Abstracciones
Aunque era un buscador serio y motivado, siempre estaba sumido en hondas reflexiones metafísicas que no le llevaban a ninguna parte. Aunque había leído innumerables textos y escuchado a un gran número de maestros, cada día se hallaba más enredado por sus abstracciones metafísicas y conceptos filosóficos. Un amigo le dijo: «Lo que tú necesitas es un maestro muy pragmático y que no te siga proporcionando abstracciones metafísicas o filosóficas que aún enturbien más tu visión». Era un buen consejo y el buscador, cada día más confundido, decidió buscar un maestro así. Le hablaron de uno y, presto, se puso en marcha hacia él. De momento, nada más verle, el mentor le ordenó:
-Siéntate tres días frente a mi casa y mantén tu mente tan serena como puedas. Nada de reflexiones; nada de pensamientos; nada de averiguaciones filosóficas.
Tres días después, el maestro lo aceptó y el discípulo, compulsivamente, lo primero que hizo fue preguntarle si existía un alma o no. El mentor le dio un buen tirón de orejas, y el hombre protestó:
-No es muy gentil por vuestra parte lo que acabáis de hacer. -¡No me vengas con pamplinas a estas alturas de mi vida! -replicó el maestro.
Mentor y discípulo salieron a dar un largo paseo.
-Maestro, cuando un ser liberado muere, ¿sigue o no sigue existiendo en alguna parte?
El mentor comenzó a coger moras silvestres y a degustarlas en silencio. El discípulo protestó:
-No es muy amable por tu parte no responder cuando se te
habla.
El maestro le miró con expresión severa y dijo:
-Yo estoy en el presente, comiendo estas deliciosas moras, y tú estás, como un verdadero estúpido, más allá de la muerte.
Se sentaron a reposar bajo un frondoso árbol, cerca de un arroyo.
-Maestro, ¿hay un ser supremo que creó el mundo, o todo es producto de la casualidad?
-¡Déjate ya de vanas preguntas! -le increpó el mentor, y añadió-: ¿Hueles la brisa perfumada y sientes su caricia en tu piel? ¿Notas la tierra firme bajo tu cuerpo? ¿Te deleitas contemplando las aguas claras del arroyo?
-No -repuso el discípulo, que no podía dejar de estar rumiando ideas y opiniones en su mente.
Y el maestro declaró:
-Pues lamento decirte que eres en verdad incorregible. Ve a otro mentor que te llene la cabeza de ideas y permíteme a mí seguir sintiendo la brisa sobre mi piel y disfrutando de la contemplación de las límpidas aguas del arroyo.
Comentario
Es el Majjima Nikaya el que declara: «El que no sabe a cuáles cosas atender y de cuáles hacer caso omiso, atiende a lo que no tiene importancia y hace caso omiso de lo esencial». Nos hacemos muchas preguntas sobre el sufrimiento, pero no nos ponemos en acción para remediado; nos hacemos muchas preguntas sobre si habrá o no habrá otra vida, pero no aprovechamos cada momento de ésta; nos debatimos en cuestiones metafísicas e interrogantes existenciales, pero no ponemos realmente los medios para mejorar nuestra calidad de vida psíquica y ser más cooperantes con las otras criaturas en la vida cotidiana; nos extraviamos en todo tipo de interrogante s filosóficos, dudas e incertidumbres, pero no desarrollamos el firme propósito de mejorar interiormente y ser más generosos y compasivos.
«Arrebatados por la codicia, el odio y la ofuscación, los seres humanos, perdido el gobierno de la propia mente, se hacen daño a sí mismos, o hacen daño a los demás, o hacen daño a sí mismos y a los demás, sufriendo toda clase de dolores y aflicciones» (Anguttara Nikaya). Necesitamos abrimos al momento, ser más perceptivos y sensitivos, hallar la profundidad de la vida a cada instante y servimos de nuestras energías para evolucionar. El establecimiento de la atención es un instrumento muy importante. Percibimos lo exterior, percibimos nuestras reacciones y nuestro universo interior. Así logramos estar atentos entre los inatentos, sosegados entre los desasosegados.
La atención se ejercita a cada momento, abriendo los sentidos a lo que sucede, nos permite permanecer más lúcidos y se vuelve un eficiente aliado para combatir impedimentos como el deseo compulsivo, la impaciencia, la apatía, la pereza, el tedio, el desasosiego y la angustia. Supone la vigilancia estrecha de la mente para prevenir estados mentales aflictivos e insanos. Al estar muy atenta a lo que percibe, la persona frena los pensamientos mecánicos y pone en marcha los recursos de la mente.
La idea
Después de una prolongada reflexión, un joven acudió a hablar con su mentor y le preguntó:
-Maestro, ¿tengo razón en no tener ideas? He estado reflexionando y me he dicho a mí mismo que lo mejor es no tener ideas. ¿Tengo razón?
El mentor le miró fijamente, esbozó una leve sonrisa y ordenó terminantemente:
-Deshazte de esa idea.
-Pero si os he dicho que no tengo ideas -protestó estupefacto el discípulo-. ¿Qué idea, pues, puedo desechar?
Y el maestro replicó:
-Naturalmente, amigo, eres libre de seguir con esa idea de la no-idea.
Comentario
Intencionadamente, los maestros bloquean o incluso sabotean la tendencia desmesurada de los discípulos a tratar de resolverlo todo mediante la lógica o la mente racional, sin tratar de apelar a la mente supralógica y capacitada para reportar vivencias, intuiciones y percepciones veladas a la mente basada únicamente en ideas, conceptos o verbalizaciones. Aunque el conocimiento ordinario es una herramienta necesaria e imprescindible para la vida diaria, hay otro tipo de conocimiento más directo, libre e incondicionado, muy importante para el descubrimiento interior, no basado en interpretaciones o reacciones, sino en la visión directa y clara, denominada por el sabio Patanjali «visión pura» y por Buda «visión penetrativa» y que es aquella que, libre de juicios y prejuicios, conecta con una realidad de orden superior que transforma, muta los viejos modelos de comportamiento mental (basados en la ofuscación, la avidez y el odio) y emancipa a la persona.
Cuando Buda se liberó, declaró: «Así es como llegué a comprender aquel principio profundo, difícil de ver, difícil de entender, fuente de sosiego, excelente y sutil, inaccesible al solo razonamiento, que sólo los sabios pueden entender». La percepción libre de condicionamientos reporta sabiduría; al contrario, ofuscación sobre ofuscación. La experiencia de liberación mental es irreductible a los conceptos. Se celebra más allá del pensamiento ordinario y los yoguis, por ello mismo, no han dejado de hacer referencias a la mente supramundana o a la supraconciencia, e incluso a esa otra mente, silente y no ideacional, la han denominado, para diferenciada, unmani o no-mente.
A menudo los pensamientos y racionalizaciones complican en exceso la senda de la búsqueda, porque el ego se aferra también a ideas y conceptos. Como leemos en el Tao- Te-Ching, «si poseyera tan sólo el más pequeño grano de sabiduría, andaría por el Gran Camino, y mi único miedo sería desviarme de él. El Gran Camino es muy llano y recto, aunque la gente prefiere senderos tortuosos».
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