La Misión del Espiritismo



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Pregunta: ¿Existe alguna relación entre los pases y radia­ciones, tan comunes en las prácticas espiritas y los efectos ho­meopáticos en el hombre?

Ramatís: Es tan importante la relación del potencial ho­meopático con ciertos recursos adoptados por el Espiritismo en sus trabajos prácticos, que podríamos decir, comparativamente, que la dosis homeopática en su 100.000 a dinamización equivale al agua fluidificada por excelentes médiums, o al efecto pro­ducido por un efectivo pase magnético de acción continuada. Los ocultistas saben, que la dinamización homeopática potencializada, del alma vital de la planta, del mineral o de la sustancia tóxica extraída del animal, producen un poderoso campo de éter físico que se subordina al control instintivo del enfermo en su ansiedad por curarse.

La Mente Divina es el principio coordinador de la creación cósmica y se manifiesta a través del alma del hombre, conforme a su capacidad. Obviamente, actúa durante la enfermedad, orien­tando al paciente para que utilice las energías con cierta urgen­cia a los fines de restablecer su armonía y salud a través de los cambios vitales orgánicos, fortaleciendo los sistemas dinámicos del cuerpo. La energía emanada del alma vital de la especie vegetal, mineral o animal, se manifiesta en forma de un po­deroso eterismo que es potencializado por la dinamización ho­meopática. Bajo la dirección oculta de la mente de la persona, en sintonía y coordinación con la Mente Divina, esa energía acciona como un catalizador, especie de fermento etérico, que despierta energías latentes, acelera los campos electrónicos y produce las reacciones necesarias para retomar el equilibrio de la salud. Todo eso, es una operación que sucede en el campo mental y desde allí en adelante, sufre toda suerte de interferen­cias, para el mejor aprovechamiento de las fuerzas que le son puesta a su disposición.

A través de las prácticas espiritas, los enfermos readquieren su salud por la terapia de los pases y radiaciones, sucediendo lo mismo, con el medicamento homeopático de acción enérgica en el mundo infinitesimal del ser. En ambos casos queda apro­bado el poder asombroso de la mente humana en la faz de la reconstrucción orgánica y de la armonía psíquica, cuyo trabajo en el silencioso laboratorio del alma y sin el conocimiento cons­ciente del hombre, le asegura el equilibrio de la vida. La misma Ciencia dice, que la materia y la energía son diferentes mo­dalidades vibratorias pero de una misma cosa; cuando la energía libre baja en dirección a la vida física, se constituye en materia o en estado de energía condensada. En consecuencia, el peri-espíritu —molde y matriz preexistente en el hombre— bajo la acción inteligente de la mente y a través de su campo ener­gético acumulado, munido de su poder químico trascendental, aglutina la energía libre a su alrededor, bajando luego hacia la materia viva, a fin de sustentar las vidas inferiores que confor­man el cuerpo físico y determinan su prolongación en la ma­teria.

Pregunta: El Espiritismo ofrece a sus adeptos los valores sublimes de la adoctrinación, los que aplicados conscientemente producen su mejoría moral y los vuelca a un orden superior. Mientras tanto, según vuestras afirmaciones, la Homeopatía pro­duce modificaciones psíquicas y mentales sin la intervención consciente del ser, a través de las dosis infinitesimales. ¿Nos podéis aclarar este punto?

Ramatís: Los médicos homeópatas experimentados prescri­ben la dosis después del examen psíquico del paciente; en ver­dad, se preocupan más por el enfermo que por sus síntomas aislados. Tienen especial cuidado de constatar el conjunto ar­quitectónico de la criatura, e indagan sobre las causas ocultas que puedan sufrir la influencia de la mente y del psiquismo perturbado del enfermo. Investigan, también, la síntesis de los síntomas reveladores y de qué manera se comporta el enfermo con las personas de su relación y el medio ambiente. En fin, debe ser la copia fiel de las actividades globales del individuo, en el binomio "psico-físico", pues es de sentido común, que el sufrimiento y las vicisitudes cambian el padrón común de la actividad mental y psíquica del ser. Existe mucha diferencia entre la persona que goza de excelente salud corporal y aquel que vive acicateado por los dolores ulcerosos.

El homeópata, como el hábil ingeniero, antes de preocuparse por la grieta de una pared, se preocupa por la naturaleza del terreno que soporta el edificio. Por lo tanto, el ser humano debe ser examinado en su función coordinativa psíquica y anímica, antes de tratarlo como un simple agregado de moléculas y células, dado que estas últimas sufren la influencia de las varia­ciones registradas en el campo mental y emotivo.

Bajo lógico concepto, fue que Hahnemann consideró que la salud, como la enfermedad, viene de "adentro hacia afuera" y de "arriba hacia abajo", regla ésta que forma el basamento de las prácticas homeopáticas. La terapéutica homeopática apli­cada en razón del tipo psicofísico de la persona, produce reaccio­nes de las cuales se sirve la mente del enfermo, para mejorar sus condiciones psíquicas. Efectivando la drenación y conse­cuente limpieza de los residuos enfermizos, las dosis homeopáti­cas eliminan los síntomas que afectan a la mente y hasta los sentimientos del enfermo, pues aplaca su irritación e intranqui­lidad. Conforme al tipo de medicación, se producen estímulos beneficiosos en el campo mental, que son verdaderas modifica­ciones o substituciones de estados morales del ser, impeliéndolo a mantener hábitos mejores.

El Espiritismo esclarece a las personas a través de sus prin­cipios superiores, provocando una constante renovación moral, mientras que la Homeopatía, es el complemento de esa mani­festación espirita, porque además de eliminar la escoria mental y desahogar los sentimientos alterados, predispone al enfermo para que cultive valores morales superiores. El Espiritismo se dirige a la conciencia de la persona para esclarecerlo de su vida inmortal y lo invita a incentivar sus buenas costumbres morales, que le permitirán vivir en las futuras humanidades an­gélicas. La Homeopatía, por su acción positiva al modificar los estados mentales y emotivos, puede considerarse como un coro­lario del Espiritismo, en la función elogiosa de agilizar el camino psicofísico del enfermo, haciéndole aprovechar eficientemente los valores espirituales.




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