Pregunta: ¿No podéis aclarar mejor, el sentido mesiánico de la primera revelación?
Ramatís: Obedeciendo al esquema de progreso espiritual de la humanidad terrena, trazado por los Maestros Siderales, Moisés transmitió por los Diez Mandamientos la primera revelación; la Ley de la Justicia: Jesús fue el mensajero de la Ley del Amor a través del Evangelio, y Allan Kardec, el fiel expositor de la Ley del Deber, por medio de la codificación del Espiritismo.
La primera revelación a cargo de Moisés fue una severa amenaza para aplacar la ferocidad humana, advirtiendo a la humanidad de los castigos infernales que deberían afrontar aquellos que se rebelaran contra los Diez Mandamientos. La humanidad todavía bastante esclavizada a los instintos inferiores, no podía modificarse a través de consejos y sugestiones pacíficas. Por eso, el mensaje severo de Moisés exponía los rigores de la Justicia Divina, advirtiendo a las personas para que pensaran tranquilamente en los castigos, antes de pecar.
Las catástrofes de Babilonia, Sodoma, Gomorra, Herculanum y Pompeya, quedaron ante la historia como civilizaciones castigadas por un Dios, en base a las irregularidades y afrenta de los hombres a las leyes divinas.
Pregunta: ¿Cuál es el sentido exacto de la segunda revelación?
Ramatís: No hay dudas, que cada revelación se identifica con el sentido educativo del espíritu del hombre y la forma de conducirlo a la realidad de la vida eterna. La primera revelación fue un imperativo del cielo, a través del temor y la amenaza; la segunda revelación, fue una invitación celestial, bajo la tónica de la renuncia y el amor: la tercera revelación, el despertar mental para que el hombre alcance el "edén" construyendo su propio destino.
En la segunda revelación por intermedio de Jesús, hizo vibrar fuertemente a los espíritus encarnados, que en vidas anteriores habían admitido seriamente las reglas de los Diez Mandamientos, de la primera revelación. Jesús comunicó a la humanidad la nueva expresión de la Divinidad, substituyendo a Jehová, dios irascible, guerrero y vengativo, por la agradable concepción del Padre Magnánimo, donador de gracias y providencias, que aliviaría a los enfermos, protegería a los pobres y compensaría las injusticias. Moisés condenó sumariamente a los pecadores y bajo amenaza de terribles castigos divinos, prohibió los abusos, el paganismo, el orgullo, la envidia, la ira, la avaricia y la perversidad. Mientras tanto, Jesús trajo la promesa del reino de Dios, con las esperanzas y los consuelos para todos los seres sufrientes. Su mensaje hablaba a las criaturas que tenían vicisitudes y padecían injustamente y a los desheredados de los bienes del mundo. Los discípulos de Jesús eran las víctimas de los crueles, poderosos y egoístas.
Resumiendo, Moisés atemorizó señalando los pecados y Jesús consoló valorizando las virtudes. Los espíritus que admitieron la primera revelación de los Diez Mandamientos, más tarde, en nuevas reencarnaciones, también vibraron intensamente con el mensaje divino y amoroso de Jesús, en su admirable Evangelio.
Pregunta: En realidad, ¿cuál es el significado de la Tercera Revelación atribuida al Espiritismo?
Ramatís: Repetimos: Moisés reveló a la humanidad la Ley de la Justicia, Jesús la Ley del Amor y Allan Kardec la Ley del Deber. Kardec fue la inteligencia y el buen sentido, codificando el mensaje de emancipación del hombre a través del "conocimiento de sí mismo". Cada una de esas revelaciones marca un ciclo o época de amplitud universal en la superficie de la tierra, aunque continúen existiendo innumerables credos y doctrinas promulgadas por otras revelaciones menores, peculiares al temperamento, tradiciones y costumbres de ciertos pueblos.
Pregunta: Nos habéis dicho, que los Cristianos aceptaron con más facilidad la pregonación evangélica de Jesús, porque en vidas anteriores se habían convertido a los Diez Mandamientos, de la revelación de Moisés. ¿No es verdad?
Ramatís: La evolución o ascenso angélico no se hace a saltos, pues los espíritus encarnados se someten a diversas etapas de graduación espiritual, así como los niños obedecen por la amenaza de los castigos, y los jóvenes son accesibles a las sugestiones de los más viejos y compenetrados en sus deberes.
Malgrado haber frenado sus instintos por las amenazas de Moisés, los espíritus que vibraron favorablemente con la revelación de los Diez Mandamientos, un milenio después, se mostraron afines a la investigación evangélica de Jesús. No tendría lógica, que los sarcásticos, indiferentes y adversarios a los Diez Mandamientos, aceptasen dócilmente el tierno mensaje del Evangelio de Jesús, si recusaron anteriormente la revelación de Moisés.
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