Dimension etica de la educacion cubana en la



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JOVEN CUBANO




REVOLUCIONARIO PERSONALIDAD SOCIALISTA
La personalidad del joven cubano se refiere a la formación de la individualidad de nuestros niños y jóvenes, a tenor de los valores más auténticos de la cubanía, la conciencia y la cultura nacional, donde la historia, las tradiciones patrióticas y el amor a la patria, ocupan un lugar especialmente significativo.
En esta personalidad se deben integrar lo racional y lo emocional, lo cognitivo y lo afectivo, como expresión de la unidad de la inteli­gencia con los más nobles sentimientos humanos, en un proceso de formación y asimilación de una concepción del mundo, sobre la base de una amplia cultura, que le de los instrumentos necesarios para desenvolverse en las dife­rentes esferas de la vida y de la actividad, con independencia y creatividad.
Como parte esencial dentro de la estructura de esta personalidad se encuentra un sistema de valores políticos, jurídicos, económicos, científicos, estéti­cos, filosóficos, incluso religiosos, que interpenetrados por los valores morales, con una orientación humanista y progresista, realicen una función personificadora y movilizadora hacia la realización del contenido de tales valores en sus actitudes y relaciones humanas.
Ser revolucionario, es una concreción del carácter activo que la personalidad del joven cubano debe encarnar, una actitud de lucha y un sentido de la vida, transformadora y emprendedora, siempre en función del progreso y el desarrollo en el presente y en el futuro.
En esto desempeña un importante papel el nivel de exigencia del individuo para consigo mismo y con la realidad que lo rodea, el espíritu de insatisfacción revelado en su sentido crítico y autocrítico, la definición de objeti­vos y aspiraciones personales y la voluntad de no resignarse ante las circunstancias y condiciones adversas, cuando existe alguna posibilidad de actuar en aras de su transformación.
Ser revolucionario, es parte de la concepción del mundo del individuo y de su actitud ante ese mundo, con un conocimiento de causa en la actuación consciente y de compromiso con la realidad histórica, las necesidades y las exigencias de la época.
La condición del revolucionario encierra el carácter flexible, dia­léctico y amplio que debe caracterizar la mentalidad del joven en su reflejo objetivo de la realidad cambiante y en las contradic­ciones que esta manifiesta, ante lo cual el individuo no solo debe reflexionar y tomar decisiones, sino asumir posiciones en la actuación y el quehacer en la práctica, lo que en ocasiones implica la necesidad de adecuar nuevas formas, métodos o estilos de como hacer las cosas rompiendo con lo tradicional, viejos caminos o esquemas obsoletos y que obstaculizan el avance y el progreso.
Esta pauta general de la personalidad del joven cubano que aspiramos formar, emerge del proceso histórico cubano que en su esencia ha estado asociado al fenómeno de la revolución, por lo que esta condición encierra una serie de requerimientos y virtudes morales que se han enriquecido y profundizado en cada momento histórico(31) de la realidad social cubana, en la transmisión de las sucesivas generaciones.
El carácter socialista del joven cubano y revo­lucionario, indica la orientación ideoló­gica y socioclasista de los intereses socioeconómicos, políticos y morales de los trabajadores y las masas populares, que debe hacer suyos, manifestándolos en sus cualidades personales, pro­yecciones y actitudes.
Estos intereses responden a la defensa del trabajo libre de la explotación entre los hombres, que impone la propiedad privada capitalista sobre los medios de producción, lo que trae consigo un régimen de contrastantes realidades e injusticias sociales.
Aún en las condiciones actuales, con la desaparición del campo socialista, el predominio de la ideología del neoliberalismo y la globalización de la economía de mercado, así como con todas las medidas tomadas y cambios introducidos en la economía cubana, que llevan a la coexistencia de una propiedad socialista, estatal, con la propiedad mixta y capitalista, como una necesidad impuesta por las condiciones imperantes, para reanimar la economía, propi­ciar el desarrollo y salvar las conquistas sociales más signifi­cativas, aún en estas condiciones, el reconocimiento de las desventajas humanas y la degradación moral y espiritual que generan, entre otros males, en el individuo y la sociedad, el régimen capitalista de producción es la piedra angular que define la orientación ideopolítica y ético humanista del carácter socialista de la personalidad del joven cubano que se forma bajo estas circunstancias.
Lo que hace que pueda reconocer el proyecto social cubano con su esencia revolucionaria, humanista y socia­lista como un modelo que da respuesta a los problemas y necesida­des esenciales del ser humano, las masas populares y trabajado­ras, por la definición de que el poder político responde legítimamente a los intereses del pueblo trabajador, es el ejercicio del poder del pueblo, sobre una base democrática de participación ,toma de decisiones y la búsqueda permanente de la realización práctica de la justicia social.
La ideología revolucionaria, martiana y marxista debe orientar a las jóvenes generaciones de cubanos, hacia la continuidad, perfec­cionamiento y desarrollo, del sistema y proyecto social cubano, reconociendo a su vez, que tal modelo se encuentra en franco proceso de reelaboración y reconsideración teórico y práctico.
El carácter socialista de la personalidad del joven cubano, incluye que tenga una claridad meridiana acerca del lugar y papel del trabajo en la vida del individuo, de su familia y de la sociedad, en la concepción de que el trabajo no es un medio de acumular riquezas materiales personales, para el lucro u ostentación, sino para la satisfacción racional de las necesidades materiales y espirituales del individuo y el bienestar y progreso social del país.
En ello, el rescate y formación de una cultura laboral en la integración del estudio trabajo, en los centros educacionales desde tempranas edades, tiene un papel importante en la formación de este carácter socialista de la personalidad, proceso que implica la formación de una actitud positiva hacia el trabajo y de los valores morales fundamentales que indican una nueva actitud, tales como:
- El trabajo como un deber moral de todo hombre honrado y hones­to.
- La responsabilidad moral, individual o colectiva ante las tareas que le corresponde realizar.
- La solidaridad humana como parte de las relaciones interperso­nales fraternales, de respeto, ayuda mutua y colectivista en el desempeño de la actividad laboral.
Lo que distingue cualitativamente la formación de los valores morales de la cultura laboral, con un carácter socialista, respecto a los valores que se generan bajo las condiciones del trabajo en el capitalismo(donde también se forman el deber y la responsabilidad), está en el sentido humanista de las relaciones de solidaridad que se establecen entre los seres humanos y la realización de la justicia social.
En la sociedad cubana, esto se sustenta sobre la base, de la integración del individuo a las relaciones económicas establecidas(diversos tipos de propiedad), y su contribución con el aporte de su trabajo al fondo social de riquezas materiales, que se redistribuyen socialmente, y se revierten en las garantías de las conquistas populares y en el mejoramiento gradual de las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo en general, como resultados del proceso de reanimación económica y social, en la difícil coyuntura del período especial que atraviesa el país.
Estos elementos son la base de la conformación del Capital humano, cuyo contenido esencial es ético – moral, en contraposicición de todo egoismo e individualismo burgués, cuya máxima expresión se manifiesta en el capital financiero, vía de explotación y de sojusgamiento de los pueblos pobres del tercer mundo por los centros de poder de los países imperialistas encabezados por los Estados Unidos.
Esta condición es posible solo en la práctica social de un sistema social socialista, solidario e internacionalista a partir de una voluntad política que representa los intereses de los trabajadores y del pueblo y cuya misión principal en tales circunstancias es lograr, que la presencia de mecanismos y algunas formas de propiedad capitalista en la economía cubana (y sus impactos sociales), utilizada como un medio y no como un fin, no contamine mortalmente las bases del sistema social cubano, ni pueda hacer fracasar los objetivos de la obra socialista de la Revolución cubana.
Esto representa un reto para la formación de los jóvenes cubanos, que se desenvuelven en las actuales condiciones económico sociales del país, lo que significa la necesidad de fortalecer este aspecto del proceso educativo y socializador que la escuela cubana debe realizar, perfeccionando y adecuando a toda costa, la experiencia científico pedagógica acumulada, en la práctica de todos estos años de la Revolución en el poder, en la aplicación del principio estudio - trabajo, centrando la atención en la formación de valores como algo fundamental, en el contexto de la Batalla de Ideas y por la cultura general del pueblo y las realizaciones concretas en la obra social de la Revolución con u alto nivel de protagonismo de los jóvenes.
4. 5. 1 - CUALIDADES DE LA IMAGEN DEL JOVEN CUBANO, REVOLUCIONARIO Y SOCIALISTA
Las cualidades que se desean formar en el joven cubano son las siguientes:


  • Una personalidad que responda a una concepción del mundo sobre la base de una amplia cultura general, científica, politécnica, laboral, y cultura de los sentimientos, con un contenido huma­nista. Portador de valores políticos, jurídicos, filosóficos, estéticos, económicos, morales e incluso religiosos, que respondan a los intereses sociohistóricos y culturales de la cubanía y la conciencia nacional, dentro de los que se encuen­tran los referidos a la idiosincracia del cubano y se destacan los del sentido de la Patria y el patriotismo, el amor a la independencia y a la soberanía, la defensa de la justicia social y la unidad nacional, entre otros.




  • Una actitud revolucionaria, emprendedora y transformadora ante la vida y la realidad existente, capaz de buscar soluciones y respuestas a los problemas con inteligencia, voluntad, tesón y firmeza. Espíritu altruísta, de sacrificio, entrega, fe en las fuerzas racionales y morales del hombre, optimismo. Con una mentalidad dialéctica, flexible ante los cambios y disposición a romper esquemas viejos, para aplicar nuevas formas y métodos. Actitud de insatisfacción y espíritu crítico en aras del per­feccionamiento, el progreso y el desarrollo.




  • Una ideología socialista, a favor de los intereses de las masas trabajadoras y populares, que reconozca y defienda las conquis­tas de la obra de la Revolución socialista cubana. Distinguir el uso e introducción de resortes y mecanismos económicos capitalistas en la economía cubana, como alternativa para propiciar el desarrollo y dar continuidad al proyecto social cubano de independencia nacional, dignidad humana y justicia social, asumiendo una actitud de rechazo hacia el inhumano sistema capitalista de explotación e injusticia, como un modelo no factible a los intereses populares y a la realidad tercermun­dista de la sociedad cubana. Reconocimiento del lugar y papel del trabajo en la vida del individuo y para el desarrollo del país, asumiendo una actitud laboriosa y socialista ante el trabajo.

En la proyección de la imagen integral de la personalidad del joven cubano, el perfil moral se revela como un elemento integrador de todos los elementos de la configuración de una personalidad autodeterminada, con un alto sentido de la responsabilidad, cuyo contenido de valores indica las cualidades morales que lo integran, a partir de la trilogía de valores morales ya estudiada en capítulos anteriores y las exigencias que plantean las determinaciones cualitativas de dicha imagen.


4. 5. 2 PERFIL MORAL DE LA IMAGEN DEL JOVEN CUBANO.
El perfil moral de la imagen del joven cubano, revolucionario y socialista, se construye teniendo en cuenta:


  • Las particularidades del reflejo moral de la realidad, tales como su carácter deontologizador (elabora las representaciones del deber ser), idealizador (elabora el ideal en el sentido de los valores o modelo ideal), crítico, autocrítico y conservador, que se manifiestan en la triada gnoseológica del ser moral, el deber ser, y el ideal moral, expresado en el contradictorio proceso del progreso moral a lo largo del desarrollo histórico cubano, (orientación hacia los valores e ideales sociales más progresistas y hacia los modelos paradigmáticos).




  • La búsqueda en las raíces históricas, en la identidad nacional y cultural, de los valores morales que con un sentido progresivo, han formado parte de la definición, el contenido y el fundamento, de procesos históricos trascendentales del pueblo cubano.




  • Asociado a lo anterior, el lugar y papel que el proceso y el concepto de revolución ha tenido en el proceso histórico cubano.




  • Las condiciones de la realidad cubana en la actualidad, con sus contradicciones socioeconómicas, sus impactos en la vida espiritual y en los valores morales, las insatisfacciones en el nivel de moralidad alcanzada en los planos ideológico y conductual de ciertos individuos.




  • Y por último, las aspiraciones y exigencias morales sociales para el logro de la preservación de la Revolución socialista cubana, su obra y su continuidad futura a partir del fundamento ideológico (ideología socialista, martiana, marxista, fidelista, guevariana).

VALORES Y CUALIDADES MORALES




  • Sentido de la dignidad humana, donde se aprecia el significado del respeto, consideración y estima, a la sensibilidad del individuo y sus derechos como ser humano, en el plano personal, en el ámbito nacional y en cualquier parte del mundo.

  • Este valor humano universal integra entre sí las cualidades de ser consciente y cumplidor de sus deberes, tener una actitud positiva ante el trabajo, ser autorreflexivo y valorativo, amor a la justicia social, espíritu de rebeldía ante las injusticias y humillación humana, antirra­cista, valentía en la defensa de los ideales sociales y de sus puntos de vista.

  • Derivado de la dignidad por la connotación histórica del fenó­meno en la realidad cubana se distingue el valor de la intran­sigencia e intolerancia ante todo tipo de dominación extranje­ra, que integra a su vez, el valor de la fidelidad a la causa (implica la no traición) patriótica de independencia y soberanía nacional, de justicia social y unidad nacional.

  • Este contenido adquiere rango de principio e ideal moral, generando las cualidades de voluntad de lucha ante las dificultades y ante lo mal hecho, la capacidad de resisten­cia, empleando la inteligencia y creatividad, con tesón y optimismo.

  • Complementando la trilogía rectora de valores y cualidades morales, se encuentra la solidaridad humana, que expresa el grado de acercamiento y aproximación en las relaciones interpersonales individuales o colectivas, sobre la base de sentimientos, aspiraciones, fines u objetivos comunes que los vinculan en diversas circunstancias. La solidaridad se manifiesta en actitudes como el respeto mutuo, ayuda a otros, hospitali­dad y altruísmo; entre los valores que la solidaridad aglutina se encuentran, ser colectivista, honesto, sincero, modesto, receptivo, tener espíritu crítico y ser amistoso.

La concepción de esta imagen y perfil moral del hombre aquí proyectada, encierra la idea general de que las nuevas generacio­nes se levanten como hombres y mujeres dignos, mejores, caracte­rizados por su profundo pensamiento y dados a la acción, a la vez que, muy cubanos, espirituales, alegres y fieles, en la medida en que construyen su realización personal en la entrega a la obra social, conscientes de ser continuadores del proyecto revolucionario cubano.



4. 6 APROXIMACION A LOS FUNDAMENTOS PSICOLOGICOS DEL PROCESO DE FORMACION DE VALORES.
Dra. Nancy Chacón Arteaga
La formación de valores es un proceso inherente al desarrollo moral de la personalidad en el que se integra de forma coherente el contenido axiológico en todas sus dimensiones ideológicas tales como: política, jurídica, estética, filosófica, religiosa y científica.
El concepto de desarrolo moral de la personalidad es utilizado fundamentalmente por los psicólogos que se han adentrado en el estudio de este complejo proceso, teniendo en cuenta las características psicológicas de las edades en su evolución y el proceso del aprendizaje de los conocimientos en su interacción con la estructuración del juicio moral (valoración moral).
En este sentido se destacan dos tendencias: aquellas posiciones que identifican el desarrollo moral de la personalidad como un proceso externo, heterónomo, respecto al individuo, donde el conductismo de Skirnner tiene una profunda huella y las que entienden este desarrollo como un proceso que rrecorre etapas de lo heterónomo en las edades tempranas a lo autónomo, es decir como una construcción interna del juicio y la autorregulación moral, en el que los aportes de J.Piaget y Lev Semiónoviich Vigotski (1896 - 1934) tienen una gran importancia, aunque con sus particularidaes.
El estudio de estos autores entre otros, como los trabajos del psicólogo cubano Fernando González Rey, permiten encontrar los fundamentos de cómo en el desarrollo moral de la personalidad se da el proceso de la formación de valores en sus diferentes etapas.
El problema fundamental en el estudio y comprensión de este proceso está en encontrar los argumentos que explican cómo se produce en el individuo como sujeto activo del proceso formativo la relación de lo cognitivo y lo afectivo - volitivo, en la conformación de los valores como parte del contenido de las formaciones psicológicas de la personalidad.
En esta aproximación a tan complejo problema partimos de una comprensión dialéctico materialista del valor, desde las determinaciones filosófica, sociológica y ética de este fenómeno de la realidad espiritual e ideológica de la sociedad y del mundo interno del individuo.
Por esta razón es de gran interés la concepción que la psicología ofrece sobre el desarrollo moral de la personalidad, esto coincide con la comprensión de "proceso" que tiene la formación y el desarrollo de valores en los individuos, los que adquieren concreciones irrepetibles en su conformación, y son los que cualifican la individualidad de cada persona a partir de la expresión de sus sentimientos, cualidades y actitudes personales que lo identifican y distinguen.
La idea de desarrollo moral, nos permite entender la existencia de etapas o niveles en el proceso de formación de los valores, las que indican un movimiento progresivo en la que cada etapa representa un momento nodal de la organización y reorganización estructural y funcional de la personalidad en su configuración, cada etapa expresa continuidad y ruptura, negación dialéctica de la anterior y un salto cualitativo en el orden de la conformación de la autorregulación moral de la conducta.
El valor moral como categoría ético filosófica, expresa la significación social positiva de un fenómeno - hecho, acto de conducta-, en forma de principio, norma o representación del bien, lo justo, el deber, con un carácter valorativo y normativo a nivel de la conciencia, que regula y orienta la actitud de los individuos hacia la reafirmación del progreso moral, el crecimiento del humanismo y el perfeccionamiento humano.
Siendo consecuentes con esta definición, tendremos en cuenta que el valor es un producto de la conciencia humana, de ahí su naturaleza espiritual e ideológica, que expresa un tipo de significación social del objeto para el sujeto, aunque no todo tipo de significación social es un valor, en este caso es la significación social positiva, cuyo criterio objetivo es que reafirma el progreso moral humanista.
Al considerar las etapas del proceso de formación o construcción de los valores debemos atender a:
- La formación de las nociones en las edades tempranas en prescolar, donde los sentimientos y la comunicación, tienen un importante papel en el niño por la ausencia de los procesos lógicos complejos de abstracción en los primeros años, la ampliación de estas nociones en significados individuales de los fenómenos de la realidad circundante que van conformando las orientaciones hacia ciertos valores en la edad escolar primaria, en relación con la significación social de los fenómenos, que tienen mayor peso en la edad de la adolescencia donde existe un despegue o transición de la niñez a la juventud.
En ésta el individuo va adquiriendo independencia, mayor conocimiento del yo (autoimagen, autoestima y voluntad) y seguridad en sí mismo. Este es el momento precedente en que las significaciones sociales positivas, comienzan a transformarse en convicciones como formaciones psicológicas más complejas en la etapa de la juventud.
En el orden pedagógico, es donde entran a tomar parte de este proceso los sujetos formadores y en formación, los métodos, procedimientos, vías y sistema de influencias del micro y macro medio social que los hacen viable, dado que el escenario en que transcurre el mísmo es en la tríada de la familia, la escuela y la comunidad.
El problema estriba en cómo se realiza la relación de lo cognitivo con lo afectivo - volitivo, con lo ideológico y lo actitudinal en el fenómeno pedagógico, cómo se produce en éste la integración de lo instructivo y lo educativo, para avanzar por las etapas del proceso de formación de valores dentro del desarrollo moral de la personalidad.
En la base de esta problemática podemos encotrar la esfera de las necesidades, los intereses y los motivos del sujeto que se proyectan en las intenciones, propósitos o aspiraciones (objetivos, metas, fines) y tienen que ver con el grado de autoconocimiento y seguridad en sí mismo y de la realización personal como estado de satisfacción o no consigo o con los otros.

Qué lugar tienen las significaciones dentro de este proceso?


Las significaciones constituyen importantísimos "componentes" de la conciencia humana (Leontiev 1982), estas constituyen la dimensión humana de las imágenes sensoriales como formas del reflejo psíquico de la realidad, generadas en la actividad del sujeto.
"Las significaciones reflejan el mundo en la conciencia del hombre.Aunque el lenguaje es el portador del significado no constituye el demiurgo de las significaciones.
Detrás de las significaciones idiomáticas se esconden las formas de acción -operaciones- socialmente elaboradas, en cuyo proceso las personas transforman y conocen la realidad objetiva.Dicho de otra forma, en la significación está contenida de manera transformada y reducida al contexto idiomático, la forma ideal de existencia del mundo objetal, de sus propiedades, nexos y relaciones, descubiertas por la práctica social conjunta" (Leontiev 1982).
Según este autor, en investigaciones psicológicas realizadas por Piaget y Vigotski, se demostró la diferencia existente entre la formación de ias imágenes genéricas sensitivas y los conceptos en los niños, siendo las primeras el resultado del proceso de aprehensión de significaciones históricas ya "hechas" y que transcurre en la actividad del niño y por medio de la comunicación con las personas que le rodean.
Sin embargo el elemento de los intereses en el plano individual en su correlación con los intereses de otros y sociales, matiza el contenido de las significaciones a nivel de la conciencia individual y mueven la conformación de la escala de valores y sus reajustes.
Al respecto Leontiev ejemplifica este hecho con la significación que tiene para los estudiantes de mayor edad las notas de los exámenes y las consecuencias de estas, sin embargo para todos no tiene el mísmo sentido, por lo que hace una distinción con relación al concepto de sentido personal.
El sentido personal es entendido por el autor como una relación especial de la significación con el individuo en el plano psicológico, más interno, subjetivo, es decir existe una distinción entre las significaciones y los sentidos en la conciencia individual que hacen que las significaciones adquieran una dualidad, al explicar el condicionamiento objetivo de este fenómeno no lo ubica en las particularidades psicológicas internas del sujeto, sino en las condiciones histórico sociales en que éste imteractúa y se desenvuelve, en el estado de enejenación que puede existir en la sociedad, condiciones del medio familiar, puede decirse en otros términos en el tipo de relación individuo - sociedad y la correlación de sus intereses.
"A diferencia de las significaciones, los sentidos personales, al igual que la trama sensitiva de la conciencia, no tienen una existencia propia "supraindividual", "no psicológica". Si la sensitividad externa relaciona en la conciencia del sujeto las significaciones con la realidad del mundo objetivo, el sentido personal las relaciona con la realidad de su propia vida dentro de ese mundo, con sus motivaciones. El sentido personal es también lo que origina la parcialidad de la conciencia humana"(2)
Estos elementos ayudan a comprender cómo la parcialidad de la conciencia individual está mediatizada por los sentidos personales, los que se manifiestan en las representaciones ideológicas a partir de la situación de clases y social, así como las particularidades de la vida individual, de sus relaciones personales en conflicto, la forma de comunicación, la vida cotidiana, fenómeno en el que interactúan lo interno y externo de forma suigeneris en cada individuo expresando la diversidad y no coincidencia de los sentidos personales y su manifestación por medio de las significaciones.
El sentido personal marca la intencionalidad, la parcialidad de la conciencia individual y las significaciones.
En este análisis, el autor aborda el aspecto psicológico de las vivencias, que están unidas a la actividad del sujeto y son fuerzas internas que orientan a su vez la actividad, estas matizan el sentido personal que tienen los acontecimientos, permiten analizar la escala de valores sociales en que se desenvuelve el individuo para orientarse o reconsiderarlos.
En la profundización de los fundamentos psicológicos de las etapas de la formación de valores, asociadas a la concepción sobre el desarrollo moral de la personalidad, el tema de la significación de los ideales en la motivación humana abordado por el autor cubano Fernando González Rey (1982), ofrece importantes argumentos.
En su estudio el autor reconoce el valor metodológico que para la psicología contemporánea tienen los aportes de Piaget en la teoría de los juicios morales, en la que considera el desarrollo moral como un proceso de adaptación del niño a las exigencias sociales, la que transcurre mediante el desarrollo de diferentes tipos de juicios morales que caracterizan las distintas etapas de este desarrollo.
En este caso González Rey, considera que Piaget sobrevalora el rol del componente intelectual de la moral subvalorando el significado de las necesidades y los motivos morales, o sea la complejidad de la vida emocional del niño (psicóloga inglesa Susan Isaac), entiende que el desarrollo moral es sobre todo, un proceso de asimilación intelectual de las reglas morales.
Esta limitación se considera que no posibilita comprender el rol de los ideales en la regulación de la conducta de los escolares, ya que los mismos son una construcción activa de determinadas exigencias morales sobre la base de las principales necesidades y motivos del sujeto.
Tomaremos en consideración algunas de las tesis que González Rey aporta en este estudio y que nos aproximan a la comprensión de la etapa de transformación del contenido de los valores (significaciones sociales positivas) en convicciones personales durante la juventud.
"El ideal como la autovaloración, es una expresión del carácter mediatizado de la motivación superior del hombre por su autoconciencia, por lo que es una formación afectivo-intelectual, que si bien se expresa en forma de elaboración intelectual es, a su vez, portadora de una fuerte carga emocional que responde a las necesidades expresadas en su contenido. En el ideal, las reflexiones y elaboraciones adquieren carácter emocional, y las necesidades se expresan en forma de conceptos y juicios" (González Rey 1988).
El rasgo peculiar del ideal como una formación afectivo - intelectual, revela el vínculo de lo afectivo y lo cognitivo en este elemento de la formación moral de la personalidad.
Los ideales morales se caracterizan por su estructura (Raskin 1948) en concretos (representado por un modelo inseparable de la realidad, la persona es tomada como ideal según sus acciones concretas en el medio), sintéticos (aspectos diversos de distintas personas) y generalizado (suma de un conjunto de cualidades abstraídas de distintos modelos concretos), lo más importante en la estructura del ideal generalizado es que este aparece en la adolescencia al surgir la capacidad para el pensamiento abstracto en los escolares.
En esta clasificación de la estructura de los ideales morales, se reconoce como una forma superior el ideal concretizado (Grichanova 1976):
"Es un modelo vivo, en el cual se funden lo concreto y lo abstracto en un personaje concreto. Este tipo de ideal trasciende a lo concreto, en el sentido de que no se limita a describir actos concretos del personaje en una situación específica determinada, sino que combina las expresiones concretas de la vida cotidiana del modelo con un profundo análisis de la esencia de su personalidad, y de los rasgos que más lo caracterizan. Este ideal se distingue por el alto nivel de asimilación y de elaboración de sus contenidos por el sujeto"
González Rey, considera que aunque el ideal generalizado es la forma más evolucionada del desarrollo de estos, pueden existir dos formas de su expresión:

1- El que se basa en la abstracción pasiva de un conjunto de rasgos de diversos personajes, un ideal formal.

2- La generalización basada en las vivencias, experiencias y necesidades del sujeto y la elaboración activa de su contenido, fundamentado en sus principales aspiraciones y necesidades.En esta forma el sujeto se incluye activamente en su elaboración "la esencia psicológica del mismo deja de ser una simple abstracción, para convertirse en una fundamentación activa de sus distintos aspecros".
Esta última idea, apunta hacia un elemento a tener en cuenta en la formación de las convicciones en los jóvenes, esto es la esfera motivacional que mediatiza el fenómeno racional de carácter intelectual, la que realiza un papel de regulación por medio de la autovaloración y los ideales.
Particularidades de la esfera motivacional en la edad escolar superior:

- Por su contenido, expresan los motivos asociados a los planes de vida y sus intenciones futuras.

- La autodeterminación basado en una determinada concepción del mundo.

- Por su estructura, carácter jerárquico de los motivos.

- Existencia de un sistema de subordinación según los motivos más significativos y valorados para la personalidad.

- Por su mecanismo de acción, no son inmediatamente activos, se manifiestan por un objetivo consciente e intenciones conscientemente planteadas.


Es importante señalar que en el orden de los estudios psicológicos de los ideales y las motivaciones, González Rey, reconoce que es necesario un nuevo enfoque en la comprensión de la integración de los aspectos cognitivos y afectivos, en la unidad de lo estructural y lo funcional, a lo que aporta que en este campo las reflexiones y los conocimientos adquieren carácter emocional y las necesidades se manifiestan en forma de conceptos y reflexiones.
Esta idea se revela en el estudio de las significaciones sociales dentro de las cuales se consideran las representaciones, los conceptos y juicios, así como en los ideales entendidos como forma superior de la motivación humana, las cualidades que este contiene y que el escolar se esfuerza por desarrollar en su persona, constituyen un sistema motivacional estable, cuyas principales motivaciones forman la tendencia orientadora del joven dirigida hacia sus fines y el futuro.
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