpo apretado” o un “alma visible” que sería lo que representara la creación de un Partido con estos fines.
Así desde finales de la contienda de los diez años y antes de la guerra chiquita ya en Martí cobra vida esta nueva concepción, que no puso en acción en esos momentos de forma inmediata; para esto había que esperar, revelando su genialidad e iniciativa, apelando a una silenciosa y cautelosa paciencia, así como al hecho de poder identificar el momento idóneo en que las condiciones objetivas y subjetivas le permitieran obrar para sembrar dicha idea, creando consenso, ganando adeptos, cohesionando a los patriotas y cubanos en general, desde el escenario de la emigración en Tampa, Cayo Hueso y New York.
Esta labor infatigable de Martí, implicaba cumplir la magna tarea de persuadir y convencer a los dos grandes generales que dirigieron la lucha independentista, ante los cuales sentía un profundo respeto y admiración, estos son: Máximo Gómez y Antonio Maceo.
En la carta antes citada a Máximo Gómez, Martí hace alusión a dos cualidades necesarias que en esos momentos se revelaban como instrumentos de lucha necesarios: el silencio y la paciencia.

"Esperar es una manera de vencer. Haber esperado en esto, nos da esta ocasión, y esta ventaja. Yo creo que no hay mayor prueba de vigor que reprimir el vigor. Por mi parte, tengo esta demora como un verdadero triunfo.


Pero así como callar hasta hoy ha sido cuerdo, el callar desde hoy sería imprudente. Y sería también imprudente presentarse al país de otra manera que de aquella moderada, racional y verdaderamente redentora que espera de nosotros.
que nuestro cuerpo sea. Nuestro país abunda en gente de pensamiento, y es necesario enseñarles que la revolución no es yaun mero estallido de decoro, ni la satisfacción de una costumbre de pelear y mandar, sino una obra detallada y previsora de pensamiento". 4
"Pero si no esta en pie, elocuente y erguido, moderado, profundo, un partido revolucionario que inspire, por la cohesión y modestia de sus hombres , y la sensatez de sus propósitos, una confianza suficiente para acallar el anhelo del país ¿A quién ha de volverse sino a los hombres del partido anexionista que surgirán entonces?" 5

Estos elementos constatan que todo móvil en el pensamiento y acción del quehacer martiano de este período, tiene como fundamento, su nueva concepción sobre la creación de un partido con un programa aglutinador y abarcador, no solo para liderear la lucha independentista, sino que permitiera sentar las bases de sobre qué principios políticos, sociales y éticos se fundaría la nueva República.


Un aspecto que se revela en el estudio de las cartas de José Martí en esta etapa, que es inherente a toda su obra como parte y resultado de su actividad, es la regularidad manifestada de forma singular en el hecho, de que los valores éticos, como contenido esencial de toda moral, constituyen el elemento de engarce e integrador de todas las aristas o proyecciones del pensamiento martiano. Lo ético se revela como el elemento mediador y de unidad entre lo político y lo social, que en el proyecto revolucionario martiano cobra una brillante forma estética de manifestación.
En carta dirigida al general Antonio Maceo, en la misma fecha que hiciera la del general Máximo Gómez e inspirado en el mismo propósito, Martí expresa la profundidad de su proyecto revolucionario, al ubicar como parte esencial del mismo y vinculado al problema político, la solución al problema social de la situación cubana, visto a la luz del problema racial: la esclavitud y el conocido problema del miedo al negro.
"Ni tengo tiempo de decirle, General, cómo a mis ojos no está el problema cubano en la solución política, sino en la social, y como ésta no puede lograrse sino con aquel amor y perdón mutuo de una y otra raza, y aquella prudencia siempre digna y siempre generosa de que sé que su altivo y noble corazón está animado.
Para mí es un criminal el que promueva en Cuba odios, o se aproveche de los que existen. Y otro criminal el que pretenda sofocar las aspiraciones legítimas a la vida de una raza buena y prudente que ha sido ya bastante desgraciada".6
El fundamento ético del proyecto revolucionario martiano, tiene como centro de atención la problemática humana, a partir del rescate de una dignidad personal en su sentido más abarcador y profundo, que trasciende los límites de la dignidad nacional en el contenido de la Patria, para elevarse a la dignidad humana en su sentido universal, dado el reconocimiento de que Patria es Humanidad.
De esta forma Martí se manifiesta contrario a todo tipo de discriminaciones e injusticias sociales, que no solo tiene su forma de manifestación en la privación de derechos individuales y nacionales, dado por el sistema de colonización española hacia Cuba en su carácter más general, sino en el problema cruel e inhumano de la esclavitud, de la división entre los hombres y estimulación de odios por estas causas estériles, perjudiciales y nocivas, para llevar adelante la nueva concepción de la lucha y del proyecto futuro del país.
Por esta razón Martí, a su vez, pone en conocimiento a Maceo de esta nueva concepción en la lucha y le inquiere:
"...espero que me diga si no aplaude y comparte estas ideas, y esta reaparición de manera seria y ordenada de todos los hombres importantes, y verdaderamente fieles de nuestra causa, sincera y calurosamente reunidos, sin necesidad de jurar obediencia ciega a un grupo aislado o a un hombre solo, para aprovechar con cordura y sin demora los elementos ya hirvientes, y cada día más imponentes, de la guerra en Cuba".7
"...-la respuesta de Ud. acerca de estos pensamientos que les muestro, y de su opinión sobre esta nueva forma de nuestra obra, encaminada hoy a preparar activa y racionalmente, con toda la firmeza y habilidad que requiere problema tan grave y cosa tan extraordinaria, el modo de crear, por una guerra pronta de triunfo posible, un país en que, a pesar de estar muy trabajado de odios, entren desde su fundación a gozar de verdaderos derechos, y en verdaderas condiciones de larga y quieta vida, todos sus diversos elementos".8
La genialidad de la dimensión de Martí, está en la habilidad de saber cómo afrontar cada problemática, es precisamente en el acercamiento que hace Martí hacia Maceo, donde destaca como la política es el medio o vía a través de la cual debe resolverse el problema social, pero desde su nacimiento, desde su conformación inicial, y donde la vanguardia, portadora de este nuevo "cuerpo apretado", esté imbuida en sus mentes y acciones de tal posición, como una imperiosa exigencia impuesta por la historia. Esta necesidad histórica se transforma en múltiples exigencias morales que tienen como valor supremo el sagrado deber con la patria.
En momentos tan difíciles como los que tiene que vivir Martí, en ocasión de no encontrar una receptividad inicial de su proyecto y concepción, en Gómez y Maceo, este decide romper con estos, quedando sin participación en el nuevo plan insurreccional con estos fines, el que surge al margen de su idea y sin concebir la organización de un partido.

Martí escribe a su querido amigo y hermano el mexicano Manuel Mercado el 13 de noviembre de 1884, donde entre otros propósitos que lo animan, le expresa sus reflexiones y estado de ánimo ante esta incomprensión y frustración de sus planes; en este caso Martí, renuncia a acompañar a Maceo a México como parte de los preparativos del plan de lucha y deja a su vez sin efecto la urgencia que tenía de ver ciertos asuntos de su trabajo personal con Mercado, que le son vitales para garantizar su subsistencia durante su residencia en New York, expresando que:


"Vinieron hasta New York, esperanzados en el éxito de un movimiento de armas con la exasperación, angustia e ira reinantes en el país, dos de los jefes más probados, valientes y puros de nuestra guerra pasada, y con estos calores míos, me puse a la obra con ellos.
...vi que, por torpeza o interés, los jefes con quienes entraba en esta labor no tenían aquella cordialidad de miras, aquel olvido de la propia persona, aquel pensar exclusivo y previsor en el bien patrio; aquel acatamiento modesto a la autoridad de la prudencia y de la razón sin las que un hombre honrado, que piensa y prevee, no puede echar sobre sí la responsabilidad de traer a un pueblo tan quebrantado como el nuestro a una lucha que ha de ser desesperada y larga. Ni a qué echar abajo la tiranía ajena, para poner en su lugar, con todos los prestigios del triunfo, la propia? no vi, en suma, más que a dos hombres decididos a hacer de esta guerra difícil a que tantos contribuyen, una empresa propia".9
Reitera Martí su idea, tal y como lo hiciera en la carta de ruptura que escribió a Máximo Gómez el 20 de octubre de 1884, donde revela su concepto de responsabilidad suprema que cada individuo asume cuando se eleva a la estatura de un patriota, al tomar conciencia de su deber moral con la patria.
La expresión de la honradez es en ello, la manifestación de una actitud y conducta limpia y pura sin afanes, ni ambiciones personales, que no sean la de una entrega desinteresada y libre de toda vanidad de valerosos estrategas y guerreros, aunque sean estos galardones mil veces ganados y demostrados en los campos de batalla.
Su concepto de honestidad está en el culto a la verdad, por muy cruda y cruel que parezca, tal y como lo demuestra la realidad de estos hechos. Esta honestidad martiana, lo orienta hacia una profunda crítica, sin miramientos o prejuicios vanales, pero con el reconocimiento siempre de los valores, de los méritos y significación histórica que para Martí y la vida de la patria tienen estas dos grandes personalidades, que son sometidas en estas circunstancias tan difíciles, a tales valoraciones morales.
La comprensíon acertada de Martí, de cómo se presenta esta conflictiva situación de choque de concepciones, con los dos máximos generales de la lucha independentista cubana, Gómez y Maceo y sobre todo, de cuál debe ser la postura ética, mesurada y paciente que este asume, también queda plasmada en su comunicación con Mercado, que por demás, es la primera persona con quien intercambia sus pareceres, después de haberlo hecho con Gómez y Maceo a quienes conciernen.
"!a mí mismo, -sigue diciendo Martí- el único que los acompañaba con ardor y los protegía con el respeto que inspiro, llegaron, apenas se creyeron seguros de mí, a tratarme con desdeñosa insolencia!. A nadie jamás lo diga, ni a cubanos, ni a los que no lo sean; que así como se lo digo a ud., a nadie se lo he dicho: pero de ese modo fue, como, en semejente compañía, emprender sin fe y sin amor, y punto menos que con horror, la campaña que desde años atrás venía preparando tiernamente, con todo acto y palabra mía, como una obra de arte?".10
Supo muy bien Martí volver a callar y esperar con paciencia el momento propicio, pero jamás impugnar públicamente, enjuiciar, obstaculizar los planes, de quienes todos reconocían, eran los máximos protagonistas de un camino recorrido en el batallar de la lucha independentista cubana, abnegados y entregados a esta causa. No contribuir con su participación, en algo que no creía, que no tenía fe y que sabía era un camino errado, fue la posición asumida.
Martí sabía además al riesgo que se exponía con esta postura, a perder un reconocimiento de su real posición de entrega en cuerpo y alma, en mente y acción al lado de la causa de la revolución, de la lucha, al descrédito de su personalidad ante tan admiradas figuras y ante los propios compatriotas.
Pero no vaciló en saber cuál debía ser su posición y cómo debía obrar. En ello va unido su concepto ético de lo justo, su profunda cualidad de la modestia, y fidelidad al fin supremo: salvar la patria, que es salvar la dignidad humana:

"...el pensamiento de lo que pierdo en autoridad, - dice Martí a Mercado- y en beneficio de mi fama, siendo como es posible hoy la guerra, con apartarme de los que la conducen, y conmigo habrán comenzado a llegar los medios de hacerla realizable, no podía bastar en mí que nada sé hacer contra mi concepto de lo justo, para entrar en una campaña incompleta y funesta si no cambia de espíritu, sin más estímulo que el de mi provecho personal futuro, que es el único estímulo que para mí no lo es jamás.



Y no he ido a México, ni voy a ninguna parte, por el delito de no saber intentar la gloria como se intenta un delito: como un cómplice. Renuncié brúscamente, aunque en sigilo, a toda participación activa...renuncié a dejar de verlo. me quedé sin modos de vida. Pero he hecho bien: y recomienzo la faena. En mi tierra lo que haya de ser será: y el puesto más difícil, y que exija desinterés mayor, ese será el mío. No me asombro de lo que me ha sucedido, aunque me duele. Sé ya de tan viejo que a los hombres les es enojosa la virtud! y esto que yo, si tengo alguna, procuro no enseñarla, para que no me la vean: pero obrar contra ella, no puedo:..."11
Existe otra persona en quien Martí también confía su reflexión en torno a esta problemática que afronta, y es al patriota J. A. Lucena, en carta dirigida posterior a la de M. Mercado, el 9 de octubre de 1885, donde son reafirmadas las posiciones antes referidas expresó:
"...como creo que la manera menos eficaz de servir a la independencia de la patria es preparar la guerra necesaria para conseguirla, de manera que alarme al país en vez de asegurarle su entusiasta confianza, resolví desde el primer instante en que creí desatendidos estos que yo estimo grandes deberes no oponerme en el camino de los que piensan de manera distinta de la mía, puesto que nadie debe impedir que se haga lo que no tiene medios de hacer, ni ayudar las labores que a mi juicio han comprometido la suerte de la revolución, y con ella la de la patria."12
Esta sensible sencillez y limpieza moral de los actos en Martí, lo llevan también a poseer una fuerza de hierro para asumir con férrea voluntad sus decisiones y dar enérgicas respuestas, ante el asomo de cualquier tipo de intriga o juicios infundados que pongan en juego la veracidad de sus intenciones traducidas en sus deberes patrios.
Este es el caso de la carta escrita a Ricardo Rodríguez Otero del 16 de mayo de 1886, donde Martí refuta el haber planteado en una entrevista publicada por el destinatario, la idea de que:
"cualquiera que sea mi pasado, yo acataré sin reserva alguna la solución que España dé a los problemas de Cuba, si llega a satisfacer a la mayoría de mis compatriotas"13
Después de dejar sin efecto con argumentos contundentes, la posibilidad de admitir la paternidad de semejante idea, que nada tiene que ver con su propia vida, y desde las posiciones del que domina minuciosamente la problemática interna de la realidad cubana, Marti' esclarece, una vez más su lugar y posición ante ello:
"y solo me falta rogarle ahora que no se enoje Ud. conmigo porque no acepte como precisamente mías las palabras "cualquiera que sea mi pasado". En eso si' que su memoria,...le fue infiel, porque a mí no me ocurre nunca pensar en mí mismo en las cosas de mi patria, a no ser para cuidar desde aquí por su bien en la medida de mis fuerzas; y luego que nadie tiene derecho a autoridad exclusiva, o al reparto mental de los triunfos públicos, o a esperanzas impuras en una victoria tan amarga y dudosa, sino que los servicios pasados apenas son más que la obligación de prestarlos mayores en lo venidero, y que a la patria no se la ha de servir por el beneficio que pueda sacar de ella, sea de gloria o de cualquier otro interés, sino por el placer desinteresado de serle 'util".14

El contenido ético del pensamiento martiano, como elemento integrador e hilo conductor de su coherente proyecto revolucionario cubano y latinoamericanista, así como su perspectiva visionaria y trascendente; es el resultado de su incansable obra, de su entrega cotidiana a lo largo de toda su vida a la causa común, al bien social. De su estoica resistencia para albergar los dolores y sufrimientos humanos más profundos, todo lo cual fue caldo de cultivo de sus posiciones rectas, de sus actitudes firmes, y de las respuestas valederas que supo hallar en cada circunstancia difícil, en cada momento de conflicto y elección, en los momentos de choques de intereses que permanetemente afloran en las obras que requieren la unidad de múltiples voluntades, esfuerzos e inteligencia humana, y que nos fue legado en su gigantesca obra dada en la unidad de su pensamiento y acción.


Resulta así aparentemente paradójico la proyección de un profundo humanismo, plasmado en la infatigable gestión de toda la vida de un individuo que fundamentó y demostró la necesidad del camino de la guerra como un procedimiento político, para lograr fines y aspiraciones que responden a legítimos intereses humanos, ya que para Martí la independencia de un pueblo consiste en el “respeto que los poderes públicos demuestren a cada uno de sus hijos”.
Pero logrados estos desde una óptica diferente, más integral, más puras en su sentido ético, con la connotación política de que ” tratar de frente y estudiar a tiempo los problemas todos y los componentes todos que influyen en la suerte del país”, factible solo desde las posiciones de un Partido Revolucionario Cubano.

El proyecto y la estrategia política de Martí, estuvo dotado de un contenido moralizante, sobre la base de la construcción de una ética, que aportó los principios morales que sustentara toda su concepción política para llevar a cabo la nueva empresa revolucionaria, contando con los mecanismos de apelar a la conciencia, el honor y la voluntad de los cubanos.


Para Martí, la política no representa un fin en sí misma, sino un medio para la realización de ideales sociales con un profundo fundamento Etico.
Estos principios morales se resumen en:


  • La necesidad de unir voluntades, para el logro de objetivos supremos, tales como organizar, preparar y desplegar la lucha por la independencia de Cuba, en un empeño que representa para los cubanos, sacrificio, arrojo, desprendimiento altruísta y coraje.

  • Esta unidad de voluntades implica la autoafirmación de la identidad cultural y nacional cubana, a partir de la unión de “negros” y “blancos” en el campo de la acción, de emigrados en el exterior y de residentes en la isla, de veteranos de la guerra y de la nueva generación de cubanos, todos, como resultado del proceso de conformación de la cubanía, en aras de la defensa de la patria, de su independencia, de la justicia social, del culto a la dignidad plena del hombre y de la solidaridad humana, como valores constitutivos de la conciencia nacional.

  • La limpieza moral de las intenciones que animan a la estrategia y voluntades políticas, a la acción insurrecta, mediante la creación de una organización rectora, que no solo debe organizar y dirigir la lucha, sino proyectarse y preveer, que es dentro de la concepción martiana una de las más sabias virtudes o condiciones que deben garantizar el éxito de la lucha primero y de la República después, a sabiendas de que el nuevo intento revolucionario no debe representar nunca ...”un mero estallido de decoro, ni la satisfacción de una costumbre de pelear y mandar, sino una obra detallada y previsora de pensamiento”.15

  • El cuidado y observancia permanente de la pureza moral de la revolución, depurada de todo sentimiento mezquino y egoista, de vanagloria personal, de falso orgullo caudillezco, de ambiciones de poder, que pueden envilecerla y hacerla fracasar nuevamente, lo que hace imprescindible garantizar el carácter popular y democrático de esta lucha, poniendo los ojos especialmente en las masas trabajadoras, que representan para Martí una fuerza activa capaz de crear con honradez y amor, erigiéndose como una fuerza motriz de la revolución.

El proyecto martiano de la Revolución, tiene un fundamento ético  humanista que lo vertebra, aglutinando todos los valores morales necesarios para poder actuar consecuentemente a la altura de los objetivos propuestos y acometer con inteligencia, dignidad, arrojo y coraje la ejecutoria de la lucha por la Independencia.


José Martí, aporta al progreso de la moral, un pensamiento ético como elemento integrador y fundamento de su coherente proyecto político - social de la Revolución cubana, y de su propia vida.
La profundización en la concepción de la Patria y del Patriotismo, fue un aporte sustancial al proceso de autoafirmación de la conciencia nacional, que arriba a un patriotismo que rebasa los límites de lo nacional, para comprenderse también como latinoamericanismo, bajo la idea que "del río Bravo a la Patagonia una sola América", por lo que de común tienen en el proceso de identidad cultural nuestros pueblos, en esta correlación de lo universal y lo singular, la concepción martiana del patriotismo arriba a la comprensión de que "Patria es Humanidad".

En esta nueva etapa revolucionaria, el valor moral de la intransi­gencia y la intolerancia ante la dominación colonial española, amplía su proyección con el aporte martiano del antimperialismo, avizora­do como un tigre en acecho listo para saltar sobre la presa con su zarpazo prepotente, en Cuba y en nuestras tierras de América.


El contenido ético humanista del proyecto revolucionario que anima ideológicamente la acción de este nuevo período de la lucha inde­pendentista, se alimenta de su profundo carácter popular y democrá­tico del mismo, reconociéndose el lugar de las masas humildes, desposeídas, trabajadoras y explotadas como las auténticas fuerzas motrices de la revolución, que podrán alzarse redimidas en el culto de los hombres a la dignidad humana a partir de la edificación de una República "con todos y para el bien de todos".
2. 5. 2 CON TODOS Y PARA EL BIEN DE TODOS, LEGADO ETICO DEL PENSAMIENTO MARTIANO.
El discurso de José Martí, conocido por su frase “con todos y para el bien de todos”, dado el 26 de noviembre de 1891,en Tampa, Cayo Hueso, puede considerarse un discurso histórico magistral y trascendental.
Magistral, por integrar de forma virtuosa las intenciones ideológicas, políticas y morales que lo animaban, en una fase inminente de preparación de las condiciones necesarias para llevar adelante la empresa de la lucha por la independencia de Cuba, a través de la guerra inevitable y necesaria, ahora desde las nuevas posiciones de una organización política, rectora, que representara el “alma visible de Cuba”, el “cuerpo apretado”, de lo que sería el Partido Revolucionario Cubano, que viera la luz en su ulterior constitución el 10 de abril de 1892.
El propósito ideopolítico de aunar voluntades diversas y dispersas, entre los cubanos de la isla y los de la emigración, entre los veteranos de la guerra grande y la generación de cubanos sucesores, tuvo en esta oratoria, una peculiar orientación hacia la calidad humana a la cual estaba dirigida, a partir de la alta estima que para Martí merecían los humildes y laboriosos obreros tabaqueros cubanos, a los que se dirigió con un elevado nivel de sensibilidad humana, en lo más profundo de las potencialidades ético morales de los cubanos emigrados, trasmitido en un elevado estilo estético, donde la lírica, los símbolos, las imágenes y los sentimientos, unidos al ritmo, la lógica y la coherencia, contribuyen a que el discurso haga revivir y conformar en la masa del auditorio, el sentido de la patria, el sentimiento del patriotismo, el amor a la independencia y al espíritu de lucha, así como la aprehensión de los ideales de justicia social, el culto a la dignidad plena de los hombres, el respeto a la igualdad y a los derechos de los cubanos, merecedores de la paz y la felicidad, en la construcción de una nación próspera como resultado del trabajo honrado, fuente principal de toda riqueza material y espiritual de los individuos y del país.
El sentido trascendental del discurso, radica en el contenido y significado del mísmo, en su vigencia, en el cual, Martí se revela como autoconciencia de una época histórica, cuyo protagonismo, dado en su pensamiento y acción, mostraron el camino y las respuestas viables y acertadas, ante las complejas condiciones y contradicciones, ya irreconciliables, de la realidad colonial cubana.
La aprehensión por Martí del cuadro histórico social y cultural de la época, le permitieron proyectarse con objetividad en la elaboración y formulación de su proyecto social y de su estrategia política, para la lucha por la independencia y para lo que le sucedería después, la construcción de una República “con todos y para el bien de todos”.
Por estas razones, no es posible reducir la concepción y significación del contenido de este discurso a la sola idea de la formulación del ideal social de la república en el proyecto martiano, sino que a su vez, su concepción engloba en esencia, las ideas que como principios básicos esenciales, él desarrolla y trabaja durante los más de 10 años que anteceden a la creación del P.R.C. y para el estallido de la gesta independentista.
Estas ideas tienen un profundo contenido ético humanista, que dan integridad y coherencia orgánica al pensamiento martiano, cuyo sistema de valores filosóficos, políticos, jurídicos, religiosos, estéticos y éticos en su conjunto, lo dimensionan, no solo en su prolífera y fecunda obra, sino sobre todo por su auténtico carácter revolucionario, por todo lo que de novedoso y transformador tuvo tanto su pensar, como todo su quehacer.
Desde estas posiciones del análisis, puede revelarse la significación y vigencia de la frase martiana, ”con todos y para el bien de todos”, apuntando hacia diferentes momentos de un todo único y mayor.
En las condiciones actuales, en la batalla de ideas que libra nuestro pueblo, la vigencia de este discurso nos permite comprender un fenómeno que tiene que ver no solo con nuestras raíces históricas, sino con todo el proceso histórico cubano en su devenir hasta nuestros días encontrando respuestas de dignidad y coraje a interrogantes definitorias sobre: quiénes somos?, de dónde venimos? y hacia dónde vamos?. Donde el proyecto de independencia y soberanía ha implicado o implica ahora más que nunca, la necesidad de la unidad nacional, la unión de voluntades de los cubanos comprometidos con la Revolución socialista de profundas raíces martianas, en defensa y salvaguarda de la patria, en la medida en que se defiende la integridad de la nación, de los enemigos de adentro y de fuera que la asechan y amenazan; la defensa de lo auténtico de la cubanía y los valores, que aún en tiempos de crisis de la espiritualidad y en un mundo hostil, unipolar, globalizado y neoliberal, no podemos dejar naufragar.

Con todos y para el bien de todos, hoy representa un llamado a la juventud a comprender la época en que les ha tocado vivir, a conocer más la historia de nuestro país, a apropiarse de los instrumentos que le aportan la cultura y la ciencia, para que con inteligencia, independencia y creatividad, puedan crecerse ante las dificultades y obstáculos, objetivos y subjetivos, que imperan en esta hora de resistencia, sin perder los sentimientos, la alegría, la intrepidez, la osadía, y la frescura, que aporta la juventud, en un proceso de integración con las generaciones precedentes tomando de éstas lo más valioso y positivo, sobre la base del análisis crítico y mesurado de las imperfecciones para su transformación.


Representa cultivar la limpieza de sus actos, con una conciencia del grado de compromiso con la realidad social, y de su participación protagónica en la búsqueda de respuestas y soluciones a problemas comunes donde el mal de la indiferencia e indolencia no puedan aflorar, ante la sensibilidad que debe prevalecer en cada joven ante todo hecho humano.
A su vez, representa, cultivar la pureza de sus almas, despojándose de todo dogmatismo, rutina en el quehacer, ocio y parasitísmo, los egoísmos y falsas vanidades, las prácticas discriminatorias o sectarias, entre otros males, que lejos de aunar, dividen, aislan y desvían a los individuos del camino del bien y de la prosperidad de la patria socialista, para lo cual es imprescindible exaltar los valores que permitan a los jóvenes cubanos jugar su misión histórica, desde la perspectiva de integrarse y dar continuidad al proceso revolucionario cubano, tales como: la dignidad humana., la intransigencia e intolerancia ante todo tipo de dominación extranjera y la solidaridad humana, que se personifican y diversifican a las cualidades que caracterizan a cada uno por separado, pero que a su vez, los cohesiona e integra en las acciones movilizadoras en torno a objetivos socialmente significativos, haciéndolos más plenos, más seguros en sí mismos y más auténticos.


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