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  • Rhythm
obviedad de
cada una de ellas. Es lícito, pues, conside­
rar a Paul Bley como el inventor, a la par
de Bill Evans, del trío de piano moderno:
un ámbito en el cual el triálogo, la trama
afectiva, está por encima de la idea de
acompañamiento. Pero su tendencia a des­
bordar el marco armónico empuja a sus
grupos a una flexibilidad extrema, a una
auténtica inaprensibilidad de líneas y
-ajes, donde los solos son, literalmente,
quintaescencia. - C.T.

"Introducing Paul Bley" (1953); Chro­


matic Universe (Russeli, 1960); con Giuf­
fre: Trudgin' (1961), Ictus (1961); Angel
Eyes (Ellis, 1962); Syndrome (1963), Ida
Lupino (1965), Butterflies (1967), Open,
To Lave (1972), Tears (1983), Triste
(1987).

Blinfold test (literalmente, prueba a cie­


gas). Juego, o rito, consistente en identi­
ficar a los músicos de una grabación. Este
divertímento muy apreciado por los afi­
cionados al jazz es un modo de lograr que
un músico comente y, eventualmente,
reconozca, sin prejuicios ni ideas precon­
cebidas ("una manera de provocar una
reacción honesta a la música", apunta
Leonard Feather), las obras de sus colegas
e, incluso, las suyas propias. Feather fue
precisamente el primero en publicar -en
Blowing changes 113 5

la revista "Metronome" en 1946 y en


"Down Beat" a partir de 1951- aprecia­
ciones de músicos recogidas en diversos
blindfold tests. - P.C.

Block chord, Block chords, Block


chord style (bloque de acordes, acordes
agrupados). En piano u órgano, estilo
(también llamado locked handsstyle) inven­
tado, a principios de los años cuarenta, por
el pianista Milt Buckner. Esta técnica
permite mejorar la potencia y la claridad
del instrumento y lograr la eficacia de una
sección de saxos o trompetas; de hecho, se
trata de una suerte de transcripción pia­
nística de las cuatro o cinco voces de estas
secciones. El concepto básico, muy senci­
llo, consiste en armonizar una melodía a
cuatro voces (en acordes cerrados) con la
mano derecha, doblando la melodía una
octava más abajo con la izquierda; ambas
manos se desplazan como si estuvieran
esposadas (locked hands). Existen, desde
luego, otras variantes posibles; la técnica
ya forma parte integrante de todos los esti­
los modernos de piano y órgano. Si bien
Milt Buckner es el primer especialista del
género (sin olvidar al sorprendente Her­
man Foster), pianistas como Nat King
Cole, Errof Garner, George Shearing,
Oscar Peterson, Lennie Tristano, Jimmy
Jones, Red Garland, Bobby Timmons o
Phineas Newborn lo han utilizado a
menudo. - Ph.B.

Ver Piano.

BLOOM Jane Ira. Saxofonista sopra­
no y alto, flautista norteamericana (Bos­
ton, Massachusetts, 12-1-1955). Descubre
el jazz gracias a su madre, que colecciona
los discos de Ella Fitzgerald y Duke Elling­
ton. Recibe a los cuatro años de edad sus
primeras clases de piano. Su afición musi­
cal la conduce al Berklee School, donde
estudia saxo alto, soprano y tenor con Joe
Viola. Descubre a Charlie Parker, Sonny
Rollins, Miles Davis, Booker Little, Sid­
ney Bechet, John Coltrane, Steve Lacy,
Phil Woods, apasionándose asimismo por
los cantantes: de Frank Sinatra a Sheila
Jordan, pasando por Abbey Lincoln...
Decide doctorarse en Yale, donde conoce
al bajista Kent McLagan. Juntos elaboran
una música en dúo cuyos resultados, gra­
bados en 1978, proporcionarán material
a su primer disco autoproducido (Outli­
ne Records). En Nueva York (donde vive
desde 1977) estudia y trabaja con George
Coleman. Toca al mismo tiempo con
Aerial, grupo exclusivamente femenino.
Trabaja con la cantante Jay Clayton y, en
ocasión del segundo "New York Salute To
Women In Jazz" (1979), compone para el
Village Gate una obra para orquesta de tre­
ce músicos... Luego coincide con Sheila
Jordan y su cuarteto (Harvie Swartz, Ste­
ve Kuhn y Bob Moses), emprende una
colaboración (determinante y aún viva)
con David Friedman, con quien graba en
1980 su segundo disco, "Second Wind".
En 1981 toca en Europa con Daniel
Humair; también con el contrabajista
Ratzo Harris. A partir de 1983 su música
evoluciona hacia la electrónica y los sinte­
tizadores. En 1985 se sacude de encima
cierta marginalidad y graba para CBS.
Regresa a Europa con Billy Hart.

Con un instrumento, el saxo soprano,


de reconocida dificultad, da muestras de
una gran mesura: sonido muy claro, enor­
me facilidad, frases elegantes conforman su
estilo (que ha sabido emanciparse de sus
primeras influencias, Sonny Rollins,
Ornette Coleman...). - P.B. & C.G.

"We Are" (1978); I've Got Rhythm But


No Melody (Humair, 1981); Mighty
Lights" (1983), "Modern Drama" (1987).

Blow (to blow: soplar). Inicialmente,


tocar un instrumento de viento; luego se
ha extendido a los demás instrumentos
(por ejemplo, blow your pian«: toca tu pia­
no). También significa, por extensión,
improvisar. Una blowing session es una
sesión en la que los músicos tocan un jazz
más improvisado que escrito. To blow
(someone) clown (o blow off, blow out):
triunfar, imponerse, superar musicalmen­
te a alguien; he blows anyone clown: no hay
quien lo supere (con su instrumento, por
supuesto). Títulos relacionados: BlowMr.
Dexter, Blow Gabriel Blow. - Ph.B..

Blowing changes. Ver Parrilla.



136 / Blue note
Blue note. El descenso de medio tono
del tercero, sétimo y, eventualmente,
quinto grados de una escala mayor diató­
nica forma las tres blue notes característi­
cas del blues. Si bien estas tres notas sue­
len bemolizarse por exigencias de la
escritura, ello sólo refleja aproximada­
mente lo que ocurre en la práctica: el intér­
prete (cantante o instrumentista) fuerza
estas tres inestables notas mediante infle­
xiones y glissandos diversos. Numerosos
autores no señalan la tercera blue note
(quinta disminuida), al menos durante el
período clásico. No obstante, grandes
especialistas del blues tradicional, como
Bubber Miley, la emplean con frecuencia
(BlackAnd Tan Fantasy, Ellington, 1927).
La teoría más extendida respecto de las dos
primeras blue notes afirma que, dada la
carencia de semitonos en las escalas pen­
tatónicas africanas, los esclavos trasplan­
tados a Norteamérica modificaron la nue­
va escala mayor diatónica que les había
sido impuesta (y que consta de dos semi­
tonos, uno entre el tercero y cuarto grados,
otro entre el séptimo y octavo) de modo
que se aproximase a los intervalos a que
estaban habituados. Inicialmente imbri­
cadas en el cantar negro (work songs, spi­
rituals, blues), las blue notes serán inge­
niosamente transcritas a los distintos
instrumentos. Todos los observadores del
s. XIX que se interesaron en los cantos de
los negros hablan de escalas menores, sin
duda a causa de la blue note de sus melo­
días, que hacía descender el tercer grado
aún cuando la tonalidad fuese claramente
mayor. Este esquema musical, desconoci­
do para la música occidental, invalida los
análisis en ocasiones someros del canto
afroamericano. La confrontación explosi­
va entre la armonía europea estas blue
notes melódicas de origen africano dará
lugar a una combinación prodigiosa, el
célebre color bluesy, aporte singular a la
música del s. xx que intrigará a Raye¡, Stra­
vinsky y Milhaud, cuyos intentos de incor­
porarlo satisfactoriamente a sus obras
resultarán infructuosos. En el blues, el
acorde mayor de primer grado suele llevar
la séptima menor debido a la incorpora­
ción armónica de la tercera blue note
(7.° grado); este acorde se denomina de
seudo dominante o séptima natural. Asi­
mismo, la blue note del tercer grado,
integrada a un acorde de cuarto grado,
transforma a éste en acorde de seudo
dominante. Ejemplo (en do): los tres acor­
des primarios del blues son do (1 er. grado),
fa (4 grado) y sol7 (5.° grado o domi­
nante;añadiendo una séptima menor a
los acordes I y IV se obtiene: do7, fa7 y
sol7. Estos acordes, tan típicos del blues
como las blue notes, pueden emplearse en
cualquier standard al que se desee dotar de
un color o clima bluesy. Cabe destacar 9ue
estas blue notes se aplican igualmente a los
acordes menores, aunque en este caso la
importancia y el color se desplazan de la
primera blue note (3a menor) a la tercera
(5' disminuida). - Ph.B.

Ver Blues 2 y Escala de blues.

Blue Note. Nombre de numerosos
clubs de jazz en Estados Unidos (Chica­
go, Nueva York...) y Europa. Entre los más
célebres cabe citar el de Filadelfia, que
albergó a Charlie Parker en 1954, y el de
París, que entre 1958 y 1968 presentaría
bajo la égida de Ben Benjamín a los mejo­
res músicos y cantantes modernos (Sara
Vaughan, Bud Powell, Kenny Clarke,
Stan Getz, Dexter Gordon, Chet Baker...)
y que fue reconstruido para la película de
Bertrand Tavernier, "Round Midnight".
En Nueva York, un nuevo Blue Note (131
West 3rd Street) ha cogido el relevo duran­
te los años ochenta. - P.C.

Blue Note Records. Sello discográfico


que ocupa un lugar destacado en la histo­
rra del )'azz grabado. Lo funda en Nueva
York, el 6 de enero de 1939, un joven ber­
linés, Alfred Lion. Tras el célebre concierto
"Spirituals To Swing" del 23 de diciem­
bre de 1938 en el Carnegie Hall, Lion
decide grabar a Albert Ammons y Meade
Lux Lewis. Llevado por el entusiasmo, les
concede tanta libertad -y tiempo de
improvisación- que se ve obligado a recu­
rrir al disco de treinta centímetros, reser­
vado hasta entonces a la música clásica. La
acogida favorable de la crítica le vale varios
encargos. Para su segunda sesión, del 7 de
Blue Note Records 1137

abril de 1939, decidido a conservar todo


el sabor de la música del grupo reunido
bajo el nombre de Port Of Harlem Six,
Lion organiza una grabación nocturna (a
las 4:30 de la madrugada), algo inusual
hasta entonces. Dos meses después graba
a Sidney Bechet, quien jugará un papel
decisivo en el éxito comercial de la empre­
sa. En el otoño de 1939, Francis Wolff1;
amigo de la infancia de Lion recién llega­
do a Estados Unidos, se incorpora al sello
como socio. Juntos editan a Earl Hines en
piano solo y al Celeste Quartet de Edmond
Hall, con Charlie Christian, Meade Lux
Lewis en celesta e Israel Crosby. Si bien se
muestran abiertos a las distintas corrien­
tes jazzísticas, Lion y WolfFtienen fama de
grabar sólo aquello que les arada. En
1941 Lion se alista en el Ejército y Blue
Note suspende las actividades; dos años
más tarde, la casa reabre sus puertas. Con
el declive de las big bands, los solistas de
las grandes orquestas forman swingtets
(casi siempre compuestos por tres vientos
y cuatro miembros en la sección rítmica).
Blue Note se hace eco del fenómeno. A
mediados de 1944, primera sesión con Ike
Quebec. Siguen otras con Tiny Grimes,
John Hardee, Jimmy Hamilton, Benny
Morton. La actividad de la empresa cae en
picado durante más de un año (a excep­
ción de dos sesiones con Babs Gonzales).

El jazz se transforma, se impone el


bebop. Quebec, convenido en amigo y
consejero de Lion y Wolff1; les habla de
Bud Powell, Tadd Dameron o Fats Nava­
rro, pero también de Art Blakey, James
Moody, Horace Silver, Lou Donaldson,
Clifford Brown, Wynton Kelly, Elmo
Hope, Kenny Drew, Tal Farlow, Kenny
Burrell... a quienes ofrecen la oportunidad
de grabar sus primeros discos. El sello pro­
porciona apoyo incondicional a Thelo­
nious Monk y se empeña en grabar su pro­
ducción a pesar de la acogida desfavorable
de la critica y las pésimas ventas... hasta
1952. Muchos grandes graban para Blue
Note: Kenny Dorham, George Walling­
ton, Milt Jackson, Miles Davis, Thad
Jones, Sonny Rollins, Herbie Nichols... En
octubre de 1953 viene a completar el equi­
po Rudy Van Gelder, que ha instalado un
estudio de grabación en el salón de su casa.
Van Gelder, además de socio, se conver­
tirá en el padre del "sonido Blue Note",
primero en su casa, luego en su estudio de
Englewood Cliffs en New jersey. A partir
de 1954, la compañía habrá grabado y reu­
nido a tantos músicos como para poder
entrecruzar los equipos, mezclar los intér­
pretes, intercambiar los líderes, ver surgir
nuevos grupos: los Jazz Messengers, por
ejemplo, nacen a raíz de una sesión orga­
nizada en torno a Horace Silver. 1956 es
el año del descubrimiento de Jimmy
Smith. Paralelamente, Reid Miles se incor­
pora a la empresa: durante once años se
dedicará a diseñar las cubiertas. Desde
1959 hasta su muerte (en 1963), Ike Que­
bec asume las funciones de director musi­
cal y A & R Man. Lo reemplaza Dulce
Pearson (hasta 1971, año en que fallece
Wolff1). Entran al catálogo Herbie Han­
cock, Wayne Shorter, Bobby Hutcherson,
Joe Henderson... Blue Note abre sus puer­
tas a la incipiente vanguardia: tras Grachan
Moncur III y Tony Williams vendrán Sam
Rivers, Larry Young, Andrew HUI, Cecil
Taylor, Eric Dolphy y Ornette Coleman.

En 1966 Liberry Records absorbe Blue


Note, aunque Lion conserva la dirección
de la empresa hasta que los problemas de
salud lo obligan a retirarse en 1967. Wolff
y Pearson continúan a cargo de la pro­
ducción pero la magia empieza a disipar­
se poro a poco. Contribuye a ello, sin
duda, la nueva concepción gráfica de las
cubiertas, impuesta por Li erty. WolffF
muere en 1971, Lion el 2 de febrero de
1987 en Rancho Bernardo (California).
Blue Note evoluciona hacia la música de
fusión y sobrevive, a partir de 1975, tan
sólo gracias a un programa de reedición
impulsado por Charles Lourie, su nuevo
director, y Michael Cuscuna. En 1981
algunas marcas japonesas, como King y
Toshiba, toman el relevo y reeditan bue­
na parte del catálogo, y otro tanto sucede
en Francia. El 22 de febrero de 1985, la eti­
queta Blue Note vuelve a escena en ocasión
de una gran velada en el Town Hall de
Nueva York; participan en ella una trein­
tena de grandes figuras del jazz. El nuevo
sello acoge a promesas como james New-

1381 Blue


ton, Bennie Wallace, Michel Petrucciani
o Stanley Jordan, pero también a figuras
como Kenny Burrell, Grover Washington,
Stanley Turrentine, etc. - P.B. & C.G.

BLUE Thornton William. Clarinetis­


ta y saxofonista norteamericano (Cape
Girardeau, Missouri, 31-1-1902 / Nueva
York, 1948). Su padre enseñaba música en
St Louis. Él toca en la orquesta de Char­
lie Creath en 1924-1925. Hasta 1925
acompaña a Dewey Jackson en Nueva
Orleans. En 1927 aparece en Nueva York
en la Andy Preer's Canon Club Orchestra.
Realiza giras por Europa junto a Noble
Sissle (1928) y pasa el otoño de 1928 en
París. Se incorpora a los Missourians en
Nueva York y pasa brevemente (1930) por
la orquesta de Luis Russell. Los Missouríans
se convierten en la orquesta de Cab Callo­
way, donde Blue permanece hasta 1931,
regresando en 1935. Se sabe que su salud
era frágil y que pasaría sus últimos días en
un sanatorio neoyorquino.

Este músico desconocido es, sin embar­


go -como lo atestiguan sus discos y las
declaraciones de coetáneos como Gene
Sedric o Benny Waters-, uno de los solis­
tas más brillantes de finales de la década
de 1920. Tanto en clarinete como en saxo
alto, su original estilo combina swing, un
virtuosismo desbordante e inspirado y un
exuberante fraseo... - M.R.

Con los Missourians: I've Gotsomeone,


Vine Street Drag (1929), 400 Hop, Swin­
gin' Dem Cats (1930); Capitol Blues (D.
Jackson, 1926); Everybody Shout (Henry
Red Allen, 1930); Happy Feet (Caloway,
1930).

Blues 1. Definiciones.

Las raíces originales del blues se encuen­
tran en los cantos, músicas y danzas de las
tierras africanas diezmadas por los trafi­
cantes de esclavos. Despojadas de su con­
texto y de sus funciones sociales y cul­
turales, vaciadas de su valor ritual, casi
siempre prohibidas, estas manifestaciones
irán conformando una suerte de memoria
esclava, de subconsciente y, fragmentadas,
distorsionadas, se transmitirán en el con­
texto de los cantos, danzas y músicas de las
tierras norteamericanas, con las que cho­
can, se rozan, se funden: un universo de
lenguas aborígenes, inglesa, francesa, ale­
mana; de rimas infantiles, himnos, can­
ciones y baladas, gavotas, valses, cuadrillas
y polkas, obras clásicas y populares del
repertorio orquestal europeo.

De este conjunto heterogéneo surgirá


algo que no se deja descomponer en par­
tes exactas pero cuya cristalización marca
la irrupción de lo negro en su nuevo
entorno social.

El hecho de ser tratados como un capi­


tal de explotación rural o industrial y no
como seres humanos no significa que los
negros no pertenezcan al siglo, a su cultu­
ra y valores, cuyo marco define el espacio
social en el cual albergarán la esperanza de
cambiar de status. Y la música, como lo
atestigua el sobrevalor de los músicos en
las ventas de esclavos, parece ser un buen
vehículo de cambio.

Música que cobra forma: mediante los


cantos de trabajo, los gritos y llamadas que
inyectan ritmo a la labor en campos o can­
teras, las meloeas, los tarareos o los
"pequeños aires' que señala Thomas Jef­
ferson en 1786 en sus "Apuntes sobre Vir­
ginia" y que marcan la vida de los negros;
ymediante el violín que distrae y hace bai­
lar a los maestros y que, junto al banjo y
los leños o huesos que reemplazan a los
tambores proscritos por el "Código
Negro", también encanta a los esclavos. Y
sur en los "Minstrel Shows", inicialmen­
te bancos con el rostro tiznado (6 de febre­
ro de 1843), luego ya negros (Georgia
Minstrels, 1865) y, gracias a la Iglesia y la
evangelización, los spirituals, cuya prime­
ra manifestación organizada será la misa de
pie, el 6 de octubre de 1871, de la gira de
los Fisk University Jubilee Singers, y final­
mente el jazz y el blues, nacido sin lugar a
dudas entre 1865 y 1870, es decir, después
de la guerra de Secesión, una vez abolida
la esclavitud.

Here¿ero directo del arte del brujo tri­


bal, del fabulista africano, evocador de la
trova y de la figura del trovador provenzal
de Ic.s silos XII y XIII, el blues -latente des­
deque ernegro se habla a sí mismo- pronto
podrá encontrar un espacio y una identidad
Blues 1 139

propios a partir del espacio y la identidad


de sus inventores. En tanto esclavo, el
negro carece de nombre, no se pertenece
a sí mismo. Una vez libre, incluso a pesar
de que a menudo su nueva condición no
implica mejoría alguna, ya puede cantar
"yo" en su nombre sin obligarse -aun
cuando, como cantante que expresa a un
grupo del cual es a la vez expresión, lo pro­
nuncia de forma implícita- al "nosotros".
Puede así contar su historia y la de su pue­
blo, crear mitos y poemas, manifestar
aquello que vive, bueno o malo, las alegrías
y penas, y exaltar el amor, el amor a la
mujer y a la lengua, amor goloso, que regu­
la el humor. Porque el blues, criado en el
dolor, no puede existir sino en la libertad
de su sujeto.

Tampoco queda del todo claro el ori­


gen de la palabra (to be blue, estar triste,
melancólico, o blue devils, improbables
duendecillos o fuegos fatuos salidos de una
balada irlandesa), que además se remonta
a principios del s. XIX, en tanto que sus
acepciones son tan diversas como com­
plejas:

1. El blues es una sensación, un senti­


miento que habitualmente se traduce por
camandulero, aunque encaja a la perfec­
ción con el spleen de los poetas (Vigny,
Baudelaire).

2. El blues es un término genérico que


caracteriza y recupera una forma esencial
de la música afroamericana, definida a la
vez por criterios musicales, melódicos,
históricos, sociológicos, temáticos, etc.,
que, si bien parecen contenerla, no cesa de
superar. Su fecha de nacimiento oficial
corresponde a la grabación por parte de
Mamie Smith para OKeh, el 14 de febre­
ro de 1920 en Nueva York, de un disco
intitulado Crazy Blues, cuya correlación
con la música del Delta se reduce a la
estructura.

3. El blues es una estructura musical de


doce compases dividida en tres frases de
cuatro compases y organizada en torno a
tres acordes (tónica, subdominante, domi­
nante) en la que la voz y el instrumento se
alternan siguiendo un esquema AAB; está
asimismo marcada por una alteración de
los grados tercero y séptimo de la escala
diatónica (blue note), probablemente por
influencia de las escalas pentatónicas afri­
canas. Pero, más allá de la considerable
tensión derivada de su rigor, esta fórmula
rígida está sujeta a todas las excepciones:
blues de ocho o dieciséis compases, musi­
cos que se atienen a una métrica o una pro­
gresión de acordes propias y que, sobre
todo, encuentran su propia manera de
interpretar, imponer su ritmo, sus inven­
ciones, sus sentimientos y su afecto a una
melodía menos trascendente que las pala­
bras que en ella se apoyan.

4. El blues es un texto, trama viva de la


historia de un pueblo, de sus leyendas
(John Henry, Stack-o-lee) y de su vida coti­
diana, de su memoria y sus olvidos, de sus
placeres y su melancolía, que contiene
todo, absolutamente todo lo que le con­
cierne, lo trivial y lo espiritual, lo obsceno
y lo sublime, hombres sencillos y buenos,
turbios gerifaltes, pícaros y pastores, can­
tantes, narradores, bailarines y músicos,
fundadores de una tradición oral cuya
transmisión han sabido garantizar a través
de la improvisación constante.

5. El blues es una repetición infinita


mediante la cual el hombre se interroga
acerca de sí mismo con un ánimo, un espí­
ritu y un humor que le permiten dudar de
sí y de la ~roximidad certera, conocida y
demostrada de la muerte. Y el blues, reso­
lución de este estado de ánimo, proyecta
con medios fronterizos una visión del
mundo, una filosofía que le resta provi­
soriedad e inscribe la soledad en lo uni­
versal.

6. El blues es un lenguaje que habla de


la opacidad e invisibilidad del cuerpo
negro, que exhibe y oculta (doble sentido)
su sensualidad, para el que la creación ha
sido una forma de supervivencia, una
sublimación que ha permitido al negro
norteamericano imponerse en la cultura de
nuestro mundo, dando forma de paso a la
música pop ular contemporánea.

7. El blues es una sensibilidad, una


emoción expresiva (lleling) que se plasma
en el canto, en la música, y les da razón de
ser. Es la impalpable densidad que da cuer­
rpo a la música y trascendencia a los esti­
l os y razas.

/ Blues
8. El blues es la pulsación que cimenta


esa dialéctica del ritmo que es el swing, una
asociación de contrarios ya sea en las notas
como en las palabras, blues en tanto poe­
sía, en tanto arte y pasión, en tanto fuer­
za y corriente vital que también recorren
el jazz y lo sostienen, aun cuando muchas
piezas que llevan en su título la palabra
blues no lo sean de hecho. Pero los músi­
cos de jazz saben tocarlas como blues, y
tocar blues.

Porque el blues se asienta en sus-deci­


sivos- intérpretes. Ingresado al mundo dis­
cográfico de la mano de las llamadas "can­
tantes de blues clásicas", Ma Rainey, Bessie
Smith, la emperatriz, Ida Cox, Clara
Smith, encuentra no obstante en los esta­
dos sureños, pobres y rurales, su terreno
más fértil y sus intérpretes fundamentales.

Dada la ligazón territorial de la expre­


sión temática y musical de estos bluesmen
y su pertenencia a un medio geográfico
determinado y determinante del acento, de
la acentuación, del clima económico, social
y emocional de cada condado o estado, nos
serviremos de las identidades esenciales
que se perfilan entre unos y otros para tra­
zar el somero e incompleto índice que
sigue, organizado por regiones y núcleos
de población.

Delta del Missisippi: esta región pasa


por ser la cuna del blues, un blues puro,
poderoso, hechizante y desgarrador, cuyo
principal representante es Charley Patton
(1887-1934, A Spoonfu1 Blues, 1929).
Aunque Son House (1902-1988, Preachin'
The Blues, 1930), especialista de bottle­
neck, Skip James (1902-1969, Devil Got
My Woman, 1931), Bukka White (1906­
1977, Fixin' To Die, 1940), Big Joe
Williams (1903-1982, Break 'Em On
Down, 1941), Robert Johnson (1912­
1938, Hellhound On My Trail, 1937), toda
una leyenda del blues, Mississippi John
Hurt (1893-1966, Avalon Blues, 1928) y
Tommy Johnson (hacia 1896-1956, Big
Road Blues, 1928), no le van a la zaga.

Costa Este: instrumentistas a menudo


brillantes, se sitúan entre el jazz, la músi­
ca popular blanca, el ragtime y el blues.
Entre sus figuras se cuentan Blind Blake
(hacia 1890-1935, RighteousBlues, 1930);
Blind Willie McTell (1901-1959, Three
Women Blues, 1928), Reverend Gary
Davis (1896-1972, Harlem Street Sínger,
1960), Blind Boy Fuller (1903-1940, Cat­
man Blues, 1936), Sonny Terry (1911­
1986, Whoop in' The Blues, 1947)...

Texas: el blues aquí es variado, original


y abierto. Citemos a Blind Lemond Jef­
ferson (hacia 1897-1930, Long Lonesome
Blues, 1926), el más célebre y, sin duda,
representativo, Leadbelly (1885-1949, Ire­
ne, 1934), más bien songster, Texas Ale­
xander (1890-1954, Combread Blues,
1927), al árido Henry Thomas (1874­
1930, Texas Worried Blues, 1928) y Funny
Papa Smith (1885-1940, Howling Wolf
Blues, 1930).

Memphis (Tennessee): primera ciudad


que resta su nombre al blues, aun a pesar
de marcar músicas tan diversas como las
de Frank Stokes (1887-1955, T'ain't
Nobody's Business IfI Do, 1928), la Memp­
his Jug Band (1927-1934, Netuport News
Blues, 1927), Memphis Minnie (1896­
1973, Man You Won'tGlveMeNoMoney,
1936), que no tarda en marchar a Chica­
go, Furry Lewis (1893-1981, John Henry,
1929) y Sleepy John Estes (1904-1977,
Dívin Duck Blues, 1929).

En St Louis (Missouri) predominan los


pianistas: Roosevelt Sykes (1906-1983,
The Honeydrripper, 1936), Peetie Wheats­
traw (1905-1941, The Devil's Son In Law,
1931), Walter Davis (1912-64, Asbes In
My Whiskey, 1935), a quienes suele aso­
ciarse Leroy Carr (1905-1935), pianista de
Indianapolis cuyo dúo (Blues Before Sun­
rise, 1934) con el guitarrista Scrapper
Blackwell (1906-1962) hará más que crear
un estilo.

Pero es en Chicago donde, en dos pe­


ríodos, uno anterior y otro posterior a la
Segunda guerra mundial, el blues escri­
birá su historia en letras de mármol. Ciu­
dad industrial, pujante y hambrienta de
mano de obra, pronto atraerá a los negros
del Sur ávidos de trabajo y libertades
raciales, y los bluesmen que, desde 1929,
van allí a grabar -Georgia Tom Dorsey
(1899, Maybe ItJ The Blues, 1930), uno
de los fundadores del gospel, o Tampa
Red (1903-1981, It's Tight Like That,
Blues / 141

1929)- aprovechan a menudo para esta­
blecerse, a veces de manera definitiva. El
blues cambia: a los solistas se añade una
sección rítmica, los temas trasuntan la pro­
blemática urbana y responden a las nue­
vas condiciones de vida de los músicos y
de su público, el sello Bluebird empieza a
publicar discos; destacan aquí el magnífi­
co Big Bill Broonzy (1897-1958, BigBill
Blues, 1932; Blakk, Brown And White,
1952), Sonny Boy Williamson (1914­
1948, Polly Put Your Ketale On, 1947),
Wahboard Sam (az9 G10- 1966 illum ¿04-1964,
Potatoes, 1939), J

Key To The Highway, 1940), Memphis
Slim (1915-1988, At The Gate OfHorn,
1959), Arthur Big Boy Crudup (1905­
1974, Mean Old Frisco Blues, 1942), Big
Maceo (1905-1955, Chicago Breakdown,
1945), Lil Green (1919-1954, Why Don't
You Do Right, 1941).

Primero la guerra, al generar una nue­


va emigración negra hacia los centros
industriales (hacia Chicago, por supuesto,
pero también hacia los astilleros de Cali­
fornia) y provocar la toma de conciencia
de numerosos soldados ne tos del Ejérci­
to estadounidense mezclaos con blancos
a quienes el conflicto lleva a conocer otros
países y realidades, luego los dos años de
huelga (1943-1945) de los estudios disco­
gráficos y, finalmente, los avances técnicos
derivados de la electricidad, del desarrollo
de la radio y las comunicaciones y de las
novedades comerciales, modificarán de
manera radical los horizontes del blues.

Chicago, con su ghetto, sus estudios de


grabación y su tradición, no sólo conser­
va su posición, similar a la de Nueva York
respecto del jazz, sino que la refuerza,
albergando a la multitud de músicos resi­
dentes o de paso que crearán esa forma
soberbia, violenta y desesperada que se
denomina Chicago blues. En el centro
mismo de esta corriente, con su peque­
ña orquesta por la que pasarán los más
grandes, modelo para negros y blancos
y originario de Missisippi (Rollín' Stone,
1950, Honey Bee, 1951, Hoochie Coochie,
1954), está Muddy Waters (1915-1983).
A su alrededor se trabajan Jimmy Reed
(1925-1976, You Don't Have To Go,
1953), los armonicistas Little Walter
(1931-1968, Blues WithAFeeling, 1954),
Big Walter Horton (1918-1981), el con­
trabajista y compositor Willie Dixon (1915,
Nervous, 1959), los pianistas Oris Spann
(1931-1970, Otis In The Dark, 1960),
Little Brother Montgomery (1906-1985,
Vicksburg 44, 1960), Jimmy Yancey
(1898-1951, Death Letter Blues, 1940),
Sunnyland Slim (1907, Sad And Loneso­
me Blues, 1964), el baterista Fred Below
(1926-1988), etc., a quienes se sumarán
Otis Rush (1934, RightPlace Wrong Time,
1971), Magic Sam (1937-1969, Westside
Soul,1967), Buddy Guy (1936, A Man At
The Blues, 1965)... en tanto Ilepan de
Memphis el arrollador Howlin Wolf
(1910-1976,Moanin'AtMidnight,1951)
y de Helena, Arkansas, el asombroso
Sonny Boy Williamson (Rice Miller,
1901-1965, Don't Start Me To Talkin ,
1955).

El blues está por doquier, en las ciuda­


des y en el campo, estimulado por la
demanda, polarizado y grabado por peque­
ños sellos independientes, dotado de una
inmensa diversidad formal. En efecto,
todos los estilos coexisten, teñidos por las
señas locales, expresiones de intérpretes
cuyo lenguaje común no les impide dar
cuenta de su realidad más inmediata,
semejanzas y diferencias surgidas de la rela­
ción entre lo colectivo y lo individual (y
viceversa) que el blues crea y desbroza sin
cesar; enriquecido por comunidades de
músicos en constante intercambio pero
poderosa personalidad; corrientes o estilos
nacidos de las particularidades verbales, a
veces sofocantes (epígonos de B. B. King),
otras enriquecedoras (influencia plural de
Lonnie Johnson), pero siempre introduc­
toras de rupturas y suturas musicales.

13.13. King, nacido en Missisippi en


1925, creador en Memphis de un estilo
incisivo, eficaz y elaborado antes de insta­
larse en California, luego itinerante, será
quien domine durante años el mundo del
blues (SweetLittkAngeZ 1956; LiveAt The
Regal, 1964). El productor y multiinstru­
mentista Ike Turner (1931, Live1n Paris,
1971) lo acompaña en Memphis, donde
coincide con junior Parker (1932-1971,

1421 Blues


Nert Time You See Me, 1956), Bobby Blue
Bland (1930, Call On Me, 1962), Little
Milton (1934, We're Gonna Make It,
1965)... y, ligado a la escuela de Chicago,
el fascinante Elmore James (1910-1963,
The Sky Is Crying, 1959).

Similar trayectoria acuña T-Bone Wal­


ker (1910-1975, Call It Stormy Monday,
1947), otro gigante del género, estupen­
do guitarrista de estrofas claras llegado des­
de Texas a California, donde jazz, blues y
boogie woogie se mezclan para dar vida a
guitarristas como Lowell Fulson (1921,
River Blues, 1948) o Pee Wee Crayton
(1914-1986, Blues After Houss, 1948) y
pianistas como Lloyd Glenn (Blue Ivories,
1956) o, sobre todo, Charles Brown
(1924, Drifting Blues, 1945), bluesman
con voz de crooner.

Luego se impondrán John Lee Hooker


en Detroit (1917, Dimples, 1956; ItSer­
ves You Right To Suffer, 1965), carente de
continuadores, y Lightnin' Hopkins
(1912-1982) en Houston, de obra (por
ejemplo, Texas Bluesman, 1967) tan vas­
ta como su influencia, mientras que en
Nueva Orleans, de donde viene el han­
joísta papa Charlie Jackson (hacia 1890­
1950, Salt Lake City Blues, 1924), el blues
parece no tener más representante que el
polivalente Lonnie Johnson (Bull Frog
Moan, 1928). Sin embargo, bajo la
influencia del extraordinario Professor
Longhair (1918-1980, Mardi Gras In New
Orleans, 1949), la ciudad podrá participar
en la expansión del rhythm and blues al
tiempo que, desde la Louisiana profunda,
irán¿ legando los sones del bayou -Slim
Harpo (1918-1970, Rainin'In My Heart,
1961), Lightnin' Slim (1913-1973, Roos­
ter Blues, 1959)- y los de la música cajun
o zydeco, cuyo representante más célebre
es el acordeonista Clifton Chenier (1925­
1987, Bon Ton Roulet, 1966).

1960: a la par de la expansión y afian­
zamiento de los movimientos de derechos
cívicos, los discos negros atraviesan la
frontera e invaden el mundo blanco. Euro­
pa descubre el blues: a través del rock, del
rhythm and blues, pero sobre todo de los
°American Folk Blues Festivals", iras ini­
ciadas en 1962 que propician la legada al
Viejo Continente de numerosos bluesmen
destacados, algunos de los cuales, como
Memphis Slim (Blue Slim, 1961) o Cham­
pion Jack Dupree (1910, Blues From The
Gutter, 1958), se establecerán allí.

Entretanto la Norteamérica blanca deci­


de ir en busca de las fuentes, redescu­
briendo a "fundadores" como Bukka Whi­
te (Sky Songs, 1963), Son House (Father
Of Folk Blues, 1965), Big Joe Williams
(Tough Times, 1960) e incluso Sleepy
John Estes (Rats In My Kitchen, 1962) y
Reverend Roben Wilkins (1896-1987,
The Prodigal Son, 1964). El blues se con­
vierte en un género compuesto y mixto. Ya
no constituye una música de heterogenei­
dad interna sino que diversifica y recom­
pone sus formas, mezcla estilos, genera
corrientes divergentes y, en ocasiones, efí­
meras; ha cumplido cincuenta años de
existencia y todas sus generaciones apare­
cen revueltas en escena.

Mance Lipscomb en Texas (1895­


1976, T~Songster, 1960), Fred McDo­
well en Missisippi (1905-1972, Missisippi
Delta Blues, 1964), Robert Pete Williams
en Louisiana (1914-1981, Those Prison
Blues, 1960), Jesse Fuller en California
(1896-1975, Leaain' Memphis, Frisco
Bound, 1955) parecen surgir del pasado,
seguidos de músicos como R.L. Burnside
(1926, Sound Machine Groove, 1980) o
Jessie Mae Hemphill (hacia 1934, She­
wolf, 1980) en el Delta.

Chicago, po r su parte, continúa siendo


la ciudad del blues reverenciada por grupos
ingleses como los Rolling Stones, punto de
reunión de "antiguos ° guitarristas como
Fenton Robinson (1935, Somebody Loan
Me A Dime, 1974), Freddie King (1934­
1976, Hide Away, 1960), Magic Slim
(1937, In The Heart Of The Blues, 1980),
Son Seals (1942, LiveAnd Burning, 1978),
Jimmy Johnson (1928, Heap See, 1983)...

En Memphis, Albert King (1924) gra­


ba (Blues Power, 1968) ara Stax, sello de
música soul, y en California, rodeado de
una activa comunidad musical -Philip
Walker (1937, Someday You 11 Have The­
se Blues, 1977), Dave Alexander (The Rat­
tler, 1972)...- surge el texano Albert
Collins (1932, Ice Pickin', 1978).
Blues 1

Pero el blues sufre nuevas transforma­


ciones, recompone su temática, las pala­
bras ceden ante las notas y se convierte en
una idea, un concepto, una forma a la que
se acogen los músicos al límite de la pér­
dida de identidad y un público más rico
en prejuicios que en amplitud de miras.

Se produce una doble dinámica: por


una parte, impulsada por Europa y ejerci­
da además casi exclusivamente por blan­
cos, se pone en marcha una inmensa labor
de búsqueda y archivo y aparecen reedi­
ciones discográficas masivas, se crean cen­
tros universitarios de documentación, se
multiplican las revistas especializadas, las
prospecciones y las investigaciones de
campo... Por la otra, se verifica la dilución,
difusión, disolución del blues hacia todos
los sectores de la música grabada, cada vez
más sometida a los imperativos Financie­
ros de una producción en masa que recha­
za toda originalidad que no sea comercial.

B.B. King ha sabido mantenerse vigen­


te, sin renuncias ni sumisiones, siem­
pre impecable y a menudo apasionado, así
como Albert Collins, Lonnie Brooks
(1933, Bayou Lightnin', 1979), Albert
King o James Cotton (1935, Cut You Loo­
se, 1968)... Son, por lo demás, incontables
los festivales de blues que, por toda Nor­
teamérica, presentan a viejas y nuevas glo­
rias locales y nacionales, a músicos oscu­
ros y jóvenes blancos devotos de la causa,
siempre con gran éxito de público.

El blues está, por tanto, vivo. Resulta no


obstante imposible, a pesar de la aparición
en el horizonte de alguien como Robert
Cray (1953, StrongPersuader, 1986), pre­
decir su porvenir. - F.H.

Blues 2. Aspectos técnicos.



1. Estructura arcaica. Dado el carácter
esencialmente vocal del blues, los prime­
ros cantantes solían acompañarse a sí mis­
mos con la guitarra y no prestaban mayor
atención a los compases. Se trataba, como
destaca Jacques B. Hess, de "cantar un
enunciado, retomarlo luego con las mis­
mas palabras pero acordes o inflexiones
diferentes y rematar la estrofa con una con­
clusión". A cada una de las frases cantadas,
que pueden denominarse preguntas o lla­
madas (cale, seguía generalmente un
comentario del instrumento, denominado
respuesta (response), que evocaba el proce­
dimiento de cal¿ and response (no sólo afri­
cano, ya que está presente en numerosas
liturgias) empleado en el spiritual y, más
tarde, en el jazz de todas las épocas. El tem­
o regular que posee la mayoría de estos
blues arcaicos permite discernir un núme­
ro irregular de compases siempre cercano
a los doce. Es evidente que la estructura de
doce compases estrictos apareció cuando
los músicos empezaron a tocar blues en
orquesta, a fin de hacer coincidir los acor­
des. Algunos bluesmen actuales conti­
núan ignorando, al cantar o tocar solos, la
barra de compás: ¿vestigio de una África
remota?

2. Estructura de las letras. La letra de los
blues de doce compases suele constar de
tres frases, la segunda de las cuales es repe­
tición de la primera. La tercer frase, dife­
rente, aporta una conclusión o una expli­
cación a la doble frase precedente. Por lo
general, se ocupa de atenuar la tensión
generada por la repetición anterior. Ejem­
plo: el primer tema del célebre St Louis
Blues (AAB):

A: 1 hace to see de ev'nin' sun go down


A: 1 hace to see de ev'nin' sun go down
B: `cause ma baby he done left dis town
Cada frase cantada suele abarcar dos
compases, seguidos de otros dos de res­
puesta instrumental. En ocasiones, el
mismo cantante o una tercera persona for­
mulan una respuesta hablada e improvi­
sada a modo de comentario. En algunos
blues publicados, las respuestas habladas o
cantadas figuran entre paréntesis (ejemplo:
Dallas Blues). Al escuchar las distintas
versiones de un mismo blues se observa
que cada intérprete cambia levemente las
palabras originales en función de la pará­
frasis melódico-rítmica que improvisa en
el momento. Puede añadir también una
estrofa de sonido crudo a menudo incor­
porada por intérpretes posteriores. Existen,
aunque menos frecuentemente, letras de
blues con tres frases distintas (tipo ABC),
como en el tercer tema de St Louis Blues.
Los talkin'blues, en lugar decantarse, se
recitan sobre un fondo instrumental. Hay

1441 Blues


blues que carecen de melodía definida, ya
que todo su interés reside en la letra; la
melodía queda en tales casos librada a la
improvisación del cantante.

3. Estructura armónica. El blues consta


de doce compases. Su secuencia armóni­
ca tipo emplea como base los tres acordes
tonales de primer, cuarto y quinto grado,
es decir, en do, los acordes de do mayor, fa
mayor y sol7. He aquí el esquema básico
de la parrilla de blues en do mayor: 1 do
-1-1 -Ifa1 -1 do 1 -1 sol71 -1do1-1.A
causa de las blue notes, los acordes de pri­
mer y cuarto grado incorporan una sépti­
ma menor (do7 y faz) y se convierten en
acordes de seudo dominante. El blues tam­
bién se toca, aunque en menor medida, en
menor. Las fundamentales de los tres
acordes básicos son las mismas pero los
acordes de primer y cuarto grado son
menores: Idomi -J-J-liami-ldomi­
soC 1 - 1 dom 1 - 1. El blues en menor
habría aparecido en 1926; Ellington lo uti­
liza a menudo, sobre todo en sus piezas de
estilo jungle: BlackAnd Tan Fantasy, The
Mooche, Koko. Otros blues en menor son
Birk's Works (Dizzy Gillespie), SenorBlues
(Horace Silver), MrP.C. (John Coltrane),
Haitian Fight Song (Charles Mingus). En
Mr Syms (Coltrane, 1960) se alternan las
improvisaciones en mayor y menor. Gra­
cias al aporte del jazz, las estructuras sim­
les del blues pudieron incorporar todas
~as sustituciones armónicas propias de
cada período o estilo.

4. Estructura melódica. Pueden distin­


guirse dos estructuras melódicas principa­
les: el blues rifl, forma predilecta del jazz
(Tin Roof Blues, CJam Blues, Blue Monk,
Cool Blues, Sonny Moon For Two), y el de
melodía libre, donde cada frase difiere de
la anterior (/elly Rol¡ Blues, Billie's Boun­
ce, Blues ForAlice, Dance Of The Infzdels).
Es asimismo habitual la improvisación
sobre una parrilla de blues sin que el o los
músicos expongan un tema preciso. En las
sesiones de grabación, cuando faltan algu­
nos minutos para acabar el disco en cues­
tión, los jazzmen suelen recurrir con fre­
cuencia a este procedimiento, o bien
componen sobre la marcha un blues rifi
muy sencillo y fácil de asimilar tras una
breve repetición. ¡Muchas obras maestras
del jazz han nacido de esta manera! (ver el
artículo Blue note; en cuanto a las escalas
especiales derivadas de las blue notes, ver
el artículo Escalas del blues).

5. Otras estructuras métricas. Dada su


gran diversidad, el blues no se deja encua­
drar tan dócilmente en el corsé de los doce
compases que, por otra parte, parece hecho
a su media. A veces se cuela en otras for­
mas métricas. He aquí algunas de ellas:
a) los blues de ocho compases, a menudo
blues de doce compases "encogidos" (el
orden de los acordes permanece intacto
pero se reduce su duración), como en el
caso de How Long Blues, Trouble In Mind,
Cherry Red. Ray Charles es un especialis­
ta del blues de ocho compases, con The
Sun's Gonna Shine Again (1952), Feelin'
Sad (1953), A Fool For You (1955); b) los
blues de dieciséis compases: como en los
de ocho, el orden de los acordes suele ser
el mismo pero su duración se extiende a
lo largo de varios compases: The Dirty
Dozens (Speckled Red, 1929), Soft Winds
(Benny Goodman, 1939), Tbe Midgets
(Count Basie, 1956), Watermelon Man
(Herbie Hancock, 1962), Stolen Moments
(Oliver Nelson, 1961); c) los blues de vein­
ticuatro compases: se trata de blues de doce
compases en los que se dobla cada com­
pás y que ponlo general se tocan más rápi­
do. Entre otros, el segundo tema de Cus­
hion Foot Stomp (Clarence Williams,
1927), 7th Avenue
Yüklə 7,2 Mb.

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