Este plano del problema es abordado más bien por las teorías sobre el DESARROLLO MORAL DE LA PERSONALIDAD, las que estudiosos del tema como los españoles Josep M. Puig Rovira y Miguel Martínez Martín, clasifican en dos grandes grupos:
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Las concepciones de la adaptación heterónoma en la moral (Durkheim 1898, Skirnner) con un marcado fundamento conductista.
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Las concepciones de la autonomía moral (Piaget, francés 1896 - 1980 espistemología genética, Kohlberg N. York 1927, trabajos en 1958, E. Turiel y Vigotski, psicólogo marxista ruso 1896 - 1934).
La primera tendencia se apoya en fundamentos psicológicos, sociológicos y biológicos (teorías evolucionistas C. Darwin, Wilson), para la comprensión de la moral y su desarrollo en el individuo, dentro de los rasgos comunes que caracterizan estas posiciones, los autores referidos señalan los siguientes:
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Entienden la formación moral como una adaptación conductual a las reglas sociales. Como una interiorización de reglas culturales externas al individuo.
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Asocian la moral a ciertas necesidades biológicas de carácter instintivas o que las motivaciones básicas de la conducta moral se encuentran en la búsqueda de recompensas y de evitación de castigos.
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Consideran que existe una relatividad cultural en el desarrollo de la moral.
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Definen el papel de los agentes educativos por la tarea de modular cuantitativamente la presión que se ejercerá sobre los sujetos a moralizar.
Dentro de algunos exponentes de esta tendencia se encuentra Emile Durkeim, el cual reduce la moral a su condicionamiento sociológico, por lo que el hombre recibe de la sociedad la escala de valores morales, la fuerza moral de la valoración tiene su procedencia en la presión social, no tanto en la conciencia. La moral es un fenómeno ajeno a nuestra voluntad, que se nos impone, solo al comprenderla y aceptarla en su necesidad es que se alcanza la autonomía moral por el sujeto.
En tal dirección las acciones morales responden siempre a un sistema de reglas prestablecidas, por lo que la moral tiene que ver con la adhesión a los grupos sociales existentes, aunque reconoce la autonomía moral.
Esta posición sigue una orientación tradicionalista de la educación moral, con un enfoque laico que busca argumentos racionales, aunque se ubica dentro de la tendencia heterónoma tiene sus matices interesantes y positivos
Otro representante de esta tendencia es el destacado psicólogo norteamericano Skinner, para quien la moralidad se reduce a respuestas condicionadas, no existe construcción de pensamiento justo y autónomo, ni juicio, ni conocimiento como nociones o constructos que permitan interpretar de forma satisfactoria a la moral y moralidad de las personas.
Todo comportamiento se aprende a través de mecanismos idénticos o semejantes, la moral es un desarrollo humano marcadamente heterónomo. Las adquisiciones morales van acompañadas de estímulos o reforzadores que controlan la conducta espontánea y la modifican para conformarla según las pautas aceptables o deseables desde una perspectiva social.
La moralidad se concibe como un conjunto de patrones del comportamiento que los padres y adultos imponen o trasmiten a los niños, por lo cual es un fenómeno externo, de aceptación y acomodamiento a las convenciones establecidas por la autoridad social.
Según los autores que realizaron este estudio, esta concepción sostiene que el estado inicial del niño se caracteriza por el egoísmo y la impulsividad y que con la acomodación o adaptación a las normas es como el niño consigue modificar esta conducta.
Dentro de los conceptos fundamentales de esta concepción se destacan los siguientes:
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Reforzador
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Refuerzo
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Contingencia
Los reforzadores pueden ser positivos los que equivalen a la recompensa y al premio o los reforzadores negativos que son estímulos adversos, los castigos. El refuerzo, es el efecto que ocurre por la presencia de un reforzador positivo o la supresión del reforzador negativo, lo que siempre aumenta la probabilidad de respuesta, aunque el castigo no necesariamente la reduce.
En el caso de la segunda tendencia de la autonomía moral, los autores señalan como rasgos comunes de las diferentes posiciones los siguientes:
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Tienen un fundamento esencial en las teorías cognitivistas.
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Emplean el concepto de estadio en el desarrollo moral de la personalidad, lo que supone que el paso de uno a otro requiere una reorganización de la estructura que los define, las sucesivas reorganizaciones explican el paso de un nivel de organización más simple a otra más compleja.
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La motivación de la conducta moral reside, más que en satisfacer necesidades biológicas o recibir premios o evitar castigos, en la realización personal, el amor propio y el afán de optimización personal.
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Los principios y normas morales, nacen de las experiencias de interacción social, más que de la interiorización a que obligan las reglas externas.
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Los principios morales básicos son universales y comunes a todas las cultural, aunque sus concreciones normativas pueden variar.
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El papel de los educadores y del medio en general, no se reduce aprogramar el grado de presión conveniente, sino a proporcionar experiencias abundantes y ricas que estimulen el desarrollo moral de los educandos.
Resumiendo algunas ideas de la obra de Piaget “El criterio moral en el niño”, publicada en 1932 con un aporte novedoso al tratamiento empírico de los problemas morales, se destaca su opinión sobre la existencia de una tendencia generalizada entre los estudiosos de este tema de creer que la moral es un conjunto de reglas que los individuos deben llegar a respetar, el problema difiere según Piaget, en el cómo la conciencia individual llega a respetar esas reglas y en el modo de cómo se establecen dichas reglas.
Piaget considera que en circunstancias normales los jóvenes experimentan un desarrollo que va desde una moral basada en la presión adulta a una moral de la cooperación y la autonomía. La construcción del juicio y comportamiento moral deben integrarse en las sucesivas estructuras morales que se construyen en los contactos sociales, lo que quiere decir que la moralidad no es innata a la conciencia individual.
La razón moral es el resultado del desarrollo cognitivo y de las relaciones interpersonales que constituyen la vida colectiva. El niño pasa de una moral heterónoma a una moral autónoma.
El juicio moral heterónomo se asienta en relaciones interpersonales basadas en la presión que el adulto ejerce o impone a los niños desde el exterior por medio de órdenes y consignas, reglas preestablecidas y obligaciones. El niño en las primeras edades experimenta un respeto unilateral que es la unión del afecto y el temor, por lo que se dan dos tipos de relaciones: de coerción y de respeto unilateral.
Este fenómeno es para Piaget el resultado de la unión de los métodos del adulto y el status de egocentrismo de los niños en edades tempranas.
El egocentrismo es concebido por este psicólogo como el estado de centración del niño en su propio yo, que se origina por la imposibilidad de diferenciar entre las experiencias objetivas, externas y las subjetivas o internas. La percepción egocéntrica del mundo y de las relaciones sociales no permite distinguir el propio yo de todo lo exterior, de modo que lo externo se hace interno y lo interno o mental se le da una consistencia objetiva y real. El niño no es capaz de diferenciar su perspectiva como propia y la de los otros, ni adoptar la perspectiva de los demás.
En este sentido tiende a confundir sus deseos con los ajenos, hace propia las indicaciones o normas externas, le resulta fácil aceptar como suyas las opiniones, mandatos y sugerencias de los adultos. Lo externo se impone sin posibilidad de una función crítica y de distanciamiento, por lo que mientras dure el egocentrismo infantil es más difícil que los adultos impongan reglas autoritariamente por medio de relaciones de coerción y que se produzca respeto hacia los adultos (respeto unilateral), por lo cual coerción y egocentrismo se refuerzan recíprocamente.
Cuando coinciden relaciones de coerción y respeto unilateral más egocentrismo, la moral de este estadio es heterónoma.
El juicio moral autónomo, Piaget considera que se asienta en relaciones interpersonales de igualdad, reciprocidad y cooperación, en estas relaciones se elimina la presión, la imposición coactiva de normas, existe el inetercambio sobre la base del diálogo y la coolaboración, por lo que son dos etapas sucesivas, la moral heterónoma y la autonomía moral.
Dentro de los conceptos claves de esta concepción piagetiana esta el Realismo moral, que supone que los deberes y valores se imponen con total independencia de la conciencia y circunstancias del sujeto, en este sentido las manifestaciones más connotadas de este realismo moral son el carácter heterónomo del deber, la definición del bien como la obediencia a las normas adultas, la necesidad de observar las normas al pie de la letra y no en su espíritu y una concepción objetiva de la responsabilidad.
Dentro de estos estudios realizados por Piaget, constató que la responsabilidad objetiva, en la que el niño juzga la misma por sus resultados, se da alrededor de los 6 – 7 años y la responsabilidad subjetiva, donde se tiene en cuenta la evaluación de los actos por la intención, se manifiesta alrededor de los 9 – 12 años.
Como derivaciones para la actividad educativa Piaget consideró las siguientes:
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El fin de la educación moral es el de la construcción de personalidades autónomas aptas para la cooperación.
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El primer requisito de la educación moral es potenciar el desarrollo intelectual.
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Crear un medio adecuado para que los niños realicen experiencias sociomorales cooperativas, no imponer por la autoridad adulta lo que el niño puede descubrir por sí mismo.
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No imponer una disciplina acabada, valores arbitrarios o normas autoritarias, aceptar normas y valores elaborados por los niños.
Como continuador de esta línea de estudio iniciada por Piaget, se destaca el investigador norteamericano Kohlberg, quién en 1958 obtuvo el grado de Doctor con el trabajo sobre “El desarrollo de los modos de pensamiento y opción moral entre los diez y los dieciseis años”.
Las diferencias sustanciales entre Piaget y Kohlberg en sus concepciones se refieren a:
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Piaget consideró la existencia de dos etapas en el desarrollo moral la de heteronomia y autonomía moral y Kohlberg la de seis estadios que se requieren para alcanzar la plena madurez en la moral los que se extienden más allá de los veinte años.
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En cuanto a la relación entre el juicio moral y la acción moral, Piaget considera que la acción moral es primaria y el juicio una toma de conciencia posterior. Por su parte Kohlberg entiende que el juicio es lo que orienta la acción moral.
En su estudio sobre el juicio moral, Kohlberg considera que este es una capacidad cognitiva que permite distinguir entre el bien y el mal, asociado a la justicia como sentido de equidad e igualdad. Para desarrollar los estadíos se necesitan primero un desarrollo intelectual seguido de la capacidad o predisposición para asumir roles y una perspectiva social. Estas aptitudes intelectuales y sociales no se consideran ni como posibilidades innatas o como inculcación de la moral sociocultural, sino como el resultado de la interrelación adaptativa entre el individuo y su medio natural y social.
Dentro de los rasgos o características de los estadios del juicio moral señalados por este autor se encuentran los siguientes:
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Cada estadio representa una forma diferente del juicio moral respecto al anterior.
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Restructuración de opiniones y motivos morales en cada uno.
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La secuencia evolutiva de los estadios son invariables.
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Los estadios superiores integran las estructuras de los inferiores de una forma orgánica.
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El contenido que se estructura en los estadios del juicio moral es cognitivo, abstracto o formal y universal, eliminando así las orientaciones axiológicas concretas.
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Los estadios definen los criterios generales del razonamiento moral, que no dependen de las creencias particulares, sino de los principios lógicos de la moral universales, los que son válidos en todas las culturas y para todos los individuos.
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