Juan Balboa
L A HABANA.- “Vetusta institución”; “instrumento dócil de Estados Uni dos”; “ministerio de colonias yanqui”; “desvergonzada institución”; “la OEA está muerta, es un cadáver insepulto”... Es tos son algunos de los calificativos utilizados por Cuba en una amplia y agresiva campaña mediática, política y diplomática para dejar en claro que no tiene intención de regresar “nunca” a la Organización de Esta dos Americanos (OEA).
Cuba le jugó a Estados Unidos una partida en donde por primera vez la relación de fuerzas estaba de su lado. En seis meses planificó y negoció con sus principales alia dos (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil y Nicaragua) una estrategia para proponer en la Asamblea de la OEA realizada en Honduras derogar la suspensión que pesaba en su contra desde 1962, aunque la idea no era volver al seno de la OEA.
La estrategia de La Habana, según con firmaron a Proceso fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores, tenía como objetivo
yo “reparar una injusticia histórica”, así como “demostrar el nuevo mapa político” en América Latina y “fortalecer la imagen de la isla” frente a Estados Unidos, con quien ha brá de sentarse a negociar “de igual a igual” en los próximos meses.
“Pero nunca regresaríamos a un organismo que es un cadáver político, un instrumento político-jurídico de control hegemónico de Estados Unidos”, afirmó la misma fuente.
El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, lo había adelantado el 26 de mayo en Venezuela: “La OEA hoy es totalmente anacrónica, sirve a intereses ajenos, y nosotros sentimos que nuestro camino, el camino de Cuba, es el de la integración latinoamericana y caribeña, sin presencia extracontinental”.
Su país, agregó, “se siente muy orgullo so de estar fuera de la Organización de Estados Americanos”, un mecanismo que calificó de anacrónico. “Históricamente es un instrumento de Estados Unidos”.
En Cuba quieren una OEA desmantela
da. Su aspiración primordial es la fundación de una nueva organización de países latinoa mericanos y caribeños, sin Estados Unidos.
En eso coinciden los investigadores y académicos del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, Luis Suárez y Abel González. Los dos aseguran que el futuro de Cuba y los países del continente se orienta a la creación de una organización de Estados Latinóamericanos y Caribeños.
“Cuba no ha pedido ni quiere regresar a la OEA, llena de una historia tenebrosa y entreguista, pero reconoce el valor político, el simbolismo y la rebeldía que entraña es ta decisión impulsada por los gobiernos populares de América Latina”, dijo Suárez el miércoles 3 en el programa de televisión.
El catedrático destacó la importancia que tendrá la II Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo que se realizará el próximo año en México. La integración de una nueva organización ya no es un mero deseo, sino un proyecto que “se está discutiendo”, aseguró.
escenario actual es bien diferente. “El amo y su instrumento se quedaron solos. Cuba ha roto el aislamiento impuesto por la OEA y su mentor”, celebró.
“Para nuestro país, la posibilidad de ingresar nuevamente a la OEA sería borrar una historia imperial de crímenes, teniendo en cuenta que esa organización ha sido cómpli ce del genocida bloqueo, del intento de aislamiento y de los actos terroristas del gobier no de Estados Unidos”, puntualizó, e insistió en que una nueva organización es la única alternativa para que América Latina y el Caribe puedan determinar su destino sin poner en peligro su identidad.
En paralelo a la embestida diplomática, Cuba activó una cruda campaña mediática a nivel nacional, utilizando todos los medios electrónicos y escritos de las 14 provincias, haciendo la cronología de la historia negra de la OEA.
A principios de mayo, el Ministerio de Relaciones Exteriores subió a su portal oficial dos extensos documentos en los que hace un balance del “sucio” trabajo de la organización en el continente: Recuento de los acciones de la OEA contra Cuba y Cronología de la actuación de la OEA como ministerio de colnias yanquis.
El 8 de mayo se conoció el primero de cinco textos del expresidente Fidel Castro de dicados a la organización, en los que critica el trabajo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, se pregunta por su misión y si ha condenado a “uno de sus más honorables miembros, Estados Unidos”.
ni quiere formar parte de la institució OEA debiera saber que hace rato no forma mos parte de esa iglesia, ni compartimos su catecismo”.
En la segunda quincena de mayo se empezaron a difundir algunos textos en varios periódicos oficiales. Granma publicó el 29 de mayo que La Habana no tiene nin gún interés en regresar a su seno.
“En cuanto a Cuba, no necesita de la
naremos a e vetusto caserón de Washing ton, testigo de tantas vergüenza compradas y tantas humillaciones”, afirmó el órgano del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Granma calificó varias veces a la OEA como un “cadáver político” y recordó una ex presión del actual presidente Raúl Castro:
“Antes de ingresar a la OEA, primero se uniría el Mar del Norte con el Mar del Sury nacería una serpiente de un huevo de águila”. .
EL DESLIN DE MÈXICO 1962 Carlos Tello Díaz *
L a octava reunión de Consulta de la Organización de Estados Americanos (OEA) tuvo lugar en el balneario de Punta del Este, Uruguay, quizás el más conocido de América del Sur. Queda a poco más de 100 kilómetros de Montevideo, por la desembocadura del Río de la Plata, junto a la ciudad de Maldonado, para viajar luego por tierra hasta Punta del Este. El balneario estaba bastante tranquilo, con algunos turistas esparci dos en la playa. La temporada de vacaciones había terminado ya. Hacía un clima fresco pero agradable, el cielo azul, con nubes breves y ligeras en el horizonte, apuradas por la brisa. Era un sitio muy glamoroso, visitado generalmente por argentinos.
La mayoría de las delegaciones, entre ellas la de México, es taba hospedada en el hotel San Rafael, un edificio de varios pisos que se alcanzaban sobre los techos de la zona residencial de Punta del Este, lejos del bullicio de la Plaza Artigas. La reunión de la OEA tendría lugar ahí, en el salón del casino del San Rafael. “Fue necesario retirar las mesas de bacará, los datos y las ruletas para que los cancilleres pudieran tomar asiento”, habría de recordar uno de los presentes (...)
La sesión plenaria de apertura comenzó un día después de lo previsto, a las ocho de la noche del 23 de enero de 1962 (...) Pero sus sesiones comenzaron el miércoles 24 a las nueve y media de la mañana (...) Todos los ministros estaban ya sentados en sus lugares, a la cabeza de sus delegaciones, algunas muy numero sas, pues incluían diputados y senadores, tras unos letreros negros que llevaban en letras blancas el nombre de sus países. Los micrófonos eran grandes y aparatosos. El canciller de México, Manuel Tello, fue el segundo en tomar la palabra en la comisión general, después del representante de Colombia (...)
—Señor presidente, señores ministros de Relaciones Exteriores de las repúblicas americanas —dijo sin alzar la voz- veces en un plazo tan corto la Organización de los Estadricanos se ha visto en la necesidad de desplegar una activintensa como la registrada durante los últimos tres años.
Dedicó el comienzo de su discurso, que leyó muy d a explicar las razones del voto de México contra la conv de la Octava Reunión de Consulta, que provocó una cri seno de la OEA. La reunión había sido convocada un paises antes (noviembre de 1961) por Colombia, luego de in artículo 6° del Tratado Interamericano de Asistencia R( (TIAR), “para considerar las amenazas a la paz y a la i. dencia política de los estados americanos que puedan s la intervención de potencias extracontinentales encamidos quebrantar la solidaridad americana”.
Colombia, al igual que Venezuela, acababa de ron laciones con Cuba, que por esas fechas anunciaba que bierno tendría “un programa marxista-leninista ajusta condiciones objetivas exactas de nuestro país”, en palal comandante Fidel Castro, con las que confirmaba lo que declarado meses antes, en un acto celebrado en El Vec carácter socialista de la Revolución, su identificación ide con la Unión Soviética. Estas eran “las amenazas a la paque hacía referencia Colombia en la convocatoria de la Reunión de Consulta.
—En nuestro concepto, la convocatoria carecía de baidica —explicó Manuel Tello a los delegados presentes en del Este.
Al ser puesta a votación, la convocatoria de Colombia tenido finalmente, sin contar con las abstenciones, a favor y sólo dos en contra, el de Cuba y el de México. UNA secuencias fueron inmediatas. En Washington, sede de la
Cuando en enero de 1962 México votó
en contra de la expulsión de Cuba de la
OEA, se deslindó al mismo tiempo de la revolución encabezada por Fidel Castro. El entonces canciller Manuel Tello
dijo que era “incompatible” pertenecer a la OEA y al mismo tiempo “profesar
una política marxista-leninista”. Con ello, el gobierno de López Mateos buscaba, por un lado, no enfrentarse con
Estados Unidos y sortear las presiones
de empresarios y el clero mexicanos; y
por el otro, ofrecerle al régimen de La
Habana una salida para que renunciara
de manera voluntaria al organismo.
los muros de la embajada de México amanecieron pintarrajeados con hoces y martillos rojos, luego de que la postura del país fuera descalificada como “favorable al comunismo” por varios senado res de Estados Unidos.
Presiones internas
En México, a su vez, los empresarios reaccionaron con preocupación, secundados por los curas que llamaban en sus sermones a peregrinar a la basílica de Guadalupe para condenar a Cuba. Todos esperaban con inquietud, por eso, la Octava Reunión de Consulta de la OEA (...)
Las relaciones del gobierno con la iniciativa privada eran tensas desde comienzos de la administración de López Mateos. Por esos años, el crecimiento de la economía fue menor al 1% del PIB y la inversión extranjera directa, a su vez, descendió hasta llegar a los niveles de mediados de la década de los 50. López Mateos acababa de afirmar, también, que su gobierno era “de ex trema izquierda dentro de la Constitución”. En ese contexto apareció en los diarios del país un desplegado a plana entera firmado
por industriales, banqueros y comerciantes, titulado ¿Por cuál camino, señor Presidente? Varios temas estaban ya resueltos desde entonces. No así el de la relación de México con la Revolución Cubana. Era una fuente de discordia en la nación. “Todas las agrupaciones de derecha criticaban al gobierno de México y, aún cuando en menor escala, otro tanto hacían las de extrema izquierda, que hubieran deseado, sin ningún sentido de la realidad ni de las verdaderas aspiraciones del pueblo de México, que el gobierno del presidente López Mateos se hubiera igualmente declarado comunista”, recordaría en sus memorias Manuel Tello.
Todas esas tensiones llegaron a su clímax en vísperas de la conferencia de Punta del Este. “Me llegaban rumores de que se estaba produciendo una peligrosa fuga de divisas, y que nuestras reservas de oro y dólares en el Banco de México habían llegado a un nivel bajo, sumamente peligroso. Si a estos añadimos las opiniones de muchos de mis colegas en el sentido de que estábamos yendo demasiado lejos en defensa de Cuba, es fácil comprender los dolores de cabeza que teníamos que soportar en la Secretaría de Relaciones Exteriores” (Manuel Tello, México: una posición internacional, Joaquín Mortiz, 1972). Con él colaboraba en la cancillería, además del subsecretario José Gorostiza, un equipo muy brillante de diplomáticos de carrera, en el que destacaban Alfonso García Robles, Antonio Gómez Robledo y Vicente Sánchez Gavito, embajador de México en la OEA.
A principios de enero de 1962, el gobierno de López Mateos preparaba su postura para la reunión de Punta del Este. La Secretaría de Hacienda y la Secretaría de Industria y Comercio, naturalmente, eran las que más temían una confrontación con Estados Unidos. Había que encontrar la forma para, sin negar tampoco la simpatía por las aspiraciones de mejoramiento social en Cuba, dejar claramente establecido el compromiso del gobierno a favor de la propiedad privada y la libertad individual, y con ello trazar una línea con respecto a la Revolución.
El 4 de enero, López Mateos tuvo en Los Pinos una reunión con Tello para trazar esa línea, sin que ella implicara ningún apoyo de México a las sanciones políticas y económicas que previsible- mente serían aprobadas contra Cuba. “Nos pusimos a examinar si en la invocación del principio de la incompatibilidad no se encontraba precisamente la fórmula política que veníamos buscando”, recuerda Tello. “Independientemente de que esa actitud evitara la imposición de sanciones, yo podría en mi discurso invocarlo, lo que permitiría que se echaran por tierra los infundios de la prensa norteamericana de que el gobierno de México tenía inclinaciones
comunistas y precisamente por ello apoyaba al de Cuba.”
Tello, Gorostiza y Gómez Robledo redactaron por la tarde el texto d discurso, que al día siguiente por la mañana entregaron a López Mateos. El presidente los felicitó. Con ese discurso llegaron el 20 de enero a Punta del Este.
La elección de Punta del Este no era gratuita: tenía detrás una razón, la petición del gobierno de Uruguay de no celebrar la re unión en la capital, para no correr el riesgo de enturbiar con marchas de protesta la vida de Montevideo. Era muy impopular, entre la gente, la política de la OEA contra Cuba. La mayoría de los países en Latinoamérica mantenía todavía relaciones con el régimen de Fidel Castro. Entre ellos estaba Brasil (Goulart), Argentina (Frondizi), Chile (Alessandri), Ecuador (Arosemena), Bolivia (Paz Estenssoro), Uruguay (Ahedo) y México (López Mateos). En Punta del Este se formó un grupo con todos ellos, salvo Uruguay, más otros dos países, Haití y Honduras: ocho votos de un total de 21, en un sistema donde las decisiones eran aprobadas por una mayoría de dos terceras partes —o sea, apenas los suficientes para vetar cualquier intento de imponer sanciones a Cuba.
El grupo de países a favor de las sanciones, encabezados por Colombia, tenía por supuesto el apoyo de Estados Unidos. La OEA era desde principios de los cincuenta un instrumento de su política de contención del cómunismo. El presidente Kennedy contaba, pa ra que así fuera, con muchos elementos de presión, aunque estaba en contra de forzar las cosas, pues era sensible a las consecuencias internas que un apoyo demasiado forzado contra Cuba podía tener en algunos países de Latinoamérica. La idea, insistía, era aislar a Cuba, no a Estados Unidos. Su objetivo, entonces, era lograr un máximo de sanciones consistente con un mínimo de consenso, superior a los votos necesarios para obtener los dos tercios de mayo ría —es decir, al menos unos 16 o 17 votos.
El historiador Arthur Schlesinger Jr, miembro de la delegación de Estados Unidos en Punta del Este, que encabezaba Dean Rusk, recordaría en su libro A Thousand Days las dificultades que tuvieron para seguir la polftica trazada por el presidente Ken nedy. “Había 12 votos seguros para una política dura contra Cuba, pero entre los disidentes estaban los países más grandes del hemisferio —Brasil, Argentina, México, Chile—.” Los norteamericanos, por lo pronto, acabaron con la unidad del grupo que luchaba contra las sanciones mediante la compra del voto del canciller de Haití, así tal cual, como también recordaría Schlesinger en su libro sobre la presidencia de Kennedy.
La tesis de la incompatibilidad
Luego de hablar de las razones que tuvo México para votar con tra la convocatoria de la Octava Reunión de Consulta, el canciller Tello prosiguió su discurso ante la OEA. En él reafirmó la adhesión de su país a la economía de libre empresa, declaración que sorprende que fuera necesario hacer, como sorprende también la reacción de júbilo con la que sería recibida más tarde por la iniciativa privada (...)
Tello formuló después, al final de su discurso, la tesis de la incompatibilidad, con la que buscaba, por un lado, un deslinde de México con el régimen de Cuba y, por el otro, un modo de salvar la cara de la representación de Cuba. Consiguió lo primero, aun que no lo segundo.
—Existe una incompatibilidad radical entre la pertenencia a la Organización de los Estados Americanos y una profesión política marxista-leninista, como lo sería también con una profesión monárquica absoluta —dijo ante los delegados—. Con la misma energía con que defendemos el derecho de autodeterminación de
los pueblos, del pueblo cubano por consiguiente, sostenemos que es inconciliable la calidad de miembro de nuestra organización con la adopción de un régimen de gobierno cuyas característico no son las de las democracias representativas.
La intención (de México) era que los cancilleres emitierl una opinión general en ese sentido para que Cuba, al aceptar justicia de la tesis, adoptara el camino adecuado, es decir, renunciará a ser miembro de la OEA. Era inevitable su exclusión. Había entonces que cuidar las formas, ofrecer una salida para qi no fuera “expulsada”, para que simplemente dejara por la paz organismo, voluntariamente.
El artículo 5° de la Carta de la OEA decía, en efecto, que constitución de los países miembros debía estar fincada “sobre base del ejercicio efectivo de la democracia representativa”. Para buscar un acuerdo, al parecer, Tello platicó con los delegados Cuba, encabezados por el presidente Osvaldo Dorticós. “Mi pa se llevaba bien con Dorticós”, recuerda su hijo (Manuel Tel Macías), presente también en Punta del Este, “y me acuerdo qi lo fue a ver a su hotel, porque la delegación cubana no se aloja] en el San Rafael”. Pero la historia estaba ya escrita.
Todos los países, salvo Cuba, apoyaron la tesis de la incomptibilidad, aunque al final sólo 16 votaron explícitamente por su e pulsión, pues hubo dos abstenciones, Chile y Ecuador, y tres vot en contra: México, Brasil y Cuba. Era de nuevo un intento de sal las formas. “La exclusión de un estado miembro no esjurídicameii posible sin la modificación previa de la Carta de la Organización los Estados Americanos”, adujo la delegación de México. Fue vano. La reunión terminó con la expulsión de Cuba de la OEA, au que no contempló sanciones económicas contra la isla, desechad a petición de Kennedy por Alberto Lleras Camargo, el presidente Colombia, a quien contactó por teléfono en Bogotá.
La reunión de Punta del Este estuvo durante muchos días las primeras planas de los periódicos de México. “Alza notab en la Bolsa de Valores”, anunció el titular de El Universal, qi era hostil a Cuba. “Suscita optimismo y confianza la declaracion de Tello en Punta del Este.” Su mensaje fue recibido con un j bilo que parece exagerado por la mayoría de los empresarios el país (...) Los cubanos, por su lado, agradecieron el gesto solidaridad de México, cuya delegación, junto con la de Bras votó en contra de la expulsión de Cuba (...)
Punta del Este marcó también un parte aguas en la relación Cuba con el resto de los países de América Latina. La reacción los cubanos a la expulsión de la OEA, en efecto, fue la Segum Declaración de La Habana, hecha el 4 de febrero de 1962 (.. En ella, el comandante Fidel Castro se pronunció sin reserv en favor de los movimientos armados revolucionarios en Latinoamérica, que debía inspirar el ejemplo de la Sierra Maesti En un discurso enardecido en la Plaza de la Revolución, nomb de la antigua Plaza Cívica, el comandante pronunció una fra que sería célebre: “El deber de todo revolucionario es hacer Revolución” (...)
Las relaciones de Cuba con Estados Unidos estaban en su puto más crítico desde el triunfo de la Revolución. Todo el mundo temía un enfrentamiento en aquel frente, el más peligroso de Guerra Fría. Fue por eso sorprendente el caso de México. En i contexto tan polarizado, el país consiguió lo que parecía impotable: mantener una política independiente con respecto a Cuba, s por ello generar represalias por parte de Estados Unidos (...)
* Escritor y analista político, autor del libro El fin de una amistad: la relación
México con la Revolución Cubana, publicado en 2005 por editorial Planeta, cuya autorización Proceso reproduce los fragmentos anteriores. •
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